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Crónica

“Pole to Pole”: una pareja escocesa y su aventura de unir los dos polos en un auto totalmente eléctrico

Julie y Chris Ramsey, la pareja escocesa que intenta unir los Polos Norte y Sur con un Nissan Ariya eléctrico.

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Desde su misma invención hace más de 125 años, el automóvil siempre ha sido un vehículo para canalizar la voluntad de superación personal de hombre y mujeres, que lo han usado para afrontar todo tipo de aventuras y desafíos. En esta tradición se encuadran Julie y Chris Ramsey, un joven matrimonio oriundo de Escocia, que en marzo de este año encararon la hazaña de unir el Polo Norte con el Polo Sur, recorriendo más de 27.000 km a través el Continente Americano. El “detalle” es que decidieron hacerlo en un auto 100% eléctrico, algo que aumenta en forma notoria el nivel de dificultad de la empresa, porque implica lidiar con las dificultades de la carga de baterías en contextos donde la infraestructura no está tan preparada, o directamente no existe.

El vehículo elegido por Julie y Chris es un Nissan Ariya, un SUV lanzado comercialmente en julio de 2020, que es el segundo modelo totalmente eléctrico de la marca japonesa (el primero fue el Leaf, que actualmente se vende en Argentina). Luego de siete meses de travesía, el Ariya llegó a Chile, donde Nissan Latinoamérica organizó un encuentro con medios especializados de ese país, Brasil y Argentina para que los aventureros pudiesen compartir su experiencia.

Julie y Chris

Son re macanudos, les encanta hablar de esta aventura”, fue el anticipo que tuvimos sobre la pareja y bastó un primer contacto para confirmarlo. Lo primero que supimos es que no fue ésta su primera experiencia en aventuras desafiantes con autos eléctricos, ni tampoco la primera con Nissan. “En 2017 hicimos el llamado Rally de Mongolia, una travesía que unía Londres con Siberia. Fueron 16.000 kilómetros atravesando 12 países a lo largo de casi dos meses, y decidimos hacerlo en un Nissan Leaf eléctrico, que era nuestro propio auto en ese entonces. Fue una reto muy difícil, porque en muchos países no había puntos de carga, y entonces teníamos recurrir a habitantes locales durante el trayecto, para que nos permitan enchufar el auto en sus casas”.

A partir de esa experiencia iniciaron su vínculo con Nissan y así nació este proyecto “Pole to Pole”, una travesía desde el Polo Norte hasta el Polo Sur en auto que jamás se había hecho antes, ni siquiera en vehículos a combustión.

Julie y Chris se definen como ‘EV Adventurers“ –algo así como ”aventureros de los vehículos eléctricos“–, y  son muy vehementes con respecto a sus motivaciones: ”Lo que más nos entusiasma de esta expedición son las historias y los mensajes que vamos a estar compartiendo con un público muy amplio. Con esta prueba dificilísima podremos mostrar las capacidades de un auto eléctrico, y así queremos inspirar a la gente a que tome acción contra el cambio climático, acelerando la adopción de este tipo de vehículos“.  

La máquina

Luego de muchos meses de preparativos, la expedición se inició oficialmente  el 23 de marzo de este año, cuando el equipo llegó a lo que se conoce como Polo Norte Magnético 1823, en medio del congelado Océano Ártico. A partir de ahí les esperaba una travesía de 27.000 kilómetros a través de 14 países, circulando por todo tipo de caminos, a diferentes altitudes y con variaciones térmicas de hasta 60 grados entre los lugares más fríos y los más cálidos.

Para encarar semejante desafío eligieron la versión más equipada y capaz del Ariya: la e-4orce, que cuenta con dos motores eléctricos, uno en cada eje, capaces de erogar 306 CV y 600 Nm de potencia y toque máximos respectivamente, y una autonomía de 500 km gracias a un pack de baterías de 87 kWh. La tracción es integral, con varios sistemas electrónicos que reparten el torque en cada rueda dependiendo del terreno y las condiciones. Sobre esta base, contaron con el apoyo de la empresa Arctic Trucks, que hizo reformas en el auto para adecuarlo a las necesidades del viaje, especialmente en las zonas polares.

Comparado un con Ariya “regular”, da la sensación que el de Julie y Chris está muy modificado, pero no es tan así. Lo más evidente son las enormes ruedas de 39 pulgadas, indispensables para transitar por la nieve y el hielo, que le dan al auto un aspecto de “concept car”. Pero más allá de eso, los cambios son relativamente menores: algunos ajustes en la suspensión, para adaptarse a las enormes ruedas; una gran placa bajo el piso del auto para darle más protección a componentes esenciales (como la batería) y algunos puntos de anclaje especiales para poder colocar un gato neumático, de modo que el auto se pueda elevar para hacer reparaciones con cualquier ángulo de inclinación del piso. “Queríamos que el auto se mantenga lo más ‘original’ posible, para demostrar que un vehículo eléctrico de última generación como el Ariya es capaz de afrontar un desafío tan exigente como este”, explica Chris. Sí cargaron el auto con mucho equipamiento “externo”, desde una pintoresca máquina de café expreso, para que la pareja arranque el día con energía por las mañanas, hasta un dispositivo para generar energía eólica en un tráiler, al que luego se sumó un sistema de paneles solares muy avanzado, también con el objetivo de generar energía para las baterías. Otra cosa que el auto carga, aprovechando su gran espacio interior, es una importante cantidad de piezas de repuesto. De todas maneras, hasta llegar a Chile, con casi 27.000 kilómetros a cuestas desde la salida en el Polo Norte, el Ariya prácticamente no acusó problemas mecánicos.

Las vicisitudes del viaje

Que el auto haya dado solventes pruebas de fiabilidad no quiere decir que el viaje no haya estado exento de obstáculos y complicaciones. En los hielos del ártico, por ejemplo, tuvieron la mala suerte de que no sopló suficiente viento como para activar la turbina eólica, así que no contaron con esa fuente de energía que habían planificado. Durante el resto del viaje, la administración de la energía fue uno de los mayores desafíos, sobre todo por el lado del clima, ya que las temperaturas extremas merman mucho el rendimiento de las baterías. Lo mismo con las diferencias topográficas, ya que el auto consume muchísima más electricidad en las zonas montañosas (por las subidas), más allá de que en las bajadas hay una recuperación. Y por supuesto estuvo el hecho de lidiar con la infraestructura de carga de cada uno de los países o regiones que atravesaron. No es lo mismo encontrar estaciones de carga en la semidesértica zona norte de Canadá, que en la costa oeste de los Estados Unidos, que tiene una red muy avanzada (aunque de todas maneras tuvieron algunos problemas con los distintos tipos de enchufes). Y ni que hablar en países menos desarrollados, como algunos de Centroamérica, que prácticamente no cuentan con infraestructura. Todo esto requirió una planificación muy pormenorizada, para aprovechar al máximo las fuentes de energía disponibles, aunque ello implicara desvíos de la ruta originalmente trazada. Como referencia, de un total planificado de 27.000 kilómetros para todo el viaje, al legar a Chile ya habían recorrido 28.500.

Las relaciones humanas

Tanto para Julie como para Chris, la posibilidad de interactuar con gente y culturas distintas es otro de los grandes factores motivacionales de estas aventuras. Por eso el “lado bueno” de tener que rebuscárselas para conseguir energía, fue que abrió la posibilidad de conectar mucho más con las personas y los lugares. “Si viajásemos en un auto convencional, rápidamente encontraríamos estaciones de servicio y entonces pasaríamos por los mismos lugares sin conectar con las personas. Pero a lo largo del viaje, gracias a las redes sociales, mucha gente nos ofrecía sus propios cargadores domésticos para repostar el auto, y también comida y alojamiento para nosotros. Por eso le pusimos ‘Sonrisa’ a nuestro Ariya; por la buena onda que genera en todos los que lo ven”, afirman Julie y Chris.

El otro aspecto crucial en términos de relaciones humanas es la misma convivencia entre ellos. “En general nos llevamos muy bien, si no nos embarcaríamos en desafíos como estos. Pero no siempre es fácil, porque es mucho tiempo haciendo todo solos los dos. Estar juntos 24 x 7 en un vehículo es un gran desafío. Hemos aprendido que cuando pasa algo hay que expresarlo en el momento, porque no podemos darnos el lujo de frenarnos por una discusión. Lo hacemos y después de 10 minutos volvemos a la rutina y al rato nos reímos de lo que sucedió. Es todo muy intenso, tenemos muchos buenos momentos y otros no tanto. Pero aprendimos a salir adelante”.

Los desafíos de la electrificación

Tanto Julie como Chris siempre estuvieron convencidos de que el camino hacia una movilidad personal más sustentable son los autos eléctricos. De hecho son usuarios de EVs desde hace más de 10 años, cuando compraron un Nissan Leaf de primera generación, y ahora que manejan un Ariya pueden comprobar el gran avance que han tenido este tipo de vehículos. Su mensaje es claro: “Si no estás decidido a comprarte un auto eléctrico, la única barrera está en tu cabeza, ya no son los autos. Claro que la infraestructura tiene que mejorar, pero los autos realmente ya están listos. Y no solo para pequeños recorridos; creo que con Pole to Pole estamos probando que se puede hacer recorridos un poquito más largos...”.

Aun así, son conscientes de que la electrificación aún enfrenta desafíos y críticas. “Hay mucha crítica al tema de los autos eléctricos, al menos en el Reino Unido. Algunas sobre la longevidad de las baterías, otras sobre de donde viene la energía, la huella total de carbono, etc.”, reconoce Chris. “Encuentro que muchas de ellas son poco profundas e incluso malintencionadas, porque todas esas historias ya han sido refutadas mucho tiempo atrás. Hay una máquina más grande detrás de toda esta información: gente y grupos económicos interesados en frenar o ralentizar la transición. Igual yo siempre dije que los autos eléctricos tienen cero emisiones es sus escapes, no cero emisiones en total. Porque en realidad hay producción de CO2 en cada cosa que producimos y consumimos los humanos. Y no nos vamos a deshacer de eso en mucho, mucho tiempo. Todo se trata de cómo hacemos la transición; nosotros tratamos de colaborar para que sea lo más rápido posible. Pero sabemos que esto va a tomar tiempo”.  Julie completa la idea: “Los combustibles fósiles van a estar con nosotros durante mucho tiempo. Pero queremos que esa dependencia se reduzca lo más rápido posible. Hay maneras de hacerlo y una es a través de los autos eléctricos. Sabemos que no todo el mundo está en posición de comprar uno, porque todavía son comparativamente más caros, y hay países que tiene distintos ciclos –más lentos– de incorporación de esta tecnología… entendemos eso. Pero para la gente que está lista, que tiene acceso económico y a infraestructura, queremos empujarlos. Esa es una de las misiones de Pole to Pole. Nosotros no vamos a sermonear a la gente sobre qué es lo que tiene que hacer. Pero sí queremos concientizar. Pero si realmente te preocupa el planeta, estos son los hechos. Y si no estás listo para pasar a eléctrico, al menos andá a por un híbrido.” 

RT

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