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Análisis

La interna del gobierno sobre el FMI unifica a los halcones con las palomas de Juntos por el Cambio

Los referentes de Juntos no quieren "una foto que beneficie sólo a la Casa Rosada".

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Mientras Sergio Massa y Martín Guzmán se pasaban la pelota por la reunión fallida con la oposición, en Juntos por el Cambio hubo un cierre solidario de la grieta interior. Halcones, palomas y los que pendulan se unificaron en un abrazo. Cada error no forzado del Gobierno, cada titubeo y cada interna a cielo abierto que exhibe el Frente de Todos, es oxígeno para las pujas que existen dentro de la coalición opositora. Y la dilatada negociación del oficialismo con el FMI se convirtió en una fuente inagotable de aire para JxC. Paradojalmente, se trata de un problema que podría exponer la responsabilidad casi excluyente de la gestión de Mauricio Macri.

Ante cada zigzagueo en la renegociación con el Fondo, sin embargo, la oposición se envalentona. Los inevitables choques de ambiciones y perfiles cambiemitas se patean para más adelante. Tal es el contrato no escrito del frente opositor: llegar unido al 2023, alternando micro-momentos de fortaleza y debilidad relativa, con la ayuda de un gobierno cruzado por las internas palaciegas y los pases de factura. 

A esta altura, en JxC asumen como un hecho dado que no cuentan con un liderazgo que ordene sus diferencias. También, se resignan a la falta de reglas de convivencia interna y la superposición de las agendas personales. Por eso cada cortocircuito en el gobierno de los Fernández le sirve para disimular sus propias discrepancias.

Tras la confirmación de que no habría encuentro entre Guzmán, los gobernadores radicales y el alcalde porteño, llovieron gacetillas, tuits y comunicados con el mismo tono. Radicales, macristas y lilitos metieron en sincro el dedo en la llaga oficialista. Patricia Bullrich y el lilito Juan Manuel López, el larretista Diego Santilli y su adversario de las PASO Facundo Manes se embanderaron bajo la misma causa. Combativos, dialoguistas y no alineados cambiemitas tuvieron su momento USA for Africa.

Todos coincidieron en una serie de puntos funcionales a su relato. ¿Cuáles? Machacar sobre la improvisación del gobierno, la falta de un rumbo claro, la poca vocación dialoguista y la confirmación de que la convocatoria a la oposición sólo contaba con el objetivo de acumular una foto. 

Cerca de Horacio Rodríguez Larreta aclararon que no hubo ningún tipo de contacto con la Casa Rosada. En el rincón larretista, aprovecharon para sacar pecho por haberse resistido a estar en la cita previa de Guzmán con los gobernadores. “Esto demuestra que el llamado anterior era pura fotografía y nada de libreto, tal como transmitimos los gobernadores en el comunicado”, afirman en el gobierno porteño. Y agregan: “Además iba a desnudar ante la oposición, justo cuando Santiago Cafiero está en Washington, que no hay nada concreto de lo que hablar con nosotros”. 

El jujeño Gerardo Morales, en cambio, sí conversó con su (¿ex?)aliado Sergio Massa. El presidente de la Cámara de Diputados disimula cada vez menos sus reparos hacia la estrategia, las formas y la gestión del ministro de Economía.

“Guzmán no quiere dar cuenta del ajuste que pactó con el Fondo”, se quejó el gobernador Morales. El jujeño está entregado a una estrategia audaz y a varias bandas: primerear a Rodríguez Larreta, despegarse de Mauricio Macri y mostrarse como la vía centrista de JxC rumbo al 2023; mantener una línea de diálogo con Alberto Fernández y tomar un partido táctico ante la interna frentetodista.

AF

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