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Temporada electoral Temporada electoral

Los datos del espanto, la calma que pide Massa y el último movimiento de Cristina

Axel Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández.

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Massa dijo tantas veces que no será candidato, que estoy seguro que va a ser candidato.

La mordacidad la pronuncia Juan Grabois, un átomo suelto del ecosistema Cristina, que no ahorra furia contra el ministro a quien considera -de ahí su aseveración- “un mentiroso patológico”. Hipercrítico, también, de Alberto Fernández, Grabois logra decodificar el clima que habita la atmósfera del massismo: como contrafuego del dictamen que indica que la inflación enterró la postulación del tigrense, en el primer anillo massista repiten, con más intensidad que cuando parecía el candidato inevitable, que no hay que bajar a Sergio Massa de la carrera presidencial.

“Necesita cuatro semanas de calma en la economía”, dice un entornista del ministro, período que serviría para constatar que aun con sus fragilidades el panorama se estabilizó. Con la inflación fuera del menú de éxitos y promesas, Massa quiere corporizar otro capital: ser quien evite un cataclismo económico y social, el que dome la crisis y garantice que la gestión de Alberto Fernández termine, el 10 de diciembre, sin explosiones.

Massa desactivó un encuentro sindical que estaba en marcha para pedir su candidatura, mientras desde el “Círculo Rojo” no solo le prometen apoyo si se postula, sino que le dicen que no hay incompatibilidad en ser ministro y candidato.

En las últimas cien horas, un nado sincronizado, tres habitantes del planeta Massa hicieron, en contextos y frente a incentivos diferentes, una misma observación ante elDiarioAR respecto a que Massa sigue en carrera. “Los análisis, el tuyo y el de muchos, descartan a Sergio como candidato: capaz se están apurando un poquito”, apuntó un funcionario que se mueve junto a Massa. “Lo de Grabois, y lo de los que lo autorizan, es una locura: ¿qué sentido tiene atacar al único candidato competitivo del FdT?”, apuntó un dirigente de vínculo full time con el ministro.

El tercer interlocutor –el mismo que dijo que se necesitan cuatro semanas de calma– aportó otros insumos: afirmó que Massa desactivó un encuentro sindical que estaba en preparación para pedir la candidatura del ministro y que articuladores del “Círculo Rojo” no solo le prometen apoyo si se postula sino que le dicen que no hay incompatibilidad en ser ministro y candidato, que puede ser las dos cosas al mismo tiempo, y que eso, incluso, puede darle el plus de decir que está activando soluciones mientras los demás hacen spot de campaña.

El movimiento de Cristina

El broche de esa pieza incluye, como no, a Cristina Fernández de Kirchner y parte de un factor unívoco en todo el FDT: la vice no hizo, todavía, su último movimiento. ¿Lo hará? ¿Tiene algún movimiento por hacer? ¿Quiere hacerlo? Si, como dijo en diciembre, no será candidata “a nada”, ¿existe la posibilidad de que además de autoexcluirse del ring electoral, Cristina se desentienda de la suerte del cristinimo, y deje librada a las leyes de termodinámica política la estrategia electoral del FDT? Todo indica –y todos indican– que no, que eso no ocurrirá, porque la vice jugará una carta. Algunos agitan la teoría de la ruptura y el renacer de Unidad Ciudadana, los más previsibles sugieren que bendecirá a Eduardo “Wado” De Pedro como candidato propio y no faltan los que esperan que intervenga para señalar a un dirigente como candidato único del Frente de Todos.

Esa opción, si estuviese en el cajón de arena de la vice y fuese posible, se topa con la dificultad de que su ejecución dispone de pocos instrumentos: de lo que orbita hoy en la constelación del FdT, solo Massa, y quizá Daniel Scioli, parecen lograr la magia terrenal de que los dos Fernández puedan respaldarlos. Si las PASO son, en esencia, producto de la imposibilidad de que Alberto y Cristina se pongan de acuerdo sobre los candidatos, ¿para qué ir a una primaria que puede ser sanguinaria si aparece un candidato del consenso? Cumplamos con el ritual, que en La Cámpora considera imposible, de mencionar la teoría del outsider.

El incidente que, luego del crimen del colectivo Barrientos, terminó con una golpiza televizada a Sergio Berni, puede aportar algunos indicios. La vice habló, el martes, con el ministro de Seguridad y estuvo online, todo el tiempo, con Axel Kicillof. Su tuit, además de involucrar a la policía de CABA -que apenas intervino como diligencia- y remitir al atentado (donde unos ven egoísmo autoreferencial, también puede leerse como que perdura el shock de que la hayan gatillado a 10 centímetros de la cabeza), apareció como un mensaje genérico, una señal de orden hacia adentro, en medio de desorden universal que es el FDT. “Control de daños”, especuló una fuente.

PASO y demás

Aquí y ahora, el FDT se mueve como si por delante hubiese una primaria inevitable, y hasta se instaló el antagonismo de candidatos en Scioli y “Wado” De Pedro, lo que parece dejar fuera de la cancha a otros anotados como Grabois. El viernes, en C5N, el dirigente dijo que si el ministro es candidato “a presidente”, él militará esa candidatura. Aclaró que no lo haría si, por caso, “Wado” termina en una fórmula de unidad junto a Massa, en cuyo caso irá a una PASO “o por afuera”.

En La Cámpora se alinean las piezas para, al menos como ensayo, alimentar la candidatura de De Pedro. En los chats internos de la agrupación circulan líneas de acción y discurso para derramar la idea de que es el elegido. La consigna es darle todo el volumen posible a esa postulación. “Después se verá si llega, si alcanza a ser competitivo o si se decide otra cosa”, aclara un operador camporista. Esa otra cosa alimenta fantasmas en sectores K, incluso del camporismo más fervoroso. “A Wado lo inflan para que sea el vice de Massa o de Scioli, lo inflan para negociar”.

El ministro, aunque es lo más competitivo del dispositivo K -si se excluye a Axel Kicillof- está todavía muy lejos de ser, per se, un candidato de peso. Primera observación: Alberto Fernández no lo era cuando la vice le dio músculo y visibilidad, aunque le costó consolidar esa bendición. En el cristinismo se parte de una base, con sustento lógico, de que “Wado” con respaldo de Cristina gana la primaria del FdT.

Eso depende. En un informe de enero pasado, de la consultora ARESCO -a la que volveremos más tarde- ensayó una disputa entre Wado, como “candidato de Cristina” versus Massa, y se topó con un empate. Era el Massa que venía de lograr que baje la inflación y que, además, no es visto como un anti K. Digresión: entre la multiplicidad de escenarios imaginarios, la hipótesis de una interna entre Massa y Wado -o un candidato K- es la que aparece como menos probable.

En buena medida, porque si Massa fuese candidato, sólo lo sería como parte de un acuerdo con Cristina y Alberto. Una cláusula no escrita del FdT sugiere que si cualquiera de los socios fundadores del frente es candidato, eso desactiva la posibilidad de una PASO. Esta semana, sin embargo, De Pedro -en un plan de levantar el perfil y salir del medio tono- propuso una primaria entre Fernández y un candidato “del resto del Frente de Todos”.

Datos y alarma

Sobre la performance electoral de “Wado”, circuló en el cristinismo y a la que accedió elDiarioAR con la condición de no mencionar la consultora, una encuesta hecha en La Matanza la última semana, que ubicó a Cristina con 30% de intención de voto, más 10% que suman otros postulantes con lo que el FdT llega a 40%, pero que sin la vice, el número cae a 27,6% -pierde casi 13 puntos- y se registra un empate entre De Pedro -14,1%- y Alberto Fernández -13,5%-. Es decir, el ministro del Interior no alcanza a retener ni la mitad de los votos de Cristina.

Esa encuesta, sin embargo, generó estupor por otra cuestión: Javier Milei, en los dos escenarios, con y sin CFK, supera a Juntos por el Cambio (JxC) y queda en el segundo lugar con entre 19,7 y 20,1% de intención de voto. Sin CFK, el FIT duplica su captura y Juan Schiaretti casi la triplica. Los indecisos pasan de 18 a 26%. Pero el dato que aparece en rojo danger es Milei en segundo lugar en un territorio como La Matanza, tomando votos de Juntos, pero también votos del peronismo. Si bien el trabajo de campo se terminó antes del crimen del colectivo y de la agresión a Berni, resulta bastante sencillo encontrar una lógica: la caída del FdT y el emerger de Milei tiene como fenómenos paralelos la frustración con la intervención del Estado.

En paralelo, otro sondeo -de la consultora ARESCO, la de los Aurelio- generó un nivel de alarma pocas veces visto en el oficialismo porque, sobre todo, suprimió un factor que el FdT sostenía aun en sus peores momentos: a pesar de las internas cruentas y los tropiezos de gestión, aparecía electoralmente competitivo -a veces 2 puntos abajo de JxC a veces igual o, incluso, como en noviembre pasado, algunas décimas arrib-. En marzo, cayó a 28 puntos de intención de votos, posiblemente el número más bajo de la serie histórica que ARESCO tiene del peronismo desde que mide, hace más de dos décadas.

En seis meses, entre octubre y marzo, se derrumbó casi 8 puntos, pero la pendiente más brava y acelerada ocurrió los últimos dos meses cuando perdió 4 puntos. Tres razones explican, según el sondeo, esa caída. Una es determinante: la inflación, no solo por su daño en el bolsillo, sino por la expectativa rota cuando a fin de año parecía que empezaba a controlarse. Por la misma razón, cayó la buena imagen de Massa, que había crecido en los meses en que la inflación se comportó a la baja, pero cayó tras los indicadores de enero y febrero.

Los otros dos factores fueron la inseguridad -sobre todo el rebote mediático de la cuestión narco en Rosario, que derrama sobre las zonas urbanas del resto del país- y los cortes de luz. Ambos asuntos tienen un hilo en común: la incapacidad del Estado para intervenir y dar soluciones. Ahí impacta, de manera periférica, la interna oficial. La orfandad produce el hartazgo que explica que parte del voto del FdT migre -por lo menos en los dichos, habrá que ver si luego en el cuarto oscuro- a Milei porque, y es un consuelo efímero para el oficialismo, JxC no mejoró con el derrumbe del peronismo.

Digresión: una de las razones que invocaban, a trío, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal cuando le pedían a Mauricio Macri que defina si sería o no candidato tenía que ver con que, hace seis meses, JxC está estancado, no crece a pesar del deterioro del Gobierno. “No podemos tener una elección peor que en el 2009, cuando sacamos 29 a nivel nacional”, apuntan desde el kirchnerismo y consideran que el voto se recuperará.

Las reglas

De a poco, el cristinismo parece asimilar que Cristina no será candidata, quizá tampoco a senadora por la provincia de Buenos Aires. De aquel 6 de diciembre, cuando hizo su renunciamiento, se invoca una supuesta frase pronunciada por la vice a los suyos: “Dejen de llorar porque no voy a ser candidata y empiecen a llorar porque me condenaron”. Se sumó, luego, el concepto del enojo de Cristina con los propios y los ajenos, y una mirada sobre Fernández, su compañero de fórmula. “Si me hubiese traicionado y hecho un buen gobierno me la bancaba, pero me traicionó e hizo todo mal”, la cita un dirigente. Constancia número un millón de la imposibilidad de una reconciliación.

Fernández tampoco quiere eso. Cree, incluso, que le ganó la pulseada a La Cámpora porque impuso las PASO y que, además de la lista nacional, saldrá a disputarle listas en todo el país. Hasta torea a Kicillof, con una hipotética primaria, quizá con el objetivo de que pueda intervenir en la designación de la vice del gobernador. Victoria Tolosa Paz es, se afirma, a quien el presidente quiere en el lugar que ahora tiene Verónica Magario.

Si hay PASO, se deben fijar las reglas de esa PASO. A Casa Rosada llevaron la propuesta de armar una mesa donde estén Fernández, Massa y Máximo Kirchner, sobre la base de que Cristina no querrá participar. En Olivos, el presidente arma una mesa chica donde están, entre otros, Santiago Cafiero y Juan Manuel Olmos, a quien en la intimidad presidencial consideran albertista y massita en proporciones casi iguales. El vicejefe de Gabinete, a cargo de negociar pautas de convivencia con el cristinismo, encabezó un desafió a La Cámpora en CABA, su territorio.

Olmos sabe, como pocos, la inconveniencia de esperar que se ordene lo nacional para armar lo local y por eso apuró un scrum para empoderar a Leandro Santoro como candidato, que compartió una mesa con Matías Lammens, la olmista Claudia Neira y Graciana Peñafort, a quien Mariano Recalde le recordó que “no es porteña” luego de considerar que los que compartieron la foto son “precandidatos del albertismo”. Recalde no quiere ser candidato y a su lado sugieren que tentará a Augusto Costa, ministro de Kicillof en la provincia, como candidato a jefe de gobierno en la ciudad. Sugieren, además, que podrían tratar de convencer a Filmus para que vuelva a subirse a ese ring, pero el ministro de Ciencia y Tecnología mira otro tramo de la boleta: el de diputado nacional. Un sondeo de ARESCO sobre quién sería el mejor postulante para ese lugar, pone a Filmus con 55%, Lammens con 24 y Eli Gómez Alcorta con 13.

Ahí se despliegan otras cuestiones. Lo convencional, y vale también para JxC, es pensar que las primarias son para candidatos ejecutivos pero eso no está tan claro: si hay PASO para presidente en el FdT, ¿las listas de diputados y senadores serán únicas o también habrá disputas en esos renglones? Todo ese entramado requiere un ordenamiento, que de tan complicado parece darle motivos a la postura de Cristina de que lo mejor, al final, es listas únicas, sobre todo en los cargos legislativos que es lo más importante para pensar el 11 de diciembre sobre un escenario que no ofrece alegrías.

PI

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