Literatura

Los tres cuentos de Roald Dahl que sus herederos no quieren que leas

Francisco Gámiz

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Estos meses se publicó en español una nueva edición del libro que recoge los cuentos completos de Roald Dahl. Cuentos completos... pero no el todo. Faltan tres: In The Ruins, Smoked Cheese y The Sword. Tres relatos que sus herederos no permitieron incluir en ninguna antología existente en cualquier idioma, según se indica en las notas de la edición. Aunque no se da explicación alguna que justifique la ausencia de estos títulos, esta ausencia en una obra que pretende reunir la totalidad de ellos resulta llamativa.

Estos relatos, sin embargo, sí llegaron a ver la luz con la autorización del propio Roald Dahl, ya que fueron publicados mientras él estaba con vida. El célebre autor, considerado una de las voces más importantes de la literatura infantil, cuenta con una exitosa trayectoria hasta su fallecimiento en Oxford en 1990, a los 74 años. Durante su amplia carrera, el autor publicó en diarios, revistas y recopilatorios muchos de sus cuentos, entre los que se incluyen los tres que sus herederos decidieron no publicar. Este diario se puso en contacto con ellos para solicitar comentarios al respecto, pero no accedieron a responder ninguna de las preguntas.

Para tratar de comprender cuáles pueden ser los motivos que provocaron la ausencia de In The Ruins, Smoked Cheese y The Sword en cualquier antología, elDiario.es leyó los tres relatos y consultó sobre los mismos a Jelena Danilović Jeremić, experta en el área de la lingüística. La especialista es docente en la Universidad de Kragujevac de Serbia y estudió al autor en su trabajo de investigación La obra de Roald Dahl a través del espejo de los análisis lingüísticos: perspectivas e implicaciones (2024).

La lectura de estos cuentos lleva a considerar la posibilidad de que, como ya sucediera hace dos años, se esté intentando proteger la reputación del escritor evitando la lectura de su obra original. En 2023 se alertó de que las nuevas ediciones en inglés de los libros de Dahl estaban plagadas de cambios que consistían tanto en la eliminación de frases y palabras tachadas de discriminatorias, como en la alteración de expresiones y la modificación del género de algunos personajes secundarios.

En el relato In The Ruins (En las ruinas), uno de los más difíciles de encontrar y publicado por primera vez en junio de 1964, el narrador camina por las ruinas de lo que parece ser una aldea devastada por la guerra. Se encuentra con un hombre que resulta ser médico y que, con una aguja hipodérmica que contiene algún anestésico, se está arrancando una pierna. Este médico le ofrece “un poco” y, muerto de hambre, el narrador acepta con la condición de ser quien prepare “la próxima comida”. Atraída por el olor, una niña se acerca y el médico también le ofrece carne, pero le dice que tendrá que “devolverla más tarde”. “Los tres aquí deberíamos poder sobrevivir bastante tiempo”, dice el médico antes de que la niña empiece a llorar.

Esta historia acabaría siendo adaptada al dibujo por el ilustrador estadounidense Wren McDonald, reconocido en el país norteamericano por su saga de cómics Peow. La macabrería que caracteriza In The Ruins probablemente sea, según Jelena Danilović Jeremić, la razón principal por la que se decidió omitir el cuento. “Dado que el público lector actual se considera sensible, como demostró la reescritura de los libros infantiles de Roald Dahl en Gran Bretaña, quizás los herederos de Roald Dahl hayan considerado que algunos de sus relatos también tratan temas delicados”, razona la experta.

Historias sensibles en cuanto a la raza y la colonización

Otro de estos cuentos, The Sword (La espada), se puede leer en inglés en The Atlantic, revista literaria estadounidense donde se publicó en agosto de 1943. Narrado en primera persona por Dahl, cuenta cómo compró una espada en uno de los numerosos barcos que llegaban a África occidental cada septiembre con mercancía para vender. Cuando llegó a casa, le enseñó a su criado Salimu cómo limpiarla y cuidarla. Dahl tuvo que partir en una misión cuando Gran Bretaña estaba a punto de declarar la guerra a Alemania, y explicó a Salimu que pronto entrarían en guerra con los alemanes, quienes intentarían matarlos a todos.

Sin embargo, en su regreso, descubrió que tanto Salimu como la espada habían desaparecido. Blandiendo la espada ensangrentada, el criado llegó esa misma noche declarando que quería ayudar a ganar la guerra contra los alemanes. Su idea, sin consultarla previamente con nadie, fue ir a la casa de un alemán rico que vivía más allá de las colinas al que, cuando lo encontró sentado en su escritorio en pijama, le cortó la cabeza. Orgulloso, volvió a casa para comunicar su gesta, siendo esta la conclusión de un relato sensible en cuanto a la raza y el colonialismo. En una versión posterior de la historia, el sirviente cambia de nombre, de Salimu a Mdisho.

En la tercera de las narraciones, Smoked Cheese (Queso ahumado), el autor escribe sobre un piloto que vivía solo en una casa infestada de ratones. Pegó trampas al techo cebándolos con queso ahumado, pero no funcionó. Entonces, Bipou pegó todos los muebles en el techo, de forma que colgaran boca abajo, lo que provocó que los ratones acabaran muriendo por una “subida de sangre al cerebro”. “¡Sabía que irían por queso ahumado!”, celebró Bipou.

Aunque Dahl fue acusado de antisemitismo y la familia se disculpó en un comunicado hace cinco años, ninguno de estos tres relatos excluidos parecen apuntar en ese sentido.

Hoy en día hay cosas peores, como la terrible situación de los niños y residentes de Palestina, pero no parece que a la gente le preocupen. ¿Por qué entonces una escena perturbadora de una obra literaria debe considerarse inapropiada y ofensiva para los ojos sensibles?

La editorial Alfaguara informa a elDiario.es que está “publicando los Cuentos Completos tal y como ya lo hizo en el año 2013, sin adaptar ni cambiar el texto original”. La ausencia de estos tres relatos se indica en las notas de la edición. “Para ser totalmente sincera, creo que cualquier obra literaria es un reflejo de su época. Por lo tanto, no debería modificarse”, dice Jelena Danilović Jeremić a este periódico. Para ella, es una parte esencial del arte: “Los escritores expresan sus propios pensamientos y sentimientos, y la forma en que decidimos interpretarlos es un reflejo de nuestras propias creencias”.

“Hoy en día, hay cosas mucho peores: la terrible situación de los niños y los residentes de Palestina, el régimen autocrático de Corea del Norte (por no mencionar el régimen represivo del presidente Aleksandar Vucic en Serbia, bajo el cual la comunidad académica lleva siete meses luchando), el hambre en África, la guerra en Ucrania, la desaparición de la fauna silvestre, la destrucción del hábitat natural, etc.”, comenta la experta, “pero la gente no parece preocuparse por ellas. ¿Por qué entonces una escena particularmente perturbadora de una obra literaria, como el serrado de una pierna en In The Ruins o el uso de una espada por un sirviente africano en The Sword, debe considerarse inapropiada y ofensiva para los ojos sensibles?”, plantea.

“Aquellos que quieren hacer la vista gorda ante las atrocidades que nos rodean también pueden hacer la vista gorda ante una obra literaria”, sentencia la investigadora, que afirma que “vivimos en un mundo de verdades distorsionadas y la gente necesita enfrentarse a la realidad”. Pero la omisión de estas historias no ayuda en absoluto a reforzar el pensamiento crítico, como apunta Jelena Danilović Jeremić: “El pasado colonial es el pasado desagradable de muchos países; no debemos fingir que nunca existió porque a la gente le resulte perturbador hoy en día. Más bien, se debe concienciar a los niños sobre este lado vergonzoso de la humanidad, para que puedan esforzarse por crear un mundo mejor”.