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NUEVA INVESTIGACIÓN

Uno de cada tres argentinos tiene alta concentración de arsénico en el agua que utiliza para consumo

El agua con arsénico afecta a más de 17 millones de personas en el país.

Natalia Concina

30 de noviembre de 2024 00:16 h

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“En Argentina no había datos sistematizados sobre el arsénico en agua sino información dispersa. Unos años atrás hicimos una investigación sobre anomalías congénitas y su vínculo con el arsénico y allí nos topamos con esta dificultad. Para cubrir este bache no nos quedó otra que buscar bibliografía previa así que revisamos más de 300 trabajos publicados”, cuenta a elDiarioAR, Alejandro Oliva, director del Programa de Medio Ambiente y Salud (PROMAS) del Centro de Estudios Interdisciplinario (CEI) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

El resultado de esta investigación –que pronto se publicará en la revista Water and Health (Agua y Salud)– es alarmante: al menos 17 millones de personas están expuestas a una concentración de arsénico en el agua de consumo superior a lo que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Historia y presente

El arsénico es un contaminante de origen natural debido a la erosión de las rocas en los acuíferos; también puede originarse –aunque en menor medida– de actividades realizadas por los humanos provenientes de procesos industriales como minería, fundición de metales, pesticidas, conservantes de la madera, etc. Es, además, una de las diez sustancias químicas consideradas por la OMS como un “importante problema de salud pública” y fue calificado por el organismo como cancerígeno.

Oliva recuerda que la exposición de la población Argentina al arsénico tiene una historia de 100 años. El impacto en la salud más documentado es el llamado Hidroarsenicismo Crónico Endémico Regional (HACRE), caracterizado por lesiones cutáneas y alteraciones sistémicas, cancerosas y no cancerosas resultantes de la exposición a bajos niveles durante períodos prolongados. En Argentina esto fue detectado ya en 1913 y es el segundo país con mayor HACRE del mundo (el primero es Estados Unidos).

Pero hay más: estudios recientes demostraron que la exposición permanente al arsénico tiene un impacto en las enfermedades crónicas, desde malformaciones congénitas hasta enfermedades neurodegenerativas, y también en la probabilidad de desarrollar cáncer.

En este contexto, la OMS estableció en sus “directrices para la calidad del agua potable”, un valor límite para el arsénico de 10 microgramos por litro. En nuestro país, el Código Alimentario Argentino (CAA) establece un límite superior de seguridad: 50 microgramos por litro.

La OMS estableció en sus “directrices para la calidad del agua potable”, un valor límite para el arsénico de 10 microgramos por litro. En nuestro país, el Código Alimentario Argentino (CAA) establece un límite superior de seguridad: 50 microgramos por litro

“Gran parte de la evidencia científica ha demostrado que entre los límites de la OMS y la CAA, existe un riesgo significativo para la salud humana -señala Oliva- es decir, que el consumo sostenido de agua con arsénico en un límite superior a esos 10 microgramos por litro ya tiene un impacto en el organismo”.

Oliva advierte que “aún teniendo eso como referencia, hay numerosas mediciones que dieron muy superior a ese límite fijado por el CAA, alcanzando incluso los 200 microgramos por litro”.

Hacia un Nuevo Mapa del Arsénico

“Hubo dos intentos previos de construcción de un mapa de la situación en Argentina pero encontramos que tenían algunas limitaciones en un caso por remitirse a valores aislados sin especificación de la población involucrada y en otro por hacerlo graficando una distribución general. Algo importante es que las informaciones preliminares a nuestro trabajo –con un valor límite de 50 microgramos por litro– mencionan un total de población expuesta de aproximadamente 4 millones de habitantes”, describe Oliva.

Con el objetivo de sistematizar esta información, el equipo del PROMAS –conformado por Leandro Duarte, Laura De Gracia, Sergio Montico, además de Oliva– buscó 569 publicaciones vinculadas a la temática de las cuales, luego de aplicar el filtro de duplicados o no relevantes por título o resumen, quedaron 315 para analizar.

“De esas más de 300 quedaron sólo 61 trabajos porque utilizamos criterios muy específicos para la selección: primero que fueran estudios que tuvieran el corte que la OMS estipula como máximo (10 microgramos por litro); y segundo que fueran representativos de la provincia y para eso consideramos que el análisis del agua cubriera a más del 30 por ciento de la población”, cuenta el investigador. 

Con estas 61 investigaciones –que permitieron analizar la situación de las provincias de Santa Fe, La Pampa, Neuquén, Catamarca, Buenos Aires, Corrientes, Chaco, Córdoba, Entre Ríos, Tierra del Fuego, Jujuy y Santiago del Estero– conformaron el “Nuevo Mapa de la Población Argentina Expuesta al Arsénico en el Agua de Consumo”, donde está representado el 70% de los habitantes del país. 

Para poder realizar un análisis comparativo entre los trabajos, los investigadores elaboraron un indicador al que denominaron “Porcentaje de Población Expuesta” (PEP) a altos niveles de arsénico. 

“De una población total de aproximadamente 32 millones de habitantes, el 55% (alrededor de 17 millones) está expuesto a niveles de arsénico superiores a 10 microgramos por litro en el agua potable. Según nuestro indicador (PEP), la mayor exposición se encontró en La Pampa (87,98%), seguida de Catamarca (78,90%) y Buenos Aires (68,55%)”, detalla.

¿Quién controla el agua que tomamos?

En Argentina el control de la calidad del agua que se consume es complejo. En teoría, todas empresas y cooperativas que brindan servicio de agua de red tienen que hacer estudios del agua donde se miden bacterias (sobre todo las que pueden derivar de efluentes cloacales como Escherichia Coli), químicos inorgánicos (arsénico, flúor, nitratos, nitritos, plomo, zinc, etc.) y químicos orgánicos (DDT, metoxicloro, 2.4.D), etc.

En relación al agua de pozo, cada usuario debe realizar su control para verificar la potabilidad.

Pero, a juzgar por las conclusiones de este trabajo, este control no se hace o, lo que es peor, sus resultados no generan las acciones de remediación adecuadas. 

“Nosotros esperamos que estas investigaciones sirvan para generar conciencia, por eso es muy importante que la población conozca lo que sucede y exija esos controles. Para los Gobiernos debería ser un insumo que les permita tomar políticas públicas que garanticen una mejor calidad de agua. Esta vigilancia debería ser obligatoria y constante”, señala Oliva.

El Nuevo Mapa de la Población Argentina Expuesta al Arsénico en el Agua de Consumo se realizó en el marco de la Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro (REDINASCE), un espacio creado en 2016 mediante un acuerdo con el objetivo de “trabajar sobre las realidades de la interfase ambiente-salud en la región”, explica Oliva.

En enero del 2023 el PROMAS había publicado un trabajo en el que demostraron que la mortalidad por cáncer en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos se encuentran por encima de la media nacional, en coincidencia con el mapa de tierras sembradas (y por tanto uso de agroquímicos) y aguas con alta concentración de arsénico.

“Es importante destacar que estos estudios son ecológicos y no demuestran causalidad, pero sí dan cuenta de una aproximación a las problemáticas que permiten ir abriendo diferentes hipótesis”, explica Oliva.

Y concluye:“Entonces, estos datos deberían abrir nuevas investigaciones como, por ejemplo, la búsqueda de agroquímicos y arsénico en sangre u orina, que permitirían saber si el individuo que tiene un problema de salud tiene circulando, o ha tenido, alguno de estos componentes; el problema es que este tipo de trabajo es muy costoso y no siempre hay interés en hacerlos”.

NC/MG

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