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Cero películas argentinas aprobadas

El curioso “ahorro” del Incaa: mantiene sus ingresos, pero despide gente y no gasta en fomento a la producción

La Ley de Cine establece que por lo menos el 50% de los ingresos que se recaudan vía porcentaje de entradas vendidas se destine al fomento de la producción.

Diego Batlle

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En todo enfrentamiento dialéctico las partes en disputa apelan a argumentos, datos, cifras y hasta ciertos golpes de efecto que mejor les sientan a sus muy disímiles posiciones. Es lo que está ocurriendo desde que a fines de febrero de 2024 el economista Carlos Pirovano asumió la presidencia del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) para imponer un profundo cambio en la legislación del sector, cerrar la mayoría de los programas de fomento, difusión y acción federal, desalojar sedes y reducir la planta laboral de los casi 800 empleados que había (muchos con contratos temporales) a los 261 que actualmente trabajan en los cuatro edificios que quedan abiertos: la sede central de Lima 319, la ENERC (escuela que depende del organismo), el complejo Gaumont y la Cinemateca.

La polémica recrudeció en los últimos días cuando el Espacio Audiovisual Nacional (EAN), que integran cuatro entidades de directores (DAC, PCI, CDC, RDI), tres de productores (CAIC, APIMA, CAPPA), una de distribuidores (Cadicine) y otra de gestión de derechos (Argentores) emitió un duro informe titulado Gestión del INCAA, Año Cero en el que denuncia que “Carlos Pirovano se ha convertido en el único presidente del Incaa en tener el récord histórico de CERO PELÍCULAS ARGENTINAS aprobadas durante su gestión”.

Para entender el aspecto medular del debate hay que explicar el cambio principal que introdujo Pirovano: eliminó el sistema de preclasificación y adelantos de subsidios que permitía a los productores, una vez recibida la declaración “de interés” por parte de un comité integrado por profesionales del sector, salir a buscar socios en el exterior, aportes de los servicios de streaming y tener una mínima certeza financiera (entre los vaivenes de la economía local y la constante degradación de los aportes del Incaa el apoyo oficial era en muchos casos más testimonial que efectivo).

Si el sector cuestionaba hasta 2023 esa idea de “un poco para todos”, ahora directamente rechaza de plano una legislación que exige que el productor haga su proyecto a riesgo (hay solo algunas líneas de crédito con tasa subsidiada) y que, una vez que lo tenga listo, lo presente ante un Comité de Películas Terminadas que evalúa su potencial comercial para eventualmente otorgar algún apoyo.

En ese sentido, Pirovano respondió: “No es cierto que no hubo apoyo a la producción, firmamos muchas declaraciones de interés para films analizados por el Comité de Clasificación de las Películas Terminadas. Lo que no hemos aprobado son declaraciones de interés de preclasificación, ya que ese sistema se abolió por ser ilegal”.

Las cifras del Incaa

Según sus propios números, el Incaa ha pagado entre 2024 y lo que va de 2025 unos $3.200 millones en subsidios pendientes de la gestión anterior (al hacerlo con mucho atraso los ingresos de las productoras se han ido licuando por efectos de la inflación), pero –como sostiene el EAN– no hay proyectos que puedan iniciarse en medio de la incertidumbre del esquema de fomento actual. Solo se están filmando películas y series financiadas por los gigantes del streaming (Netflix, Amazon Prime Video, Disney+, Max) o –como quedó demostrado en la programación del último BAFICI– pequeñas producciones independientes que se concretan al margen de las estructuras del Incaa y de las exigencias de la industria más tradicional.

Si se analiza la ejecución presupuestaria del Incaa con los datos del Sistema de Información Financiera para Empresas Públicas, Fondos Fiduciarios y Entes excluidos del Presupuesto de la Administración Nacional, entre enero y marzo últimos el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales tuvo ingresos tributarios por $11.373 millones y su recaudación total ascendió a $12.069 millones, mientras que los egresos por todo concepto fueron de $4.797 millones, con un “ahorro” de $7.272 millones; el decir, Carlos Pirovano, subejecutó el presupuesto y gastó apenas el 39,7% de los recursos disponibles.

Pirovano asegura que parte de los fondos existentes se usarán para los premios de los concursos en marcha, para mejorar el Festival de Mar del Plata y para el regreso a Buenos Aires del mercado Ventana Sur, que en 2024 se realizó en Montevideo, y hasta confirmó sede y fechas: será en el Palacio Libertad del 1 al 5 de diciembre próximos. Por otra parte, el Incaa perdió hace pocas semanas el manejo del sistema Cine Ar (Cine Ar TV, Cine Ar Play y Cine Ar Estrenos), que pasó a la órbita de la Secretaría de Comunicación y Medios que conduce el vocero presidencial y actual candidato a legislador porteño, Manuel Adorni.

Los concursos de la discordia

Con los subsidios reducidos a su mínima expresión, en los últimos meses el Incaa lanzó o está por lanzar una serie de concursos (Desarrollo de Proyectos, Operas Primas, Documentales Digitales, Segundas Películas, Guion, Largometrajes para Grandes Audiencias), pero como cada uno recibe decenas o centenares de proyectos y los jurados son ad honorem la mayoría todavía no se ha expedido con demoras que superaron las previsiones más agoreras.

Así, mientras el Incaa sigue ingresando los fondos previstos por la Ley de Cine (el grueso proviene del impuesto del 10% a las entradas a las salas y del 25% de la recaudación de la ENACOM) y reduce su gasto operativo, el organismo está muy lejos de cumplir con lo que esa misma ley establece: que por lo menos el 50% de sus ingresos se destine al fomento de la producción. De nada sirve “ahorrar” la mitad de lo que se recauda si no se cumple con la misión principal, esencial, para la que existe un ente autárquico de apoyo a la producción audiovisual como el Incaa.

DB/DTC

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