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El 2023 ya llegó
Pelea con la Corte: una bandera de campaña del peronismo contra Larreta que tensiona el acuerdo Massa-Cristina

Kicillof, De Pedro y Jalil en el balcón interno de Casa Rosada luego de la reunión de gobernadores con Fernández por el fallo de la Corte

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- ¿Cómo que Wado no figura en el expediente? Si todo este quilombo lo armó él…

Al mediodía del viernes, Alberto Fernández reaccionó cuando un colaborador le compartió un mensaje en el que el Ministerio del Interior, a cargo de Eduardo “Wado” De Pedro, detallaba que no tenía intervención en el trámite para el pago –o el no pago– de lo establecido por la Corte Suprema y que ni figuraba en el expediente de la causa, sino que los actores jurídicos eran la Procuración del Tesoro, que encabeza Carlos Zannini, y el Ministerio de Economía, que conduce Sergio Massa.

De Pedro circuló la “aclaración” porque desde la noche antes, casi de inmediato al comunicado que firmaron Fernández y catorce gobernadores, se instaló una versión que ponía al ministro en el centro del ring: indicaba que para coronar el incumplimiento De Pedro debía iniciar un trámite en Interior. Según el rastreo que hicieron en un sector de La Cámpora, un clan político que en los temblores pierde uniformidad, el dato se activó desde Economía.

En esa maraña de hipótesis y atajos administrativos, Fernández estalló contra De Pedro y defendió el argumento de Massa que, en una gambeta messística, dibujó un sendero formal que hacía escala en varios organismos, de los cuales paradójicamente ninguno era Economía. Para sumar ruido, las terminales invocadas eran territorios del ecosistema Cristina: Interior, la AFIP de Carlos Castagneto, cuyo vínculo con Massa no es fácil, y el Banco Nación, que preside Silvina Batakis, considerada una wadista.

De AFIP dijeron, luego, que nada tenían que ver con el proceso y desde el Nación se explicó que sin una resolución interna enviada por la secretaria de Hacienda, que depende de Economía, donde especifique montos y estipule la partida para el pago extra, el banco nada puede hacer porque es un “mero pagador”.

A simple vista, la pelea con la Corte por los fondos para Horacio Rodríguez Larreta, aparecen como el factor más espinoso en el pacto de convivencia que sellaron Massa y Cristina Kirchner, trabajosamente, durante los 20 días previos a su jura del tigrense como superministro de Economía, y que de manera periódica, revisan y reactualizan. El ministro, en paralelo, evitó hasta el sábado opinar públicamente sobre el fallo y, más aún, sobre la decisión de no acatar el fallo.

La mirada de Cristina

La lectura lineal consistió en atribuirle a Cristina Kirchner la autoría intelectual del incumplimiento ante el fallo de la Corte. Sin embargo, De Pedro, la figura institucional de más peso del cristinismo en Casa Rosada, buscó desvincularse del tema. ¿Cuál es, entonces, la postura política de la vice respecto a la desobediencia contra la cautelar cortesana? “Ella habla con varios y estaba, obviamente, al tanto de lo que se haría”, explicó un entornista de la vice pero evitó determinar cuál fue su rol. “A veces, a algunos les conviene decir que lo decidió ella porque no se la bancan. Si ella decidiese todo, la situación del gobierno sería distinta”, apuntó.

Acá hay un punto: la vice tiene, se sabe, una guerra declarada con la Corte que tuvo como capítulo explosivo la decisión del tribunal de restablecer una del Consejo de la Magistratura que había sido derogada por el Congreso, que se agudizó con el rechazo sistémico de los cortesanos a planteos de la vice en la causa Vialidad y continuó con otras medidas, que consideró “intromisiones”, sobre los consejeros por el Congreso.

La crítica de la vice al desempeño de la Corte es público pero, según funcionarios y dirigentes involucrados en el caso de los fondos de la ciudad, su intervención no fue directa ni determinante. Alguno afirma, incluso, que “ni opinó”. Cerca de los gobernadores más duros, promotores de desoír el fallo de la Corte -entre ellos el formoseño Gildo Insfrán, Jorge Capitanich (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago) y Sergio Ziliotto de La Pampa- se niega que la vice haya tenido un papel protagónico.

“Siempre pasa lo mismo: dicen que las decisiones se toman por Cristina, pero Cristina no aparece”, apuntó un operador del PJ con terminales en mandatarios del norte. El martes, cuando reaparezca en Avellaneda, en un acto “chico” –con unos mil asistentes– y con ribetes mundialistas, la vice quizá despeje esa incógnita. Todo indica que va a hablar del fallo de la Corte pero, a la vez, hará un despliegue simbólico: su renunciamiento a ser candidata en el 2023 no supone, de ningún modo, que dejará de intervención en la costura fina del peronismo.

Confirma otro elemento: la galaxia K necesita, cada tanto, que la vice hable y fije una hoja de ruta porque no hay ningún otro habitante de esa galaxia que pueda dar indicaciones sobre hacia donde ir y qué hacer. Por eso, el leve esguince que -se afirma- tuvo la vice cuando bajó del helicóptero en Ensenada hace 20 días, sembró teorías febriles.

“Los pibes no saben qué hacer: están sin línea”, explica un dirigente que interactúa con la cúpula camporista. De una de las trincheras de la agrupación que conduce Máximo Kirchner se hecha a correr, además, la hipótesis de que a la vice no le simpatiza que Wado, con Juan Grabois como “promotor mediático”, se mueva como candidato inevitable a presidente.

Derivas

De lejos, casi como un actor de reparto, Massa siguió la novela por la pelea por los fondos –duelo que es, por un lado con la Corte, pero también con Horacio Rodríguez Larreta- que obligan al Gobierno a girar al gobierno porteño 183 mil millones de pesos extra por año. Massa no estuvo, el jueves, en la reunión en el Salón Eva Perón del primer piso de Casa Rosada donde Fernández, gobernadores del FdT y De Pedro acordaron que el dictamen cortesano era “incumplible”.

En crudo: en una decisión de altísimo impacto político, el Frente de Todos (FdT) exhibió otra vez su fractura interna. Un puñado de gobernadores, de hecho, amagaron con no subir a la reunión si no había, en la previa, un compromiso de Fernández de que resistiría el fallo de la Corte. La ausencia de Massa alimentó otras especulaciones. Supone, quizá, una táctica para sacarlo del barro, una manera de “preservarlo” como potencial candidato pero, además, como interlocutor con el mundo judicial.

Confeccionar el documento posterior demandó seis horas porque, entre otras cuestiones, no se ponían de acuerdo con los términos y el mensaje. Se demoró, por objeciones varias, la firma de los gobernadores. Un caso: Omar Perotti pidió que le manden el texto para verlo y firmarlo, pero no volvió a responder. Al final fue el único gobernador del FdT que no puso su rúbrica. Al rato, con otro texto, hasta los “provinciales” emitieron opinión: Salva, Neuquén, Misiones y Río Negro. El cordobés Juan Schiaretti, al que en el oficialismo mencionan con mordacidad como el quinto gobernador de Juntos por el Cambio (JxC), opinó el viernes a través de un diputado para decir que el gobierno debe acatar el fallo.

Lo que quedó, en el fragor de una reunión con tramos intensos, fue que la pelea por los fondos para CABA puede –o debe– convertirse en una bandera de campaña para el peronismo, en el resto de las provincias. Implica, en la base, recuperar la tensión histórica entre el interior y la porteñidad, ahora con otro componente: Larreta sale a hacer campaña por el interior, sostiene candidatos y sistemas políticos en las provincias, y será sobre ese punto donde los gobernadores saldrán a batallar: que el candidato del PRO le quita fondos a las provincias y hace campaña con esos fondos.

Ese eje, como bandera de campaña única de todo el peronismo, estará en la mesa que prometió convocar Alberto Fernández con todos los gobernadores para definir la hoja de ruta del 2023. Implica, en lo formal, que el presidente desista de una mesa tripartida del FdT con Massa y Cristina, y la reconfigura por una mesa –hasta acá teórica, o prometida- con todos los gobernadores del panperonismo. ¿Quién expresará, en esa mesa, al cristinismo? Axel Kicillof, como gobernador, tendría esa entidad y debería convertirse en “delegado” del dispositivo K.

“A pesar de las discusiones y el ruido, la definición que se tomó con el fallo de la Corte, refleja que las mesas sirven: se puede discutir y tener diferencias, y llegar a una decisión acordada. Al principio, Alberto no quería hacer nada y al final se decidió que sí se haría algo”, cuenta un cristinista.

PI

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