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Sobre este blog

Un trabajo extraordinario: historias e ideas sobre maternidad y paternidad en Argentina es una exploración de lo que nos une y de lo que nos separa a los padres y madres que hoy, en un territorio tan vasto y desigual como el nuestro, contribuimos a la tarea titánica de criar a una persona. Un mapa de temas y problemas, un retrato de un estado de situación, un testimonio de las muchas formas en las que las personas atraviesan y se organizan para atender al desarrollo humano de los niños y las niñas.

Invitamos a los lectores y las lectoras a suscribirse a este newsletter y sumarse a esta exploración de los dilemas, las alegrías y las dificultades que convergen en el trabajo extraordinario que supone cuidar y criar hoy en Argentina.

Por Natalí Schejtman

Nos preocupa el uso de pantallas entre los niños, pero Paka Paka solo aparece en los medios cuando escandaliza

Natalí Schejtman

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Un trabajo extraordinario: historias e ideas sobre maternidad y paternidad en Argentina es una exploración de lo que nos une y de lo que nos separa a los padres y madres que hoy, en un territorio tan vasto y desigual como el nuestro, contribuimos a la tarea titánica de criar a una persona. Un mapa de temas y problemas, un retrato de un estado de situación, un testimonio de las muchas formas en las que las personas atraviesan y se organizan para atender al desarrollo humano de los niños y las niñas.

Invitamos a los lectores y las lectoras a suscribirse a este newsletter y sumarse a esta exploración de los dilemas, las alegrías y las dificultades que convergen en el trabajo extraordinario que supone cuidar y criar hoy en Argentina.

Por Natalí Schejtman

Desde que salió el libro La generación ansiosa, de Jonathan Haidt, en 2024, el asunto del tiempo que los niños pasan frente a las pantallas, que ya estaba presente en conversaciones y castigos varios, adquirió un estadío público, con ribetes de causa municipal –prohibir o no celulares en las escuelas–, nacional, global, pero también doméstica.

Los que administramos el tiempo libre de niños sabemos que es prácticamente imposible prohibirles las pantallas, que los niños consumen contenidos audiovisuales en sus hogares, en las escuelas (bastante, de hecho), en las casas de sus abuelos, amigos y prácticamente en cualquier lugar adonde van. Como los adultos. Por eso, el acento en el dispositivo –el celular– como fuente de todo mal –si lo tienen o no, cuanto tiempo, en dónde, de quién– no solo puede implicar algunas repreguntas metodológicas sino que opera quitando la atención en un aspecto relevante, al menos si analizamos el tema con sensatez y sentimientos: qué ven los niños en esas pantallas es tanto o más importante que cuánto tiempo las tienen en sus manos. Pero es un debate muchísimo más incómodo, complejo, sutil. Es más fácil, como padres y como tomadores de decisión, prohibir y patalear, o hacer la vista gorda ocupados en nuestras propias pantallas, cuando vemos que nadie nos respeta.