Creer o reventar
Después del cataclismo que puso en riesgo el experimento del Frente de Todos, al sobreviviente Julio Vitobello le costó horrores volver a armar el álbum de la unidad. Pero Cristina Fernández de Kirchner apareció, finalmente, para darle entidad a la puesta en escena de un peronismo que tiende la alfombra para la alianza con el mundo del agronegocio. Debilitado y sediento de dólares, el gobierno activó la ley de amplios beneficios impositivos para el campo que había motorizado Felipe Solá, estaba escrita hace 15 meses y juntaba polvo en los despachos oficiales. La paliza electoral que sufrió el peronismo unido en todo el país y la llegada del hiperactivo Julián Domínguez sirvieron para que el proyecto que exhibe el anzuelo de aumentar las exportaciones pasara de borrador a motivo de satisfacción entre las grandes cerealeras.
Como vértice de un oficialismo que cambia de fisonomía, la vicepresidenta volvió a compartir un acto con el Presidente y se sentó a la mesa junto a su ministro de Agricultura y al jefe de Gabinete Juan Manzur. Hizo ruido la ausencia de Sergio Massa, el entusiasta que saludó la iniciativa desde las redes sociales y ya prepara un acto de ingreso de proyecto en el Congreso para su regreso del G20. Su presencia podía evocar el viejo equilibrio de poder que le dio origen al Frente de Todos, pero el ceremonial se topó con la dificultad de ubicar un jarrón chino en un ambiente apretado. Con alguien tiene que descargar su enojo Alberto Fernández y el ex intendente de Tigre tiene varios números.
Para los presentes, el ingreso de la vice en el Museo del Bicentenario ilustró por lo menos tres cosas: la comodidad con la que se movía, en contraste con la cara de un Presidente todavía abrumado; la apuesta fallida de los detractores del proyecto que vaticinaban su muerte lenta en el Senado y, finalmente, el giro del gobierno que acelera en busca de un acuerdo con la facción del establishment que es vital en la Argentina de la restricción externa.
En primera fila aplaudía José Martins, el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, peso pesado del Consejo Agroindustrial en el que están representadas 64 entidades de 24 cadenas de valor, pero las que conducen son las grandes cerealeras. Martins no es alma cándida: durante nada menos que 43 años reportó para la multinacional Cargill. Junto con Gustavo Idigoras, el presidente de CIARA-CEC que acredita un paso por Monsanto y otro como agregado agrícola en Bruselas entre 2004 y 2009, fueron dos de los tres dirigentes que habían posado junto a Cristina, ya en julio de 2020, para venderle la iniciativa.
El miércoles pasado, un día antes de la presentación en la Rosada, Idigoras y Martins volvieron a la Cámara Alta para reunirse con Oscar Parrilli y despejar durante un largo rato las dudas del senador leal a CFK. Los desplazamientos son varios a la vez. La irrupción del Consejo Agroindustrial empequeñece a la Mesa de Enlace, un grupo de dirigentes que remite al pasado y tiene enormes dificultades para manejar las presiones de la oposición más dura.
En apenas una semana, Domínguez, que ya se había acercado hace seis meses a CIARA-CEC en busca de conocer la movida, logró el respaldo de los Fernández, se reunió con Guzmán y consiguió anotarse un triunfo personal que amasó durante el fin de semana en consulta con Idigoras. El proyecto no significa lo mismo para todos: para el gobierno, es recuperar oxígeno; para las cerealeras, un primer paso a la victoria; para los nostálgicos de la 125 y la expropiación a Vicentin, una claudicación.
Los beneficios impositivos para un sector de extraordinaria rentabilidad en medio de una crisis social solo comparable a la de 2001 tienen una doble explicación, según los que defienden la medida: en los primeros nueve meses del año, la liquidación del complejo cerealero oleaginoso ascendió a 26.500 millones de dólares y superó a la de todo 2020. Con U$S 2400 millones, septiembre fue el mejor mes del siglo. Pero el récord de ingreso de divisas que provienen del campo entró en su fase de declinación y lo que queda por delante es un trimestre de sequía.
La merma que ya empieza a sentirse activa la pérdida de reservas por parte del Banco Central y lo que deja de liquidar el campo coincide en parte con lo que Miguel Pesce va rifando a un ritmo acelerado en la batalla desigual por frenar la suba del dólar. Según la consultora PxQ, en las últimas 9 semanas el promedio de caída de las reservas netas fue de U$S 357 millones por semana y contrasta con el semestre de auge diciembre-julio, cuando el Central sumaba en promedio U$S 150 millones por semana.
En una rara composición que incluyó a Guzmán en segundo plano estuvo también Gustavo Beliz, que sobreimprimió las imágenes de Ricardo Pignanelli y Hugo Moyano en el acto con el agronegocio. Muy amigo del creyente Domínguez, el ex ministro del Interior de Menem y Kirchner pidió incluir como testigo del acuerdo con el campo a la dirigencia del Consejo Económico y Social.
Fue una de las grandes postales de la semana junto con los números escalofriantes de pobreza que difundió el INDEC y explican en parte la derrota del FDT en las primarias. Casi 19 millones de personas, el 40,6% de la población, viven por debajo de la línea de la pobreza y el 54,3% de los menores e 15 años figura en la categoría de pobre. Naturalizar esas cifras sólo conduce a encerrarse en una burbuja, una realidad paralela que puede estallar minuto a minuto.
La avalancha de cifras que explican el malestar social y atentan contra las chances electorales del oficialismo es constante. Tal como publicó elDiarioAR, la mitad de los ocupados registraron en el segundo trimestre del año un ingreso menor a $35.000, muy por debajo de la canasta básica familiar, que cerró junio en $66.488. La desocupación descendió en el segundo trimestre descendió a 9,6%, con una tasa de actividad del 45,9% y una de empleo del 41,5%, pero esa caída no da lugar al optimismo. De acuerdo al informe del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación German Abdala, se basa en el aumento de personas inactivas y no en el crecimiento del empleo, que se frenó luego de tres trimestres de recuperación. Lo que manda es el efecto desaliento. “Si consideramos que respecto de la pre-pandemia hay 92 mil puestos de trabajo menos, mientras que la población creció en 542 mil personas, se destruyeron puestos de trabajo en un contexto de crecimiento poblacional”, dice el informe.
Algo similar advierten desde el CETyD (IDAES | UNSAM). Los niveles de empleo crecieron hasta equiparar a los de 2019, pero la estructura ocupacional presenta altos índices de precarización con cuatro grupos especialmente rezagados: las mujeres, los jóvenes, los mayores y los que cuentan con un bajo nivel educativo. Con la inflación interanual arriba del 50% y sin nuevas revisiones de paritarias, dice el trabajo elaborado por el investigador Matías Maito, el poder adquisitivo de los salarios volverá a caer un 3,2% durante 2021. Apurado por la catástrofe de las PASO, el gobierno acaba de elevar finalmente el Salario Mínimo Vital y Móvil: aunque volverá a crecer después de 5 años de derrumbe ininterrumpido, su poder adquisitivo será un 32% inferior al de 2015.
En ese contexto, los movimientos sociales alineados con el gobierno representan apenas una parte de ese universo de millones de personas que no cuentan con lo básico para la subsistencia. Criticarlos por haber perdido el control de la calle, como hacen algunos en la comandancia del Frente de Todos, es ignorar la olla a presión que muestran las cifras del INDEC. Si la respuesta de Horacio Rodríguez Larreta se pudo ver en el desalojo con represión del jueves último en la toma “La fuerza de las mujeres” del Barrio Mujica Retiro, la del gobierno nacional incluye el cambio de Daniel Arroyo y Sabrina Frederic por Juan Zabaleta y Aníbal Fernández.
El oficialismo se juega mucho en las generales de noviembre y todos hablan de poner platita en el bolsillo para amortiguar el impacto de la inflación. Sin embargo, el impulso está siendo más acotado de lo que se suponía. De acuerdo al último trabajo de Equilibra, los anuncios y proyectos presentados hasta hoy implican un esfuerzo fiscal adicional de $26.806 millones por el lado del gasto, y exenciones por el lado de la recaudación por $43.000 millones. Para la consultora de Emmanuel Álvarez Agis, además, son notorias las señales contradictorias que envía el gobierno. “Por el momento, las medidas anunciadas no tienen casi impacto presupuestario y no convalidan lo exigido por la vicepresidenta en su carta, pero el discurso oficial amenaza con una expansión del gasto en un contexto de caída de las reservas. El efecto es paradójico: el gobierno no expande el gasto por la falta de dólares, pero genera efectos negativos equivalentes a una expansión fiscal sin los efectos positivos sobre el nivel de actividad. Paga no solo un costo económico- financiero, sino también uno de carácter político”, dice. Según la firma del ex viceministro de economía de Axel Kicillof, con aumento de la brecha y reducción de la demanda de activos en pesos, el gobierno está encerrado en su propio laberinto y podría enfrentar una crisis cambiaria incluso antes de las elecciones, sobre todo en el mercado paralelo. La posición de reservas netas “es frágil” y podría ser “crítica” para fin de año, dice.
Como le sucedió al peronismo que heredó de Macri una situación explosiva, puede pasarle también a la oposición que por ahora se beneficia de la fragilidad oficialista. Así como a Guzmán le recomiendan viajar al exterior con Rodríguez Larreta para reconquistar al hada incrédula de la confianza, al jefe de gobierno le advierten que es necesario sumar ya un equipo económico y un potencial canciller en sus apariciones fuera del país. La visita a Washington y Nueva York fue el debut del candidato natural que presenta Juntos para reemplazar al ingeniero que hundió su barco en medio de tanta tormenta. Sin embargo, Larreta viajó con Fernando Straface, el funcionario multirubro que fue jefe de campaña en Capital y ostenta también el cargo de Secretario de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Ciudad.
Quemados con la leche del ex presidente Macri, los pesados del establishment advierten a los enviados de Larreta que no ven garantías en su entorno. El alcalde armó las listas contra la voluntad de su ex jefe, ganó las primarias y viajó al exterior pero todavía sigue rodeado por un equipo municipal que integran Straface, Eduardo Macchiavelli, Bruno Screnci y Federico Di Benedetto. De todos ellos, el último es el que, según se dice, cuenta con más condiciones. “Es una especie de Marcos Peña 2013. Todavía no cometió el error garrafal de pasar de las encuestas a la política y la gestión”, afirma un empresario que quiere creer en el segundo tiempo del PRO pero desconfía.
Desde lo alto del Círculo Rojo, le mandan a decir a Larreta que no hay lugar para volver a improvisar, remarcan que el macrismo perdió el cheque en blanco para gobernar que tenía en 2015 y piden saber quién va a armar un plan de estabilización en un eventual gobierno de Juntos. Mientras la oposición presenta como grandes novedades a Ricardo López Murphy y Martín Tetaz, en el establishment recuerdan que Larreta tuvo mucho que ver con la aventura económica de Macri: Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Federico Sturzenegger, Alfonso Prat Gay y Emilio Basavilbaso llegaron a lo más alto de su mano.
DG
0