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La pandemia golpeó más a los trabajos con mayor presencia de mujeres

En el primer trimestre de 2021, entre las mujeres se cuentan 360.000 ocupadas menos.

Gabriel Tuñez

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Transcurrido más de un año desde el inicio de la pandemia, el empleo volvió a los niveles previos a los de la crisis causada por el Covid-19, pero esta situación no se extendió aún al conjunto de las mujeres. Según un informe del instituto Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETYD-IDAES), de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) entre los varones la cantidad de ocupados ya superó los niveles previos a la pandemia. Entre las mujeres esa realidad aún se hace esperar.

El documento titulado “Una recuperación con los varones adentro - Crisis del trabajo en casas particulares, crisis del empleo femenino”, indicó que durante los primeros tres meses de 2021 hubo 390.000 varones ocupados más que en 2020, pero entre las mujeres se contaron 360.000 ocupadas menos.

 El CETYD-IDAES destacó que en Estados Unidos llamaron a la crisis laboral como una shecession, la combinación de las palabras she (ella) y recession (recesión), porque la pandemia afectaba con mayor intensidad la situación laboral de las mujeres debido a que una parte importante de las actividades más golpeadas tiene una alta participación femenina: recreación, hoteles y restaurante, y educación, entre ellas.

Además, el informe destacó que “las mujeres fueron quienes se hicieron cargo de satisfacer la mayor necesidad de tareas de cuidado que se originó por el cierre de escuelas y centros de cuidado” durante el aislamiento de 2020, una condición que les dificultó la posibilidad de trabajar.

“En nuestro país parece darse una situación similar, aunque con algunas particularidades que lo distinguen. Aquí, los niveles de pérdida de empleo durante el año pasado fueron similares entre varones y mujeres; y la recuperación de los últimos meses de 2020 venía siendo pareja entre trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, a principios de 2021 las mujeres quedaron rezagadas”, evaluaron los investigadores del CETYD-IDAES.

El informe dice que esta realidad obedece, principalmente, a la situación de las trabajadoras domésticas, en particular de las informales.

El documento afirmó que esta realidad obedece, principalmente, a la situación de las trabajadoras domésticas, en particular de las informales.

Si bien hubo una recuperación de los puestos de trabajo durante los primeros meses de pandemia, hay dos sectores que no acompañaron esa tendencia: el trabajo doméstico, que recuperó solo el 18% de los más de 500.000 empleos perdidos, y el de hoteles y restaurantes, donde regresó al trabajo el 30% de los más de 300.000 empleados perdidos.

Así, el trabajo en las casas particulares fue el sector que más empleos perdió entre principios de 2020 y 2021, totalizando 430.000 puestos menos que en el año pasado.

“La situación del trabajo en casas particulares resulta particularmente acuciante para las mujeres porque, por un lado, ellas representan prácticamente la totalidad de las ocupadas en el sector; y por otro, una porción muy relevante de las ocupadas se desempeña allí, tanto que antes de la pandemia, el 17% de las mujeres que tenía un empleo era trabajadora de casas particulares”, analizó el estudio.

El CETYD-IDAES estudió que la magnitud de la destrucción de empleo en el sector doméstico puede explicarse a partir de la combinación de dos factores: el alto nivel de vulnerabilidad que caracteriza a este tipo de empleos, vinculado con que la gran mayoría de las trabajadoras de casas particulares se desempeña en la informalidad.

Antes de la pandemia, la tasa de empleo no registrado de dicha actividad era del 75%, lejos del 35% del conjunto de los sectores. Esta realidad facilita el despido de trabajadoras porque los empleadores no abonan indemnización, no notifican previamente ni cumplen con ninguno de los requisitos fijados por las normas laborales. Además, una parte importante del trabajo en el sector se contrata por horas o por días.

Sobre ese escenario de precariedad prexistente, además, se montaron los efectos de la crisis económica y sanitaria. En el contexto de pandemia, la profunda caída del empleo en el sector doméstico puede explicarse a partir de las mayores dificultades que tuvieron los empleadores para sostener el pago de salarios debido al deterioro de sus ingresos.

A su vez, el trabajo en casas particulares es una actividad con cierta exposición al riesgo de contagio, lo cual pudo haber incentivado a muchos empleadores a prescindir de las trabajadoras, agregó el estudio.

Desde el inicio de la pandemia, la inclusión de las trabajadoras domésticas, ya sean  registradas o no, en el cobro del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) apuntó a garantizarles un ingreso durante los meses de mayores restricciones.

El documento del CETYD-IDAES recomendó “jerarquizar el trabajo en casas particulares e integrarlo plenamente al sistema de seguridad social” como un “paso indispensable para ampliar la infraestructura de cuidados y fortalecer la participación laboral de las mujeres en trabajos de calidad.

“El abordaje de políticas -agregó el estudio- no requiere necesariamente innovaciones normativas, sino adoptar estrategias creativas y reforzar el esquema de incentivos y sanciones tanto para la contratación como para la correcta registración de las relaciones laborales”, finalizó.

 GT/WC

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