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Crónica

Fernández, único orador y principal ausente en la liturgia peronista

Alberto Fernández con la gigantografía de Néstor Kirchner de fondo.

Julieta Roffo

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Parado sobre un escenario que a cada costado dice “primero se come y después se paga” y que en las pantallas muestra un retrato de Néstor Kirchner, Alberto Fernández habla. Lo hace como Presidente de la Nación pero también como presidente del Partido Justicialista. “Compañeros, compañeras”, repite cada vez que les habla a las 30.000 personas que llenan el estadio de Deportivo Morón, en ese partido del oeste bonaerense.

Llegaron hasta ahí -en tren y en micros, incluso a las trompadas en los alrededores de la cancha para ver quién entraba y quién quedaba afuera- para recordar al ex Presidente santacruceño.

Fernández habla rodeado de fotos de Kirchner porque este miércoles se cumplen once años de su muerte, y dos desde que la fórmula Fernández - Fernández obtuvo el 48% de los votos para llegar a la Casa Rosada. Habla -esto también es una campaña- un mes y medio después de las PASO en las que el “peronismo-kircherismo” (así lo definió el locutor de turno) perdiera en 16 distritos del país, y a menos de veinte días de las legislativas generales.

Habla justo después de que ese mismo locutor los introdujera a él, a Máximo Kirchner, a Sergio Massa y a Axel Kicillof. Sobre un escenario que advierte que primero hay que saber crecer, después pagar, Fernández se rodea de casi toda la primera plana del Frente de Todos. Están Alicia Kirchner, Juan Luis Manzur, Daniel Filmus, Oscar Parrilli, Carlos Zannini, Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz, Malena Galmarini, Emilio Pérsico, Martín Sabbatella, Mónica Macha, Fernando “Chino” Navarro, Hugo Yasky, Martín Insaurralde, Hugo Moyano. Están también Adolfo Pérez Esquivel y Estela de Carlotto. No está Cristina Fernández de Kirchner, previsiblemente ausente, como suele ocurrir en los actos que conmemoran a su marido en el día de su muerte.

Las tribunas del estadio del “Gallo” están como loteadas. A la derecha del escenario, el Movimiento Evita. A la izquierda, Nuevo Encuentro. De frente, La Cámpora: en esas gradas no hay silencio en ningún momento, ni siquiera para escuchar al único orador del acto, el presidente Alberto Fernández. Fernández habla, La Cámpora canta encima. En el campo, el Grupo Kolina, el Espacio Puebla y Unidos y Organizados, entre otras agrupaciones. En un codo del estadio, las banderas y las remeras verdes de Camioneros, y una bandera con la cara de Pablo Moyano.

“¿Cómo puede ser que el tipo que nos hizo volver a creer en la política y que nos sacó del barro no esté acá con nosotros?”. Mariana tiene una remera negra estampada con una foto de Eva Perón y una bandera con las caras de Néstor y Cristina Kirchner. Es de Quilmes, tiene 41 años y milita en el Movimiento Evita. “Acá el proyecto son ellos -señala la bandera, lo que haga Cristina es lo que hubiera hecho Néstor, y eso es lo único que a mí me dirige políticamente. Los demás van detrás”, explica. Es la encargada de repartir botellas de agua lo más fría posible -aunque casi tibia- entre sus compañeros de agrupación. “Es un día peronista pero podría hacer un poquito menos de calor. Me puse la remera aunque sea negra y me agarre más el sol porque mirá lo linda que salió Evita en esta foto”, se ríe, y señala con la pera el cielo despejado.

Agustín tiene 32 años, una pechera de Nuevo Encuentro y una foto a color tamaño pancarta. Es 2004 Néstor Kirchner mira al militar que baja los retratos de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone de la galería de directores del Colegio Militar. “Hoy era importante venir porque hay que dar vuelta las elecciones. Este estadio está lleno porque Néstor y Cristina le devolvieron a la juventud una relación positiva con la política y con la militancia. Esto es una fiesta. Aunque estemos en las malas, siempre estamos alentando”, describe, en clave casi futbolística. Ni Agustín ni Mariana nombran al presidente Fernández.

La liturgia tampoco. Hay banderas, tatuajes, remeras, mochilas y fotos de Juan Domingo y Eva Perón, y de Néstor y Cristina Kirchner. Las canciones los nombran a los cuatro: es unánime y estruendosa la estrofa a capella que canta todo el estadio para sumar a los creadores del kirchernismo a la Marcha Peronista. “Junto a Néstor y Cristina, la gloriosa JP”, se escucha en Morón. Sólo un nombre irrumpe, muy tímidamente, en ese panteón: “Olé, olé, olé, olé, Hugo, Hugo”, se escucha desde el codo asignado a Camioneros.

“Néstor es básicamente una guía, la luz que todos nosotros seguimos”, dice Fernández. Y también: “El momento en el que llegamos se parece al momento en el que Néstor llegó a gobernar la Argentina, que había sufrido la pandemia del gobierno de la Alianza”. “Cuando Néstor asumió el país estaba en default, y en enero de 2018, aunque no lo dijeran, la Argentina ya estaba en default. Ya no podía pagar esa deuda que había tomado. Fue a pedir ayuda al FMI y eso terminó siendo nuestra ruina (...) No vamos a hacer un acuerdo que postergue a los argentinos que ya han quedado postergado (...) Dicen que hay discusión en nuestro espacio, y claro que hay discusión, hay debate. Estos acuerdos exigen mucha discusión y debate. Voy a pelear y voy a confrontar todo lo que sea necesario, y voy a cerrar con el Fondo el día que sepa que eso no condiciona el futuro de la Argentina”, dice Fernández, y sube el tono al final de su oración: un pie para el aplauso que viene desde el campo.

“Al lado de Néstor negocié con acreedores privados y con el FMI. Y de ese extraordinario maestro aprendí que no hay nada más importante que sacar del pozo de la pobreza a los argentinos que han caído a ese pozo”, dice, y otra vez hace una pausa en la que entre un aplauso. El campo le sigue el juego. La tribuna de La Cámpora, no.

JR

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