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Hombres en el posparto: “Hasta que no te quedás en casa mano a mano con el bebé, no te das cuenta de todo lo que implica”

Diferentes estudios demuestran los beneficios de la implicación paterna.

Lucía M. Quiroga

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Cuando las hijas de Andrés nacieron, hace menos de 20 años, él solamente pudo tomarse dos días en su trabajo. Coincidió además que ambas nacieron en fin de semana, por lo que al lunes siguiente él fichó en su oficina a primera hora de la mañana, como un día cualquiera. “Dejaba en casa a mi mujer, que además se estaba recuperando de una cesárea, con un bebé recién nacido. Lo llevé mal, yo lo que quería era implicarme y pasar tiempo con ellas. Esa ausencia la suplió mi suegra, que se instaló en nuestra casa para darnos una mano, pero siempre he pensado que ese rol me correspondía a mí y que de alguna manera me robaron esos primeros meses del bebé. Trataba de hacer todo lo que podía de noche, bañarlas, cambiarles el pañal, dar alguna mamadera… pero no fue suficiente, ni mucho menos”, recuerda.

En los últimos años, la equiparación de los permisos de paternidad en España ha permitido a los hombres incorporarse al cuidado de los bebés desde el inicio de su vida. Diferentes estudios han demostrado ya que esa ampliación de permisos hizo que los hombres los cojan mayoritariamente, aunque de manera diferente a las mujeres. En el caso de parejas heterosexuales, las investigaciones indican que la implicación del padre en los cuidados desde el principio aporta beneficios a la salud física y mental de la madre y del bebé.

Como padres, tenemos que empezar a plantearnos qué es lo que no podemos hacer. Evidentemente solo hay un par de cosas muy específicas que no podemos hacer, del resto no hay nada de lo que no podamos encargarnos

Alfredo Ramos doctor en Ciencia Política y experto en masculinidades

Frente a la creencia socialmente extendida de que los primeros días son únicamente las madres las que pueden y deben cuidar al bebé, cada vez más voces reclaman que se ejerza una paternidad corresponsable desde el principio de la vida. “Tenemos que dejar de preguntarnos qué cosas podemos hacer como padres durante los primeros días, y empezar a plantearnos qué es lo que no podemos hacer. Evidentemente solo hay un par de cosas muy específicas que no podemos hacer, del resto no hay nada de lo que no podamos encargarnos”, asegura Alfredo Ramos, doctor en Ciencia Política y experto en masculinidades.

Ramos, que acaba de publicar un ensayo titulado Perforar las masculinidades (Bellaterra, 2024), profundiza en todo lo que los padres pueden aportar durante el posparto: “Nuestras posibilidades tienen que ver con nuestra implicación previa durante el embarazo y en el parto. No se trata solo de asistir a los cursos de preparación, visitar hospitales o tener claro cuál es el plan de parto. Se trata de participar de la complejísima infraestructura que requiere el cuidado del bebé: ropa, mobiliario, organización del tiempo... y que son parte de esa carga mental que está desigualmente distribuida. Esto supone que no tenemos que pasar los primeros días del posparto pensando '¿qué es esto?' '¿para qué sirve?' o '¿dónde están los pañales?'”, asegura.

Según él, la corresponsabilidad pasa por “responsabilizarse de un amplio conjunto de tareas que van desde organizar las visitas, baños, pañales, comida familiar, agendar posibles visitas médicas, responder a lo inestable de los periodos de sueño, lavar las ropas… y estar con el bebé y nuestra pareja”, explica.

Algo semejante a eso es lo que intentó hacer David, que está actualmente de baja para cuidar de su hija, tras haberse reincorporado su pareja al trabajo. “Al principio todo el mundo me decía que, como mi mujer daba la teta, yo estaría borrado durante los primeros meses. Como era primerizo, y como a veces es difícil renunciar a ese rol privilegiado que todo el mundo te da, al inicio me costaba ver que no era así. Pero hay muchísimas cosas que podemos aportar, sin que por ello se tenga que decir de nosotros que somos unos padrazos”, explica. Y continúa: “Hay una parte que es verdad, porque los primeros días el bebé y la madre están pegados todo el tiempo, pero el cuidado implica muchas más cosas. En nuestra casa, por ejemplo, yo la bañaba y cambiaba de ropa, la paseaba en carrito para que la madre descansara y, cuando descubrí el porteo, entendí que yo también podía establecer un vínculo mucho más cercano con el bebé. Por supuesto me encargué de gestionar todo el resto de la logística: comidas, lavadoras, visitas…”, asegura David.

La matrona Laia Aguilar recomienda a los padres que se impliquen antes del nacimiento formándose o acudiendo a los grupos de preparación al parto y a todas las pruebas. Tras el nacimiento, es su labor crear un ambiente en el que la madre pueda cuidarse.

En su libro Conoce tu posparto (Grijalbo, 2022), la matrona especializada en lactancia y posparto Laia Aguilar dedica un capítulo entero a hablar del papel de la pareja en esa etapa. Para ella, la clave está en concebir la parentalidad como un “trabajo de equipo”, sin competir ni compararse, sino colaborando y complementándose. Aguilar recomienda a los padres que se impliquen incluso antes del nacimiento: “Formarse, leer, acudir a los grupos de preparación al parto y a todas las pruebas”, enumera. Y en cuanto el bebé ha nacido, “el papel fundamental del padre pasa por generar un ambiente en el que la madre pueda cuidarse”, expone Aguilar.

Para la matrona, el padre deberá ocuparse de toda la logística, teniendo en cuenta que “durante los primeros días, el bebé prácticamente vive encima de la madre”. Así que ella recomienda al padre que asuma el resto de tareas: “comidas, funcionamiento de la casa, tareas domésticas, gestión de los otros hijos, gestión de las visitas y la familia, etc.…”. En cuanto al bebé, también puede asumir todas las tareas que no impliquen dar el pecho —si se opta por esta opción, como aclara la matrona—: “El piel con piel, el aseo, el cambio de pañal, los paseos, cantar, bailar, acunar, cortarle las uñas, dormir juntos, el baño, etc.”. Esta implicación de los padres lleva a generar un ambiente familiar mejor e incide directamente en la salud física y mental de toda la familia. “Las investigaciones sobre el papel del padre cada vez concluyen de forma más clara que su implicación en la crianza tiene un efecto directo en la salud y el bienestar de la madre y del bebé”, escribe Aguilar.

La psicóloga perinatal Diana Crego, que lidera el proyecto Mi Tribu Psicología Perinatal, ahonda en los beneficios que tiene la corresponsabilidad para la salud física y mental de la mujer: “La madre necesita saber que dispone de un soporte social robusto. Cuanto mayor sea la red de apoyo, mayor será la probabilidad de tener una mejor salud mental y física, además de una mayor calidad de vida percibida”, asegura. La psicóloga insiste en la necesidad de que el padre cuente también con su propia red: “Si él se hace cargo de todo lo que rodea a la díada madre-bebé, se siente apoyado por sus amigos, se siente escuchado por familiares cercanos como su padre o hermano y cuenta con referentes en su paternidad que le hagan sentir comprendido porque comparten su vivencia, podrá sostener mucho más eficientemente y saludablemente a la madre. Con menos estrés, más sensación de competencia y más confianza, lo cual aumenta su autoestima y autopercepción al pensar que lo está haciendo bien”, apunta Crego.

Es ahí donde cobra relevancia también la necesidad de contar con referentes de padres cuidadores. “Uno de los elementos fundamentales de nuestra socialización tiene que ver con aprender a ser hombres, pero no a ser padres”, explica el experto en masculinidades Alfredo Ramos. Y pone un ejemplo para comprenderlo: “Parece un detalle estúpido, pero para mí es relevante: es habitual que en los grupos de mensajería de mujeres aparezcan consejos, archivos de Excel con las cosas que tienes que tener en casa cuando llegas del hospital... un conjunto de conocimientos prácticos que se socializan con facilidad. Esto no suele suceder en los grupos de hombres, donde las preguntas sobre el parto, el postparto, sobre cómo se han abordado esas situaciones suelen ser muy raras”, asegura.

Para él, esta situación ha cambiado en los últimos años, con la incorporación de los hombres a los cuidados de manera más corresponsable: “Está por ver cómo en los próximos años el uso de las bajas de paternidad afectará a las excedencias o las reducciones de jornada, que por el momento son esencialmente femeninas. Es muy importante, por ejemplo, cómo se gestionan las bajas de maternidad y paternidad. Las investigaciones recientes señalan la importancia de alternarlas. Los hombres nos vamos a implicar más en el cuidado, nos vamos a hacer mucho más responsables de la carga mental del cuidado si tenemos que asumir ‘solos’ uno de estos periodos”, resume el experto.

Hasta que no te quedas en casa mano a mano con el bebé, no te das cuenta de todo lo que implica, es no parar durante todo el día. Pero esto me está ayudando a dimensionar la importancia de los cuidados y a establecer una relación muy especial con mi hija

David padre

David, el padre que está cuidando ahora mismo de su bebé tras la incorporación de la madre al trabajo, asegura estar disfrutando mucho de este período, aunque se siente “agotado”: “Hasta que no te quedas en casa mano a mano con el bebé, no te das cuenta de todo lo que implica, es no parar durante todo el día. Pero esto me está ayudando a dimensionar la importancia de los cuidados y a establecer una relación muy especial con mi hija”, cuenta. 

También celebra esta ampliación de los permisos Ricardo, cuyos hijos, de 5 y 2 años, nacieron en pleno proceso de ampliación, ya que los permisos fueron alargándose de manera progresiva. Por eso, él puede comparar entre una y otra situación. “Cuando nació mi primer hijo me correspondían ocho semanas, estaba empezando la ampliación de permisos; y cuando nació el segundo ya pude disfrutar de las 16 semanas, que es cuando realmente te da tiempo a participar en todo el proceso. Celebro todas las medidas que se toman en favor de la conciliación, hacen mucha falta sobre todo en casos como el nuestro, que no tenemos apoyo familiar”, asegura.

Su papel al llegar a casa fue asumir el rol de cuidador principal, ya que su mujer tuvo partos complicados y estaba convaleciente. “Sobre todo las noches eran cosa mía, porque ella tenía que descansar y recuperarse. Yo me despertaba todas las veces que hiciera falta para darles la toma cada cuatro horas, para acunarles, para cambiarles, para lo que fuese. Era agotador, pero a la vez muy bonito”, recuerda. 

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