Lo que quedó del plan que redujo los embarazos adolescentes al 50% y fue desmantelado por el gobierno de Milei

En Argentina, más de 100 adolescentes se convierten en madres todos los días. Alrededor de 80.000 adolescentes tienen una hija o hijo cada año. Entre las adolescentes que fueron madres entre los 15 y los 19 años, 7 de cada 10 tuvieron un embarazo no intencional. Entre las menores de 15 años, 8 de cada 10 embarazos fueron forzados o no intencionales, como consecuencia de abuso y violencia sexual. El problema se agrava si tenemos en cuenta que las adolescentes que fueron madres tienen una alta probabilidad de tener su segundo hijo antes de los 19 años.
La historia de Julia es una más de tantas otras que se repiten en todo el país. “¡En qué lío me metí!”, fue lo primero que pensó cuando a los 13 años se dio cuenta que estaba embarazada. Julia tuvo que crecer de golpe porque tuvo que dejar la escuela y se fue separando de sus amigas. Lo que más le preocupa es poder mantener a su bebé. “Sueño con terminar la escuela y conseguir un trabajo bien para poder terminar de criar a mi hijo y darle un buen futuro”, dice Julia.

Juana tiene 15 años y es madre de una nena. Nunca había tenido educación sexual integral, nadie le había explicado cómo cuidarse ni tuvo acceso a anticonceptivos y nunca pensó que podría quedar embarazada. Cuando quedó embarazada “tenía miedo porque no sabía nada sobre el embarazo o ser madre”. Las tareas de cuidado la agobian: “Estar sola con un bebé es muy difícil. Algunas veces nomás me puedo bañar porque no tengo con quien dejar a la nena”, dice. Para Juana “es muy difícil estudiar con ella de lado porque me agarra las hojas. Intentaba estudiar y no podía. Es imposible que se me queden las cosas en la cabeza porque estoy pensando en la hora que le tengo que dar de comer a la nena y en todas las responsabilidades que tengo en casa”, dice. Juana no tiene nadie que la acompañe en la crianza de su hija y la releve de su responsabilidad de madre para ejercer sus derechos de adolescente, por eso no pudo terminar la escuela. Y como es una mamá sola y no tiene título secundario, sólo puede hacer changas y lo que gana no le alcanza para vivir. “A veces me resulta muy duro no tener que darle para comer a mi hija”, dice.
Las historias de Julia y Juana son causa y consecuencia de varios derechos vulnerados. “Cuando una adolescente queda embarazada se le quita el derecho básico a la educación y se interrumpe su proyecto de vida”, dice María Eugenia Galindo, trabajadora social y coordinadora del programa Jakairá de restitución de derechos y prevención del embarazo no intencional en la adolescencia (ENIA) de la Fundación Kaleidos.
En Argentina, cinco de cada 10 adolescentes de entre 18 y 19 años que no terminaron el secundario son madres o padres, según un informe de 2020 sobre educación del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA). El embarazo, la maternidad y paternidad adolescentes son una de las principales causas de abandono escolar. Además, muchos casos de adolescentes que atraviesan un embarazo no intencional ya no asistían a la escuela al momento de enterarse.

El embarazo no intencional en la adolescencia es causa de violencia intrafamiliar, de género e institucional a la que muchas chicas se ven expuestas y, al mismo tiempo, la reproduce. Entre las adolescentes de 10 a 15 años el embarazo no intencional generalmente es producto de un abuso sexual. Muchos otros embarazos no intencionales en la adolescencia ocurren como consecuencia de la falta de cuidados con métodos anticonceptivos o de su uso incorrecto o discontinuo en el marco de relaciones de noviazgos violentos con manipulación psicológica o situaciones de abuso sexual.
Una situación habitual entre la mayoría de las adolescentes que transitan un embarazo no intencional o que son madres es que, al convivir con su pareja o con la familia de su pareja, sufren aislamiento social porque su vida se reduce al ámbito doméstico y a las tareas de cuidados. Y este confinamiento en el hogar las expone a situaciones de violencia de género.
El embarazo no intencional en la adolescencia está estrechamente vinculado a situaciones de vulnerabilidad social y es un factor que reproduce la desigualdad social, la desigualdad de género y la pobreza de generación en generación. En ese sentido, Galindo dice que “muchas madres de esas adolescentes también han sido madres en sus adolescencias y hay mucho de ‘si yo pude, vos podes’. Hay una naturalización de que esa piba puede con la crianza, de que ya es grande”.
En ese sentido, una consecuencia del embarazo no intencional es que las adolescentes se vuelven “invisibles para la sociedad, para sus familias” y “dejan de ser cuidadas por el hecho de ser mamás. Para la sociedad, estas chicas son vistas como adultas responsables de cuidado y no como adolescentes necesitadas de ser cuidadas. Obviamente que hay un niño o niña que necesita de una red de cuidados, pero también hay una adolescente que necesita ser cuidada y eso se pierde absolutamente. Por eso es importante trabajar con la red socio afectiva de las adolescentes y que haya una persona adulta que las acompañe”, dice Galindo.
Además, “es necesario crear redes institucionales de cuidado, garantizar que estas chicas puedan contar con espacios de cuidado de primera infancia en las escuelas a las que asisten o accesibles para ellas, que den respuesta a las necesidades para poder dejar a sus hijos para que tengan la posibilidad de estudiar y trabajar y garantizarles las mismas oportunidades de desarrollo social que a cualquier otro u otra adolescente”, plantea la licenciada.
Ante este panorama, para que muchas chicas no tengan que atravesar situaciones como la de Julia y Juana y tengan la posibilidad de transitar su adolescencia con derechos plenos con igualdad de oportunidades, libre de abusos y de violencias, es necesario prevenir el embarazo no intencional en la adolescencia y garantizar el derecho a la educación sexual integral, a la salud sexual y (no) reproductiva y el acceso a métodos anticonceptivos.
El Plan ENIA
A partir de la experiencia en políticas de Educación Sexual Integral (ESI) y salud sexual y (no) reproductiva cosechada durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en 2017 el gobierno de Mauricio Macri creó el Plan ENIA, que se profundizó durante la gestión de Alberto Fernández y sufrió recortes por la motosierra de cercenar derechos del presidente Javier Milei hasta cortar el financiamiento del gobierno nacional. En consecuencia, algunas localidades y provincias tuvieron que cerrar el programa y otras, como la provincia de Buenos Aires, buscaron estrategias para darle continuidad.
El Plan ENIA fue la primera iniciativa de gran escala en el país para dar respuesta integral, con perspectiva de derechos, enfoque de género y una mirada economicista al problema del embarazo no intencional en Argentina. Fue diseñado por el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Desarrollo Social, con la cooperación de 23 organizaciones de la sociedad civil que formaron el Consejo Consultivo y de las agencias del Sistema de Naciones Unidas de forma interdisciplinaria, integral e intersectorial.
El objetivo del Plan ENIA era sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de prevenir el embarazo no intencional en adolescentes de 10 a 19 años, poniendo énfasis en la prevención del abuso y la violencia sexual que son las causas del embarazo forzado en adolescentes de 10 hasta 15 años y potenciando el ejercicio de los derechos sexuales y (no) reproductivos a partir de la difusión de información y educación sobre salud sexual y (no) reproductiva; la distribución de métodos anticonceptivos en forma gratuita a través de los servicios de salud; y la garantía del acceso a la interrupción legal del embarazo según el marco normativo vigente.

Las Asesorías de Salud Integral en las escuelas fueron una de las herramientas más importante para llevar a cabo el Plan ENIA. Estos dispositivos fueron el resultado de la experiencia previa del Estado en políticas de salud adolescente y salud sexual y (no) reproductiva y de lo aprendido en los territorios por las organizaciones de la sociedad civil expertas en el tema y por las organizaciones comunitarias, que fueron un nodo fundamental de este entramado para garantizar derechos a las adolescencias de los sectores populares que estaban fuera del sistema educativo y del radar del Estado.
Desde 2015 el Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia (luego Dirección de Adolescencias y Juventudes) venía realizando una estrategia de Asesorías en Salud Integral en escuelas secundarias. “En 2014 empezamos a trabajar en una mesa entre salud y educación para pensar cómo acercar a los chicos al sistema de salud. Ese dispositivo permitió diagnosticar que, en general, los adolescentes no se acercan al sistema de salud porque es un espacio poco amigable para ellos. Así nace la idea de crear Asesorías en Salud Integral, que no son consultorios médicos sino un espacio privado dentro de la escuela al que los chicos se acercan a consultar sobre situaciones relacionadas con su salud”, dice el médico Juan Carlos Escobar, especialista en salud adolescente en FUSA Asociación Civil y ex director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación.
“Tuvimos mucha más participación en pensar cuáles eran las mejores estrategias para llegar a las adolescentes que no estaban dentro del sistema educativo, de qué manera podíamos pensar una política fuera de la escuela. Y, una vez que el Plan ENIA se había implementado, nosotros tuvimos el rol de monitoreo, proponiendo algunas situaciones, algunas posibilidades de mejoras”, dice Alejandra Scialabba, directora Ejecutiva de Fundación Kaleidos.
Estos dispositivos se empezaron a poner a prueba en 2017 cuando el gobierno nacional puso en marcha una prueba piloto del Plan ENIA en 5 provincias: Buenos Aires, Corrientes, Jujuy, Misiones y Salta. Luego, entre 2018 y 2019, el plan se extendió a 7 provincias más, con un total de 36 departamentos: Formosa, Tucumán, Chaco, Entre Ríos, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero. Aunque nunca llegó a implementarse en todo el país.
Logros, aciertos y limitaciones del Plan ENIA
La experiencia piloto del Plan ENIA fue exitosa porque logró reducir en un 50% el embarazo no intencional en la adolescencia. “Es un dato duro irrefutable. Cuando uno analiza las tres localidades de cada provincia donde funcionaba el plan, el descenso de ENIA es más marcado que en otras provincias” y eso demuestra su impacto positivo, dice el referente de FUSA.
“El descenso en embarazo en niñas de 10 a 14 años era un indicador asociado a violencia sexual, a relaciones no consentidas dentro del ámbito familiar que costaba bajar”, dice el médicoJuan Carlos Escobar. La prevención del abuso sexual y la disminución del embarazo forzado fue otro gran logro del Plan ENIA.
Carlota Ramírez, directora de Salud Sexual y Reproductiva de la provincia de Buenos Aires, destaca que la fortaleza del Plan ENIA fue que el Estado nacional pudo “focalizar esta política de derechos sexuales y (no) reproductivos en una población específica que necesita un programa que requiere un abordaje específico fue una gran decisión porque permitió identificar una meta más centrada y cumplirla”.
Juan Carlos Escobar de FUSA, coincide con Ramírez y agrega que “la decisión política de presidencia de Nación de planificar una política pública destinada a las adolescencias con presupuesto asignado y con el compromiso de tres ministerios que se replicó en las provincias donde los ministros provinciales firmaron la adhesión al Plan nacional, porque cuando hay alta decisión política el éxito de la estrategia es más factible”.

Por otro lado, Scialabba y Escobar plantean que si bien el Plan ENIA tenía una sistematización “enlatada” o “estandarizada” para que se pudiera replicar con facilidad en todo el país, este contemplaba la posibilidad para que cada localidad pudiera adaptarlo a sus necesidades y particularidades. Y esa fue la clave para que el Plan funcionara bien en cada localidad de cada provincia en la que se implementó y que en las provincias de NOA y NEA, que tenían la mayor tasa de embarazo no intencional en la adolescencia, el programa haya podido adaptarse a las particularidades y exigencias de estas provincias.
Un aspecto muy importante para que el Plan ENIA fuera eficaz fue la existencia de “las Asesorías de Salud Integral en las escuelas, que fueron una estrategia muy exitosa porque los pibes realmente se acercaban al espacio porque ahí había una persona que ya conocían, que les daba confianza, sobre todo pensando en pueblos chicos o comunidades con población indígena, en zonas rurales. Ahí las asesorías tuvieron un impacto muy importante”, dice el referente de salud adolescente de FUSA. En ese sentido, crear e implementar las Asesorías de Salud Integral en las escuelas que intermediaran entre los adolescentes y las salas de salud de atención primaria fue uno de los mayores aciertos del Plan ENIA.
Además, la doctora Scialabba asevera que la eficiencia del plan ENIA radicó en que este “conjugaba la posibilidad de tener información en las consejerías para que los adolescentes pudieran tomar decisiones informadas y la entrega de métodos anticonceptivos de larga duración”. Scialabba considera que la difusión de información sobre “una gran diversidad de métodos anticonceptivos de larga duración, como el implante subcutáneo que comenzó a tener mucha fuerza”, fue un logro muy importante para prevenir el embarazo no intencional en la adolescencia porque estos anticonceptivos “son los más eficaces para reducir el embarazo no intencional en la adolescencia porque las chicas no tienen que acordarse de tomarlas todos los días”.
A pesar de que en la mayoría de las 36 localidades del país en las que se implementó el Plan ENIA ya no existe más, el nivel de monitoreo del plan, la sistematización de información, el conocimiento aprendido por los profesionales, las instalaciones ganadas y el cambio cultural logrado son saberes, recursos, experiencia y redes que tiene un gran valor porque constituyen una base que le posibilita al Estado nacional, provincial o municipal continuar con el programa, adaptarlo o planificar otros programas de salud sexual y (no) reproductiva.
Sin embargo, el plan también tenía debilidades. Una muy importante, que se aprendió cuando ya era tarde, es que era necesario realizar un proceso de fortalecimiento de las instancias locales para transferir el liderazgo centralizado del plan de las instituciones del gobierno nacional a los gobiernos provinciales. Ese proceso que estaba planificado para cuando el plan se hubiera extendido a todo el territorio nacional, no avanzó.
En ese sentido, la directora ejecutiva de Fundación Kaleidos, agrega que una debilidad del plan es que aunque los gobiernos provinciales hubieran podido darle continuidad, “es una política que fue pensada desde lo central y una vez que el Estado nacional se corre y transfiere el programa a las provincias, perdés injerencia y la trazabilidad de la política” porque no existe articulación ni monitoreo ni sistematización de datos que permita a los equipos técnicos trabajar con un diagnóstico y plantear objetivos. Esto es fundamental para implementar el plan en la provincia, pero lamentablemente ni siquiera “se llegó a esa instancia, porque si bien estaba previsto y establecido en la planificación, el Estado nacional no había llegado a crear las condiciones y los mecanismos de financiamiento necesarios para poder transferirlo a las provincias de una manera ordenada y eficiente”, explica Scialabba.
Por un lado, al no haber establecido mecanismos alternativos al financiamiento, la compra y la distribución de métodos anticonceptivos del gobierno nacional, cuando este dejó este rol a las provincias. Para la provincia de Buenos Aires no fue un problema tan grave porque tiene presupuesto, políticas e infraestructura para poder garantizar la distribución de métodos anticonceptivos, pero muchas provincias no pudieron seguir distribuyendo la misma cantidad de anticonceptivos y, en el caso de las provincias más pobres, que son las que tienen tasas más altas de embarazo no intencional en la adolescencia, no pudieron continuar proveyéndoles porque no tienen capacidad de compra porque tienen otras emergencias en este contexto de crisis económica nacional. Y si un Estado nacional, provincial o municipal no puede comprar y distribuir métodos anticonceptivos, no hay posibilidad de que un plan de prevención de embarazos no intencionales sea efectivo.
Esa centralización operativa y financiera fue lo que determinó que el Plan ENIA sucumbiera, más allá de la incidencia de la asfixia económica por parte del gobierno nacional durante los primeros meses de la gestión de Javier Milei.
La motosierra que mutila derechos
En marzo de 2024 el gobierno nacional dejó de financiar el Plan ENIA y despidió a los 500 profesionales que trabajaban en todo el país sin asistencia ni coordinación económica o técnica. Ante la imposibilidad de los estados provinciales de financiarlo y garantizar su continuidad, el Plan dejó de funcionar en la mayoría de las provincias donde se implementaba.
Ante esta situación, diputados radicales y kirchneristas presentaron dos proyectos para convertir el Plan ENIA en ley porque al convertirla en política de Estado, se podría garantizar su continuidad y obligar al gobierno nacional a hacerse cargo del financiamiento del Plan en todo el país.

Al mismo tiempo, las organizaciones de la sociedad civil realizaron campañas para concientizar a la opinión púbica sobre la necesidad de que el Plan ENIA continuara funcionando, pero el tema desapareció de la agenda política, dejando en una situación de desprotección a las adolescencias.
La situación de desprotección de las adolescencias es más grave si se tiene en cuenta el reciente desmantelamiento de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), la eliminación de numerosas políticas públicas destinadas a niñeces, adolescencias y juventudes y el desfinanciamiento de todos los programas de salud sexual y (no) reproductiva.
En ese sentido, Carlota Ramírez, directora de Salud Sexual y Reproductiva de la provincia de Buenos Aires, dice que “si estuviéramos con una crisis económica pero hubiera un programa dirigido a adolescentes, sería otro escenario distinto al que hoy tenemos, con menos plata pero con acompañamiento. Hoy lo que tenemos es un gobierno nacional que abandona a los adolescentes, que abandona a los equipos, que no articula”.
Multiplicar es la tarea
A pesar del ataque del gobierno nacional contra el Plan ENIA, las personas involucradas en la su implementación y monitoreo cuentan que las alianzas territoriales que se forjaron durante sus 6 años de implementación, han permitido que, en algunos lugares del país, el programa continúe funcionando adaptándose a la crisis económica, a la falta de personal técnico y a las posibilidades de cada provincia asumiendo otras formas. Además, las organizaciones que formaron parte del Consejo Asesor también se nutrieron de la experiencia para aportar soluciones al problema del embarazo no intencional en la adolescencia.
En ese sentido, Escobar, de FUSA y ex Director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación cuenta que las Asesorías en Salud Integral, que son un dispositivo previo al Plan ENIA que fue modificando a partir de esta experiencia, siguen funcionando en muchas localidades del país. Incluso, estos dispositivos, mejorados con los aprendizajes adquiridos a partir del Plan, tienen mucha presencia y relevancia en provincias donde este no existió, como en Neuquén, Río Negro, Ushuaia, La Pampa, entre otras.
Por otro lado, Carlota Ramírez, Directora de Salud Sexual y reproductiva de la provincia de Buenos Aires, cuenta que si bien el gobierno nacional dejó de financiar el Plan ENIA en la provincia, algunos municipios absorbieron el personal y, en otros casos, los equipos técnicos del Plan ENIA estaban formados por personal que al mismo tiempo trabajaba en el Estado municipal y, aunque las Asesorías de Salud de las Escuelas no existen más, se sigue trabajando en la prevención del embarazo no intencional en la adolescencia con otros programas provinciales. Además, la experiencia que el trabajo territorial del Plan ENIA sirvió para trabajar con otros dispositivos porque “facilitó la articulación de mesas de trabajo locales. Nosotros en la provincia trabajamos mucho haciendo mesas locales que no solamente eran personas que articulaban con los pibes, eran equipos técnicos que empezaron a conformar mesas donde estaban los agentes del ENIA, la responsable de salud sexual y reproductiva, la responsable de salud perinatal, el equipo de violencia…esas mesas que se armaron empezaron a articular la política. Nosotros tratamos de replicar este modelo en otros municipios con menos recursos. Y de alguna manera, las mesas ‘Niñas No Madres’ vienen a cumplir con el rol vacante que dejó el plan ENIA en toda la provincia, que si bien trabaja en la prevención del abuso sexual y el embarazo forzado con adolescentes menores de 15 años específicamente, va trazando como una huella sobre la que se va construyendo todo un abordaje de las adolescencias y, sobre todo, equipos que se conocen, que articulan la política en el territorio”.
La licenciada Ramírez también cuenta que en la provincia de Buenos Aires funcionaba el 0800 salud sexual del Ministerio de Salud de la Nación y que organizaciones feministas territoriales denunciaron que esa línea no estaba prestando correctamente su servicio. Entonces, gracias a la experiencia territorial adquirida con Plan ENIA y otras políticas de derechos sexuales y (no) reproductivos del gobierno de provincial, en agosto de 2024 el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires puso en funcionamiento la opción Nº 3 en la línea 148, para brindar información sobre métodos anticonceptivos, IVE e ILE. A través de las consejerías, el Ministerio de Salud asesora, deriva y hace seguimiento de las personas que hacen consultas telefónicas. “Estamos teniendo mucha demanda y mucha gente que llama para preguntarnos si el aborto sigue siendo legal, si los métodos todavía son gratis”, dice Ramírez.
Por otro lado, si bien Casa FUSA brinda servicios de salud sexual y reproductiva como ginecología, psicología, consejerías en IVE e ILE, vasectomía o asesoría integrales para personas travestis, trans y no binarias en CABA, provincia de Buenos Aires, Mendoza y Santa Fe, el médico Juan Carlos Escobar dice que la eliminación del Plan ENIA no se tradujo directamente en una mayor demanda en los dos consultorios de provincia de Buenos Aires (Ramos Mejía y Lanús), precisamente porque allí no funcionaba el Plan. Sin embargo, por referencia con equipos de otras localidades sí es muy sentido su desamantelamiento.
Así mismo, Escobar da cuenta de la importancia que el Plan dejó en las provincias en términos de capacidad instalada. Por ejemplo, el año pasado, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), llevó adelante con apoyo de FUSA y el gobierno provincial, la estrategia “Llegar a cero”, en las localidades de Libertador General San Martín y San Salvador de Jujuy.
“Llegar a cero” es una estrategia que busca disminuir a cero la tasa de embarazo no intencional en la adolescencia; la violencia sexual y violencia de género; y la muerte materna a través de diferentes acciones tanto a nivel de gestión, equipos de salud y comunidad, incluidas las adolescencias. Escobar cuenta que “a diferencia de la localidad de Libertador General San Martín, en San Salvador de Jujuy el programa ”Llegar a cero“ tuvo de alguna manera, mejor recepción y resultados porque los equipos de salud y las escuelas ya tenían capacitación y experiencia de trabajo territorial en el tema, porque venían trabajando en el Plan ENIA”.
Por su parte, la Directora Ejecutiva de Fundación Kaleidos dice que a partir de la difusión del Plan ENIA, su organización comenzó a recibir más consultas, más pedidos de talleres en escuelas para trabajaba ESI (Educación Sexual Integral) y la prevención del ENIA. Desde el cierre del Plan, la fundación continúa teniendo muchas escuelas e instituciones interesadas en trabajar estos temas aunque el auge de la temática empieza a bajar. “Estamos trabajando para ver qué otras instituciones pueden implementar una consejería con los aprendizajes que tuvimos y cómo vincular esos espacios con los Caps. Cuando los temas bajan y dejan de estar en agenda, las organizaciones nos rebuscamos para ver cómo podemos seguir trabajando estas temáticas de alguna manera. Obviamente nuestro trabajo no es replicable a nivel nacional y masivo, pero vamos buscando a ver de qué manera podemos recopilar estos aprendizajes, que son lecciones valiosas, generando modelos pequeños que se puedan seguir replicando”, dice Alejandra Scialabba.
Más allá de la eficacia del Plan ENIA en la reducción del 50% del embarazo no intencional en la adolescencia, la maternidad y paternidad adolescente siguen siendo una realidad en Argentina. En ese sentido, Programa Jakairà, la Fundación Kaleidos, que fue parte del Consejo Asesor del Plan ENIA, continúa trabajando en prevención del embarazo no intencional en las adolescencias en adolescentes que no fueron madres o padres y en los que ya tienen un hijo o hija, porque la mayoría de los adolescentes que fue madre o padre antes de los 16 años tienen su segundo hijo antes de los 19 años; en el acompañamiento a adolescentes que son madres y padres y en la germanización de derechos para esos adolescentes y sus hijos e hijas en su sedes de CABA y Córdoba.
Fundación Kaleidos trabaja con una red de personas de organizaciones de la comunidad, de las escuelas y de los centros de atención primaria. Ese tejido es fundamental para acompañar, contener y apoyar a las y los adolescentes que son padres y madres en su desarrollo personal, social, educativo, laboral y económico. Y la experiencia del Plan ENIA confirma que esa red de vínculos e instituciones, que hace muchos años son centrales para el trabajo de Jakairà, son pilares fundamentales para trabajar la prevención del embarazo no intencional en la adolescencia en cualquier circunstancia en todos los territorios.
Más allá de las adaptaciones locales a partir de los aprendizajes que dejó el Plan ENIA, del trabajo de organizaciones de la sociedad civil y de proyectos de organismos de Cooperación internacional, como el del UNFPA, todos los especialistas consultados coinciden en que el Plan es una estrategia para prevenir el embarazo no intencional en la adolescencia absolutamente replicable en distintas escalas en cualquier lugar del país y del mundo.
En ese sentido, por las características de su planificación, el monitoreo exhaustivo, la sistematización de información y la serie de documentos, guías y protocolos de capacitación y acción que realizaron los equipos de los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social nacionales, el Plan ENIA fue una contribución muy importante para continuar promoviendo derechos y salud sexual y (no) reproductiva entre las adolescencias de toda América Latina.
Este reportaje se realizó con el apoyo de la Solutions Journalism Network y la Fundación Hewlett, a través del Fondo para el Periodismo de Soluciones en Latinoamérica, una iniciativa de El Colectivo 506.
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