Las siete magníficas, cada vez más lejos: por qué Europa no es capaz de formar gigantes tecnológicos

Este septiembre se confirmó un movimiento que ha ilusionado a muchos analistas de la economía digital europea. ASML invirtió 1.300 millones en Mistral y se convirtió en su máxima accionista. Son dos de las compañías más relevantes en el panorama tecnológico del viejo continente y, pese a ello, también son grandes desconocidas para el gran público.
ASML, con sede en Países Bajos, fabrica las máquinas que permiten producir los chips más avanzados del mundo, esenciales para la inteligencia artificial. Mistral, nacida en Francia en 2023, se transformó en la gran esperanza europea frente a OpenAI o Anthropic gracias a sus modelos de IA de código abierto.
La alianza entre ambas despertó optimismo porque no responde a una necesidad inmediata de negocio, sino a un movimiento estratégico: apostar por reducir la dependencia tecnológica de Europa frente a Estados Unidos.
Un entusiasmo que palidece al mirar los movimientos en la otra orilla del Atlántico. Durante el último año, Google pagó 32.000 millones de dóláres por la firma de ciberseguridad Wiz, Meta invirtió otros 14.300 millones en la empresa de inteligencia artificial Scale AI y Amazon desembolsó 4.000 millones para entrar en Anthropic. Frente a esos gigantes, la operación de ASML parece casi simbólica.
La diferencia de las siete magníficas
El movimiento de ASML, pese a ser esperanzador en cuanto a la posibilidad de formar un tejido tecnoindustrial europeo, también evidencia que Europa sigue jugando en las ligas regionales en este sector. El grupo de gigantes tecnológicos de EEUU, también conocidas como las siete magníficas (Nvidia, Apple, Google, Amazon, Microsoft, Tesla y Meta) está cada vez más lejos.
El contraste es aún más claro en términos de escala. Los ingresos de Apple en 2024 superaron el PIB de Portugal o Grecia. Amazon ingresó más que toda la economía de Suecia. Sumadas, las siete grandes tecnológicas estadounidenses tendrían un peso económico superior al de cualquier país europeo salvo Alemania, Francia e Italia.
Estas compañías son el aspecto diferencial de la economía estadounidense. “La principal razón por la que la productividad de la UE se desvió de la de EEUU a mediados de la década de 1990 fue el fracaso de Europa a la hora de aprovechar la primera revolución digital impulsada por Internet, tanto en términos de generación de nuevas empresas tecnológicas como de difusión de la tecnología digital en la economía”, recogía el informe Draghi, presentado en septiembre de 2024.
“De hecho, si excluimos el sector tecnológico, el crecimiento de la productividad de la UE en los últimos veinte años habría sido prácticamente similar al de EEUU”, continuaba el texto, que esta semana ha cumplido su primer aniversario con un balance desalentador. Europa no es capaz de llevar a cabo las inversiones que necesita en terrenos como la inteligencia artificial o la computación en la nube. Campos en los que las siete magníficas y sus multimillonarias apuestas han sido determinantes para que EEUU lidere esa carrera.
Con ese diagnóstico sobre la mesa, la pregunta es inevitable: ¿por qué Europa no logra crear gigantes tecnológicos propios? elDiario.es ha hablado con cuatro especialistas de este ecosistema para buscar respuestas.
Andres Pedreño, catedrático de Economía: “Europa es un mercado de dimensiones extraordinarias, pero fragmentado”
Andrés Pedreño es catedrático de Economía Aplicada y doctor honoris causa por la Nottingham Trent University de Reino Unido. Ha escrito medio centenar de libros, buena parte de ellos centrados en la economía digital. En entrevista con este medio, el profesor apunta que el gran obstáculo es el ecosistema empresarial europeo, unido a la sobrerregulación por parte de las instituciones.
“Falla la cultura empresarial. El entorno institucional, la regulación, las relaciones empresariales, las propias políticas que aplica cada estado y la Unión Europea, no priorizan que se genere un tejido empresarial digital potente”, explica. “Europa es un mercado de dimensiones extraordinarias, pero fragmentado. Cada país tiene sus normas y para una startup es muy complicado adaptarse a cada uno de ellos. Por eso muchas, cuando crecen y se convierten en unicornios, dan el salto directamente a EEUU para aprovechar ese mercado unificado. Ahí se pierde un tejido empresarial muy valioso”.
En los últimos 20 años EEUU ha generado seis gigantes tecnológicos que pueden rivalizar con el PIB de España. En Europa no ha surgido ninguno
“No falta talento, sino un ecosistema que genere una cultura de la oportunidad”, continúa el profesor. Esto se aprecia desde los primeros pasos de las empresas emergentes. “Hay una aversión al riesgo que hace que muchas veces se contrate con las empresas conocidas, que son las grandes tecnológicas estadounidenses o compañías nacionales muy establecidas, antes de darle la oportunidad a startups aunque su producto sea mejor. Si te equivocas con Microsoft, no pasa nada. Pero si te equivocas con una empresa desconocida...”
Una situación que también se extiende a las administraciones, que considera que sobrecargan de burocracia innecesaria el sistema de compra pública y licitaciones. “Está pensado para favorecer a las grandes consultoras, que se pueden permitir un equipo de 100 personas para prepararlo todo. Perjudica enormemente a las startups”, lamenta Pedreño, que da una de las claves en las que también incide el informe Draghi: “En los últimos 20 años EEUU ha generado seis gigantes tecnológicos que pueden rivalizar con el PIB de España. En Europa no ha surgido ninguno”.
Carme Artigas, ex secretaria de Estado de Digitalización e IA: “El gran cuello de botella es el acceso al capital”
Carme Artigas fue secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial entre 2020 y 2023. Antes de incorporarse al Gobierno, creó una startup de análisis de datos que vendió a Telefónica, donde se quedó formando parte de la dirección. Tras su etapa en el Ejecutivo, ha sido copresidenta del Consejo Asesor de Inteligencia Artificial de Naciones Unidas y dado clase en Harvard. Según su opinión, el principal problema de Europa para generar gigantes tecnológicos es el acceso a la inversión.
“Europa no tiene ni un problema de talento, ni un problema de startups, ni un problema de innovación. Europa produce el mismo número de startups por año que Estados Unidos. El gran problema es que esas startups necesitan la financiación para poder crecer y escalar de manera rápida y en Europa no la encuentran”, expone Artigas en conversación con elDiario.es: “Creamos las empresas y cuando ya las hemos financiado desde el ámbito público y quedan las cuatro buenas, si necesitan 100 millones, no lo encuentran en Europa. Es entonces cuando vienen los fondos americanos y se las llevan allí”.
La clave para defender el mercado único europeo es regularlo
Para la ex secretaria de Estado, “el gran cuello de botella es el acceso al capital”. Es un problema estructural, recalca. “Los bancos europeos no invierten en fondos europeos, sino en fondos americanos porque les dan mayor rentabilidad. Pero son estos fondos los que compran las startups europeas. Cada año, 300.000 millones de ahorro europeo se va a EEUU por nuestros bancos”.
De cara al futuro, Artigas afirma rotundamente que “la regulación no es el problema”. “Normas como la ley de IA crean un mercado único seguro, con reglas de juego que dan confianza y seguridad jurídica. La clave para defender el mercado único europeo es regularlo”, destaca. En su opinión Europa debe “consolidar un mercado único de capitales”, invertir en infraestructuras clave como las “gigafactorías” de IA y hacer valer su poder como un bloque de 400 millones de consumidores.
Roeland Delrue, cofundador de la startup Aikido: “Los gobiernos contratan empresas extranjeras solo porque el precio es un poco mejor”
Aikido Security es una startup belga fundada en 2023. Desarrolla una plataforma de ciberseguridad para desarrolladores y pymes. Tras levantar más de 20 millones de euros en financiación, ya cuenta con miles de clientes en Europa y EEUU. Roeland Delrue, uno de sus fundadores, detalla los problemas con los que se encuentran estas empresas a la hora de crecer en Europa y por qué resulta más difícil aflorar gigantes tecnológicos.
“Cuando llega la revolución tecnológica de los chips, ocurre en EEUU. Cuando llega Internet, ocurre en EEUU. Cuando todo se vuelve móvil, empieza por EEUU. Y ahora que estamos en la siguiente fase, la IA también está en EEUU. Todas estas grandes empresas tenían ese ecosistema en marcha para aprovecharlo”, desglosa el desarrollador. “Eso también beneficia que haya mucho más apetito por el riesgo, que es mucho mayor allí que el que encuentras en el europeo medio”.
Ahora mismo podríamos tener que constituirnos en Francia, en Alemania, en España, y tener cinco empresas solo para cubrir Europa. Es un enorme caos administrativo
Como Pedreño, Delrue destaca la excesiva burocracia que conlleva hacer negocios en Europa. “Ahora mismo podríamos tener que constituirnos en Francia, en Alemania, en España, y tener cinco empresas solo para cubrir Europa. La administración, los impuestos... es un enorme caos administrativo”, lamenta. Por ello, pide que se desarrolle una especie de “constitución de empresa europea” que permita saltarse esas cargas.
Delrue también destaca otro tipo de regulaciones que facilitan la vida a los emprendedores tecnológicos estadounidenses en las que Europa sigue a la zaga. Apunta, por ejemplo, a las stock options, una bonificación que se puede ofrecer a los empleados para la compra de acciones de la compañía a un precio prefijado y ventajoso. Si la empresa crece y sus acciones suben, los trabajadores pueden venderlas más caras y obtener un beneficio extra, lo que les da un incentivo directo para contribuir al éxito del negocio. “Aquí son un gran dolor de cabeza. En Estados Unidos es superfácil y rápido, pero aquí tengo que pagar 50.000 euros a un abogado para crear el marco legal y luego ir al notario”.
Por último, pide a las administraciones públicas que sean “más chovinistas”. “Los gobiernos contratan empresas extranjeras solo porque el precio es un poco mejor”, afea: “En el esquema de la IA y la nube, también hay un componente muy grande de seguridad, de soberanía. No deberíamos ser ingenuos y pensar 'oh, estamos con Estados Unidos, así que todo irá bien'. Creo que deberíamos invertir en más soberanía en general”.
Cecilia Bonefeld-Dahl, directora general de DigitalEurope, la patronal tecnológica europea: “La batalla no está perdida, pero debemos tomar el volante”
DigitalEurope es la patronal que agrupa a las principales empresas tecnológicas de Europa y representa sus intereses ante instituciones y gobiernos del continente. Su objetivo es impulsar la transformación digital y la competitividad europea en sectores clave de la tecnología. Cecilia Bonefeld-Dahl es su directora general y, aunque reconoce que hay obstáculos que han alejado a Europa de EEUU y China, también hay motivos para la esperanza.
“41 CEOs europeos han firmado la Declaración de IA y Tecnología, respaldada por la presidenta Von der Leyen en Estrasburgo. Esto demuestra la fortaleza de Europa: talento de clase mundial, empresas punteras y liderazgo en algunas tecnologías”, recuerda Bonefeld-Dahl. Esta Declaración, firmada la pasada semana en Bruselas, es un compromiso para invertir en la soberanía tecnológica de Europa, así como apostar por las tecnologías limpias, desde el acero hasta las baterías.
Europa destaca en áreas como conectividad y energía eólica, y compite con los líderes en fabricación aditiva y tecnologías espaciales
“Europa destaca en áreas como conectividad y energía eólica, y compite con los líderes en fabricación aditiva y tecnologías espaciales”, dice la responsable de la patronal europea. “Sin embargo, Europa se enfrenta a una marcada brecha de inversión respecto a EEUU y China, debido a un mercado único que aún no se ha completado, la ausencia de una Unión de Mercados de Capitales, financiación fragmentada y regulaciones crecientes”, reconoce, en línea con Artigas.
“Con más inversión y menos barreras, podemos impulsar la próxima ola de tecnologías críticas: desde IA avanzada hasta computación cuántica y biotecnología. La batalla no está perdida, pero debemos pasar del rol de observadores a tomar el volante”, concluye.
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