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entrevista

Matías Edery, fiscal del juicio a Los Monos: “Son una banda narco que sabe vender toda su violencia”

Fiscal Matías Edery

Alejandro Marinelli

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Esta semana terminó un juicio contra el líder de Los Monos y otros seis miembros de la temible banda que maneja parte del negocio de la droga en Rosario. Durante poco más de un mes, los fiscales pudieron probar que Ariel “Guille” Cantero y el resto de los procesados organizaron en 2018 una serie de tiroteos a domicilios de funcionarios y sedes judiciales para condicionar el trabajo de los magistrados en las causas que los implicaban. En medio del proceso, cuando le preguntaron al jefe narco a qué se dedicaba, respondió con ironía que contrataba “sicarios para tirar tiros a jueces”. Pero el amedrentamiento no funcionó: Cantero recibió 22 años de condena y ya suma más de 100 de sus 7 procesos anteriores. “Le va a pasar como a Robledo Puch, va a ser muy difícil que alguien le firme la libertad”, dice Matías Edery, uno de los cuatro fiscales que acusaron a Cantero.

Edery tiene una larga trayectoria en juzgar a miembros de este clan y el de Esteban Alvarado, el rival de Los Monos. Con el tiempo se volvió un testigo analizador muy cercano de la violencia desatada por la banda narco. Sostiene que en los últimos años, bajo el mando de Guille Cantero, la organización narco que heredó hace 8 años tras el asesinato de su hermano se radicalizó y cambió la centralidad de su operatoria. “La configuración territorial de los integrantes de Los Monos de hoy no tiene nada que ver con la que fue en el 2013. Por supuesto que se dedican al narcomenudeo, pero sobre todo, lo que realmente sabe hacer Guille Cantero es vender violencia y proveerla a sus lugartenientes de barrio”.

¿Cómo se ejecuta en la práctica la logística de esa violencia?

Por ejemplo, alguien tiene problemas contra contra una banda rival. Entonces van y les pagan a Los Monos para poder copar un territorio. O si en un gremio la lista opositora quiere ganar las elecciones, ellos le venden su mano de obra y tirotean opositores. Por ejemplo, hubo un caso de un empresario acá en Rosario que se peleó con el socio y lo quiso matar y contrató a los sicarios de Cantero para que lo hagan. Por todo eso, Cantero cobra dinero. Y los recursos, los insumos que necesita para hacer eso son mucho menores que lo que necesita para vender droga. Para vender droga necesitas tener un productor, tener un proveedor, tener los soldaditos, tener medio de transporte, pagarle a la Policía. Te demanda mucho dinero. En cambio, para extorsionar solo precisás dos personas con un arma. Y como la situación social empuja para que haya mucha gente que la única salida que ve sea esa, el reclutamiento no es un problema y el costo de lo que le pagan tampoco. 

¿Vos pensás que en Córdoba no hay venta de drogas? Claro que las hay. Lo que pasa es que no hay una banda con estos rasgos que lucran con que los pibes se maten entre ellos.

¿Pero la centralidad no es el negocio narco?

Por supuesto que hay narcomenudeo pero el negocio de la violencia es enorme. En otros lugares del país no sucede de la misma manera. ¿Vos pensás que en Córdoba no hay venta de drogas? Claro que las hay. Lo que pasa es que no hay una banda con estos rasgos que lucran con que los pibes se maten entre ellos. En Rosario alguien lo llama a Guille Cantero y le dice: “Me quiero quedar con el barrio”. Y él le responde: “Listo, quedátelo. ¿Cuánto me pasás?” El le habilita el territorio y se queda con una cuota por permitirle hacer sus cosas en ese lugar. 

Da la sensación de que por más que haya condenas la solución no va por ahí. 

Sí, claro. Incluso lo dijeron los jueces en la sentencia. Cargar en la espalda del sistema penal es una utopía. Es un conflicto que nos excede totalmente. Esto es una cuestión que implica la acción de un montón de organismos del Estado. En el juicio, Guille Cantero intentó amedrentar a los jueces para que lo beneficien, pero los jueces no lo beneficiaron. O sea, fue una reacción positiva de un poder del Estado, pero la respuesta del Estado tiene que ser más amplia. Para terminar con un grupo como Los Monos primero hay que desestructurarlo económicamente, porque esos delitos se cometen porque ellos pueden pagar y manejan una estructura de dinero muy grande. Eso implica avanzar contra los que le lavan el dinero, contra el contador y el abogado. Contra todos los que permiten que haya en Rosario torres construidas con plata que no se sabe de dónde salió. Bueno, eso sale de dos lugares: o plata narco o plata del cereal en negro,  no hay otra explicación. Esa es una de las patas. Por otro lado hay que cortar sus vínculos. Acordate que en el juicio de Los Monos condenaron a 10 policías. Siempre que hay un conflicto territorial hay un policía metido. Y, por último, cortar los vínculos políticos que también existen con organizaciones como éstas. Estas tres cosas son fundamentales porque porque con la crisis que hay los sicarios son fungibles. 

También durante el juicio le encontraron a Cantero un teléfono en la celda. Los vínculos con el Servicio Penitenciario son similares a los de los policías. 

Sí, por supuesto. El control del personal en las cárceles es igual de importante. Vos pensá que las siete condenas de Guille Cantero fueron por delitos que cometió estando preso. Si no es muy frustrante. La pena por sí misma, si no hay control interno en las cárceles, no alcanza. 

¿Pensás que la llegada de más fuerzas federales a Rosario es la solución? Es algo a lo que se recurre cíclicamente y no parece detener la violencia.   

Yo creo que el pedido de fuerzas más que verlo como la solución hay que entenderlo respecto de la gente. Porque a la que le da más tranquilidad la presencia policial. No hay que despreciarlo. Eso es muy importante en los barrios más calientes. Pero está claro que realmente no va a solucionar la  la situación porque los hechos de violencia son muy puntuales. Si yo quiero matar a alguien en algún momento lo voy a matar y es difícil que la presencia policial me lo impida. Pero es real que está en un lugar medio complicado y que ves aparecer un móvil y la gente se alivia. 

El pedido de fuerzas hay que entenderlo respecto de la gente. Porque a la que le da más tranquilidad la presencia policial. Pero está claro que no va a solucionar la situación, porque los hechos de violencia son muy puntuales.

El plan en marcha del Ministerio de Seguridad además de los efectivos yendo hacia allá contempla una unidad de información financiera abocada al lavado de dinero. ¿Eso está en línea con lo que sugerís? 

Respecto de los policías, todavía no sabemos cómo van a ser esas llegadas de los efectivos, pero también anunciaron que va a venir una fuerza de investigación y eso puede ser muy bueno para avanzar en investigaciones complejas. Porque es gente que tiene cierta transparencia y no está contaminada por la organización narco. Y por el tema lavado, para nosotros eso es tan o más importante que investigar los hechos violentos porque realmente es lo que les permite mantenerse. Tener bienes, tener autos de alta gama. Vos ves cómo ha cambiado su forma de vida. Por ejemplo, la primera generación de Los Monos antes vivía en un barrio periférico. Hoy los hijos viven en el centro, en una torre, en los departamentos más caros de la ciudad. ¿Por qué viven ahí? Porque alguien se lo vendió, porque alguien permitió que fluya la plata para que estén en ese lugar. Ahí está la clave. Porque si vos los ahogás económicamente, les va a ser mucho más difícil operar desde adentro de la cárcel. 

¿Se discute bastante qué hacer con los jefes narcos para que no sigan controlando el negocio desde las cárceles? 

Hay un informe de la Procunar (NdeR: la Procuraduría de Narcocriminalidad) sobre los conflictos que tiene la Justicia federal con las bandas narcos en cárceles de todo el país. Plantea el debate sobre un sistema de sanciones para esos grupos narcos que siguen cometiendo delitos desde adentro. Para que el que lo haga reciba una sanción real, que no reciba visitas, o que lo haga a través de un blindex, que no reciba la mercadería de afuera. Y por otro lado la connivencia del Servicio Penitenciario. El ingreso de cosas no puede pasar sin la colaboración de miembros del Servicio Penitenciario. 

¿Cuál es la principal diferencia entre Los Monos y el clan de Alvarado?

La de Alvarado es una organización más sofisticada. Él usa recursos más complejos en cuanto a la logística de los hechos. El siempre ejecuta sus hechos y trata de inculpar a otro, de dejar huellas falsas, despistar a los investigadores. Se han llegado a disfrazar de policías. A Los Monos no les importa eso. Te patean una puerta y te llenan de tiros. El vínculo que tuvieron los dos con la Policìa fue distinto. Los Monos le pagaban coimas, pero en el caso de Alvarado eran prácticamente parte de la organización. De hecho, si vos ves una de las causas, Alvarado logró que parte de su banda de policías trabaje para meter presos a Los Monos. Nosotros, en el juicio contra la organización de Alvarado, condenamos a los policías que metieron presos a Los Monos porque acreditamos que lo hicieron para beneficiarlo y para evitar que se lo investigara. Ese nivel de sofisticación para cometer el delito y cubrirlo es su marca registrada.

¿Y el de Los Monos la marca registrada es la violencia que mencionabas?

Con Los Monos, el mensaje permanente es que si te metés con nosotros te va a ir mal en serio, muy al estilo de los cárteles mexicanos. La violencia como forma de intimidación, de responder rápido y con muchas balas porque ese terror es gran parte de lo que venden. Ellos llegan disparan, queman autos. 

Yo les dije a ellos: ‘Ustedes saben que lo que nosotros decimos es cierto’. Y si vos a ellos no los engarronás y si los acusás por lo que hicieron, en general, no hay represalias. No veo que crucen ese límite en este caso. Al menos todavía.

¿Cómo es la vida cotidiana después de un juicio así, contra una banda que suele tomar represalias?

La verdad que trato de no pensarlo. Como tenemos que seguir adelante con casos muy importantes no nos queda otra. La verdad que no creo que haya represalias porque el juicio fue muy claro. Yo les dije a ellos: ‘Ustedes saben que lo que nosotros decimos es cierto’. Y si vos a ellos no los engarronás y si los acusás por lo que hicieron, en general, no hay represalias. No veo que crucen ese límite en este caso. Al menos todavía.

Hablabas de los vínculos políticos con el delito. En una causa que investigás, un hombre fuerte del peronismo, el senador Armando Traferri, aparece señalado por varios testigos como el organizador de una red de juego clandestino. Eso es un cimbronazo político con pocos antecedentes en la provincia y habla mucho de todo lo que venís mencionando. 

Por supuesto. No es una figura menor Traferri, que manejaba el Senado. Lo manejaba como si fuera suyo. Un tipo con el que todos sabían que era recontra turbio y con el que nadie se había metido nunca. Esa causa muestra de qué manera, a través de una actividad ilícita como el juego clandestino, se financió o se corrompió a parte de la política y parte de la fiscalía. Traferri le había armado a un empresario del juego una red para que lo protegieran, con dos fiscales amigos que le avisaran cuándo lo iban a allanar. Y por todo eso recibía mucho dinero. En este caso se ve una puntita de cómo muchas veces la política se financia de manera ilegal. 

¿Más allá del combate a las bandas, cómo se aborda el problema de la violencia en Santa Fe?

Sin duda que recuperando el tejido social. Porque desde el derecho penal las investigaciones funcionan. Nosotros desde 2014, que empezó el sistema, se duplicó la cantidad de presos en Santa Fe. Entonces la relación entre aumento de presos y de violencia, evidentemente la solución pasa por recuperar el tejido social, y se lo discuto a quien sea.

AM/WC

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