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Entrevista

Quirós sobre el impacto de la fiesta en Olivos: “Al Gobierno le va a costar guiar a la ciudadanía en la pandemia”

"Mientras esta pandemia esté dañando no hago una reunión ni de 5 minutos para discutir la posibilidad de ser candidato", dice Quirós

Julieta Roffo

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Fernán Quirós tiene un ejemplar de Primer tiempo, el libro de Mauricio Macri, sobre el escritorio y una Constitución de la Ciudad con tapas de cuero sobre una mesa. Las fotos de sus tres hijos -dos varones y una mujer- en una repisa y, en un estante, un adorno que describe la época: al lado de una ambulancia del SAME del tamaño de un juguete hay, hecha en masilla, una botella blanca con un cartel que dice “Alcohol al 70%”.

En ese detalle de su despacho se adivina que su gestión al frente del Ministerio de Salud porteño está atravesada por la pandemia de CoVid-19, que irrumpió en Buenos Aires y en el país 84 días después de que asumiera ese cargo. Al lado del despacho, en una sala de reuniones con un banner de la Ciudad listo para ser el fondo institucional de cualquier foto, el titular de la cartera sanitaria habla con elDiarioAR.

Por estos días un dato lo entusiasma y otro lo mantiene cauto: de las 240.000 personas a las que la Ciudad le preguntó si estaban dispuestas a combinar vacunas, 222.000 -el 92,5%- dijo que sí; a la vez, la circulación comunitaria de la variante Delta que Quirós estima que se confirmará en las próximas semanas, “podría desencadenar la tercera ola de casos en la Argentina, lo que hay que hacer es aplicar todas las vacunas posibles para lograr que esa ola sea de casos leves, y no graves o mortales”, explica el ministro.

Espera para la semana que viene los resultados de la investigación que el Gobierno de la Ciudad encabeza respecto de si es eficaz combinar el primer componente de Sputnik V con la vacuna de Sinopharm.

- Hace unos diez días usted señaló que si la Argentina hubiera vacunado antes habría menos muertos. Según su criterio, ¿qué impidió que eso ocurriera?

- Eso que dije es una obviedad. La vacuna evita la enfermedad grave y mortal, por eso cuanto antes vacunes menos daño de ese tipo vas a tener. Todos los países del mundo tuvieron dificultades para acceder a la vacuna, ese no es un problema eminentemente argentino. También es evidente que algunos países tuvieron una mejor estrategia porque accedieron uno, dos o tres meses antes a un gran volumen de vacunas.

La estrategia argentina de haber dejado a algunos fabricantes fuera de la negociación le restringió el mercado internacional y el país quedó apoyado sobre vacunas que luego demostraron tener problemas en la producción y la entrega. Hubo un problema global y luego uno local.

- ¿Por qué cree que se tomó ese camino localmente?

- No lo sé. Pero lo que se dijo en público es que la ley argentina para admitir estas vacunas de emergencia trajo dificultades con el convenio con empresas norteamericanas, especialmente con Pfizer, y el Estado argentino no logró destrabar eso hasta hace un mes y medio. Con el diario del lunes es evidente que la ley era buena parte del problema, porque cuando la modificaron se resolvió ese problema. Lo que uno podría discutir es por qué no se resolvió antes, y para eso no tengo muchos más datos que la información que es pública.

- Desde el Poder Ejecutivo Nacional, especialmente a través de la vicepresidenta Cristina Fernández, se insistió con la necesidad de integrar el sistema de salud, que contiene a las prepagas, las obras sociales, y los prestadores públicos. ¿Cuál es su visión respecto de esta necesidad?

- El sistema está muy segmentado y eso trae varios problemas. El principal lo sufre la gente, que cada vez que va a de un efector a otro tiene que empezar de nuevo con sus estudios y explicaciones. Tenemos que trabajar para que las personas siempre sientan que las atienden personas que las conocen. Hace falta rediscutir cómo se logra esa continuidad de cuidados. Pero ese rediseño debe hacerse respetando las capacidades que hay hoy en el sistema y por lo tanto se debe hacer una mesa de diálogo con todos los actores participando para que el nuevo funcionamiento no quite valor a lo que ya teníamos. Estamos más o menos de acuerdo en que es necesario un nuevo plan, pero el modo de construirlo debe ser más dialogado.

- ¿Cree que desde el gobierno nacional piensan en abrir el juego a todos los actores?

- No conozco con precisión qué prepara el gobierno nacional en este tema porque no he participado en esos debates, pero si me preguntan voy a decir esto mismo que dije.

Como si estuviera escrito en el manual de estilo que guía las conferencias de prensa que da algunas mañanas por semana, Quirós evita los nombres propios y mueve las manos mientras explica. Endurecido y torcido, el dedo índice de la derecha espera que el ministro se haga el tiempo que requiere la cirugía para terminar de corregir una lesión que tuvo tras caerse durante una maratón en Tandil. No acepta café -lo prefiere amargo- ni agua, y se levanta sólo para abrir dos puertas que mejoran la ventilación de la sala.

Para lograr algo que él mismo llama “mantener los tres patitos -el pensar, el sentir y el hacer- en fila de forma orgánica”, Quirós sale a correr cada vez que encuentra un rato, y si no hay tiempo para eso, se sube a una bicicleta fija. Todos los días lee cuatro o cinco papers vinculados a la pandemia que gestiona: “Eso me permite re-enfocar lo que hay que hacer según qué nuevos hallazgos hay y según experiencias de otros países”. “La parte más emocional de atravesar esta situación la resuelvo en el diálogo con mi compañera”, suma. Sus fotos también están sobre la repisa del despacho.

- Con el correr de la pandemia su figura se volvió cada vez más relevante e incluso al interior de Juntos por el Cambio se midió su imagen en encuestas, ¿lo sorprendió finalmente no ser candidato en estas elecciones?

- Tomé la decisión de dejar una carrera profesional de treinta años (N. de la R.: Quirós atendía e investigaba en el Hospital Italiano) para venir al espacio público. Me encontré con una pandemia dramática para la sociedad, con lo cual no quería dedicar un minuto de mi tiempo ni de mis esfuerzo en nada que no sea mi tarea, que es cuidar a la ciudadanía. En ningún momento puse el foco en la posibilidad de ser candidato, ni lo hizo Horacio. No es de mi interés mientras esta pandemia esté dañando a la Ciudad. Cuando la pandemia ya no genere daño será tiempo de dialogar sobre qué caminos quedan por delante.

- ¿Eso quiere decir que sí se ve en una lista en 2023?

- La vida tiene infinitos caminos y los iré recorriendo. Hoy no hago una reunión ni de cinco minutos por una candidatura. No tengo tiempo ni voluntad porque estoy demasiado focalizado en lo que tengo que resolver.

- En estas internas hay otro médico que sí integra las listas de Juntos por el Cambio, aunque en la Provincia: ¿cuál es su valoración científica y política de Facundo Manes?

- Facundo es un neurocientífico muy prestigioso, con una carrera académica a nivel internacional. No tengo mucho vínculo personal por lo que no tengo mucho para agregar más que lo técnico, pero tiene una trayectoria muy valorable.

- Hay un sector del espacio político que usted integra que, más en privado que en público, sostiene que preferiría un Quirós “más chicanero”, más metido en la grieta…

- Hay dos motivos por los cuales decido no meterme en la grieta. Uno es más filosófico: la Argentina necesita construir un destino común. Tenemos una sociedad segmentada y eso hace que los segmentos no dialoguen entre sí. Hay gobiernos mutuamente excluyente: vamos, venimos, vamos, venimos. Lo que hay que hacer es pasar de una sociedad segmentada a una sociedad heterogénea, y ahí empezar a proponer algunos caminos comunes. Si entrás en la grieta decidís que los segmentos no se terminan.

El segundo motivo por el cual decido no meterme es pragmático: la pandemia requiere un acuerdo social sobre lo que vamos a hacer y lo que vamos a dejar de hacer para cuidarnos y combatirla. Si, siendo ministro de Salud o gobernante, entrás en la grieta, hay una parte de la sociedad que no confía en tu palabra, y vos tenés que conectar con toda la sociedad sin que importe qué piensa el que te escucha.

- Respecto de ese acuerdo social sobre qué hacer y qué no para combatir la pandemia, ¿cree que el Presidente lo rompió al participar del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos?

- En este momento conectar con toda la sociedad es esencial para un ministro de Salud o un gobernante. El instrumento más importante que tenemos ahora para conectar es la palabra. Creo que en ese acto se perdió parcialmente la palabra y eso es un problema. El gobierno nacional necesita reconstruir su palabra porque de otra manera en el futuro le va a costar guiar a la ciudadanía en este proceso pandémico.

Presupuestos

“Yo venía con un plan de transformación integral del sistema de salud y hubo que refocalizar para adaptarnos a la emergencia”, dice Quirós, en referencia a los planes que la pandemia de CoVid-19 truncó en la Ciudad, en la Argentina y en el mundo.

Según estadísticas de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad, la proporción del presupuesto que el presupuesto porteño asigna a salud bajó sostenidamente entre 2012 y 2019, último año en el que ese dato está disponible. Retrocedió de 23% a 14,8% en ese período. A la vez, un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) sostiene que el presupuesto destinado a Salud en 2021 es, ajustado por una inflación proyectada menor a la que efectivamente hubo, 9,4% más bajo que en 2019. 

- ¿Se puede transformar un sistema de salud con un presupuesto a la baja?

- En la cantidad de dinero bruta, ajustada por inflación, no hay un decrecimiento. Lo que pasa es que aparecieron nuevas funciones de la Ciudad, sobre todo en 2015 la Policía, y entonces bajan las proporciones de otras áreas. Desde que soy ministro el presupuesto ha aumentado: no el que fue a la Legislatura pero sí el real, que se fue ampliando en el contexto de pandemia. Para fin de este año tendremos calculado el presupuesto que se ejecutó en 2020, fue cerca de 20.000 millones de pesos más que el previsto. Y 2021 todavía no está terminado.

Según denunció ATE Hospitales a mediados de julio, cuando encabezó un paro de 48 horas en instituciones del sistema de salud pública de la Ciudad, los salarios de los enfermeros oscilan entre los 40.000 y los 45.000 pesos, y esos trabajadores no están incluidos en el escalafón salarial de profesionales de la salud. A la vez, hay otros trabajadores -el caso de los médicos residentes, por ejemplo- que perciben salarios por debajo de la línea de pobreza.

- La pandemia terminó de poner en evidencia las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud. ¿Se puede transformar el sistema de salud con trabajadores que no tienen garantizado un piso salarial por encima de la línea de pobreza?

- Necesitamos desarrollar una visión de conjunto sobre cómo mejorar esas condiciones laborales para el futuro. Casi el 70% del presupuesto de Salud se va en salarios de los trabajadores, entonces no es fácil mejorar las condiciones económicas por el impacto que tiene, pero que hay trabajar día a día en ello. En un presupuesto público mejorar un escenario significa retirar esos recursos de otro lado, porque a la sociedad no se le puede pedir más aporte. Algo que estamos trabajando mucho es en el recupero de obras sociales y prepagas. Hay mucho por hacer, tenemos que mejorar las condiciones de los trabajadores año a año y mes a mes.

- ¿Cuándo podrán verse esas mejoras?

- Estamos trabajando en un plan para mejorar las condiciones de los enfermeros que no están en el escalafón de profesionales. Esperamos tenerlo claro en las próximas semanas o meses. Con el resto de los trabajadores es paritaria a paritaria. Acabamos de reabrirla y mejorarla. Eso hay que hacer.

JR

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