Sólo los jóvenes
Yo también estoy cansada de esta campaña. Fueron demasiados meses. Quiero que por fin sea lunes y lo peor haya pasado. Creo que ya no entra un mensaje más, las cartas ya están repartidas.
Pero, no puedo llegar al domingo sin decir algo más, lo último. Confieso que tengo miedo. Por lo que me pueda pasar a mí tal vez un poco pero más que nada por las mujeres que conozco, por mis hijos, por sus hijos.
Por otra parte aún me queda la emoción del recital de Taylor Swift, la alegría de haber conocido de cerca un fandom increíble, que sabe quiénes le rompieron el corazón a Taylor, pero también recuerdan cuando la presionaron para que apoyara a una candidata republicana al Senado, Marsha Blackburn, que estaba en contra de los derechos de las mujeres. “Creo en la lucha por los derechos LGTBI y cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual o el género es incorrecta”, dijo la cantante y pidió votar al Partido Demócrata.
Las swifties que dieron el puntapié inicial con una carta en la que alertaban sobre el recorte de derechos que implica elegir a Javier Milei como presidente. Las mismas que saben qué pasó en Cornelia Street —una canción hermosa en la que expresa su deseo de no perder un amor porque no podría volver a caminar por esa misma calle— y por qué Taylor, justamente, no quiere volver a caminar por esa calle. Pero también saben que cuando un policía mató de asfixia a George Floyd, la cantante tuiteó en contra de la supremacía blanca y le advirtió a Donald Trump que iban a votar en contra de él en las elecciones siguientes.
Vi la felicidad de esas chicas y esos chicos (son menos pero también hoy muchos swifties) y vi el contraste con los recuerdos de mi infancia.
Tenía 6 años cuando entró mi hermana llorando a casa para decir “Lo mataron a Emilio”. Mis hermanos pertenecían a los grupos que los sábados iban a ayudar a los comedores de las villas y a alfabetizar, y los domingos tocaban la guitarra en las misas. En esos grupos conocieron a Emilio, un seminarista que los acompañaba. Lo acribillaron junto a otro aspirante a cura y tres sacerdotes más en lo que se conoció como Masacre de San Patricio.
Tal vez por eso disfruto tanto con las swifties, los recuerdos de mi infancia están marcados por ese día y también por las tardes en las que mi mamá se iba a trabajar y nos dejaba a mi hermana y a mí rompiendo libros, los de María Elena Walsh, los de Dostoievski, los de historia, los de Tolstoi, los de Pablo Neruda, por las dudas casi todos, porque había una lista de libros prohibidos que era demasiado larga y yo no entendía cómo si a mi mamá le encantaban los libros nos ponía como tarea romperlos. Hasta que un día descubrió que a algunos yo los ponía debajo de la cama porque sabía que le gustaban mucho y me daba pena romperlos. Ahí me dijo que a ella se la podían llevar detenida si los encontraban. A partir de ese día rompí cada hoja en pedacitos chiquitos. Tenía 7 años.
Eso pasó hace mucho dicen algunos. Sí, también pasó hace mucho que jugaban al truco para ver en qué turno les tocaba violar a Marie Anne Erize, la modelo tapa de gente que también tenía la costumbre de dar clases de apoyo escolares en las villas.
Pasó mucho tiempo y parece que eso pertenece al pasado. Pero abro mi cuenta de Twitter/X y tengo una foto de un Falcon verde diciendo que eso es lo que me espera a mí. Veo que a Dolores Fonzi la amenazan con lo más preciado de su vida. Y que al pibe que es Presidente de la Juventud Radical le mandan un mensaje diciendo que le van a pegar un tiro en la cabeza. Entonces ya no podemos decir que es parte del pasado.
Abro Twitter/X y hay una foto de un Falcon verde diciendo que eso es lo que me espera a mí. Veo que a Dolores Fonzi y al pibe que es presidente de la Juventud Radical los amenazan de muerte. Entonces ya no podemos decir que es parte del pasado
En el medio estoy a punto de terminar una Especialización en Cibercrimen. Quiero entender más ese mundo. Y de pronto se me cruza el documental de Taylor Swift sobre estar en el lado correcto de la historia. La web hoy es el agua en el que navegamos, y Estados libres y muchas de las empresas tecnológicas más grandes están tratando de separar la internet para la vida de la internet para el crimen organizado. Internet para la vida es sobre lo que estamos trabajando, hacia donde vamos. Dejar a un conjunto de delirantes que imaginan un mundo con mercado libre de órganos, de niños, de armas, y que usan las plataformas para dirigir amenazas, es quedar de lado incorrecto. No desde un punto de vista moral, ético, solamente. También para el mundo que se viene.
Siento que a las swifties y a muchos jóvenes no hace falta contarles nada de esto. Si no lo saben, lo intuyen, ven a los amigos de los genocidas y a los que permitieron y avalaron la tortura, las violaciones sexuales, el robo de bebés y otras de esas atrocidades diciendo: cuando volvamos a tener poder, no diremos nada, pero habrá señales. La señal es la Libertad Avanza. Ojalá esa señal la veamos a tiempo. Hoy, la definición la tienen los jóvenes. ¿De qué lado de la historia vamos a quedar?
AC/JJD
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