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Sobre este blog

Un trabajo extraordinario: historias e ideas sobre maternidad y paternidad en Argentina es una exploración de lo que nos une y de lo que nos separa a los padres y madres que hoy, en un territorio tan vasto y desigual como el nuestro, contribuimos a la tarea titánica de criar a una persona. Un mapa de temas y problemas, un retrato de un estado de situación, un testimonio de las muchas formas en las que las personas atraviesan y se organizan para atender al desarrollo humano de los niños y las niñas.

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Por Natalí Schejtman

Es maga, actriz y va a la universidad con su bebé: “Prefiero hacerlo así que no hacerlo”

Paola en su clase de la universidad

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La imagen tiene la suficiente potencia. Una estudiante de unos treinta años asiste a su clase en la facultad con su bebé de siete meses. Lo tiene en la teta, en la mochilita, a upa de algunas compañeras que se ofrecen a dar una mano –los compañeros son muy pocos y ninguno se ofrece–. De las cuatro horas que dura la clase, ella rara vez pasa las dos horas, pero no deja de ir. Presta atención, o presta la atención que puede. Entrega sus trabajos a tiempo. En los momentos críticos, sale a dar una vuelta con su bebé.    

A la docente primero le llama la atención y le genera curiosidad, pero mientras avanzan las clases ve cómo mamá y bebé se amalgaman con la cursada de un modo bastante natural y cómo la presencia de un bebé en un espacio que no le pertenece ni está pensado para menores de edad lo reorganiza. El aula en la que se enseña escritura creativa se tiñe del color de lo posible. A esa madre, de hecho, se la ve bastante bien dentro de lo posible. 

Es la docente la que me sugirió contar la historia de esta mamá y este bebé para Un Trabajo Extraordinario. A mi me resultó cautivante la discusión por lo posible: ¿qué se puede y qué no se puede hacer con un bebé? ¿Qué rol juegan el entorno y las instituciones en dar una respuesta a esa pregunta? ¿Cuánto hay de los gustos y de la voluntad de cada una de mezclar el cuidado de un hijo con el estudio universitario? 

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Historias e ideas sobre maternidad y paternidad en Argentina, por Natali Schejtman.

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Hablemos ahora de Paola, la mujer que asiste a la universidad con su bebé, entre muchas otras cosas.

Nació hace casi 32 años en Honda, en el departamento de Tolima, en el litoral colombiano. Sus padres la adoptaron cuando ella era un bebé y había nacido de una mujer que, según la historia que le contaron, trabajaba en una finca vecina y no quería tenerla. Su nueva familia estaba emocionada por recibirla. No solo sus padres, sino también la hija mayor de la pareja, que tenía 20 años y era hasta ese momento la única hija. 

La nena crecía en su nueva familia, pero su papá empezó a oscurecerse y entrar en una “desesperación personal” producto de “negocios enredados”, según reconstruye Paola en este bar de Almagro, mientras lidia con su sonriente y apacible bebé y una taza de café con leche caliente. En un viaje en auto de Honda a Bogotá con toda la familia, cuando Paola apenas pasaba los dos años y viajaba sobre la falda de su mamá en el asiento del acompañante, su padre chocó contra un camión. El saldo del accidente fue trágico: murieron su padre, su madre y un primo. Ella, milagrosamente, salió ilesa, mientras que su hermana mayor, Mónica, se dañó severamente la pierna y, tras una operación, estuvo seis meses sin poder caminar. 

Cuando Paola quedó embarazada en el invierno de 2021, lo pensó bien durante una semana. El bebé no estaba en los planes ni de ella ni de su novio, con quien salía hace diez años. A él lo conoció en Bogotá: actor como ella –que en ese momento cursaba la carrera de Lenguas en la facultad y también estudiaba teatro–, venía viajando por distintos países de Latinoamérica con una obra de teatro. Ella se anotó en su curso de dramaturgia y así empezaron a salir. Se instalaron un tiempo en la casa de Paola y después decidieron viajar con una obra de teatro por Perú, Ecuador y Bolivia. En 2015, se asentaron en Buenos Aires, de donde es él. Juntos tienen una compañía de teatro y en medio de algunas idas y venidas –y más viajes– Paola terminó una licenciatura de Artes Escénicas y un curso de actuación para espacios abiertos. También, se anotó en la carrera de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de Arte que fue haciendo lentamente.

Una vez que decidieron seguir con el embarazo lo vivieron con mucho entusiasmo. Ellos son actores y magos y Paola utilizó la magia para contarle por videollamada la buena nueva a Mónica.

–Le hice una invitación por Zoom, armé toda una performance con tres mamushkas y le fui direccionando para que eligiera una de ellas. Entonces le decía: ¿Qué hay adentro? Y sacaba otra mamushka. Y así hasta que de una apareció un papelito chiquitito. Lo desdoblé y se lo puse sobre la pantalla: ¡Felicitaciones, vas a ser abuela!

Sucede que luego del accidente en el que murieron sus padres, Mónica, la hermana mayor, decidió hacerse cargo sola de quien hasta ese momento era su hermanita, casi un bebé. Antes de cumplir los tres años la nena la llamó mamá y desde entonces nunca dejó de hacerlo: son madre e hija.

–Nunca dudé de que me quería hacer cargo de Paola, y eso que tuve un contexto familiar que no compartía mi idea. Mis tíos querían quedarse con ella y criarla ellos, pero yo no lo dejé y llegué a escaparme de la casa de mi tío con la nena– cuenta Mónica por videollamada desde Bogotá. 

Todas las noches, cuando la dormía arriba de su pecho, Mónica le repetía que ella no era hija de su vientre pero sí de su corazón. 

Siendo muy joven, y habiendo tenido que superar la muerte de sus padres y una operación muy dura, Mónica se acostumbró a ser una mamá que tenía que combinar el cuidado de su hija con las actividades que venía haciendo antes del accidente, entre ellas, estudiar. Así que ella misma en los años 90 asistía a las clases en la universidad, donde estudiaba para ser ingeniera en petróleos, con la nena.       

–Todos sabían lo que había pasado, y yo no tenía plata para pagar la niñera ni podía trabajar. 

Aunque en la universidad no le impedían seguir con sus estudios, Mónica dejó la carrera. Su situación había cambiado y ya no se veía como una ingeniera trabajando dentro de un pozo petrolero. 

El drama del accidente sumó otra capa que Paola, acaso por su sesgo de actriz, define como espectacular: el accidente, concluyeron luego, había sido premeditado por su padre, quien quería hacer ese viaje solo y por presión de su esposa terminó llevando a toda la familia. El hombre estaba con serios problemas laborales y había caído en una depresión que lo mantenía fantasmático. Tiempo después de su muerte, además, sus hijas supieron que el hombre tenía otra dos familias paralelas.

Tal vez por su historia, Paola cree que por mucho tiempo estuvo algo negada a la maternidad. 

–Siento como que mucho tiempo despreciaba la maternidad, no la consideraba, y después con los feminismos tenía una especie de sensación de que si sos feminista no sos madre o de que había que priorizar mucho la carrera. Cuando quedé embarazada pude indagar un poco más en que yo sí tenía ese deseo.

Casi tres décadas después que a su mamá, a ella también la maternidad le plantea una reorganización de su vida profesional y personal, aunque su situación difiera de manera tajante de la de su mamá. Para empezar, el padre de su hijo es su pareja y comparten crianza y cuidados. Como actriz, mantiene una compañía con él y se van turnando para salir a trabajar –ambos– y cursar –ella–. Paola se lleva a su hijo a ensayar y hacen malabares en situaciones excepcionales como un reciente festival de teatro en Brasil al que fueron los dos. 

–Una vez que nació mi hijo la verdad es que quise seguir cursando, quería seguir en movimiento, manteniendo un espacio para poder pensar. Uno de los dos días lo dejo con el papá, pero el otro él trabaja y la verdad es que por el momento no puedo costear una niñera. Aquí a mi hijo lo cuidan a veces algunas tías o amigas mías, pero al no tener a mi madre se hace más difícil.

La primera vez que fue con su hijo a clase se sintió tan tensionada que al día siguiente se enfermó. Se acercó a la docente, le contó la situación y le dijo que no sabía si iba a poder seguir. Ella le contestó que siguiera yendo y verían cómo se iba dando. Paola pensó en dejar la materia, pero volvió a probar: la segunda vez salió todo muy bien. Ante la mínima molestia, ella sale a calmarlo. Algunas compañeras suelen acercarse al bebé y jugarle, y no sintió nunca una mala cara de nadie. El nene, por cierto, es muy tranquilo. Las mujeres de limpieza de la facultad también le abrieron las puertas de su office y le dan contención y charla cada vez que sale. “Me tiraron tan buena onda todos que me relajé”.  

Fue justamente su madre, Mónica, la que la motivó a no dejar de estudiar una vez que nació su nieto. Después de dejar la carrera de ingeniería cuando Paola era muy chiquita, trabajó haciendo encargos de redacción y corrección de manera muy activa, estudió una tecnicatura para arreglar computadoras y cuando su hija cumplió los 15 volvió a la universidad, esta vez para estudiar Psicología, carrera de la que se recibió y que hoy ejerce.

–La vida es un aprendizaje, estudiar cualquier cosa es un aprendizaje, es una forma de motivarnos. Veo mucha gente, muchas mujeres, que creen que si tienen un hijo la felicidad es solamente ese hijo, vivir por él, pero se les olvida que seguimos sintiendo y teniendo expectativas de vida. Hoy pienso que lo mejor que se le puede dar a un hijo es enseñarle a valorar su vida y creo que en eso el ejemplo enseña más de las palabras. El mejor ejemplo que le puede dar a mi nieto es que ella ama la vida para que él ame la vida. Fue lo que le traté de transmitir yo también: que a pesar de la circunstancia seguimos, porque hay que seguir. Si amas la vida consigues lo que quieres. Yo hacía todo con ella, no dejé de hacer nada: no podía ir a una discoteca a la madrugada, pero iba a restaurantes con amigos en los que se bailaba y siempre la cargaba, fui a acampar con amigos cuando ella era chiquitica y eso le dije a Paola: sales con el niño donde tu quieres simplemente tiene que llevar mínimo dos mudas de ropa y lleva la comida –en el caso de ella la teta–. El hecho de tener un hijo no significa que nuestra vida acabó, al contrario, un valor más para seguir avanzando cada día y disfrutar está mágica y maravillosa vida, ahora con una gran compañía.

Paola repite esa parte de la historia y carga a su bebé a todos lados donde puede, aunque no tiene dudas de que preferiría poder contar con más manos que le permitan hacer una vida más autónoma.

–Todo lo que hago me divierte y prefiero hacerlo así que no hacerlo, pero sí me gustaría que mi hijo esté bien, contento, jugando juegos de bebés mientras yo estudio. Sobre todo, me gustaría tener a mi mamá acá. 

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