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Narcos, barrabravas y traiciones: la trama del mayor cargamento de marihuana decomisado en Córdoba desde 2017

El resultado del operativo de la Policía Federal realizado el 18 de febrero desbarató el accionar de tres bandas que se asociaron para comercializar 1.431 kilos de marihuana en Córdoba

Gustavo Molina

Córdoba —

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El secuestro de 1.431 kilos de marihuana en manos de una banda de narcotraficantes a mediados de febrero pasado, sorprendió a los cordobeses por la espectacularidad del operativo, por la cantidad de droga incautada y por los nombres de algunos de los integrantes de la organización, ligado a La Fiel, una de las facciones de la barra brava del Club Atlético Talleres (CAT).

La investigación por narcotráfico realizada por el fiscal federal Enrique Senestrari, que terminó con el secuestro de 1.431 kilos de marihuana compactada en 1.761 panes -valuada en $ 45 millones-, fue la derivación de otra causa por venta ilegal de armas, que también llevaba adelante el mismo fiscal desde mediados de 2021. 

El último gran cargamento de droga con destino a Córdoba fue secuestrado en septiembre de 2017, cuando policías federales decomisaron en Entre Ríos 3.500 kilos de marihuana proveniente de Misiones hacia Córdoba. 

El jueves 17 de febrero pasado, hubo dos alertas en la Justicia federal cordobesa y se dispuso un rápido operativo a cargo de la División Drogas de la Policía Federal Argentina (PFA): el viernes iba a llegar un cargamento de marihuana proveniente de Corrientes, que entraba a esta provincia por San Francisco y tomaba la Ruta provincial 19 hacia la ciudad de Córdoba. Uno de los avisos llegó a través de las escuchas dispuestas por el juez federal Alejandro Sánchez Freytes a pedido del fiscal Senestrari, quien había iniciado una investigación por narcotráfico en octubre de 2021. El otro, a través de un delincuente que se acogió a la figura de “arrepentido” y el jueves 17 dio detalles del modus operandi e integrantes de la banda. En el último mes, este “arrepentido” ya había realizado dos reportes con información de esta causa al fiscal federal Maximiliano Hairabedian.

Como si se tratara de capítulos de la mítica serie The Wire, escrita y producida por el periodista y escritor David Simon; las escuchas y los seguimientos a los narcos cordobeses realizados desde el año pasado por agentes de la Policía Federal bajo las órdenes del fiscal federal Senestrari, permitieron armar el rompecabezas de tres organizaciones que se asociaron durante meses para traer a Córdoba un cargamento de marihuana valuado en $ 45 millones que en la calle y al menudeo triplica su monto. 

La mañana del viernes 18 de febrero pasado, gracias a esas acciones de inteligencia y al aporte dado por el arrepentido, fueron detenidos 16 sospechosos y se secuestró el cargamento completo de marihuana que había llegado a Córdoba: una parte estaba almacenada en un galpón de pasaje Orellano en barrio 25 de Mayo, en el sudeste de esta Capital; mientras que otra parte estaba siendo trasladada en distintos vehículos.     

Según la requisitoria, el fiscal federal Senestrari determinó a lo largo de cinco meses de pesquisa, que Darío Cáceres y Sergio “Tomatón” Busso, dos de los máximos jefes de La Fiel -la facción más importante de la barra de Talleres de Córdoba-, habían negociado con narcotraficantes correntinos, la compra de un millonario cargamento de marihuana. 

En la organización de los barras cordobeses Cáceres y Busso, también están Carlos Horacio “Gusano” Páez y Mauro “Tuerto” Peralta. Para poder comprar la droga, este grupo armó una especie de UTE con otra banda integrada por Juan Ignacio La Costa -un hombre que perdió una pierna en un accidente de motos hace una década y es conocido como “Rambo” o “Rengo”-, Claudio Ezequiel Gómez, Alfredo Renzo Ruiz y Claribel Georgina Espíndola. Como puente entre Cáceres y La Costa actuó Rita Andrea Cabral, una mujer conocida en el ambiente narco local con el apodo de “Pato”.

Para los investigadores, la banda liderada por “Rambo” La Costa oficiaba de pasamanos entre los barras Cáceres y Busso; y los correntinos Ramón Horacio Núñez, Gustavo Daniel Medina Ramírez, Leandro Vallejos y Maximiliano Romero, proveedores de la marihuana compactada.

Según la acusación, entre el 16 y el 17 de febrero pasado, Cristian Ramón Chávez y Angel López, bajos las órdenes de Medina Ramírez, iniciaron un viaje en el camión Iveco desde algún lugar de la provincia litoraleña hacia Córdoba, donde fueron recibidos  en el galpón de Ariel Alejandro Carrizo, a quién La Costa le había alquilado el lugar para acopiar los panes de marihuana. El vehículo con el embarque fue custodiado durante todo el viaje por un Toyota SW4 donde se conducían los vendedores Medina Ramírez, Núñez, Vallejos y Romero.

Los investigadores confirmaron que tras llegar a la ciudad de Córdoba por la Ruta 19, el camión Iveco con los 1.431 kilos de marihuana distribuidos en 1.761 panes, y el Toyota SW4 se detuvieron en una estación de servicio, donde se les sumó como guía para llevarlos al galpón de pasaje Orellano de barrio 25 de Mayo, un Fiat Cronos en el que se conducían los compradores Juan Ignacio “Rambo” La Costa, Espíndola, Ruiz y Gómez.

Los trabajos de inteligencia ordenados por el fiscal federal Enrique Senestrari, consignaron que el viernes 18 de febrero a la mañana, luego de que llegara el camión con la carga y la almacenaran en el galpón, comenzó la distribución: contratado por “Rambo” La Costa, Angel Valdez llegó en una Renault Trafic y cargó 933 paquetes con marihuana. Una vez con la carga, salió en el utilitario hacia la Ruta 9 Sur, seguido por el Fiat Cronos  donde se conducían La Costa, Espíndola, Ruiz y Gómez. Además de las tareas de inteligencia llevados adelante por efectivos de la Policía Federal que dan cuenta de la responsabilidad penal de La Costa; trascendió que el propio sospechoso le envió una foto a un amigo donde sale él junto a cientos de panes de marihuana que acababa de recibir.

También llegó al galpón de Alejandro Carrizo, una Renault Kangoo conducida por un desconocido, que cargó 448 paquetes con marihuana y tomó por la Ruta 9 Sur, al igual que la Trafic y el Fiat Cronos, pero a una distancia considerable.

Las 16 detenciones

Cuando ya se había distribuido la carga entre los tres compradores -faltaba que Carlos “Gusano” Páez, Sergio “Tomatón” Busso y la intermediaria Rita “Pato” Cabral llegaran a retirar los restantes 380 ladrillos de marihuana al galpón de pasaje Orellana; los agentes de la Policía Federal cayeron sobre los narcos cordobeses y correntinos: a la misma hora, agentes federales allanaron el galpón donde funcionaba una metalúrgica y había sido almacenada la marihuana, deteniendo al guardador Carrizo; mientras que los camioneros Chávez y López y los vendedores Medina Ramírez, Núñez, Vallejos y Romero fueron apresados a pocos kilómetros del lugar de descarga, acopio y distribución de la droga; cuando ya enfilaban de regreso a Corrientes. Otros policías apostados en el kilómetro 693 de la Ruta 9 Sur hicieron detener la marcha de la Trafic  con los 933 paquetes de marihuana y el Fiat Cronos donde se conducía “Rambo” La Costa y sus tres cómplices. En este mismo retén, los agentes cortaron el paso al utilitario Renault Kangoo con 448 ladrillos, pero el conductor solitario abandonó el vehículo con la carga y huyó a campo traviesa. Este último sospechoso fugó y no fue detenido, aunque está identificado: el utilitario que abandonó pertenece a una empresa de servicios.

Mientras que un tercer grupo de federales interceptó dos vehículos más que se dirigían hacia el galpón de pasaje Orellano: un VW Vento en el que iban “Tomatón” Busso y “Gusano” Páez; y un Honda Civic en el que se conducían “Tuerto” Peralta y la intermediaria “Pato” Cabral.

“Lo que llamó la atención fue que la Policía no detuvo a todo un corredor de autos, sino que puntualmente hizo detener la marcha de los vehículos donde estaba esta gente. Iban separados a distancias de 200, 300 metros entre un vehículo y otro, y así mismo, los detuvieron”, confió una fuente ligada a los detenidos.

Además de las detenciones en el galpón y en los vehículos; desde el viernes 18 de febrero hasta el pasado viernes 3 de marzo, se realizaron decenas de allanamientos, uno de los últimos en un domicilio de barrio Maipú donde vive Darío Cáceres. 

Todos los detenidos están alojados en el complejo carcelario de Bouwer, una pequeña ciudad ubicada en el límite sur de Córdoba capital.

Las defensas

Diego Casado, un abogado con llegada al mundo de los barras, tomó la defensa de Darío Cáceres, sindicado como uno de los líderes de una de las tres organizaciones narcos y uno de los jefes de La Fiel, la barra brava de Talleres de Córdoba: “Acá hay una fábula, lo acusan a Darío Cáceres detrás de esta operación y no hay ni una escucha, ni una palabra de Darío Cáceres. Si vos tenés una barra de 5.000 hinchas, no te podés hacer responsable de lo que hagan los hinchas. Es como culparlo a (Andrés) Fassi porque uno de los 50 mil socios de Talleres comete un crimen ¿Cuáles son las pruebas del fiscal contra Darío Cáceres? Una foto de Facebook y otra foto de Facebook. Esto es irrisorio  y atentatorio contra el principio de inocencia, ya que los hechos por demás contingentes en contra de Cáceres no arrojan la más mínima probabilidad requerida en esta etapa del proceso. Es lamentable que la instrucción haga de una investigación una comedia teatral o una ficción de Pol-ka para saciar el ímpetu en las marquesinas de los medios periodísticos. No es la primera vez que pasa esto, pero en el medio está la libertad de la gente. Todo el mundo sabe que Darío Cáceres no tiene nada que ver con la sorprendente acusación. Hasta la Justicia y la Policía lo saben; ¿pero qué es lo que vende en los medios?, que La Fiel es una organización narco. Y ahí nomás, como salió en alguna radio,  meten a todo el mundo con estas fantasías. En las próximas horas voy a solicitarle a la Justicia la eximición de prisión de mi cliente”, apuntó Casado a elDiarioAR. Ayer, el abogado presentó al juez federal Alejandro Sánchez Freytes, la eximición de prisión de Cáceres. Integrantes de La Fiel y fuentes de la investigación confirmaron que el sospechoso está de vacaciones en Brasil y que no figura en las alertas de Interpol.

Mientras que Alfredo Ciocca, defensor de Juan “Rambo” La Costa y de Sergio “Tomatón” Busso detalló: “Mi cliente Juan Ignacio La Costa declaró hoy (por ayer), negó los hechos y se abstuvo de declarar. Por una cuestión de salud, debido a que le falta una de sus piernas y en la otra no tiene sensibilidad y corre el riesgo de que se le produzcan úlceras que agravarán su estado de salud en las condiciones en las que está detenido, solicité el beneficio de la prisión domiciliaria”. Sobre Sergio Busso, su otro defendido, Ciocca dijo: “Busso será el último de los detenidos que declarará en esta serie de indagatorias, el próximo viernes 11”.

Zelma Semprini, con vasta trayectoria en causas federales defiende a Mauro “Tuerto” Peralta, quien no integra La Fiel, ya que es hincha de Belgrano de Córdoba: “He tenido acceso al requerimiento fiscal de instrucción, conforme a él, su situación procesal resulta delicada, atento a que figura como uno de los organizadores  tanto en el comercio, como en el transporte de los estupefacientes. No obstante, recién el día jueves 10 a las 9.30 tendré acceso a la prueba, a las intervenciones telefónicas y al resto del material probatorio a los fines de evaluar la estrategia defensiva a seguir y determinar el grado de complicación que tiene en el expediente”.

Y el penalista Carlos Telleldín, que tomó la defensa de Claribel Espíndola y Alfredo Ruiz criticó el operativo: “Salieron a pescar y pescaron; pero no hubo tareas de inteligencia. Mi clienta es maestra jardinera, no tiene antecedentes; y mi cliente no conoce a los presuntos vendedores ni a los otros compradores. Los acusan de comercialización y cuando los detuvieron no les secuestraron droga, ni dinero, ni nada. Pararon a los autos que iban por la ruta y cayeron todos los que pararon”. Telleldín solicitó la prisión domiciliaria para sus dos defendidos.

“El Tuerto Cacho”, homicidios, sicariato y traición 

Cuando en Córdoba se habla de narcotráfico, sobrevuela la sombra de Raúl “El Tuerto Cacho” Cuello, un narco detenido en octubre de 2018. La investigación que logró la caída de esta empresa narco nació por una escucha ligada al robo de armas donde participó gente que responde a Cuello.

En junio de 2021, aproximadamente, un delincuente de la zona sur de esta Capital ofrecía, entre otras armas, una de las pistolas calibre 9 milímetros robadas en mayo de 2015 de la comisaría de barrio Cerveceros, cuando el entonces jefe de la Policía de Córdoba, comisario general Julio Suárez, rompiendo y violando los protocolos de la fuerza, trasladó armas, balas, borceguíes, chalecos y otros pertrechos hacia ese destacamento. Fue allí, que una banda ligada al narcotraficante “El Tuerto Cacho” Cuello, robó, al menos, 72 pistolas calibre 9 milímetros Bersa Thunder nuevas y empacadas, además de unos 4.000 proyectiles. La investigación nunca avanzó y siete años después, las pistolas siguen vendiéndose en el circuito ilegal.

Senestrari puso la lupa sobre ese delincuente de la zona sur, que además de ofrecer armas como la pistola robada de un lote de la Policía, estaba interesado en participar de la importación de marihuana a Córdoba. Y así se llegó a las bandas cordobesas y correntinos que planificaban traer a Córdoba un cargamento millonario de marihuana. 

Tras las detenciones de febrero, algunos medios cordobeses recordaron que en 2013 La Fiel había recibido un reconocimiento a manos de la Legislatura cordobesa “por su aporte a la no violencia”, un proyecto impulsado por el PJ gobernante. Entre los líderes de la barra de Talleres de Córdoba reconocidos hace nueve años por los legisladores pejotistas, destacaban Darío Cáceres y Carlos Pacheco.

Cáceres ya había estado preso entre diciembre de 2013 y abril de 2014, acusado de haber participado de la patota de barrabravas que asesinó a Jonathan Villegas en un parador de Villa Carlos Paz. Finalmente la Justicia determinó que pese a haber estado en la escena del crimen, no había intervenido en la muerte de Villegas. 

Sergio “Tomatón” Busso también salió más en las páginas de Policiales que las de Deportes: en febrero de 2016 un tribunal cordobés lo condenó a 10 años de prisión por haber participado de un ajuste de cuentas, en el que un hombre fue baleado mortalmente en el pecho. El sábado 16 de febrero de 2013, en barrio Cooperativa Los Andes, Juan Roberto Pinto (49) fue asesinado cuando un grupo de jóvenes entre los que estaba Busso, tiroteó la vivienda donde se encontraba la víctima. Mientras que apenas ocho meses antes del crimen de Pinto, el 26 de junio de 2012, Busso fue detenido por el crimen de un presunto ladrón de 23 años que esa madrugada entró a robarle a su almacén en barrio José Ignacio Díaz, al sudeste de Córdoba.

Al advertir el robo, Busso persiguió al sospechoso durante varias cuadras y lo mató de un balazo. En un principio estuvo preso acusado del crimen, pero  el fiscal Víctor Chiapero entendió que había actuado con “exceso en la legítima defensa” y ordenó su libertad. Siempre se sospechó que el robo fue un ajuste de cuentas y que “Tomatón” fue más rápido que su agresor. 

La primera vez que sonó fuerte el nombre de Busso, fue en junio de 2010, cuando junto a otros seis barras cordobeses lo deportaron de Sudáfrica, donde había viajado al Mundial de Fútbol 2010. Busso integraba Hinchadas Unidas Argentinas.

Juan “Rambo” La Costa también tiene antecedentes: el uso de silla de ruedas o muletas, no impidió que en septiembre de 2015, atentara contra una vivienda de barrio Yapeyú, hiriendo de un disparo en el cuello a un nene de 9 años que salvó su vida.

Durante las tareas de seguimiento realizadas desde octubre de 2021 a estos grupos narcos hay diálogos que muestran la peligrosidad de sus miembros. 

Por ejemplo, uno de los delincuentes detenidos dice el 3 de noviembre de 2021: “Después, de última, yo tengo un par de cabecitas, que por un asado, te meten un balazo”. Y otro le responde: “Sí, eso es lo de menos”. A lo que el primero redobla la apuesta: “La gente por el problema, dejámela manejar a mí. Después le tiramos un par de pesos”.

Un mes después, el 3 de diciembre sucede otra conversación:

-La gente de allá arriba quiere bajar como loco. Y ya les metí el dedo en el culo; no sé si hacerlos bajar y meterles el caño, boludo. Pero tampoco quiero quedar mal, porque esa gente es gente buena, boludo.

-Como vos digas. Vos querés que lo trabajemos, lo trabajamos. Como vos digas. Yo doy la cara.

-Esa gente es buena. Yo hice un montón de causa, yo la hice con ellos.  

-Ah, no. Entonces hay que trabajar con esa gente, no hace falta chorearlos, boludo.

El 18 de enero de este año, un mes antes del operativo de los federales, ocurre un diálogo entre un hombre y una mujer:

-No sabés cómo he cortado clavos anoche.

-¿Por qué?

-Gracias a Dios que llovía. Porque con la lluvia se escucha más el ruido del agua.

-Sí, pero sí se escucha la música.

-Cantaba un peruano, que según ellos es como Daddy Yankee allá en Perú. Nah, no sabés cómo se me chupó el Darío, el hijo de puta ese. Él es el organizador. Se chupó el culiado ese.

-¿Y los otros?

-No, los otros no. No sabés, había sicarios, de todo. Parecía una película de Pablo Escobar. No sabés, había sicarios, asesinos a sueldo, estaba el que te servía la alita en la nariz, el que te limpiaba la mesa.

-No me digas.

-Pero posta, no te estoy charlando. Y nosotros, supuestamente éramos los sicarios de la vieja, esa que fue con el gordo allá a Rakú, ¿te acordás?

-Sí.

-Supuestamente nosotros éramos los sicarios de ella. 

GM

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