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Economía

El Banco Central se endeuda en dólares para dar un seguro de cambio a importadores y espera que la divisa suba 2% mensual

Santiago Bausili y Luis Caputo.

Alejandro Rebossio

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Una polémica se ha desatado sobre la forma en que el Banco Central (BCRA), que ahora preside Santiago Bausili, solucionará la deuda de importadores con el exterior que la gestión anterior de Miguel Pesce, con Sergio Massa de ministro de Economía, dejó que se acumulará por demás. En tiempos normales, ese pasivo comercial privado ronda los US$30.000 millones. Ahora llega al doble. Es que Massa y su entonces secretario de Comercio, Matías Tombolini, expedían mediante un mecanismo poco transparente las autorizaciones del Sistema de Importaciones (SIRA), aunque después el Central no entregaba los dólares. Así que se concretaron compras externas que no se pagaron.

A fines de noviembre, el Central de Pesce comenzó a darles a algunas determinadas empresas importadoras unas letras en divisas (Lediv) en dólares pero liquidables en pesos por el tipo de cambio de referencia, un elevado $3.500, a tasa cero y a corto plazo. Se armó polémica entonces porque les aseguraban un dólar mucho más alto que el de entonces, de menos $400, y terminaron por dar de baja las Lediv.

Era un seguro de cambio. Ahora el equipo de Bausili —mano derecha del ministro de Economía, Luis Caputo, que integró el directorio del banco con Vladimir Werning, ex JP Morgan y del gobierno de Mauricio Macri; Alejandro Lew, ex YPF acusado de demorar allí importaciones en la campaña electoral; Juan Curuchet, ex Banco Provincia; Marcelo Griffi y Agustín Pesce, sin parentesco con el ex presidente de la entidad— decidió ofrecerles a todos los importadores notas en dólares con vencimiento en 2027, a una tasa máxima del 5% anual y que se pueden adquirir en pesos al tipo de cambio oficial. Es decir, un seguro de cambio más seguro aún.

De este modo, el Central patea para adelante la demanda de dólares para saldar esa importaciones mientras que para las nuevas sí ofrece divisas a la tasa actual. Con sus pesos, las empresas pueden tomar ese título de deuda y liquidarlo en el mercado cuando quiera para acceder allí a los dólares que necesita para saldar su obligación con el extranjero. Muchas de esas deudas son de filiales de multinacionales con sus casas matrices. La Secretaría de Comercio del gobierno de Javier Milei deberá determinar deuda por deuda para que después el importador pueda recurrir a la nota del Central. “Queremos que nos den hoy sus pesos porque sobran y faltan dólares, y nosotros les daremos dólares en el futuro, cuando haya muchos dólares y pocos pesos”, explican en el equipo económico. “Así les damos certezas de cuándo accederán a las divisas y no ponemos en riesgo los procesos productivos.”

“Estatizan deuda privada”, advirtió el periodista y economista Alejandro Bercovich y se convirtió en trending topic de la red social X. Poco antes de llegar a canciller, Diana Mondino sostenía que ese pasivo era un asunto del sector privado y que debía arreglárselas. Carlos Rodríguez, el economista ultraortodoxo que asesoraba a Milei en la campaña pero que se distanció tras la victoria electoral, también criticó las notas que emitirá el Central. Así lo expuso en X: “El BCRA devaluó a $800 (el dólar mayorista). Los importadores con deuda deberían comprar sus dólares para pagar esa deuda (si es que existe) en el MULC (Mercado Único Libre y Cambio). Si no hay dólares quiere decir que el TdC (tipo de cambio) de $800 es un dibujo. Será por eso que les quieren dar un bono (BOPREAL) que rinde el 5%. Básicamente, lo que estaría ocurriendo es que el dólar a $800 estaría siendo sostenido no por ventas de dólares en efectivo sino por ventas de BOPREAL... Ayer no pasó, pero ese parece ser el diseño básico del sistema cambiario... La alternativa a crear más deuda externa (BOPREAL) es dejar que el mercado ponga la divisa en su valor de equilibrio”.

En el equipo económico se defienden y sostienen que, como el anterior gobierno autorizó las SIRA a los importadores y el Banco Central les prometió que les daría las divisas a 180 o 365 días, después del cambio de gobierno, ahora es la autoridad monetaria la que se las debe a ellos. “El Central le debe al sector privado porque el Gobierno firmó las SIRA y los importadores tienen derecho a acceder a los dólares porque hubo una importación. Es difícil definir a quién les doy qué porque hoy no hay reservas. Entonces estiro el acceso a los dólares con este bono. Si no lo aceptan, se quedan sin la previsibilidad de cuándo recibirán los dólares”, explican.

Además buscan que estos bonos sean parte de la solución a la bola de Letras de Liquidez (Leliq) y otros títulos de deuda del Central. “Si los importadores toman estos títulos, habrá mayor absorción monetaria, más demanda de dinero y menos pasivos remunerados del Central”, exponen en los despachos oficiales. Además, en el tándem Caputo-Bausili admiten que Milei no tenía razón en temer una explosión de las Leliq pero reconocen que implican dos tercios de la emisión monetaria del Central. El otro tercio se usaba para financiar el déficit fiscal del Tesoro, que dejará de solventarse por esta canilla. Los dos nuevos responsables de la economía cargan contra la herencia recibida, pero también admiten que la promesa ahora olvidad de dolarización que formuló Milei en campaña alentó una ansiedad innecesaria en el mercado por salirse de los pesos e irse a los dólares paralelos.

En el equipo saliente del Banco Central opinan que está bien que esta entidad solucione la deuda de los importadores, pero objetan que se haga en dólares: “Las Lediv eran parecidas a las nuevas notas, pero eran de corto plazo y pagadera en pesos. No te cubrían contra un desdoblamiento cambiario, ni contra el impuesto PAÍS. Las empresas sabían el riesgo que corrían. No era necesaria una solución como estas notas. Postergar el pago está bien, pero no sé si endeudar al Central en dólares que no tiene y le cuesta conseguir”.

Más allá de la polémica sobre la deuda de los importadores, en el plantel económico de Milei explican que debieron sincerar precios atrasados, incluido el dólar oficial, y por eso decidieron un overshooting (sobrerreacción) del tipo de cambio de $400 a $800 para después usarlo como ancla antiinflacionaria. La otra ancla es el ajuste fiscal, pero este demorará hasta marzo o abril en reflejarse en los resultados. Prometen que la moneda norteamericana sólo se moverá al 2% mensual en el corto y mediano plazo, pero también aclaran que adaptarán sus políticas a las circunstancias. “Nuestra política se ajusta la situación actual. Si no se ajusta, la vamos a cambiar”, alegan. En el mercado consideran que si la inflación se dispara demasiado, el Gobierno deberán incumplir pronto su promesa de subir el dólar apenas 2% mensual.

“El overshooting te da un colchón para que haya un ancla antiinflacionaria por un tiempo”, razonan en el equipo de Milei, Caputo y Bausili. “Esperamos que los inversores se vayan a pesos porque tendrán más tasa de interés medida en dólares”, añaden.

La tasa de las Leliq se mantuvo en 133% y la de los pases bajó de 126% a 100%. Ambas deudas del Banco Central con los bancos sirven para ofrecer señales a los mercados en cuanto a la evolución de la inflación futura. Están por debajo del 160% anual del índice de precios al consumidor (IPC) a noviembre y muy inferior al salto que este indicador pegará en diciembre. “En este contexto, no es necesario tener una tasa tan alta porque el dólar va a subir 2% mensual”, explican. El problema radicaría en si los inversores ven que la inflación salta demasiado, comienzan a sospechar que el dólar oficial terminará saltando más que el 2% mensual y se vayan de los pesos a los tipos de cambio paralelos.

“¿Por qué dijimos 2% mensual? Porque no queremos que el tipo de cambio va a ser fijo ni queremos decir que subirá tanto como la inflación”, argumentan en los despachos oficiales. Esperan que el IPC comience a bajar antes que en los 18 o 24 meses que prometió el jefe de Estado.

Milei, Caputo y Bausili esperan ir hacia la unificación cambiaria, sin cepo, pero no lo inmediato y tampoco descartan que en el futuro se mantengan algunos controles de capitales especulativos, a diferencia de lo que ocurrió en el gobierno de Macri, su ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y su presidente del Central, Federico Sturzenegger. Para ello, argumentan que buscan un ordenamiento macroeconómico y una disminución de las distorsiones de los precios relativos (es decir, actualizar aquellos que estaban atrasados respecto del IPC, aunque eso en la receta libertaria no incluye a los salarios devaluados en los últimos dos gobiernos). Lejos de cumplir la promesa de eliminar el Banco Central, Milei optó por poner allí a un amigo y socio de Caputo para facilitar la coordinación de la política económica. Quedará para después la pretensión ortodoxa de la independencia del BCRA. Primero se concentrarán en eliminar los déficits fiscal y del Central, que se expresa en los intereses que pagan las Leliq, los pases y demás deudas.

En el Gobierno confían que en los próximos tres años sobrarán los dólares por la recuperación de la cosecha en abril tras la sequía de 2023 y por las exportaciones de energía y minería. Para salvar el bache hasta ese momento buscan líneas de financiamiento de bancos internacionales, aunque reconocen que está difícil conseguirlas. Ya no deliran como Milei, que en campaña juraba que había firmado preacuerdos con inversores foráneos para financiar su dolarización. Otra fuente de divisas puede resultar si la Argentina consigue postergar los vencimientos de deuda de este mes y hasta abril con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No es tarea fácil la de convencer al organismo porque Massa firmó con él un acuerdo en agosto pasado y a los pocos días lo incumplió al desatar un mayor déficit fiscal en plena campaña presidencial frente a Milei.

AR/JJD

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