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La Copa América que solo quiso el gobierno de Brasil

Nicolás

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(Por Nicolás Roggero).- La Copa América tendrá su 47ma. edición desde este domingo en Brasil, el único país que quiso asistir a una desesperada Conmebol en medio de la segunda ola de coronavirus tras la baja de las sedes de Colombia, por su conflicto social, y de la Argentina, por la situación sanitaria derivada de la pandemia.

Esta versión del torneo de selecciones más antiguo del mundo fue lejos el más dilatado y controvertido en términos organizativos, pues lo vaivenes comenzaron en marzo del año pasado con la postergación por la emergencia sanitaria y se extendieron hasta las últimas horas con la intervención de la justicia brasileña para ratificar su realización, a la que se opusieron diversos sectores del país presidido por Jair Bolsonaro, segundo del mundo en muertes por Covid-19 y tercero en número de contagios.

Los problemas se iniciaron el 17 de marzo del año pasado cuando la Conmebol, a través de su presidente, el paraguayo Alejandro Domínguez, comunicó la suspensión de la Copa América, a menos de una semana de la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las fronteras de casi todo el continente, con la salvedad del ahora organizador, se bloquearon. Los aviones dejaron de volar, los micros de recorrer las rutas e incluso se terminó el servicio de barcos que une a Argentina y Uruguay para extranjeros.

En ese contexto, Domínguez explicó: “Es una medida extraordinaria para una situación inesperada, y por lo tanto responde a la necesidad fundamental de evitar una evolución exponencial del virus; presente ya en todos los países de las Asociaciones Miembro de la Confederación”.

“Desde la Conmebol no ha sido fácil tomar esta decisión, pero debemos salvaguardar en todo momento la salud de nuestros deportistas y de todos los agentes que forman parte de la gran familia del fútbol sudamericano”, explicó.

La postergación tuvo como consecuencia la salida de los seleccionados que iba a participar como invitados: Australia y Qatar, organizador del próximo Mundial 2022.

Desde entonces y hasta abril de 2021, Conmebol mantuvo la convicción de realizar el torneo en las sedes previstas pero el escenario comenzó a alterarse entre mediados y finales de mayo, cuando Colombia estalló en un conflicto social que provocó decenas de muertes y denuncias de desapariciones por la represión policial del gobierno de Iván Duque.

La tensión creciente en ese país forzó un pedido oficial de aplazamiento de la Copa América hasta noviembre, algo que la Conmebol rechazó por motivos de diversa índole, tanto organizativos como económicos, comerciales y publicitarios.

De esa manera, Colombia quedó formalmente al margen de la organización y Argentina quedó posicionada para ser la única sede en momentos que la segunda ola de Covid-19 golpeaba cada vez más fuerte.

Después de una reunión entre el presidente Alberto Fernández y Domínguez, la Copa parecía encaminarse en su totalidad hacia el país, incluso la Conmebol llegó a inspeccionar nuevos estadios para albergar los partidos que debían jugarse en Colombia.

“Nosotros podemos analizar la organización de toda la Copa América en la medida en que todos cumplan estrictamente las condiciones de control y protocolos”, manifestó Fernández.

Pero con el correr de los días y el aumento exponencial de los casos positivos y las víctimas por coronavirus, la inconveniencia de recibir el torneo sudamericano fue analizada por las autoridades nacionales para la toma de la decisión final el pasado 30 de mayo.

Esa misma mañana, al regresar de una gira por el exterior, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, reconoció que la competencia “no estaba garantizada en un ciento por ciento”.

Por la noche de ese día, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro admitió que veía “muy difícil” se haga en el país, una declaración que antecedió por minutos al comunicado de la Conmebol que suspendía definitivamente la sede en Argentina.

“La Conmebol informa que en atención a las circunstancias presentes ha resuelto suspender la organización de la Copa América en Argentina. La Conmebol analiza la oferta de otros países que mostraron interés en albergar el torneo continental”, se informó.

A la mañana siguiente llegó la sorpresa. Cuando se mencionaban Chile, Paraguay y hasta Estados Unidos -con público- como lugares alternativos, el ente rector sudamericano anunció la mudanza de la Copa América a Brasil, país que la recibió dos años atrás.

“El gobierno de Brasil demostró agilidad y capacidad de decisión en un momento fundamental para el fútbol sudamericano”, dijo el presidente de la CONMEBOL, Alejandro Domínguez, quien agregó: “Brasil vive un momento de estabilidad, tiene comprobada infraestructura y experiencia acumulada y reciente para organizar una competición de esta magnitud”.

Bolsonaro hizo su jugada con la intención de mejorar su golpeada imagen y transmitir un presunto estado de normalidad en plena pandemia, aunque las estadísticas rápidamente los desmintieron: el país registró 95 mil casos detectados de coronavirus el 2 de junio, récord desde marzo 2020.

La resistencia de jugar la Copa América en Brasil comenzó a manifestarse en sectores de la sociedad y la política nacional, como también entre los propios actores del fútbol (Luis Suárez, Edinson Cavani, Sergio Agüero, entre otros).

Los gobernadores de distintos estados de Brasil advirtieron que no permitirían partidos en su territorio, lo que puso en duda la organización y llevó a Bolsonaro a ofrecer apenas cuatro sedes alineadas con su gestión: Río de Janeiro, Brasilia, Goiania y Cuiabá.

La polémica se instaló después en el propio seleccionado brasileño, que tuvo dos reuniones ásperas con el expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Rogério Caboclo.

El dirigente se reunió con los jugadores un día antes del anuncio de la nueva sede sin hacer referencia a esa posibilidad y días después, cuando ya eran públicos los reparos de los futbolistas, los instó a subordinarse a las decisiones de los dirigentes.

Los rumores de boicot y la renuncia del director técnico Tite crecieron horas después, mientras Caboclo se enfrentó a un escándalo que lo eyectó del puesto por la denuncia de acoso moral y sexual a una empleada de la CBF.

La participación del seleccionado de Brasil se produjo recién el martes pasado con un manifiesto firmado por los jugadores, que se divulgó tras el partido con Paraguay en Asunción por las Eliminatorias Sudamericanas.

El último escollo de esta controvertida edición 2021 se sorteó el jueves cuando el Tribunal Superior de Justicia trató un pedido de cancelación del torneo por parte de la oposición política y avaló por mayoría que la pelota ruede a partir de este domingo y hasta el 10 de julio.

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