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Informe

Con La Libertad Avanza, el filonazismo sale del clóset

"Si fue nazi, me arrepiento", la frase de Rodolfo Barra cuando renunció como ministro de Justicia de Carlos Menem.

Facundo Fernández Barrio

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Pasaron seis décadas desde que Rodolfo Barra, el futuro procurador del Tesoro que eligió Javier Milei, fue fotografiado haciendo el saludo nazi en un encuentro de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, una línea del grupo de extrema derecha y antisemita Tacuara. En los años sesenta, Barra era un militante adolescente que identificaba a los judíos como enemigos de la patria. En los noventa, la revelación periodística de aquella foto y de sus ideas juveniles fue suficiente para que Carlos Menem lo echara de su gobierno. Pero hoy no es impedimento para que Barra integre la gestión en ciernes de La Libertad Avanza. Hay dos posibilidades: que cerca de Milei nadie haya googleado sus antecedentes o que lo hayan hecho y su pasado filonazi no les haya parecido un problema.

La designación de Barra es el último de varios episodios que, más que por sus implicancias aisladas, pesan por acumulación y repetición. La difusión de un video de Pablo Ansaloni, diputado electo de LLA, grabado en 2021, en el que cuestiona a dirigentes que “son como los judíos, que no tienen patria, no saben a dónde están o a quién representan”. La analogía que Martín Krause, referente de Milei en el área de educación, usó en plena campaña para criticar la cultura política argentina: “Imagínense si en la Gestapo hubieran sido argentinos, ¿no hubiera sido mejor? En vez de matar seis millones de judíos, habrían sido menos. Hubiera habido coimas, ineficiencias, se hubieran quedado dormidos. Pero eran alemanes”. La defensa en redes que Lilia Lemoine, diputada electa por LLA, hizo del neonazi marplatense Carlos Pampillón, a quien calificó de “patriota” y víctima de una “mordaza ideológica”.

El ecosistema de LLA contiene a estas expresiones como ninguna otra fuerza política. Su llegada al poder corrió al extremo los límites de lo decible, y no sólo a nivel de dirigentes sino también en las redes sociales y en las calles, donde mensajes antisemitas y pintadas con simbología nazi consiguen más atención de lo que sería deseable. Como ocurrió el mes pasado en Bahía Blanca, donde vandalizaron locales del Partido Justicialista y el Partido Comunista con esvásticas y carteles de “Milei 2023”. O la semana pasada en el local del sindicato de ATE en el Hospital Durand, donde apareció una esvástica con el mensaje “Se viene el Falcon verde, van a correr zurdos de mierda”. O la esvástica con la palabra “kagón” que pintaron en septiembre en la casa del militante de derechos humanos Eric Talamo, en Villa Ballester.

Y la lista sigue: según el Registro de Ataques de Derechas Argentinas Radicalizadas, un proyecto de la revista Crisis con apoyo del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), durante los últimos tres años hubo más de 220 acciones calificadas por la plataforma como “ataques de odio” de grupos radicalizados de extrema derecha. Responsabilizar exclusivamente a LLA sería un reduccionismo, pero su tolerancia pasiva hacia esos sectores está a la vista incluso para sus actuales aliados. En el cierre de la campaña para la primera vuelta presidencial, la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, ahora futura ministra de Seguridad de Milei, llegó a denunciar que en el acto de LLA “estaban los skinheads que usan esvásticas”.

¿Javier Milei es filonazi? No parece. Más bien da la impresión de que se trata de un tema sensible para el presidente electo. Cada vez que puede, se esfuerza por diferenciar a la ideología libertaria de las expresiones violentas de la extrema derecha. En 2022, demandó judicialmente a cinco periodistas por haber opinado que algunas de sus declaraciones recordaban al discurso nazi. En 2021, durante los festejos en el Luna Park por el resultado de LLA en las elecciones legislativas, las cámaras de TV mostraron a un simpatizante mileista envuelto en una bandera confederada, símbolo del supremacismo blanco estadounidense y estandarte habitual de las bandas neonazis en todo el mundo. “Si yo lo hubiera visto a ese chico, lo habría sacado a patadas en el culo −dijo después Milei−. Si hay alguien filonazi acercándose a nuestro espacio, le diría que tiene un problema ideológico grave. El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo. No tiene nada que hacer un nazi en esta estructura. Está fuera por definición”.

Más allá de lo que teorice Milei, LLA no se reduce a la filosofía libertaria. “La Libertad Avanza es un fusionismo de derechas y, como tal, junta expresiones derechistas que pueden estar en polos opuestos −explica Martín Vicente, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET especializado en nuevas derechas−. Va desde el neoliberalismo con tendencia anarcocapitalista del propio Milei, que no tiene nada que ver con la tradición fascista, hasta una derecha nacionalista reaccionaria como la que rodea a Victoria Villarruel, donde aparecen desde posiciones revisionistas sobre los setenta hasta posturas xenófobas, antisemitas e incluso de revisión de la Segunda Guerra Mundial, algo históricamente marginal pero constante en las derechas radicales argentinas. El fusionismo implica que esas dos derechas tan disímiles se unen frente a un adversario común, que hoy sería lo que estos sectores llaman el ‘autoritarismo bienpensante’, y en esa fusión emerge algo que perfila como una nueva derecha”.

Lo del futuro procurador Barra, ex juez de la Corte Suprema y ex ministro de Justicia de Menem, no fue apenas aquella foto del saludo nazi revelada por la revista Noticias en 1996. En ese momento Página/12 también publicó que Barra había sido acusado por la vandalización de una sinagoga. En su libro Tacuara. Historia de la primera guerrilla urbana argentina, el periodista Daniel Gutman cuenta que, en 1964, Tacuara asesinó a un militante judío, Raúl Alterman. La policía logró ubicar al dueño del arma homicida, el tacuarista Carlos Benites Moreno, quien a la hora del crimen había estado tomando un café en un bar porteño junto a otro simpatizante del grupo y amigo suyo: Rodolfo Barra, de 16 años. Barra fue llamado a declarar y confirmó la coartada de su amigo, lo que permitió que lo liberaran y desvincularan del asesinato.

Travesuras de adolescente, argumentaría Barra muchos años después. “Si fui nazi, me arrepiento”, dijo en los noventa, cuando tuvo que renunciar a su cargo en el gobierno de Menem. Era otra época. Hoy Milei dogmatiza la idea de no “entregar” a los suyos por críticas ajenas, ni siquiera en torno a temas que hasta hace poco eran tabú. Cuando Martín Krause dijo lo que dijo sobre la Gestapo, el líder de LLA salió a repudiar “la cancelación de un hombre intachable” por una “frase desafortunada por la que se disculpó”. Otros se van sin que los echen. Tras el acuerdo entre Milei y Mauricio Macri después de la primera vuelta, el antisemita Pablo Ansaloni, de pasado peronista, amenazó con abandonar el bloque de diputados de LLA y apoyar a Sergio Massa.

Lilia Leimone, en cambio, sigue firme como futura representante parlamentaria del mileismo. Al igual que Krause, tuvo que disculparse después de haber reivindicado al neonazi Pampillón. “Grave error mío −tuiteó−. No es ningún patriota. Ya vi quién es. Pido disculpas. Estoy expuesta a tanta gente y a tanta información, soy tan accesible que me entran las balas”. Lemoine había difundido un video de Pampillón en el que llamaba a una insubordinación de las Fuerzas Armadas contra el gobierno de Alberto Fernández. En 2022, Pampillón, que ha llegado a mostrarse en redes sociales con una remera de las SS hitlerianas, fue procesado por liderar una patota violenta y antisemita en Mar del Plata. Esa ciudad sufre desde hace años el accionar de bandas de jóvenes neonazis, a cuyos integrantes se los suele llamar precisamente “pampillones”.

Durante la campaña, Mar del Plata fue escenario de otra movida de sectores filonazis a favor de LLA. José Bonacci, un ex concejal de Rosario que hizo su carrera junto a César Biondini y Aldo Rico, y quien en 2018 apareció en su cuenta de Facebook posando con un ejemplar ilustrado de Mi lucha de Adolf Hitler, contó que se encargó de imprimir 600 mil boletas para propiciar que los votantes del intendente del partido de General Pueyrredón, el ex ministro porteño macrista Guillermo Montenegro, cortaran en favor de Milei y en perjuicio de Bullrich. Bonacci ya había sido parte del armado de LLA para las PASO en Santa Fe, donde prestó el sello de su partido, Unite, para que los libertarios pudieran competir en la categoría diputados. Su hija, Rocío Bonacci, se acomodó tercera en la lista y desde el domingo representará a los santafesinos en el Congreso.

“Ciertos mensajes o la visibilidad de ciertos personajes se explican por razones disímiles −agrega Vicente−: por falta de densidad política, como en el caso de Lemoine, por voluntad de provocar o ‘picantear’, como dicen los propios militantes de LLA, o por una agenda ‘anti corrección política’ que busca movilizar con temas urticantes. Aunque a veces impliquen tener que retractarse, producen un efecto agenda que, en el mediano plazo, los favorece en términos de visibilidad”.

Frente a las expresiones de antisemitismo en la órbita de LLA, la comunidad judía argentina reaccionó dividida. Tras la designación de Barra, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) emitió un escueto comunicado en el que destacó que, en los noventa, el futuro procurador del Tesoro ya había hecho “un pedido de disculpas”. Otras agrupaciones, como el Foro Argentino Contra el Antisemitismo y Meretz Argentina, repudiaron su nombramiento y reclamaron que Milei lo reconsidere. La embajada de Israel, por su parte, no suele comentar sobre temas que no se vinculen directamente con la relación bilateral entre los dos países. En cambio, el gobierno israelí sí agradeció esta semana el proyecto de Milei para trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Lo hizo a través de su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien calificó a Javier Milei como un “verdadero amigo del pueblo judío”.

FFB/DTC

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