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Sobre este blog

Un resumen semanal de política internacional a cargo de nuestro responsable del área de Mundo, Alfredo Grieco y Bavio. Serán diez puntos geográficos para pensar nuestro presente cada vez. Vías de acceso a una realidad que excede por mucho las fronteras de la Argentina.

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Diez días sin paz que estremecieron al mundo: Ucrania, Ucronía, Utopía y otras Ideologías

La dama con el perrito muy lejos, el cañón muy cerca. En la mañana fría del primer jueves de marzo, al fin del invierno,  están desiertas las calles de la ciudad ucraniana de Odessa. En este  puerto sobre el Mar Negro se sublevó en 1905 la tripulación del acorazado Potemkin contra los oficiales zaristas. Hoy el gobierno de Ucrania teme que la flota rusa desembarque y que las tropas ocupen el sur del país del que ya ocupan el norte,  y terminen de encerrar la capital Kiev.
4 de marzo de 2022 15:53 h

1

Las tropas rusas iniciaron en febrero sus operaciones militares en suelo ucraniano el último jueves del mes, el día de semana en que esta Newsletter se resigna a cerrar y a partir. Sufrida, puntual, espera en la gaveta postal su turno y su horario puntuales, cuando para ser tomada por el cartero, para encaminarla a sus destinos. Como en la Rusia de los zares un sobre de papel, cerrado, sellado, enderezado a Moscú o a Irkutsk, pronto para ser guardado, junto a muchos otros, en el bolso de cuero de un Miguel Strogoff vulgarizado, un correo que perdió su secreto.

El día en que la Newsletter madruga fue la fecha en que la madrugaron. Ese día jueves en que nos dolieron los huesos húmeros, las informaciones de la marcha y el fuego de los blindados, la noticia de los vuelos y los bombardeos de los aviones de guerra, hacía que que esa mañana estuviéramos viendo al mundo por la lente que está, en el catalejo de nuestro observatorio, en el lado opuesto al de la lente que usado en la noche, antes de las primeras luces del 24 de febrero. “El mundo cambió a las 4.00 de la mañana”, dijo de aquellas pequeñas horas el cineasta ucraniano Igor Minaev. En vez de los parágrafos que hacen fila aquí abajo, espacios métricos, enumerativos y decimales, y que cada semana dan su forma a  “El  es azul como una ”, en esta Newsletter hebdomadaria de Política Internacional de elDiarioAR.com -que como todos los días jueves (salvo el malhadado jueves último de febrero agonizante) hoy les llega aquí-, había otros diez obsoletos por caducidad inducida, súbitamente arcaicos como el arco y la lira, más viejos que las estrellas muertas, porque aun su luz fósil se había apagado.

1. Los desnudos y los muertos del zar de todas las Ucranias

La violencia sin descansos y un derramamiento de sangre que se volvió cotidiano, lejos de exaltar a este provecto, estólido epistológrafo como una coreografía de novedades y epifanías, lo abatieron al ajustarse sin indisciplina patente al patrón de oscuros, pero demasiado idénticos e identificables, días de injusticia. Un sol negro y melancólico arroja una luz cruel pero no engañosa, que no encandila sino desnuda, sobre cada parte, noble o innoble, de los primeros y segundos actores, de protagonistas y antagonistas, de roles menores, e ínfimos, de papeles ocasionales, de cameos, de extras, en una escena conocida, en un guion no ignorado. “Ved aquí el tinglado de la antigua farsa”: con estas palabras a modo de prólogo que Crispín dirige al público, señalándole un escenario todavía vacío, empieza la tragicomedia farsesca Los intereses creados (1907) de Jacinto Benavente, Nobel español de Literatura (y hoy no dejaríamos de recordar el ingenio de tábano más o menos clandestino pero siempre picante de su militancia que hoy llamarían queer.

Escenario del drama por venir, como un jueves atrás lo era el de la frontera teatral dibujada para distinguir, pero no para separar, a las dos ex repúblicas socialistas soviéticas de Ucrania y de Rusia. La URSS evitaba que los límites naturales coincidieran con las fronteras políticas. Cuando la disolución de la Unión Soviética, en 1991, las nuevas naciones ahora independientes que se emanciparon de ella retuvieron sin embargo los viejos límites. Previsoras, las autoridades comunistas habían facilitado así, llegado el caso, que tropas y armamentos, aun las más sofisticados, aun pesados misiles atómicos, cruzaran, del país más fuerte al más débil, sin turbulencia, perturbación, o innecesaria aspereza. Que el viaje de la guerra no fuera una carrera de obstáculos. 

2. Ucronías alemanas, o la punición a destiempo que no se descompone nunca

Militante temprana de las Juventudes Comunistas, residente en Alemania Oriental hasta 1989, a lo largo de su carrera como académica y científica, Angela Merkel siempre se sacó las mejores notas en Física y Química, pero muy mediocres en marxismo-leninismo. Después de 16 años al frente de un gobierno de unidad nacional en la Alemania reunificada, la ex canciller democristiana abandonó el poder en diciembre. No se había presentado como candidata a elecciones, y en su voluntario retiro fue despedida en diciembre por autoridades, medios y opinión pública promedio como una prócer vitalicia.

Esta semana, un revisionismo feroz era la norma inflexible y observada en Alemania, y Europa. Merkel y su predecesor el socialdemócrata Gerhard Schröder (que trabajó en tándem con el otro centroizquierdista de la ola rosa de la Tercera Vía europea de los 90s, el premier laborista británico Tony Blair), y su sucesor y ex segundo en la coalición, Olaf Scholz sufrieron una metralla de reproches. Saludados antes como visionarios, se les acusa ahora de cortedad de miras, miradas interesadas, o ceguera. Si en vez de pactar con Vladimir Putin lo hubieran enfrentado, no habría sangre ahora en Kiev, es el relato contrafáctico de esta ucronía inútil pero punitiva. 

3. Distopías post soviéticas, o por qué 1984 y 2022 son años pares pero 1945 y 1989 son mucho más impares

Débiles, cobardes, complacientes, sin empatía. Así son los desmemoriados o venales o estúpidos líderes europeos que uncieron la mejor democracia del mundo, la de la UE, la peor, más agresiva de las autocracias.

Al yugo del autócrata oriental, nuevo Pedro el Grande, Hitler, Stalin. Zarista, fascista, estalinista, imperialista, colonialista, militarista en políticas de Estado; discriminador, antisemita, misógino, machista, sexista, homofóbico, transfóbico, etnocétrico, nacionalista, tradicionalista, celeste, antilaicista –es más: creyente y practicante de la fe cristiana ortodoxa, asistente a interminables servicios religiosos con cantos e incienso, íconos y patriarcas con mantos de lentejuelas de oro y plata- en políticas sociales. Pero ante todo, un criminal de lesa humanidad, un genocida, asesino de sirios, chechenos, ucranianos rusófobos, periodistas de investigación, envenenador sin desfallecimiento ni infalibilidad de enemigos pertinaces, corrupto, amigo de oligarcas y mafiosos y traficantes de personas y de órganos, censurador de la expresión, la prensa, internet y las redes sociales, y verdugo de simpáticas Pussy Riot.

Sea lo que fuere Vladimir Putin, cuán inconmensurables su crímenes, la lección de la Guerra Fría era que los tratados importantes no se firman con los amigosSe firman con los enemigos. Son acuerdos, no consensos -si no traían la paz, evitaban las guerras más grandes. 

4. Entre el principio democrático y la seguridad nacional

Si en 16 años de gobierno Merkel hizo que el país más pujante y próspero de Europa se volviera también el más dependiente, y en primer lugar del mercado energético ruso, ha obrado sobre este proceder la idea y la creencia alcanzadas y adoptadas en aquellos años de formación y consagración profesional, anteriores a su entrada en las contiendas políticas –una carrera que progresaba según un recorrido marcado por las mismas etapas que el de Putin- de que paz armada y coexistencia pacífica son ambas posibles a la vez si se pone distancia a los contactos.

Durante décadas de disensos irreconciliables, los de la Guerra Fría fueron años de paz sin conflicto armado entre naciones occidentales. Una física y química como Merkel, un abogado y espía como Putin, son impermeables a la nostalgia y al reformismo. A la ‘fórmula’ de la Guerra Fría no la recomienda ni la justicia ni calidad democrática ninguna. Solamente, como a un experimento de laboratorio o un método de interrogatorio, su replicabilidad y eficacia. Y las partes llegan a acuerdos donde la renuncia a determinados derechos no nace del consenso, ni de la voluntad de gobiernos o electorados, sino de la fuerza de quienes invitan a esas renuncias y de la impotencia de quienes renuncian a esos derechos, si en vez de resignarlos buscaran defenderlos, en nombre de un también impotente soberanismo. En los tronos, la innoble desigualdad.

5. Vidas sin paralelo

En 1945, Hitler se suicidó en su bunker oculto con su novia y el Ejército Rojo hizo flamear sobre la Puerta de Brandemburgo la bandera de la hoz y el martillo. Derrotado el nazismo en 1945, concluida en Europa la Segunda Guerra Mundial, los Aliados triunfantes dividieron en dos el territorio del Tercer Reich, según el flamante modelo bipolar de la Guerra Fría auroral.

Poco tiempo más tarde figurarían en el mapa y en la ONU dos países nuevos, contrastantes y adyacentes. La República Federal de Alemania (BRD), con capital en Bonn, miraba hacia Washington; la República Democrática Alemana (DDR), con capital en Berlín Este, le daba la espalda al Atlántico para mirar hacia Moscú. La Ley Fundamental de 1949 organizó a la DDR como una democracia popular con partido único, el comunista. En 1989, antes de la caída del comunismo, la DDR llegó a cumplir y celebrar cuatro décadas de pacífica existencia. Más años con paz que la Ucrania nacida en 1992.

6. En donde ardía la memoria del presidente Putin

En 1989, la futura canciller democristiana de la Alemania unificada, joven militante comunista, física de profesión, doctora en química, trabajaba en la Academia de Ciencias de Berlín Este; el futuro presidente de la Federación Rusaabogado de profesión, con grado militar de la KGB, trabajaba como agente de inteligencia en Dresde. Ciudad germano oriental de antigua tradición cultural sobre el río Elba, capital del estado de Sajonia, con la más rica concentración nacional de arte y arquitectura barroca urbana civil y religiosa, pública y privada, sede de dos de las mejores y mayores Pinacotecas y Óperas alemanas, fue reducida a escombros por un bombardeo ordenado por Londres y Washington.

Las 4000 toneladas de explosivos incendiarios que arrojaron en 1000 ataques sucesivos entre el 13 y el 15 de febrero de 1945 la Real Fuerza Aérea (RAF) británica y la Fuerza Aérea del Ejército de EEUU (USAAF) sobre la población de la ‘Florencia del río Elba’ desencadenaron una destructiva tormenta de fuego que arrasó la ciudad. Dresde se había convertido en santuario de heridos de guerra. Las primeras estimaciones de muertes las calcularon precisamente en 200.000 en una ciudad de medio millón de residentes. El debate continúa sobre el móvil y sentido de una masacre masiva ejecutada cuando todo indicaba, y así fue, que faltaban pocas semanas para la rendición incondicional de Alemania. Gran Bretaña y EEUU no aceptan que se haya tratado de un crimen de guerra. Coordinador del ataque era el primer ministro conservador británico WC Churchill, con que se compara insistentemente al actual presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. El gobierno germano oriental reconstruyó con paciencia, ahorro, y erudición a la ciudad de Dresde. Para el 40 aniversario de la DDR, la inauguración estaba pronta. Pasado de destrucción atlantista, presente de reconstrucción comunista, están siempre presentes en el recuerdo y la retina de Putin, han recordado figuras cercanas al presidente ruso en estos días de marzo. 

7. El presidente Biden y su primer sermón anual sobre 'el Estado de la Unión'

Ante los tres poderes del Estado reunidos bajo la cúpula del Congreso en Washington, el político demócrata octogenario pronunció por primera vez en su mandato el solemne discurso en que cada año los presidentes de EEUU vuelven a pedir el voto del país y del mundo para los ejes mayores de su gobierno. Tras la lucha contra la pandemia, es ahora la batalla de Ucrania la nueva guerra internacional que evoca Joe Bien en defensa de la unidad nacional y la inversión social progresista.

En un discurso de 60 minutos12 estuvieron dedicados a Ucrania y a Rusia. Biden hizo 30 referencias directas, llamando por nombre a Rusia y al presidente ruso Putin, y sólo hizo 3 a China y al presidente chino Xi Jinping: un año atrás, la apuesta más frecuente habría sido la inversa.

8. Neutralidades que se abandonan, eran tan insulsas

La Unión Europea descubrió, en el contexto de la guerra, que podía organizarse para dar respuestas en una velocidad razonable a acontecimientos que cada día violan el límite de exceso de velocidad, y fueron cada día aumentando la cantidad y calidad de las sanciones contra Rusia. Alemania rompió con su pasado abstencionista en conflictos bélicos para enviar a Ucrania armas anti tanques y anti aéreas. Y aun Suiza renunció a la vez a la neutralidad y al secreto bancario para revelar las operaciones de oligarcas rusos oficialistas.

9. Símbolos y otros deportes

Desde que la final de la Champions League se mude de San Petersburgo a París, hasta que le prohíban a Putin practicar el judo, o se le quite a Rusia la sede del Mundial de Voley masculino, cada día se añaden penalidades que aumentan el aislacionismo de Rusia. Acaso la más dolorosa, por a quienes afecta en un ámbito particular del deporte, haya sido la exclusión conjunta de los equipos de Rusia y Bielorrusia, impedidos de competir en los Juegos Paraolímpicos que comienzan el viernes 4 en Pekín. 

10. Ideologia, eu quero uma pra viver

Meu partido / É um coração partido / E as ilusões estão todas perdidas / Os meus sonhos foram todos vendidos / Tão barato que eu nem acredito, cantaba el carioca Cazuza en 1988. Dos años antes de morir de sida. Y un año antes del derrumbe del Muro de Berlín. En 1989, el sentimentalismo no ensuciaba dicha ni desdicha en las existencias de Angela Merkel y de Vladimir Putin. Una y otro, la académica de Ciencias y el agente de Inteligencia, habitaban la Alemania Oriental comunista y sus proyectos no incluían el de atravesar la Cortina de Hierro para cruzarse a Occidente.

Angela y Vladimir hablaban el mismo idioma. Y las mismas lenguas. Todavía hoy, cuando los países en que nacieron ya no existen, festejadas la extinción de la DDR y de la URSS por la industria germano occidental y por la OTAN. La ex canciller democristiana es una fluida, locuaz, precisa hablante del ruso coloquial y el ex espía soviético habla un rico, culto, elegante alemán literario.

El esperanto o volapük de la paz de los artífices del hoy suspendido gasoducto Nord Stream 2 es el de la Guerra Fría. La paz es el resultado del respeto recíproco de los intereses estratégicos de las superpotencias. Cuba tenía derecho en 1962 a instalar misiles de la URSS y a integrarse, si eso quería, al Pacto de Varsovia, como Ucrania tenía y tiene derecho a incorporarse a la OTAN. Pero ocurre que misiles soviéticos en el mar Caribe estaban en contra del interés estratégico de EEUU y armas y efectivos atlantistas en el mar Negro estaban y están en contra del interés estratégico de Rusia.

En el dialecto que comparten Merkel y Putin, la paz es el acuerdo que reconoce la vigencia simultánea de intereses estratégicos de las potencias mayores. Menos pacífico, en cambio, luce un pacto que catea qué volumen de empoderamiento hay en stock para las aspiraciones democráticas de un nuevo Estado que busca verlas hechas realidad. Y que hace de su fe en la democracia la garantía de una cualidad que asegurará a una colectividad histórica el ser ininterrumpidamente gobernado por instituciones democráticas, ya que estas son las que elige.

AGB

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