Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
Síguelo en redes
Con la biología no alcanza: estudiar medicina en la UNCo siendo una joven trans
Comenzó su transición durante la cursada y hoy es la única estudiante trans de la facultad. Luna Pecoraro, una realidad que se impone en el aula.
Empezó la carrera con otra identidad, transicionó en pandemia y volvió a las aulas como Luna. “Tenía que ir diciendo cuál era mi nombre”, recuerda Matías Subat
25 de enero de 202500:00 h
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—Por ahí hay algunas resistencias de algunos compañeros cuando yo toco ciertos temas fuertes que no les gusta escuchar, o que no están acostumbrados a tratar.
—¿Por ejemplo?
—Prostitución en una ruta.
Luna Pecoraro toma aire y sigue.
—Estábamos en una clase de APS (Atención Primaria de la Salud), estábamos viendo reproducción sexual, obviamente todo heterosexual. Me acuerdo que me quejé: “¡Ay pura heterosexualidad acá! Esto a mí no me representa”. Los hombres tienen que usar preservativos, ¿y las mujeres trans que tienen que penetrar a uno en la ruta por obligación?
En 2016 Luna comenzó la carrera de Medicina en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). La dejó en 2020 y retomó en 2021, con este nombre y nueva apariencia.Hoy es una joven trans de 27 años sentada en el bar de la facultad. A su derecha, sobre la pared, hay una placa en homenaje a Agustina Fernández, una estudiante de 19 años, oriunda de La Pampa, que en 2022 fue víctima de femicidio. Dice: “Nunca dejes de soñar con un futuro mejor” en un marco de girasoles amarillos.
Luna tiene un piercing en la nariz, gloss en los labios, remera color gris topo con hombros descubiertos, mini y zapas negras, una melena ondulada en las puntas.
“Varios profesores tienen la idea biologicista de la medicina. Si bien se vienen implementando desde hace años materias con una mirada más humanitaria, donde te enseñan que la medicina depende de todos los factores sociales, hay muchos que se concentran en la biología pura. Después vas a tener otros profesores que te van a acompañar, como la profe Gabi Luchetti”, cuenta.
“Respetabilidad”
Gabriela Luchetti es ginecóloga, profesora de Luna en la UNCo: “Los primeros años de la facultad de medicina son muy complejos. Tenemos un gran nivel de deserción y sobre todo un gran nivel de recursado, de desaprobación de materias, como un enlentecimiento de la carrera. Hoy en día está durando alrededor de 10, 11 años. Está siendo una carrera muy larga porque los primeros años son muy difíciles”, afirma.
La facultad de Ciencias Médicas está en la ciudad rionegrina de Cipolletti y tiene dos sedes: Toschi y Tordos. Se creó en 1996 y dos años más tarde ingresaron 123 estudiantes. En 2003 egresó la primera cohorte de profesionales. La duración de la carrera es de siete años, más cuatro de especialización. Luchetti ubica a Luna en este contexto: “Su situación es mucho más difícil todavía, por las historias dramáticas que hay detrás de las transiciones, lo que ha significado en sus relaciones sociales”. Ambas compartieron en la facultad el dictado del seminario: “La ley de interrupción voluntaria y legal del embarazo: oportunidades y desafíos para las prácticas de salud”, impulsado por la Colectiva Feminista La Revuelta.
El perfil del egresado, según la descripción de la página web de la UNCo, es el de un médico generalista “capacitado para resolver los problemas de salud de la población, tanto de niños como de adultos, conocedor de los problemas de la comunidad en la que le toca actuar, con un fuerte acento en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, formando parte de un sistema de salud de complejidad creciente que le permita actuar como articulación entre el primer nivel de atención y los más sofisticados de una internación”.
Luna es actualmente la única estudiante trans de la facultad. Hubo otras personas que desistieron en el camino.
“Libres, valientes y hermanadas en la lucha”. La facultad tiene recordatorios de Agustina Hernández, alumna víctima de femicidio en 2022.
Matías Subat
Ser visible
“Post-pandemia aparecí de otra forma y eso no fue muy bien aceptado. Costó mucho, yo peleé muchísimo tiempo con los profesores, con los compañeros, con el Departamento de Alumnos, con todos, porque eso fue algo nuevo para ellos y tuvieron que empezar de cero con trámites como el nombre, el uso de los baños, la rectificación del DNI en la página del SIU (donde está cargada la información académica del estudiantado), y ahí joder para que den estos temas en el plan de estudios, que tampoco se ven. Están en una materia que se llama Taller A, muy por arriba, una clase nomás y después no sé si en otra materia los tocan. Son médicos en formación que no tienen ni idea de personas trans”, plantea la joven.
Insiste: “Llegan al ciclo clínico, al último año de medicina con el título en mano, y vos le preguntas por una cirugía de reasignación y no saben qué hacer. Los chicos no conocen a la comunidad y después pasa que me ven a mí, que me conocen, que soy la única, no saben más nada del mundo trans y llegan al consultorio y están en blanco”.
El profesor que está a cargo del Taller A es Federico Fushimi. La materia tiene una denominación más rimbombante: “Integración de estructura de función normal”.
“A Luna la conozco antes de haber adoptado ese nombre y la recuerdo como un cuadradito de la pandemia, de las clases Zoom”, rememora Fushimi.
“Esta asignatura en particular trabaja con la metodología de aprendizaje basada en problemas, y significa que al estudiantado le ofrecemos un caso clínico en donde tiene que identificar un problema y durante un mes lo tienen que resolver usando las materias paralelas a Taller A: anatomía, histología, biología celular, fisiología”, agrega. En uno de los casos abordan la diversidad sexual.
Fushimi admite que no en todas las materias se adopta esta perspectiva. “En algunas asignaturas es más fácil incorporarlo, como por ejemplo bioética, o las que también llamamos materias sociales dentro de medicina, pero las más duras como farmacología, bioquímica o anatomía son temas que hay que ingeniárselas bastante como para poder tomarlos”, asegura.
En su opinión “la formación real en diversidad sexual en general, e identidad de género en particular es bastante heterogénea. En facultad de medicina muchos docentes si bien son afines, no sienten que están con toda la seguridad para poder darlo como si fuese una clase. En Taller A nos pasó lo mismo, pero tratamos de ponernos del otro lado de la vereda. Hacer esa apuesta política. Es preferible decirlo y hablarlo y ponerlo en el tapete, por más que no sepamos del todo, que esperar a estar súper-capacitados y que pasen camadas y camadas de futuros médicos sin que se toque este tema”.
En el pasillo de la facultad, la ordenanza 541 del Consejo Superior sobre el respeto a la identidad de género, aprobada un año antes de la ley nacional de Identidad de Género.
Matías Subat
Menciona que la última actualización del plan de estudios fue en 2013 y que se está trabajando en una reforma con el fin de curricularizar estos contenidos. Para Fushimi una de los obstáculos es que el campo de la medicina tradicional convive todavía con el modelo médico hegemónico: “Casi sería como la versión médica del patriarcado”. Lo definió como un paradigma que parte de una premisa: “la persona que dicta la salud es el médico y todos los que trabajan junto al médico son subsidiarios: enfermería, kinesiología, nutrición. Le tienen que obedecer y el médico dice cómo debe ser la salud del paciente. Ese modelo ha puesto a acceder a médicos a cargos de diputados, legisladores, presidentes y ha dado respetabilidad”.
Esa “respetabilidad médica” pregonada, dice, no está asociada al universo trans que “si bien es legal en Argentina todavía está muy impregnado del tabú, del estigma”.
“Profe, ¿me puede llamar así?”
La ordenanza 541 del Consejo Superior ordena que en todas las dependencias académicas y administrativas de la UNCo se debe “respetar la identidad de género adoptada o autopercibida de cualquier persona que estudie o trabaje” y que cuando sea nombrada en público, el personal utilizará sólo el nombre de su elección y no el que conste en el DNI. Fue aprobada en 2011, incluso antes de la sanción de la ley de identidad de género a nivel nacional. Lo que la originó fueron las presentaciones realizadas por organizaciones sociales regionales y los entonces proyectos de reconocimiento que estaban en el Congreso.
La aplicación en la realidad es más pantanosa. “Antes no tenía documento entonces hablaba profe por profe: ‘Che, profe, me puede llamar así’. Yo tenía que ir diciendo cuál era mi nombre. Obviamente tenés caras feas de compañeros que te dejan de saludar, te dan vuelta la cara de un día para el otro”. Relata una situación que encontró en marzo de 2023: “Pusieron un cartelito en el baño de discapacitados ”las personas trans y los discapacitados pueden entrar a este baño“. Lo tuvieron que sacar”.
Además fue dificultoso el cambio en los registros de la facultad. Le decían: “Sos la primera persona que nos pide un cambio de nombre, no sabemos cómo hacer esto”. Luna protesta: “Es un cambio de nombre en una computadora. Mandaron papeles a central (la sede en Neuquén) para respuestas, hasta que lo logré, viste”.
El 20 de marzo de 2019 el Consejo Superior había creado el cupo laboral para personas trans en la UNCo. En los fundamentos se citaron los datos del relevamiento a esta población del que participó la propia universidad, junto a organizaciones de la comunidad LGBTTIQ+ de Río Negro y Neuquén, y los gobiernos provinciales. Allí se demostró “que alrededor del 60% de las personas trans encuestadas no completó la educación obligatoria”.
El principal motivo de abandono que señalaron en la encuesta fue la discriminación “incluyendo las sufridas dentro del hogar, ya que muchas veces las familias no aceptan esta identidad de género, las expulsa de sus hogares y/o ellas mismas deciden abandonarlo por la hostilidad recibida. También en los ámbitos educativos la discriminación se visualiza entre sus compañeros e incluso por parte del cuerpo docente, directivos y personal no docente”.
El frente de la sede Toschi en Cipoletti. En la actualidad Luna es la única alumna trans de la facultad.
Matías Subat
El documento, presentado en 2018, indicaba que en Neuquén el 41% de la población trans tenía un empleo registrado mientras que en Río Negro el 9% estaba en esas condiciones.
Pasaron más de cinco años, pero el cupo laboral sigue pendiente de reglamentación.
Sostener la vida
Luna lleva tres años y medio con hormonas. El tratamiento lo hace en el consultorio inclusivo de atención integral para personas trans del hospital Cipolletti. Funciona desde 2017 y lleva el nombre de Claudia Pía Baudracco, un emblema del activismo. Han pasado 200 personas por este espacio y actualmente asisten a 110. “Se preocupan por mí”, repite la joven.
¿Por qué existe el consultorio? “El cuidado que hacemos es acompañar en los procesos de hormonización, pero también a la sostenibilidad de la vida que tiene que ver con la alimentación, con la compañía, con no estar en soledad”, responde María “Moro” Verdugo, trabajadora social que integra el equipo junto a una dupla de profesionales de la medicina y la psicología.
Las demoras en la entrega de medicación, en el primer año de la gestión Milei, las ha cubierto la Provincia y las dificultades se concentran en el acceso a las cirugías: masculinización de torso (para varones trans y personas no binarias) y colocación de implantes mamarios para mujeres trans. La ley establece que todas las prestaciones de salud –intervenciones y tratamiento hormonales- están incluidas en el Plan Médico Obligatorio. No son opcionales para ningún efector.
El último censo del Indec relevó por primera vez a esta población: en Río Negro vivían hasta 2022 un total de 685 mujeres trans/ travestis, 718 varones trans y 568 personas no binarias.
“Más o menos alrededor del 60% de las personas que van al consultorio tienen obra social y las obras sociales les están cubriendo la medicación al 100%. El resto que no tiene cobertura de obra social la provisión es desde salud pública y esto está funcionando actualmente”, precisa la trabajadora social.
Una Luna
“Que haya aparecido una Luna pienso que es un buen signo de que se respiran aires un poco más amables en la facultad, para que pueda, como diría Machado, darse un mundo sutil”. Fushimi, su profesor de Taller A, tiene un infatigable optimismo. ¿Pero qué se necesita aún para que la universidad no expulse a las personas trans?
Luna enumera las barreras que deben sortear. La primera es la económica. “A mí se me hace muy difícil porque no tengo trabajo. Hace más de un año que estoy buscando. Yo entregué currículum en todas las farmacias, porque a mis compañeros los suelen aceptar en farmacias.A mí me rechazaron en todas. Los libros me los fui comprando con el tiempo, tenía que ir a cursar al barrio Don Bosco II (en un centro de salud de Neuquén) y tenía que tomar dos colectivos, o un colectivo y un taxi, por ahí tenía un compañero piola que me traía pero no le gustaba traerme, aunque se venía para Cipolletti”, asegura.
El reporte del primer relevamiento nacional de condiciones de vida de la diversidad sexual y genérica, que fue ejecutado por instituciones de investigación de todo el país, incluyendo la UNCo, concluye que en la región Patagonia las tasas de desocupaciónespecíficamente en identidades trans femeninas, trans masculinas y no binariesduplica a la población en general. Estas identidades presentan mayores respuestas de discriminación laboral.
Enfrenta el desafío de pedir una ampliación de género en la formación contra el enfoque biologicista que prima en la carrera. Luna insiste y persiste.
Matías Subat
Dos de cada diez personas encuestadas manifestó haber sufrido maltrato en ámbitos de salud; en el caso de la población trans y no binarie esta proporción asciende a casi cuatro de cada diez. Los datos fueron expuestos en 2024.
Luna sostieneque también se arraigan en la facultad resistencias religiosas: “Tenés compañeros hijos de pastores”, ejemplifica.
Su aspecto femenino a veces la protege. “Tenés que entrar en los estándares sociales de belleza y eso es otro choque. A mí me tratan como chica porque tengo apariencia de chica, a mi esa discriminación no me la hacen. Tenía los comentarios de ‘soy linda’ además de los comentarios de odio. Igual te ponen cara de asco, no te la disimulan, pero por ahí te aceptan un poquito más. Con las otras personas trans que cursaron no pasó lo mismo y ellos se terminaron yendo, yo fui la que más sigue resistiendo, de alguna manera”, explica.
El momento de hacer la transición también es clave a la hora de entrar en contacto con los otros. “No es lo mismo ser trans hace diez años, a ser trans desde hace unos meses, que estés empezando y empiecen a atacarte. Es algo que se va construyendo. Yo no tenía el mismo carácter que me ves ahora hace tres años o cuatro. Era mucho más tímida, pero esta discriminación que te ponen otros alumnos y los profes hacen que abandones la carrera y no está bueno eso”, manifiesta.
Protagonista
“Felicity” fue una serie de televisión que se estrenó en 1998. En el primer episodio la protagonista, interpretada por Keri Russell, decide repentinamente cambiar la universidad en la que iba a estudiar Medicina para seguir a un compañero del secundario del que estaba enamorada. Algo así le pasó a Luna: “Me da vergüenza contarlo: Medicina la elegí porque había un chico que me gustaba. Era mi primer amor, él tenía una hermana que estudiaba Medicina. Bueno quería que me admirara”. A partir de esa presunta torpe decisión, “Felicity” se redescubre a sí misma y crece. Los capítulos de Luna están en rodaje.
LLB
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El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
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