Cada 1º de diciembre, más de tres décadas después de su creación, el Día Mundial del Sida mantiene su carácter central en la agenda sanitaria global. La fecha convoca a organismos internacionales, gobiernos y organizaciones sociales a renovar compromisos frente al VIH, visibilizar a quienes conviven con el virus y recordar a las personas fallecidas por enfermedades vinculadas al sida.
Establecido en 1988, se convirtió en la primera jornada internacional dedicada específicamente a un tema de salud. Desde entonces, distintos países impulsan campañas y actividades que buscan actualizar información, promover la prevención y reforzar el acceso universal a tratamientos, un punto que especialistas consideran aún desigual en varias regiones.
Este año, la consigna global vuelve a centrarse en la necesidad de poner fin a las desigualdades que sostienen la epidemia. Organismos sanitarios insisten en que incrementar la financiación, mejorar los programas de detección temprana y ampliar la disponibilidad de terapias son pasos claves para evitar nuevos contagios y reducir la mortalidad.
Acciones y símbolos de la jornada
A lo largo del día, se desarrollan campañas de concientización, jornadas comunitarias y actividades educativas. El lazo rojo, adoptado desde los años noventa como símbolo de solidaridad, vuelve a ocupar un lugar visible en instituciones, medios y espacios públicos. Muchas personas que viven con VIH también utilizan la fecha para hacer oír sus reclamos, especialmente en torno al acceso a tratamientos y a la lucha contra el estigma.
Aunque los avances científicos permitieron transformar al VIH en una condición crónica tratable, especialistas y organizaciones coinciden en que la lucha aún no está terminada. La efeméride recuerda que el virus no desapareció y que el desafío es tanto sanitario como social: garantizar políticas sostenidas, financiamiento estable y una mirada libre de discriminación hacia quienes conviven con la enfermedad.
LN