A bordo del tren solidario a Zárate: 400 toneladas de donaciones tironeadas por distintos barrios con necesidad

Bajó el agua pero no bajan los problemas. La lluvia que castigó a 21 municipios de la provincia de Buenos Aires dejó un saldo de 1000 evacuados en Campana, muchos daños materiales y desesperación. En Zárate el panorama no es muy distinto: el agua se demoró incluso más en escurrir y la zona fue declarada “zona de catástrofe”.
No es la primera vez que Tren Solidario emprende esta cruzada para ayudar. Se trata de una organización privada perteneciente a Revista Rieles que recibe ayuda de sindicatos, organizaciones y particulares, de la mano de Trenes Argentinos y con ayuda de trabajadores pertenecientes a Unión Ferroviaria logran cargar un tren con donaciones y viajar a distintos puntos de la Argentina donde la necesidad urge. La cita es este martes 20 en Retiro y contempla un viaje a Campana y Zárate para trasladar tres vagones repletos de ayuda. La última experiencia fue un viaje con once vagones hacia Bahía Blanca en el marco del último gran temporal.

Falta poco para las 13 y el tren ubicado en Retiro ramal Mitre ya está cargado. Sergio Rojas, el Director de Tren Solidario, habla con la prensa y saca pecho: “Sabemos que no resolvemos nada, pero nos llena de orgullo dar una mano. Es un mimo al alma”. En total, se lograron recolectar 400 toneladas de donaciones entre alimentos no perecederos, productos de limpieza, ropa, colchones, y abrigo.

El tren quedó listo para partir el día anterior. Las donaciones se organizan en bolsas a las que llaman “bulto” y cada bolsa contempla estratégicamente lo que una familia tipo puede necesitar: talles grandes, talles chicos, ropa para adultos y para niños, ropa interior y abrigo.
Los bultos funcionan como los palitos para armar las casitas en la contabilidad del truco. Cada bulto cuenta para hacer la equitativa distribución de las donaciones para los dos municipios. Si bien la repartición en territorios depende de los municipios, el traslado del tren a las camionetas respectivas se realiza con veedores de cada municipio y uno de Tren Solidario. Uno a uno se contarán los bultos, las botellas, los elementos.
Minutos antes de partir, los voluntarios se sacan fotos junto al tren, aplauden, se abrazan. Entre ellos se encuentra Gabriel Montero, que lleva décadas de trabajo en Trenes Argentinos y se sube a la misión solidaria por primera vez. “¿Sabes qué es lo que emociona?, esto que también somos los argentinos. Porque acá lo bravo siempre es el día después, cuando la gente deja de hablar del tema pero los barrios quedan destruidos y la gente desesperada. Ahí es cuando aparece la mano de la gente que ayuda a la gente”, reflexiona casi entre lágrimas algo central: cuando el agua baja lo que sube es la necesidad. Los barrios y los vecinos tardan meses, algunos años, en reconstruirse.

El viaje fue tranquilo y el sol acompañó. Los voluntarios viajaron en el vagón que quedó dispuesto para pasajeros. Las mujeres voluntarias entre charlas y reflexiones hicieron hincapié en la organización que conlleva para ellas dejar a sus familias, hijos, trabajo, para poder estar. “Vale la pena. Hay que hacer esto”, argumentan.
Llegando a la estación de José C Paz los experimentados comenzaron a circular por el vagón y a pedir que subamos las ventanillas. Se vienen las piedras. Saben que al atravesar este barrio con asentamientos y necesidades a la vista algunos vecinos arrojan piedras, piden ayuda. Esta vez no fue la excepción. Se sintieron dos impactos a la unidad, se hizo silencio, y se siguió.
A mitad de camino cambiaron los planes: el tren que iba a descargar primero en Campana y luego en Zárate finalmente no llegará hasta allí. La descarga se hará de forma total en Campana y serán los municipios los encargados de acercarse a un predio privado en la zona portuaria para hacerse de las donaciones. La conflictividad social, avisan, estaba generando disturbios en ambos municipios.

Al llegar a la estación Campana el tren debía realizar movimientos de rieles para poder ingresar al predio dispuesto, y los vecinos de barrios linderos que vieron llegar el tren comenzaron a acercarse. De repente, un grupo importante de personas se acercaron a los vagones y comenzaron a gritar y pedir ayuda. Algunos intentaron subirse. La voz resonante era la de la desesperación.
“Soy de San Cayetano, y los colchones que tienen ahí guardados ni siquiera uno nos dan. Hace tres días que estamos sin dormir, nadie nos ayuda es un desastre”, grita una mujer joven que se acerca a la prensa. “Lo que teníamos los perdimos todo. Que caminen las casas vacías, que vean cómo estamos y porqué terminamos corriendo el tren. Por la necesidad lo hace uno”, invita otra vecina menos enojada y más conmovida. Una señora mayor tiembla, llora, se toma de las manos de los vecinos. “Yo no doy más, necesitamos que lleguen esas ayudas”, murmura.
Luego de algunos inconvenientes y demoras el Tren Solidario finalmente pasadas las 17 ingresó al predio y se cerraron las rejas. Del otro lado quedaron los vecinos que piden ayuda. El paisaje es tan contradictorio como suena. Se dispuso rápidamente la apertura de actas con la presencia de los veedores de cada municipio: de un lado del tren quedaron los camiones que viajarán a Zárate y del otro los de Campana. En menos de diez minutos los voluntarios armaron el “pasillo” humano para comenzar con el mano en mano de, primero, los bidones de agua, luego los productos de limpieza, finalmente las cientos de bolsas de ropa.
En poco más de dos horas el tren fue descargado, el operativo se logró y en plena noche la unidad emprendió la vuelta a Retiro.
La ayuda llegará para algunos, se hará esperar para otros. Todos la necesitan. En todas las casas hay que volver a empezar.
AB/DTC
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