Máximo hace el último intento por “subir” a Axel y apura la pelea por la sucesión K
Los dirigentes que participaron el miércoles de las reuniones en la sede del PJ, previas a la inscripción formal de Unión por la Patria, asistieron a un último ensayo para modificar la oferta electoral del cristinismo. Máximo Kirchner les hizo llegar el mensaje de que no cesará en su intento por que Axel Kicillof abandone su plan reeleccionista como gobernador y encabece la boleta nacional del sector que tiene como jefa a Cristina Fernández de Kirchner y como socio VIP a Sergio Massa.
La jugada del presidente del PJ bonaerense consiste por el momento en hacer circular argumentos para convencer a la dirigencia cristinista de dos cosas. La primera: Kicillof es, por trayectoria y por encuetas, el mejor candidato para encarar el desafío presidencial, sobre todo si hay PASO dentro del oficialismo. La segunda: la negativa del gobernador no debería limitarse a decir que solo lo haría en caso de que se lo pidiera Cristina.
¿Quién liderará el espacio si ella acelera, después de este turno electoral, el proceso de sucesión? Eso, además de las listas, se discute en la batalla entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof
Ahí parece estar la clave de una cuestión que excede la estrategia electoral para este año y se proyecta sobre el futuro del espacio. La vicepresidenta no le pidió a Kicillof que sea candidato a presidente. Dirigentes que la frecuentan cuentan que no se lo va a pedir, pese a que en conversaciones reservadas ella dice coincidir con el diagnóstico de Máximo acerca de que el gobernador es el que está en mejores condiciones para pelear por la presidencia. Massa, aliado del presidente del PJ bonaerense, también alimenta esa posición, si finalmente él, como todo parece indicar, no compite por la presidencia.
Modo Cristina
Cristina decidió hasta ahora dejar que otros decidan. Es una forma de decidir. No quiere, sostiene en charlas mano a mano, que la responsabilicen por los resultados, como terminó pasando en 2015 y en 2019. Por eso tampoco llamó ni llamará a Daniel Scioli para que decline su postulación, pese a que ella está en contra de que haya PASO, como dejó en claro en su última aparición, en Río Gallegos. ¿Mantendrá esa distancia hasta el final, o, sobre el filo del cierre de listas, hará una o varias llamadas para ordenar? Nadie se atreve a responder a esa pregunta.
La falta de orden marca la relación entre los dirigentes que le responden. ¿Quién liderará el espacio si ella acelera, después de este turno electoral, el proceso de sucesión? Eso también se discute en la batalla entre Máximo Kirchner y Kicillof. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, otro de los protagonistas de esa disputa a futuro, se las arregla para conciliar su estrategia con la del jefe del PJ bonaerense, aunque eso implique que todavía no pueda gritar a los cuatro vientos que le gustaría ser candidato a presidente. Andrés Larroque, que dejó La Cámpora y ahora conduce La Patria es el Otro, aclara que su jefa es Cristina.
“Si Cristina no llama, quizás el candidato termine siendo Wado, pero nos vamos a quedar con el sabor amargo de no a ver puesto al mejor, sobre todo ahora que sabemos que va a haber PASO” dice un dirigente que traduce a Máximo
El operativo de presión a Kicillof no tiene un ámbito formal. La mesa de Ensenada, que reunía a los distintos sectores del cristinismo, quedó desactivada después del acto del 25 de Mayo. En conversaciones reservadas y no tanto, Máximo Kirchner apila argumentos para exponer lo que considera una decisión mezquina del gobernador. “¿Si el objetivo es retener la provincia para el kirchnerismo, qué mejor que poner a Axel para arrastrar desde la boleta nacional?”, dijo y mandó a decir. En ese esquema el propio Máximo o “Wado” De Pedro aparecen como opciones para ir por la gobernación.
“Si Cristina no llama, quizás el candidato termine siendo ”Wado“, pero nos vamos a quedar con el sabor amargo de no haber puesto al mejor, sobre todo ahora que sabemos que va a haber PASO”, dice un funcionario que tributa a Máximo. Si el resultado de la estrategia es una derrota, ese sabor amargo marcará durante los próximos años el tono de la discusión interna dentro del cristinismo.
GS/PI
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