Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
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Coger a pelo y otros riesgos: cómo cambió la cultura de la protección sexual
Sin campañas públicas y con el miedo al VIH en declive, el preservativo parece perder terreno: apenas el 14 por ciento de las personas declara usarlo siempre. Una nueva “costumbre” que afecta a todas las generaciones y que ha aumentado los casos de enfermedades de transmisión sexual.
La baja en el uso es una problemática a nivel global, no solo de Argentina. Según la OMS entre 2014 y 2022 cayó del 70% a &1% en varones y del 63% al 57% en mujeres
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En los ‘90, el preservativo irrumpió en la televisión abierta en horario central. Primero aparecía borroso, hasta que la cámara hacía foco y remataba: “El tiempo está malísimo, abrigate”. Aquella campaña, creada por Fundación Huésped junto al Consejo Publicitario Argentino, se convirtió en un hito que dejó frases memorables como “si salís de pesca, llevá salvavidas”.
Aunque no era una novedad como método de doble protección, el preservativo había cedido protagonismo frente al avance de las pastillas anticonceptivas como principal estrategia para evitar embarazos. Sin embargo, su presencia en la escena pública se reactivó en los ‘80 con la irrupción del VIH hasta que resultó imprescindible instalarlo en el prime time. Para una generación que había perdido amigos, parejas y personas cercanas, el virus era sinónimo de una sentencia de muerte y, con el tiempo, el forro fue recuperando terreno hasta convertirse en la única barrera capaz de funcionar como anticonceptivo y proteger de infecciones de transmisión sexual.
Sin embargo, cuatro décadas más tarde parece estar perdiendo espacio, no solo en la intimidad, sino también en la conversación pública. Pese a que más del 98% de las infecciones se producen por practicar sexo sin protección, según cifras de AIDS Healthcare Foundation (AHF) Argentina, apenas el 14% de las personas en el país incluye el preservativo en todas sus relaciones, el 65% lo hace solo algunas veces y el 20,5% directamente nunca. La pregunta es inevitable: ¿por qué se dejó de usar con tanta regularidad?
Una “moda” peligrosa
La idea de “coger a pelo” o “a peluche”, es decir, sin protección, empezó a circular entre los jóvenes a través de redes sociales y memes. ¿Se transformó en moda o simplemente dejó de verse como imprescindible? La pregunta no es retórica: revela un cambio profundo en cómo las nuevas generaciones perciben el riesgo, cómo interpretan la información y cómo toman decisiones en su intimidad.
La caída en el uso del preservativo no se explica por una única causa ni por una franja etaria en particular. Responde a un entramado más amplio: cambios culturales, avances médicos que redujeron la percepción del riesgo, la aparición de nuevos métodos anticonceptivos y la falta de políticas públicas sostenidas de prevención.
Jóvenes y adultos atraviesan este escenario de manera distinta, pero la tendencia es la misma: el forro ya no ocupa el lugar central que tuvo como símbolo de cuidado y responsabilidad sexual.
Entre los menores de 30, predominan respuestas ligadas a la “confianza” en parejas ocasionales, como si la cercanía digital o las apps bastaran para reducir riesgos. También mencionan que “corta el clima” o que “ya nadie lo usa siempre”. En los adultos, pesa el factor económico —cada vez son más caros y menos accesibles en los centros de salud—, aunque la explicación más repetida es la falta de costumbre.
Entre los mayores de 60, el preservativo directamente nunca fue parte de sus experiencias íntimas. Con la llegada de fármacos como el Viagra, muchos retomaron su vida sexual, pero sin hábitos de protección. Persiste, además, la idea de que puede afectar la erección o disminuir la sensibilidad, y la creencia errónea de que mantener relaciones con mujeres mayores no implica riesgos: descartada la posibilidad de embarazo, consideran que las infecciones son un problema exclusivo de los jóvenes aún cuando la exposición es real.
Qué se perdió al perder el miedo
“Conforme se fue transformando la historia natural del VIH, con los antivirales que permiten que las personas que viven con el virus tengan buena calidad de vida, las nuevas generaciones le fueron perdiendo el miedo; al mismo tiempo, surgieron métodos anticonceptivos más modernos como los implantes subdérmicos, el DIU o el SIU”, explicó a Punto de Encuentro Leandro Cahn, director ejecutivo de Fundación Huésped.
Al respecto, Miguel Pedrola, director científico para Latinoamérica y el Caribe de AHF, destacó que “uno de los grandes problemas que tenemos es que solemos hablar del preservativo solo en relación al VIH, y no de las infecciones de transmisión sexual en general. Entonces, cuando el VIH deja de ser percibido como una amenaza, también desaparece el preservativo de la conversación pública”.
Las consecuencias ya se ven en las estadísticas: según AHF, el 15% de los nuevos diagnósticos de VIH también fueron positivos para sífilis. El porcentaje asciende al 40% si se suman tanto los nuevos diagnósticos de sífilis como los que tenían antecedentes de infección previa. Desde Fundación Huésped se registraron 69 casos de hepatitis A en 2024, mientras que el promedio anual de los últimos cinco años había sido de 31.
“Esos datos —señaló Pedrola— muestran que no estamos haciendo bien la prevención y que necesitamos aggiornar el discurso. Hoy ya no alcanza con decir ‘usá preservativo para no agarrarte VIH y no quedar embarazada’; hay que instalar que, para evitar el contagio de otras infecciones de transmisión sexual, el preservativo sigue siendo clave”.
Y añadió que incluso desde una lógica pragmática —“si lo quieren ver desde un punto de vista capitalista”— fomentar su uso representa un ahorro, porque cada persona infectada termina siendo más costosa para el sistema de salud. “Sin embargo —destacó— los presupuestos destinados a prevención se achican año tras año y ese mensaje pierde presencia”.
Menos preservativos, más casos
Para muchos jóvenes, las charlas sobre preservativos quedan reducidas a conversaciones entre amigos, sin demasiada información confiable de respaldo. A esa falta se le suma un obstáculo institucional: primero fue el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que puso en “revisión” y bloqueó el acceso a todos los contenidos de Educación Sexual Integral en su portal web. La Secretaría de Educación nacional siguió el mismo camino y retiró del portal Educ.ar varios recursos audiovisuales con el argumento de hacer “un estudio neutral” y evitar supuestos casos de “adoctrinamiento”.
Con menos materiales disponibles, cada vez resulta más difícil acceder a información clara y actualizada sobre sexualidad, métodos de protección y cuidado personal. Esa carencia no es menor: amplía las brechas de conocimiento y tiene un impacto directo en la caída del uso del preservativo.
Avances médicos, cambios culturales y falta de campañas de prevención: un combo peligroso detrás de la caída del uso del preservativo. No es solo una problemática entre jóvenes
Y aunque el Estado debería garantizar el acceso gratuito, desde Fundación Huésped denunciaron que en 2025 se compraron 34 millones menos de preservativos que en 2023. Además, en 2024 hubo 6.400 nuevos diagnósticos de VIH, 1.400 más que el año anterior. El 45% de estos casos se detectaron tarde, cuando la persona ya tenía su sistema inmune debilitado.
La baja en el uso es una problemática a nivel global, no solo de Argentina. Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre adolescentes cayó entre 2014 y 2022: entre los varones, del 70% al 61%, y entre las mujeres, del 63% al 57%. La pregunta se repite: ¿cómo es posible que un método tan seguro y probado pierda relevancia? ¿Cómo se combina la desinformación y la presión social para que esto suceda?
El universo digital también juega su parte en cómo se arman hoy los relatos sobre sexualidad y protección. Silvina Valente, presidenta de la Sociedad Argentina de Sexología Humana y directora de Consexuar, una academia para profesionales que también brinda terapia para pacientes, señaló: “Las redes sociales son ambivalentes: algunas ofrecen educación sexual de muy buena calidad, pero muchas otras difunden información dudosa o sin evidencia científica. Hay influencers que hablan de sexualidad y cuidado sin ser profesionales ni operadores pares, y los jóvenes terminan recibiendo mensajes contradictorios”.
“De hecho —criticó— algunos influencers recomiendan ‘no usar preservativo porque el bicho va y viene”.
Al respecto, señaló que en Argentina no existe producción nacional de preservativos y que la fuerte baja en las importaciones refleja con claridad la caída tanto en su uso como en la distribución gratuita por parte del Estado. En 2023 se adquirieron cerca de 161 millones de unidades; un año después, la cifra se redujo un 24 por ciento.
Hoy, lejos de aquellas viejas campañas televisivas que ponían al preservativo en primer plano, el desafío sigue siendo el mismo, aunque en otros espacios: lograr que el cuidado siga importando. Que el forro deje de estar olvidado en el cajón y recupere su lugar como herramienta clave para disfrutar del sexo seguro.
SL / MA
Sobre este blog
Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
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