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DENGUE
Día Internacional del dengue: qué es, cuáles son sus síntomas y cómo prevenirlo

La fumigación, clave en la lucha contra el dengue.

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El 26 de agosto se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra el Dengue, una enfermedad que se transmite por la picadura de mosquitos infectados, y que no se transmite entre personas.

El dengue es una infección viral transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti, originario de África, que llegó al hemisferio Occidental al principio de las exploraciones y la colonización de América.

El célebre médico cubano, Carlos Juan Finlay, fue quien descubrió a este mosquito como transmisor de enfermedades, entre ellas la fiebre amarilla, a partir de investigaciones que presentó en la Conferencia Internacional de Sanidad en 1881 en Washington, Estados Unidos. Era la primera vez que alguien asomaba la idea de un vector biológico como el mosquito.

Las personas infectadas con dengue, sintomáticas y asintomáticas, son los portadores y multiplicadores principales del virus, y los mosquitos se infectan al picarlas. Si bien la etimología del término “dengue” no está del todo clara, se cree que podría provenir de “dinga” o “dyenga” que, en voz suajili, idioma del este de África, significa“ataque repentino parecido a un calambre o estremecimiento provocado por un espíritu malo”, lo que describe el sufrimiento del paciente con un fuerte dolor de huesos.

En América se conoció a fines del siglo XVIII; produjo epidemias extensas en el Caribe y ciudades costeras del sudeste de los Estados Unidos en el siglo XIX, hasta convertirse en un problema mundial en el siglo XX. A partir de la década del 50 hubo una progresión de la enfermedad desde el Caribe al resto de los países hasta llegar a la Argentina a fines del siglo XX. 

El reporte más antiguo se remonta a China

El dengue es una enfermedad que acompaña al hombre desde hace siglos. El registro más arcaico de esta enfermedad se encuentra en una enciclopedia china de los Síntomas de Enfermedad y los Remedios, publicada por primera vez durante la Dinastía Jin (265 a 420 DC). Los chinos la llamaban “agua venenosa”: pensaban que, de algún modo, estaba conectada con insectos voladores asociados al agua.

Las primeras epidemias compatibles con el dengue en Latinoamérica y el Caribe ocurrieron en las Antillas Francesas en 1635 y en Panamá en 1699. Sin embargo, los primeros reportes clínicos en la literatura médica atribuidos a esta enfermedad corresponden al año 1779 en la isla de Java, Indonesia, en el sudeste asiático, y a 1780 en Filadelfia, Estados Unidos. En las primeras décadas del siglo XX, los brotes fueron más comunes en Estados Unidos, con importantes epidemias en Florida en 1934 y en Nueva Orleans en 1945.

Los conflictos bélicos, a partir de la Segunda Guerra Mundial, generaron las condiciones para que el dengue resurgiera, principalmente por su impacto ecológico, poblacional y social. También influyó la intensificación del transporte comercial entre los puertos de la región del Caribe y el Sur de los Estados Unidos con el resto del mundo. De hecho, en 1954 se describió el primer caso de dengue grave, conocido como dengue hemorrágico, durante una epidemia de la enfermedad en Filipinas y Tailandia, en Asia.

El mosquito Aedes aegypti fue erradicado de América del Sur a mediados del siglo pasado, pero a partir de 1980 se reintrodujo en la mayoría de los países, entre ellos la Argentina, por el transporte desde zonas infectadas y la disminución de los sistemas de control.

Volvió a tomar notoriedad por el brote epidémico de dengue hemorrágico en 1981 en Cuba, seguido del segundo gran brote ocurrido entre 1989 y 1990 en Venezuela, hitos que indicarían la diseminación progresiva de dicha enfermedad como un fenómeno emergente en la región.

Enfermedad endémica en más de 100 países

Antes de 1970, sólo 9 países habían sufrido epidemias de dengue. Ahora, los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la enfermedad es endémica en más de 100 países de las regiones de África, las Américas, el Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental.

Las regiones más gravemente afectadas son las Américas, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental. ‘Endémica’ significa que tiene una circulación constante a lo largo del tiempo y de un modo bastante predecible, en una determinada área o región.

En las últimas décadas, aumentó enormemente la incidencia de dengue en el mundo. Según estimaciones recientes de la OMS, se producen 390 millones de infecciones cada año, de los cuales 96 millones se manifiestan clínicamente, cualquiera sea la gravedad de la enfermedad. Alrededor de la mitad de la población del mundo corre riesgo de contraer esta enfermedad, que se presenta en los climas tropicales y subtropicales de todo el planeta, sobre todo en las zonas urbanas y semiurbanas.

Europa también ya se enfrenta con la posibilidad de brotes de dengue: la transmisión local se notificó por vez primera en Francia y Croacia en 2010, y se detectaron casos importados en otros tres países europeos.

En 2012, un brote de dengue en el archipiélago de Madeira, en Portugal, ocasionó más 2.000 casos y se registraron casos importados en otros 10 países europeos.

Entre los viajeros que regresan de países de ingresos bajos y medianos, el dengue constituye la segunda causa de fiebre diagnosticada detrás del paludismo.

El año 2016 se caracterizó por grandes brotes de dengue en todo el mundo. La región de las Américas notificó más de 2.380.000 casos ese año y solo en Brasil hubo poco menos de 1.500.000 casos. En 2017 hubo una reducción significativa del número de casos de dengue notificados en las Américas: de 2.177.171 en 2016 a 584.263 en 2017, lo que representa una reducción del 73%, pero en 2019 volvió a subir y se sigue propagando.

La transmisión de esta enfermedad es un problema de salud pública, en gran medida, resultado de comportamientos humanos, incluido el crecimiento de la población, el aumento de los viajes por tierra, agua y aire, la mala planificación urbana con hacinamiento y saneamiento deficiente, la falta de un control efectivo del mosquito y, probablemente, también de los cambios climáticos generados por el calentamiento global.

La importancia de la prevención ante la posibilidad de una nueva epidemia de dengue

Especialistas en esta enfermedad hicieron hincapié en la necesidad de redoblar esfuerzos para combatir el mosquito transmisor que comienza a proliferar a partir de septiembre, teniendo en cuenta además que se cumplen los plazos para una nueva epidemia.

“Todavía no hay ninguna alerta de onda epidémica y por eso estamos tranquilos, pero no significa que pueda pasar. De hecho, en el último brote, (en los países ecuatoriales) los casos comenzaron a aumentar en agosto y nosotros fuimos la cola de esa epidemia” con un aumento de los casos en febrero del 2020, dijo a Télam Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Universidad Nacional de Tucumán.

“Ha pasado un tiempo prudencial (de la última epidemia), y no sería raro que se produzca un brote” teniendo en cuenta que las epidemias se presentan cada entre 3 y 5 años.

A su turno, el responsable del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano Manuel Espinosa apuntó que “siempre tenemos que estar alertas por una potencial epidemia de dengue a partir de diciembre” porque “potencialmente siempre va a haber un brote y de cómo se trabaje (en prevención) dependerá de si se convierta en epidemia o no”.

El dengue es una enfermedad viral transmitida a los humanos por la picadura del mosquito Aedes aegypti previamente infectado con el virus por haber picado a otra persona que lo cursa.

“Como todas las enfermedades que transmite este mosquito - zika, chikunguña, y fiebre amarilla urbana- el dengue tienen un comportamiento estacional y los meses de actividad del mosquito son también los de circulación viral, con el pico entre febrero y marzo”, dijo Espinosa.

Al existir cuatro serotipos distintos del virus, una persona puede contraerlos sucesivamente y el haber transitado la infección por alguno de ellos no sólo no protege al individuo contra los restantes, sino que representa mayor riesgo de sufrir una forma grave ante la infección por otro serotipo.

No obstante, el 75% de las personas infectadas por el virus del dengue cursan la enfermedad de manera asintomática y sólo el 5% hacen el dengue grave o hemorrágico, con una mortalidad del 1% cuando el empeoramiento de la enfermedad es detectado precozmente y el paciente tiene acceso a atención médica adecuada.

El control del vector sigue siendo la principal medida de prevención por más que haya circulación de personas infectadas el virus no se transfiere de unas a otras si no se da la intermediación del mosquito.

El dengue se presenta en las zonas urbanas de los países de climas tropicales y subtropicales de todo el planeta, y el número de casos notificados a la OMS se ha multiplicado por 10 en las últimas dos décadas, pasando de 505.430 casos en 2000 a 5,2 millones en 2019. Además, entre 2000 y 2015 las muertes pasaron de 960 a 4.032.

El cambio climático, la alta densidad poblacional en áreas urbanas, las migraciones, el incremento de la pobreza y las precarias condiciones de vida explican este crecimiento.

La enfermedad del dengue se presenta con un cuadro febril agudo e inespecífico de menos de siete días de duración, sin síntomas respiratorios. A estos signos, suele agregarse dolor de cabeza intenso, detrás de los ojos, muscular y en las articulaciones, además de diarrea o vómitos y una erupción en la piel.

“Habitualmente es de manejo ambulatorio y los síntomas ceden en pocos días; pero en algunas ocasiones puede evolucionar a un cuadro grave con afectación de órganos, distrés respiratorio o shock”, sostuvo Analía Urueña, médica infectóloga y directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles (CEPyCET) de la Universidad Isalud.

Desde 1998, cuando reaparecieron los casos de dengue en la Argentina tras haber sido declarado “erradicado” en 1967, el país ha transitado tres epidemias de la enfermedad: 2009 (27 mil casos notificados), 2016 (41.200) y 2020 (54.674), según datos del ministerio de Salud.

“Cada brote ha sido de mayor magnitud que el anterior porque no se tomaron las medidas necesarias para ir paliando la proliferación del mosquito”, dijo Rodríguez.

“Además, desde 2009 lo que se ve es que cada vez más provincias registran actividad del mosquito y entonces es probable que aparezcan también casos de dengue. De hecho, en el año 2000 las únicas provincias con casos eran Salta, Formosa y Misiones y hoy si hacés una línea horizontal entre Mendoza capital y Bahía Blanca, por encima de ese límite es toda área donde llega el aedes”, dijo Espinosa.

Espinosa coincidió con Rodríguez en que la pandemia de Covid favoreció el crecimiento de los casos de dengue en 2020 en un doble sentido: por un lado interrumpió las acciones territoriales de prevención y, por otro lado, las personas se vieron obligadas por la cuarentena a permanecer en sus domicilios donde vive el mosquito.

La prevención y control del dengue depende fundamentalmente de la adopción de medidas antivectoriales eficaces.

“Básicamente se trata de eliminar los huevitos de los recipientes (con agua estancada), pero este mosquito tiene un problema y es que los huevos pueden resistir más de un año en los recipientes que han sido puestos y son esos huevos los que en la próxima temporada de lluvias van a eclosionar reiniciando el ciclo”, dijo Rodríguez.

En cuanto a la fumigación, Espinosa explicó que “es una herramienta sólo de control de mosquitos adultos que se debe utilizar cuando hay un brote epidémico” y de manera “intradomiciliaria” porque de nada sirve hacerlo en otro momento o “en parques o la vera de la ruta” ya que el mosquito “es doméstico, sólo vive dentro de las casas” y se mueve en un radio de 100 metros.

Por otra parte, aún no hay una vacuna para prevenir los contagios o las formas graves a nivel de la población en general ni tampoco tratamiento específico para quienes transitan el dengue o dengue grave.

Sí existe una vacuna -Degvaxia- desarrollada por el laboratorio Safir Pasteur que la OMS recomienda administrar solo en personas que hayan tenido una primera infección natural por dengue porque podría aumentar a largo plazo los casos de la enfermedad en personas que nunca lo tuvieron. En Argentina, la Amnat la aprobó en 2017 pero aún no habilitó su comercialización. En tanto, otras vacunas están en fase avanzada de desarrollo, como la del laboratorio japonés Takeda.

“Pero aún si mañana tenemos una vacuna exitosa contra el dengue, hay que seguir controlando el mosquito porque transmite más de 104 virus y hay un montón de otras enfermedades que hay que seguir previniendo”, concluyó Rodríguez.

¿Cómo prevenir el dengue?

La única forma eficaz de prevenirla es controlando las poblaciones de mosquitos transmisores. Estas son algunas recomendaciones:

  • Eliminar correctamente los desechos sólidos y líquidos.
  • Evitar que los mosquitos encuentren lugares donde depositar sus huevos.
  • Aplicar los tratamientos adecuados a los recipientes donde se almacene agua.
  • Cubrir, vaciar y limpiar periódicamente los recipientes donde se almacena agua para uso doméstico.
  • Limpiar las canaletas, bebederos de animales o lugares donde se almacena agua para otros usos.
  • Mantener el césped corto.
  • Cambiar regularmente el agua de floreros.
  • Usar repelentes para las picaduras de mosquitos.
  • Vacunarse contra el dengue.

Con información de la OMS, CAEME y Télam.

IG

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