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Argentina probará en la Antártida un robot que investigará glaciares de modo autónomo y vía internet

Una plataforma robótica con cuatro ruedas de tracción controlada, equipada con cámaras, sensores, un brazo y paneles solares.

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Una plataforma robótica con cuatro ruedas de tracción controlada, equipada con cámaras, sensores, un brazo y paneles solares está en viaje a la Antártida para realizar sus primeras pruebas operativas, entre las cuales está participar de las mediciones que cada año realiza Argentina en el glaciar Bahía del Diablo de la isla Vega, 60 kilómetros al norte de la base Marambio.

El “Robot de uso científico en el sector antártico”, tal su nombre oficial, es un proyecto de cooperación entre el Instituto Antártico Argentino (IAA), la Universidad de la Defensa (UnDef), la Facultad de la Armada (FadARA) y la Escuela de Oficiales de la Armada Argentina (ESOA), que estuvo a cargo del desarrollo del prototipo.

Este vehículo cuenta con capacidad de tomar imágenes a través de dos cámaras integradas, una de las cuales posee una red neuronal que no solo le permite obtener imágenes en tiempo real, sino también reconocer patrones a distancia, ya que dispone de conexión y un sistema de control vía web.

Al contar con dos modos de navegación -autónomo y radio controlado- será útil tanto en la investigación glaciológica a distancia, lo que minimizará el impacto ambiental, así como para la exploración de sitios georreferenciados que el robot visita sin intervención humana.

El responsable del equipo de desarrollo del robot es Andrés García, ingeniero electrónico egresado de la Universidad Nacional del Sur y doctor en sistemas de control, quien además se desempeña como profesor de Control Aplicado a Artillería e Investigador de la ESOA, donde trabaja sobre el campo de la robótica móvil desde que finalizó una especialización de en Portugal en 2005.

En diálogo con Télam, García explicó que el proyecto que conduce “surge de una convocatoria anterior de la UnDef en 2020, cuyo propósito era desarrollar herramientas para colaborar con la lucha contra la pandemia. Así, presentamos un robot que permitía monitorear a los pacientes internados, el cual terminó sirviendo de plataforma para este nuevo desarrollo”.

“Cada robot -agregó el especialista- se diseña para cumplir con objetivos específicos y en este sentido fue uno de los integrantes de nuestro equipo, el capitán (Ricardo) Orué, quien nos vinculó con el glaciólogo Sebastián Marinsek, del IAA, quien nos planteó las capacidades que debía tener” el prototipo, recordó.

En este sentido, García detalló que “lo primero fue establecer a qué velocidad iba a operar y sobre qué tipo de superficies lo iba a hacer, después fuimos incorporando las cámaras, los sensores, el brazo manipulador y las herramientas que necesita, de la misma manera que se lo dotó de un sistema de navegación autónoma y de conexión a internet para programarlo de manera remota”.

“Además, junto al robot se desarrolló un sistema para que además de cargar su baterías con un enchufe en la Base Marambio, también pueda permanecer sobre el glaciar y recargarse en una plataforma equipada con paneles solares”, añadió.

El robot antártico posee dos cámaras, una que puede grabar de forma diurna o nocturna, tanto imagen como audio, mientras se mueve el robot, y también posee movimiento independiente en amplias direcciones.

La segunda, en tanto, está conectada a una red neuronal en desarrollo y a un software mediante el cual podría recibir datos para que la cámara haga búsquedas y, cuando detecte el objetivo cargado, lo filme y/o fotografíe.

“A modo de ejemplo, cuando esta red neuronal esté operativa en el prototipo se le podría cargar la imagen de una determinada especie de pingüino y puntos dónde deberá buscarlos y el robot se maneja de forma autónoma para ir a los lugares y, cuando esta cámara reconoce en el ambiente la imagen del pingüino cargada previamente, de modo automático inicia la captura de imágenes y las guarda”, reseñó García.

El ingeniero contó que “el proyecto fue financiado por la UnDef, que invirtió medio millón de pesos. Trabajamos media docena de personas y el desarrollo de este prototipo tuvo lugar entre el 5 de mayo y el 20 de diciembre de este año, que es cuando el robot fue enviado a Buenos Aires para ser embarcado rumbo a la Antártida”.

El investigador destacó que “en este proyecto el desarrollo fue completo de una punta a la otra, desde el corte del aluminio o la impresión 3D de algunos componentes hasta la programación que le permite operar; además aprovechamos software de simulación para abaratar costos y acelerar los tiempos de construcción”.

“Además de Marinsek, que forma parte del equipo como vínculo con los posibles usuarios del robot y conoce los requerimientos que debe poder cumplir, este verano también viaja a la Antártida con el robot el ingeniero Christian Galasso que va a ser su operador en esta esta de pruebas y mediciones que va a ser muy importante para la evolución de este prototipo”, enfatizó.

García mencionó: “hasta donde yo sé, Argentina nunca antes había ensayado un robot de estas características en la Antártida, tengo registro de una experiencia similar de Chile en 2020 y una más ambiciosa que hizo China, después mientras me documentaba para este trabajo encontré experiencias de universidades estadounidenses o británicas pero en el Ártico”.

El investigador valoró que “poner un robot en la Antártida es generar experiencias y conocimientos que bien podrían ser aplicables también a robots destinados a explorar otros planetas. Hay un ejercicio común en el desarrollo de un robot que va a tener que operar solo en un ambiente frío, con dificultades de señal y que en varios parámetro coincide con los requerimientos de la exploración espacial”.

“Esperamos los resultados que este prototipo genere en la Antártida para pensar en su evolución, pero además ya estamos gestionando a través de la UnDef el financiamiento para un nuevo proyecto que tomando este como base genere un 'glider submarino', una plataforma de investigación subacuática que utilice aletas como método de inmersión y sumersión”, completó García.

El monitoreo argentino de glaciares en la península antártica alcanza entre otros al glaciar Gourdon de la isla James Ross, a unos 30 km de Marambio; la barrera de hielos Larsen; el glaciar cercano a la base Petrel en la isla Dundee, a 80 km al noreste de Marambio; y también los cercanos a la base Matienzo, a unos 180 km al sur de Marambio.

La base Marambio se encuentra ubicada en la isla del mismo nombre sobre el mar de Weddell al noreste de la península antártica y a 3.304 kilómetros de Buenos Aires; las temperaturas en el lugar llegan a los treinta grados bajo cero y los vientos a 120 km/h, estos fuertes vientos, a su vez, son los que evitan una gran acumulación de nieve en la zona de su meseta.

Por Julio Mosle, para la agencia Télam.

IG

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