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Entrevista
Jairo Méndez Rico, experto en enfermedades virales: “Van a venir más pandemias y necesitamos estar preparados”

Jairo Méndez Rico -asesor regional de OPS en enfermedades virales emergentes-.

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Con lo peor atrás, la pandemia nos permite el lujo de la pregunta por el futuro. Las nuevas estrategias de vigilancia y el autoabastecimiento de vacunas, pero también las amenazas latentes, estuvieron en la agenda -cerrada al público- que los equipos técnicos nacionales e internacionales convocados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) trataron en un hotel céntrico de Buenos Aires.

La directora Carissa Etienne sólo enfrentó los micrófonos durante la apertura, cuando lanzó dos advertencias significativas: los patógenos respiratorios están reemergiendo y la gripe estacional sigue causando hasta 650 mil muertes anuales en América Latina. “No se trata de si se producirá una pandemia por un nuevo virus de influenza, sino de cuándo ocurrirá”, reconoció.

Antes del cierre del taller, Jairo Méndez Rico -asesor regional de OPS en enfermedades virales emergentes- aceptó esta entrevista para trazar un balance de los dos años que vivimos en peligro y plantear un optimismo austero. El virólogo colombiano está a cargo de la Red Regional de Vigilancia Genómica (COVIGEN), que busca fortalecer la capacidad de secuenciación de los laboratorios para entender mejor la evolución de los virus, optimizar protocolos de diagnóstico y generar información precisa para el desarrollo de vacunas.

“A finales de 2020, cuando desde el Reino Unido se empezó a hablar de las primeras variantes, empezamos a trabajar mucho más intensamente en la recolección de muestras y en la construcción de capacidad en los países”, rememora. “La red ha venido creciendo muchísimo y hoy tenemos 32 laboratorios en 28 países”. Ya concretaron 426.885 secuencias de Alpha, Beta, Gamma, Delta y Omicron, cuyas trayectos escarpados de picos y derrumbes pueden seguirse desde un panel especial en la web de COVIGEN.

¿Cuál fue el principal aporte de la red?

Las variantes modularon la pandemia. Cuando teníamos algunas con mucha transmisibilidad y empezaban a bajar los picos, aparecía otra con más capacidad para evadir la respuesta inmune. La red nos permitió generar una plataforma. Cuando llegue otra emergencia vamos a poder caracterizar los patógenos de manera mucho más rápida.

¿Cómo se preparan para eso?

Si bien seguimos abocados principalmente a Covid-19, durante el próximo consejo directivo de OPS vamos a proponer una estrategia regional de vigilancia genómica. El objetivo es tener información genética de los patógenos emergentes o reemergentes. No solamente hablamos de virus, sino también de otros que pueden generar, por ejemplo, resistencia antimicrobiana en bacterias.

En estos días reconoció la necesidad de mejorar los laboratorios de la región porque “no se puede hacer vigilancia a ciegas”. ¿Qué problemas persisten?

La secuenciación no es algo para lo cual los laboratorios están preparados rutinariamente. No es una metodología diagnóstica; normalmente se hacía solo como investigación. Hoy debería considerarse un complemento de la vigilancia epidemiológica. Cambiar esa perspectiva, y acostumbrarnos a que esto viene para quedarse, sigue siendo un reto.

¿Es un método que ayuda a ganar tiempo?

Sí, y a predecir hasta dónde puede ir una pandemia. Si identificamos un marcador genético que permite pensar que ese patógeno va a escapar de la vacuna, probablemente sea el que vaya a generar reinfecciones o una mayor transmisión. (…) El problema es la sostenibilidad. La secuenciación no es nada barata y los reactivos son muy costosos (…) Esperamos que los países lo asuman como una necesidad. Son plataformas muy valiosas y tenemos que usarlas para poder anticipar medidas de protección.

Con la información de que disponen hoy, ¿qué se podría haber hecho de otra manera?

Sabíamos que las variantes eran un tema biológico que iba a suceder. Los virus hacen eso: cuantas más oportunidades les des de transmitirse, más van a tener de adaptarse. Sin embargo, hablar de mutaciones empezó a generar mucho pánico. Debemos acostumbrarnos a que eso es un proceso normal. Los virus pueden ser más transmisibles, pero también menos agresivos.

¿Fue un problema de comunicación?

Sí. Y tenemos que aprender que, independientemente de cuál variante esté circulando, las medidas son las mismas. Esa fue otra cosa que nos causó mucha dificultad. Era fundamental tener claro que la mascarilla, el lavado de manos, el distanciamiento y las vacunas funcionaban para todas las variantes.

Cuando se informaba sobre la llegada de las más contagiosas, ¿la sociedad respondía en consecuencia?

Omicron es una de las que más rápido se transmiten, pero no generó impacto a nivel de mortalidad y nos empezamos a relajar. Es una dificultad para la que tal todavía vez no tengamos una buena respuesta. Se trata de llegar a un punto medio: “El virus sigue circulando y aún con vacuna usted se puede reinfectar. Es muy probable que no se muera, pero igual puede ser que se enferme y, por ejemplo, no pueda trabajar por una semana”. Eso tiene un impacto. Tenemos que seguir preocupándonos (…) Y debemos esquivar algo que ha hecho mucho daño: las falsas noticias que llevaron a que muchas personas decidieran no vacunarse.

¿Hay forma de convencerlas?

En relación a los antivacunas extremos, casi no perdería el tiempo. El objetivo pueden ser los que están en el rango de la indecisión, que se preguntan si serán ciertos los rumores o postergan la decisión de vacunarse.

¿Qué pasa con quienes deciden no darse las dosis de refuerzo o no vacunar a sus hijos?

Lo más importante siempre fue que el mayor porcentaje de la población tuviera al menos el esquema completo. Pueden ser una, dos o tres dosis, dependiendo de cada país y la vacuna aplicada. De ahí en adelante, no solamente es una decisión muy personal, sino que también va a depender de los países, la disponibilidad de vacunas y los grupos de riesgo. Los refuerzos son importantes. Si reestimulo el sistema inmune y le muestro proteínas nuevas del virus, se reprograma para defenderse mejor. Pero si no tienes los refuerzos, no quiere decir que no estés protegido. Hay una memoria del sistema inmune.

¿Qué implica que Argentina y Brasil hayan sido seleccionados como centros de producción de vacunas de ARN para la región?

Tener países fuertes y sólidos, con una historia previa de producción de vacunas, no solamente demuestra una capacidad a nivel regional, sino que también da confianza para que en próximas epidemias tengamos plataformas que -mediante algunos ajustes- permitirán montar la producción de una vacuna con mayor rapidez.

¿Cómo están los tiempos para eso?

Creo que va a ser en muy corto plazo. Ya se tienen los acuerdos para la transferencia de la tecnología desde los laboratorios. Ahora estamos en una fase de exploración para el proceso de implementación in situ. Hay interés y compromiso de ambos países.

¿Qué factores deberían darse para que el virus de la influenza se convierta en pandemia?

La influenza tiene todo lo que se necesita para generar una pandemia, con mecanismos de adaptación muy claros a las células de humanos. Pero también ha afectado mucho a animales salvajes y de granja. Si un virus que infecta aves de corral logra combinarse con otro que tiene la capacidad de infectar al humano, no sabemos qué impacto tendrá. Estos factores le otorgan un potencial enorme para generar otra pandemia como la de 2009. 

¿Cómo podría evitarse?

Necesitamos tener claro cuáles son los patrones de circulación de influenza para poder identificar en qué momento se alteran. En ese caso, hay que mirar por qué: si hubo un cambio en el virus, si está escapando de la vacuna. Eso permite generar una medida de salud rápida. No podemos predecir cuál va a ser el próximo virus ni dónde se va a generar, pero sí podemos fortalecer nuestra capacidad de vigilar.

¿Qué perspectivas plantea la viruela del mono?

Es un virus que conocíamos, aunque estamos determinando si hay algo diferente que lo hizo salir de su ambiente endémico en África. Por su mecanismo de transmisión, puede ser más fácil de controlar. Como el contagio se da por contacto íntimo, hay un tema de responsabilidad: si tengo lesiones, puedo alejarme lo suficiente de una persona como para no contagiarla. Una comunicación asertiva, sobre cómo comportarnos para bajar el riesgo de infección, puede ayudar muchísimo. Y si tengo alguna lesión compatible con la enfermedad, está bien ir a un médico y comunicárselo a las personas con las que tenido contacto. Eso permite hacer un seguimiento de quienes pueden estar en riesgo.

¿Puede empezar a afectar más a quienes no están en el grupo de mayor riesgo? [hombres que tienen sexo con hombres]

En este momento tiene la capacidad de afectar a cualquiera. No hay un tropismo [afinidad] particular para decir que sólo está en determinado grupo de riesgo y que son ellos los que se tienen que cuidar. No hemos visto cambios que permitan pensar que el virus va a tener un proceso de agresividad mayor, pero seguramente se irá adaptando mejor al humano. Nos puede afectar a todos, y depende de todos poder controlarlo. 

¿Por qué aparecen -o reaparecen- estas enfermedades?

Hay temas de comportamiento y factores como la conectividad global: en menos de seis horas puedo traer un virus de un continente a otro. La urbanización acelerada hace que cada vez entremos a más áreas de riesgo, ocupando hábitats donde los patógenos pueden saltar al humano muy fácilmente. Hay que ser mucho más organizados en la manera como crecemos. Son factores que tenemos que empezar a poner en un contexto de salud pública, teniendo en cuenta que los patógenos van a estar siempre ahí. Muy seguramente, esta no va a ser nuestra última pandemia. Van a venir más y necesitamos estar preparados. 

¿Qué deberían hacer los estados?

Hay que tener claros los mecanismos para informar a tiempo sobre las enfermedades que aparecen y comunicarlo a los países vecinos, como prevé el Reglamento Sanitario Internacional. La preparación implica todo lo que hemos hecho en los últimos dos años, como fortalecer nuestra red de laboratorios y de vigilancia genómica. Pusimos nuestros mejores esfuerzos para salir adelante y hemos logrado mucho, pero el ejercicio de mirar dónde quedan brechas por corregir va a ser fundamental para poder responder a una próxima emergencia.

PC

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