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Arde un árbol en la Amazonía para que coma un cerdo de macrogranja en España

Un árbol arde en la Amazonía para que coma un cerdo en una macrogranja española

Raúl Rejón

elDiario.es —

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Grandes extensiones de bosque arden cada año en la Amazonía para que coman cerdos de macrogranja al otro lado del océano Atlántico, en Europa. Después, buena parte de la carne de los animales criados y sacrificados en grandes explotaciones de España, por ejemplo, acabará vendida a China.

La ganadería superintensiva, cuyo máximo exponente son las macrogranjas, ha acaparado el discurso público en España a partir de la manipulación de unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre los impactos ambientales de ese modelo de explotación. Sin embargo, la factura ecológica de esta fórmula de obtener carne comienza a muchos kilómetros al oeste: está directamente relacionada con la destrucción forestal en Brasil o Argentina. Los árboles se talan o abrasan para abrir espacio a los cultivos de soja con los que satisfacer la demanda de piensos que exige esa ganadería industrial.

El cultivo de soja: de la deforestación en América del Sur al

consumo de cerdo español en China

SUPERFICIE DEFORESTADA EN 2020

Amazonía brasileña

Norte de Argentina

13.200 km2

1.140 km2

La extensión aproximada

Unas tres cuartas partes

de la provincia de Jaén

de la isla de Gran Canaria

(13.496 km2)

(1.560 km2)

Entre 2006 y 2017, se plantaron de

6.000 a 18.000 km2

  de soja cada año en tierras

deforestadas de la Amazonía

37

En 2020, España importó del continente

americano 5,8 millones de toneladas de

18

soja, una cantidad algo mayor que la que

se destinó ese mismo año en nuestro país

(4 millones)

a la producción de pienso

para ganado. Del total de 37 millones de

5,8

toneladas producidas,

18 millones

 fueron

5

4

destinadas al engorde de porcino, una

1,4

carne de la que España produjo 5 millones

de toneladas.

1,4 millones

 casi una de

Soja

Pienso

Carne de cerdo

cada tres, fueron exportadas a China.

MILLONES DE TONELADAS

Fuentes: Greenpeace, Wikipedia, Ministerio de Agricultura y Erasmus

El cultivo de soja: de la deforestación

en América del Sur al consumo de

cerdo español en China

SUPERFICIE

DEFORESTADA EN 2020

Amazonía brasileña

13.200 km2

La extensión aproximada

de la provincia de Jaén

(13.496 km2)

Norte de Argentina

1.140 km2

Unas tres cuartas partes

de la isla de Gran Canaria

(1.560 km2)

Entre 2006 y 2017, se plantaron

de

6.000 a 18.000 km2

de soja cada año en tierras

deforestadas de la Amazonía

En 2020, España importó de continente americano

5,8 millones de toneladas de soja, una cantidad algo

mayor que la que se destinó ese mismo año en

nuestro país

 (4 millones)

 a la producción de pienso

para ganado. Del total de 37 millones de toneladas

producidas,

 18 millones   

   fueron destinadas al

engorde de porcino, una carne de la que España

produjo 5 millones de toneladas.  

  1,4 millones,  

   casi

una de cada tres, fueron exportadas a China.

37

18

5,8

5

4

1,4

Soja

Pienso

Carne de cerdo

MILLONES DE TONELADAS

Fuentes: Greenpeace, Wikipedia, Ministerio de Agricultura y Erasmus

Esta relación funesta está comprobada hasta tal punto que la Comisión Europea reconoce dónde recae parte del problema: “El consumo de la Unión Europea es un factor que influye de manera desproporcionada en la deforestación”, explica en el borrador de nuevo reglamento sobre comercialización de determinadas materias primas. Hasta ahora, a nivel europeo, varias de estas materias estaban bajo paraguas de compromisos voluntarios de los sectores implicados.

Los productos que se van a regular son: la madera, el ganado bovino, el aceite de palma, el cacao, el café y... la soja. La CE explica que, sin la normativa en elaboración, “el consumo y comercialización de estas seis materias primas provocaría para 2030 la destrucción de 248.000 hectáreas”.

La deforestación en la Amazonía de Brasil ya bate récords. El año pasado la tasa de destrucción subió un 20% respecto a 2020 y alcanzó los 13.250 km2. Es el tercer pico consecutivo de los últimos diez años desde que se registrara un mínimo en 2012. En ese periodo, la tasa de deforestación se ha incrementado un 186%, según los datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.



Y, en gran medida, el cultivo industrial de soja está detrás: solo de 2006 a 2017, se plantaron, cada año, entre 600.000 y 1,9 millones hectáreas de soja en terreno deforestado en esa zona del planeta, según una investigación internacional publicada en febrero de 2020 en Environmental Research. La causa fue “el crecimiento global de la demanda, las fluctuaciones en la disponibilidad de capital y la oportunidad política”, decían los investigadores de varias universidades.

Y eso que una denominada moratoria de la soja –un compromiso voluntario de los comerciantes para rechazar soja obtenida en terrenos recientemente deforestados– ha conseguido “ayudar a reducir el 'clareamiento' directo para plantaciones”, detectaron estos científicos. Pero, al mismo tiempo, la agroindustria de la soja puso la vista en la sabana de El Cerrado brasileño que está comiéndose ahora sin mucho freno: la mitad del ecosistema se ha convertido ya en campo de cultivo.

España se ha convertido en una maquila cárnica donde se reciben grandes cantidades de materias primas extranjeras baratas para ser transformadas en productos de mayor valor, que son nuevamente exportados a terceros países

Isabel Fernández Cruz Ecologistas en Acción

El norte húmedo de Argentina es otra de las regiones boscosas que soportan la deforestación para crear espacios abiertos donde cultivar grandes extensiones de soja. En 2019 la superficie desmontada en las provincias de Santiago del Estero, Formosa, Chaco y Salta sumaron 80.900 hectáreas, según el análisis de fotos satélite de Greenpeace. En 2020 se llegó a las 114.700 hectáreas de bosque arrasado: un 41% más. “Las principales causas de la pérdida de bosques nativos son el avance de la frontera agropecuaria: ganadería y soja además de los incendios”, afirma la organización.

Base de la alimentación ganadera

La demanda de soja y su mercado están al alza, como describía el trabajo de Environmental Research. En 2020, recomenzó la escalada de precios que hizo que se pasara de 360 dólares por tonelada en el mes de abril a los 520 dólares por tonelada en diciembre, es decir, un encarecimiento del 44% en ocho meses. “Una cotización que no se registraba desde los máximos de 2012”, aclara el Ministerio de Agricultura, que subraya que la soja “es uno de los principales productos agrarios importados por España”.

Efectivamente, España está entre los primeros puestos de la demanda europea. Importa más de cinco millones de toneladas de soja cada año, según los registros del Ministerio de Agricultura. Entre 2016 y 2020 las compras subieron un 9%: de 5,3 a 5,8 millones de toneladas entre habas y tortas de soja. Más de la mitad viene de Brasil (que es el país al que más importa productos agroalimentarios).



Y, casi toda la soja que entra en España, se usa para fabricar piensos para animales, no para comida o bebida humana. “Son la base proteica de la alimentación ganadera”, explican en Agricultura. Más de cuatro millones de toneladas de soja se utilizan todos los años para obtener alimentación animal. La producción total de piensos en España superó los 37 millones toneladas en 2020 por los 31 millones toneladas de 2015. El 96% es para ganado o aves, “animales de abasto” en terminología agropecuaria.

Sustento del “boom” del porcino

El engranaje que une la soja suramericana con las explotaciones intensivas europeas está engrasada por corporaciones como Bunge o Cargill que controlan la cadena en la producción, transporte y transformación. Ambos gigantes, que aseguran que sus compromisos y código interno hacen que su soja sea “sostenible”, tienen plantas transformadoras de soja en puertos españoles para cerrar su negocio integrado: adquisición en el campo, transporte oceánico y transformación de las habas de soja en producto que marcha a los fabricantes de piensos.

En este sentido, más de la mitad de toda esa producción de pienso en España es comida para cerdos destinados al matadero, según refleja la recopilación de datos de fabricantes que realiza el Ministerio de Agricultura.



Es el sustento principal del boom del porcino que ha experimentado España al pasar en diez años de sacrificar 40,8 millones cerdos en 2010 a 56,4 millones en 2020. Cada vez se crían más animales en un número menor de explotaciones –más grandes– y con un volumen de exportación que se ha disparado. En 2020 las ventas a China subieron un 111% y más de 700.000 toneladas. Tres de cada cuatro toneladas de carne de cerdo exportadas por España fuera de la UE fue vendida a China aquel año (1,3 millones en total).

Isabel Fernández Cruz, de Ecologistas en Acción, analiza que “España se ha convertido en una maquila cárnica donde se reciben grandes cantidades de materias primas extranjeras baratas para ser transformadas en productos de mayor valor, que son nuevamente exportados a terceros países”. Y, muy crítica con este esquema, remata: “Este modelo conlleva graves impactos socioambientales, tanto en los lugares de cultivo de la soja, como en los territorios rurales ibéricos con la contaminación del agua, el aire, y la pérdida de biodiversidad”.

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