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Los otros números de las elecciones: a Trump 82 le cuestan más que 86 a Biden

El martes 5 de noviembre el ex presidente republicano Donald Trump disputará la reelección a su sucesor y rival, el demócrata Joe Biden, actual presidente de EEUU.

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Los rivales de las elecciones norteamericanas de 2024 son los mismos de 2016, sólo que cuatro años más viejos. No eran jóvenes antes, lo son menos ahora, y el que gane tiene otros cuatro años por delante como el hombre más poderoso del mundo en el puesto más exigido de un planeta cada vez caliente. En estos términos lo reconocen las campañas del presidente y candidato Joe Biden y del expresidente y candidato Donald Trump. El vencedor de las elecciones de noviembre asumirá la presidencia de EEUU en Washington en enero de 2025. Si el triunfo es del candidato septuagenario, el presidente n°47 será republicano y abandonará la Casa Blanca octogenario: al fin de los cuatro años del período, Trump habrá cumplido 82. Si el octogenario Biden obtuviera su reelección, contra lo que anticipan los sondeos, el demócrata completará el período con 86 años, ya cerca de ser nonagenario.  Una larga investigación de la Universidad de Illinois que desde hace década y media estudia las expectativas de vida, y la vida efectivamente vivida, de los presidentes de EEUU ha llegado a la conclusión de que Biden tiene mejores y mayores probabilidades de cumplir 86 que Trump 82 y de completar así emtero el mandato para el que fueron reelectos.

Los multimillonarios comen más y viven menos

El gerontólogo Jay Sholtansky divulga desde 2011 los resultados de los estudios que coordina sobre presidencia y salud. Ha estudiado a Trump desde las primarias republicanas de 2016, a Biden desde 2020. A las publicaciones científicas del pasado se suman actualizaciones de 2023 que han hecho conocer el semanario de Washington The Hill y después el semanario de Londres The Economist. Todas las informaciones que Sholtansky no se reserva en su detalle y expone parecen muy razonables y determinantes, aunque no sobreabundantes.

Tanto Biden como Trump provienen de medios familiares de desahogada economía. Aunque el de Biden fuera de clase media y el de Trump de burguesía empresaria y financiera y su padre un magnate multimillonario de la construcción. Recibieron educación formal superior en instituciones privadas. Gozaron de atención médica constante y de calidad desde su nacimiento. Vienen de familias longevas, cada uno con un progenitor muerto octogenario y otro nonagenario.

Hasta aquí, las vidas paralelas; a partir de aquí, los descuentos en el haber del challenger. Los hermanos de Trump murieron a los 42 y 71 años, y su padre padeció del mal de Alzheimer. A esto se suman el sobrepeso del republicano, y el que jamás haya hecho gimnasia ni otra forma regular ninguna de ejercicio físico. Todo estas condiciones, genéticas y de estilo de vida, disminuyen, a los ojos de los gerontólogos, las expectativas de longevidad de Trump en comparación con un rival orgulloso de su peso justo y de sus higiénicas gimnasias cotidianas.

Perdiendo en helicóptero y ganando de a pie

Ni siquiera como golfista ha  caminado mucho Trump en las canchas de las que es dueño en América y Europa. Entre las razones que se aluden como motivo de la derrota en la primera elección a la que Trump se presentó en su vida, la primaria de Iowa en 2016, está el que en ese estado rural, agrícola, conservador, maicero provocó desagrado el ver al millonario estrella de realitys sádicos y bocón de talk-shows desplazarse por los aires entre comunidad y comunidad viajando en helicóptero. En 2024 no usó helicóptero, y ganó. Aunque tampoco caminó.

Según las estadísticas del Centro Pew, de 187 jefes de gobierno contemporáneos en el mundo, menos de una decena superan en edad a Joe Biden y el más viejo de esos ocho con más años cumplidos es el nonagenario Paul Biya, presidente de Camerún

En el invierno de 2024 Donald Trump tiene 77 años y tendrá 78 en otoño; Joe Biden 81, y 82 en el otoño electoral. El martes 5 de noviembre EEUU decidirá si será el ex presidente republicano o el actual presidente demócrata quien se vea favorecido con un nuevo mandato y la primera reelección de sus  biografías políticas. Según las estadísticas del Centro Pew, de 187 jefes de gobierno contemporáneos en el mundo, menos de una decena superan en edad al de EEUU y el mayor es el nonagenario Paul Biya, presidente de Camerún.   

Demócratas y republicanos, unidos contra (una) discriminación

Las campañas demócrata y republicana coinciden, como en un frente común sin fisuras, en combatir cualquier discriminación o descalificación por la edad. Cometen lapsus casi parecidos, los candidatos que van a darse  revancha en noviembre. Que podrían ser vistos como signos de una declinación cognitiva.

En 2021, Biden no lograba recordar el nombre de  Lloyd Austin, el jefe del Pentágono que él había designado. Antes, Trump había confundido el nombre del presidente chino Xi Jinping y lo había llamado Kim Jong-un, como al líder comunista norcoreano. Pero en EEUU la población promedio tiene problemas con los nombres extranjeros, más con los orientales, y la confusión podía deberse a una deficiencia cultural previa y no a una memoria erosionada por el paso de los días.

The Master’s Voice

Sobre las conjeturas médicas no hay comentarios ni de Donald Trump ni de los suyos. Pero conjugadas con el comportamiento del todavía precandidato republicano en sus victoriosas campañas que le conquistaron mayorías absolutas en las internas partidarias de Iowa y New Hampshire, permiten anticipar algún rasgo de su futuro estilo de gobernar en 2025.

Trump 2 gobernará más en el Salón Oval que en los Jardines de la Casa Blanca o desde tribunas populares ante asambleas masivas, no buscará infatigable la atención sin desfallecimiento de las cámaras y los medios como en su primera presidencia. El histrionismo físico quedará atrás, la inocente celebrity del show business ha cedido su protagonismo e identidad al mártir del lawfare y de las élites de Washington y de Wall Street, de la Justicia y de las Universidades, del cosmopolitismo patricio y de los medios gráficos con suplemento dominical, que roban la soberanía a su dueño,  el pueblo americano donde sólo hay hombres y mujeres de bien, para hacerse de un poder político que el voto les rehúsa en las urnas. Será una voz, más que una imagen.  La presencia de lo audible ya es tan envolvente como si nada quedara invisible. 

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