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Prehistoria

Miden con precisión la potencia de mordida que tenían los Tyrannosaurus rex y es mayor de lo que sale en 'Jurassic World'

En la película el TRex es incapaz de destrozar una lancha

Héctor Farrés

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El sigilo no es una opción para un animal de doce metros de largo y más de siete toneladas de peso. Cada paso de un Tyrannosaurus rex generaría un impacto en el suelo suficiente como para alertar a cualquier presa a cientos de metros. Así lo explicaban los expertos en la primera entrega de la saga original de Jurassic Park, donde incluso el temblor del agua anticipaba su llegada.

Por eso sorprende que en Jurassic World: El Renacer, la última versión cinematográfica que está arrasando en las salas de cine, el animal desaparezca entre la maleza sin hacer ruido, como si su volumen careciera de consecuencias físicas. Esa misma película también lo muestra incapaz de perforar una lancha hinchable de PVC, una escena que contradice frontalmente todo lo que se estudió sobre su potencia mandibular.

Los modelos 3D confirmaron una mordida capaz de pulverizar casi cualquier cosa

Los datos más fiables disponibles sobre su mordida proceden de un estudio publicado en Scientific Reports en 2017, realizado por Gregory Erickson, de la Universidad Estatal de Florida, junto a Paul Gignac, de la Universidad Estatal de Oklahoma. Ambos utilizaron mediciones reales de cocodrilos actuales para crear modelos 3D del cráneo de un T. rex.

Las simulaciones arrojaron una fuerza de mordida cercana a las 8.000 libras, lo que equivale a unos 3.630 kilos de presión, equivalentes al peso combinado de tres coches pequeños. Según explicó Erickson a la cadena NPR, “esa era la presión que ejercían las mandíbulas hacia abajo”.

Mediante simulaciones basadas en cráneos fósiles y comparaciones con cocodrilos actuales, los científicos concluyeron que el Tyrannosaurus rex podía ejercer una fuerza equivalente al peso de tres coches

Para alcanzar esa cifra, los investigadores capturaron ejemplares de cocodrilo de más de cinco metros de largo y los hicieron morder dispositivos de medición preparados para registrar la fuerza exacta. A partir de esos datos, construyeron modelos musculares digitales que adaptaron a la estructura craneal del Tyrannosaurus rex, lo que permitió estimar sus capacidades reales con un nivel de detalle inédito hasta entonces. Según explicó Gignac a Popular Mechanics, el animal era capaz de triturar huesos grandes con facilidad, una habilidad fuera del alcance de la mayoría de los reptiles actuales.

La presión que ejercía cada diente en la zona de contacto más aguda se calculó en 431.000 libras por pulgada cuadrada, lo que equivale a más de 30.000 kilos por centímetro cuadrado. Esa potencia no solo permitía romper huesos de forma eficaz, sino que además le daba acceso a los nutrientes internos de animales grandes como los hadrosaurios o los triceratops, cuyas carcasas podían ser aprovechadas en su totalidad. En palabras de Gignac, recogidas por Popular Mechanics, “fue esa habilidad para destrozar huesos lo que le permitió explotar al máximo los restos de grandes dinosaurios”.

Otros depredadores extintos podrían haber sido aún más devastadores

Comparado con animales vivos, ningún depredador actual se acerca a esos niveles. Según los resultados obtenidos por el equipo de Erickson y Gignac, el cocodrilo marino —el animal con la mordida más potente que existe hoy— alcanza unas 1.680 kilos. Los seres humanos apenas llegan a unos 90 kilos. Esa diferencia abismal permite entender por qué los científicos consideran tan relevante esta capacidad en el caso del Tyrannosaurus rex.

François Therrien, paleontólogo del Royal Tyrrell Museum de Canadá, valoró el enfoque metodológico del estudio frente a intentos anteriores que se basaban en estimaciones teóricas no contrastadas con datos de especies vivas. Según señaló en Popular Mechanics, “muchos de los cálculos anteriores no se apoyaban en datos de animales actuales”. Eso, en su opinión, sitúa este trabajo como uno de los más rigurosos hasta la fecha.

La posibilidad de desgarrar tejidos duros y aprovechar restos óseos le permitía alimentarse de una manera mucho más eficiente

A pesar de sus cifras extremas, el Tyrannosaurus rex no figura como el animal con la mordida más potente de todos los tiempos. Según las estimaciones recogidas por el equipo de investigación, algunos cocodrilos extintos de más de doce metros de largo podrían haber alcanzado una fuerza de hasta 18.000 libras, alrededor de 8.100 kilos. Afortunadamente para ambos, jamás coincidieron en el mismo periodo geológico.

Los resultados también explican la capacidad del T. rex para desgarrar tejidos duros y acceder al interior de huesos grandes, lo que habría marcado una diferencia decisiva frente a otros depredadores de su entorno. Las simulaciones demostraron que, lejos de limitarse a carne blanda, podía alimentarse de partes que para otros carnívoros resultaban inaccesibles.

Con todo esto, resulta aún más llamativo que una representación moderna lo muestre incapaz de perforar una barca inflable o desplazarse sin generar ni una vibración en el suelo. No se trata solo de una licencia creativa, sino de una contradicción directa con lo que la ciencia ha demostrado sobre uno de los animales más formidables que han existido.

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