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El campo y el Gobierno discuten cómo frenar el encarecimiento de precios por la guerra sin subir las retenciones

Expoagro 2022, con 130 stands más que en 2020.

Alejandro Rebossio

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SAN NICOLÁS.- Bajo un sol justiciero, en un campo de 22 hectáreas, se pasearon de martes a viernes unas 100.000 personas por los 600 stands, 130 más que en 2020, de la feria Expoagro, que volvió a organizarse después de un año suspendido por la pandemia. Jóvenes, parejas, familias con hijos, grupos de varones, se paseaban llenos de bolsas con folletos por los puestos de maquinaria agrícola, semillas o apps para el campo, antes de que comenzara el after en el local de San Nicolás, el municipio que recibe cada año la muestra. Pero entre tractores y tolvas también hubo rosca de políticos y ruralistas sobre el impacto de la guerra de Ucrania en el encarecimiento de los alimentos y la amenaza de su escasez en el mundo.

Por un lado, han aumentado los precios de la soja, el maíz y el trigo -Rusia es su primer exportador mundial y Ucrania, el tercero-, lo que reportaría mayores ingresos de divisas y recaudación por retenciones para la Argentina. Además, España y Francia quieren comenzar a importar maíz y trigo argentinos, hasta ahora vedados por el uso de semillas transgénicas y contaminación con agroquímicos, respectivamente. Claro que el gobierno de Alberto Fernández mantiene reguladas las exportaciones de ambos cereales para asegurar primero el abastecimiento interno. Por otro lado, el encarecimiento de las materias primas ya elevó los valores del pan (33%) y de la harina (12%), por lo que el Ejecutivo analiza medidas adicionales para controlarlos. También hay sectores del campo afectados por la suba de precios de los fertilizantes -Rusia produce el 20% de ellos en el mundo-, mientras se complican exportaciones como las de peras y manzanas, que tienen en ese país euroasiático el destino del 20% de sus envíos al exterior.

Este jueves, dirigentes del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) se reunieron en Expoagro y invitaron al secretario de Agricultura, Matías Lestani, para conversar alternativas para aprovechar la buena coyuntura de cotizaciones internacionales y evitar a la vez un mayor impacto de precios en la adelgazada mesa de los argentinos. El campo teme que el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, proponga una suba de retenciones para disociar más los precios locales de los externos, pero hasta el ministro de Economía, Martín Guzmán, ya analiza si esa sería la mejor solución. Unos derechos de exportación más altos le reportarían más recaudación para compensar el incremento de gasto en importación de gas natural licuado (GNL), también encarecido por la guerra. Pero el jefe del Palacio de Hacienda es consciente de que un aumento de retenciones enfurecería al campo.

Por eso, el CAA le propuso a Lestani que se incentive la producción para captar más divisas en el próximo ciclo y asegurar mayor abastecimiento. ¿Cómo? La agroindustria pide que no suban retenciones. ¿Y entonces cómo se frena la suba de precios? Usando la recaudación por retenciones superior a la esperada para devolver el IVA de los alimentos básicos a los beneficiarios de la tarjeta Alimentar o a todos los consumidores que usan tarjeta de débito o crédito. Lestani y el ministro de Agricultura, Julián Domínguez -que visitó dos días Expoagro-, concuerdan con que la solución pasa por aumentar la producción con estabilidad de reglas de juego, es decir, sin tocar las retenciones. 

¿Hasta US$9.000 millones más?

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calculó esta semana que el alza de las materias primas reportará este año exportaciones adicionales por US$ 2.500/2.800 millones, lo que reforzaría además las menguadas reservas del Banco Central. Elbio Laucirica, vicepresidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), estima incluso que podrían llegar a 6.000 millones de dólares. El más optimista es el CEO de la fabricante china de agroquímicos Syngenta, Antonio Aracre, que vaticina un ingreso adicional de divisas por US$ 9.000 millones. Según su cálculo, eso elevaría la recaudación por retenciones en US$2.500 millones. Aracre, de buena relación con Alberto Fernández y Guzmán, también propone que se usen la entrada extra de impuestos para subsidiar alimentos, pero no toda sino un tercio (US$833 millones). Sabe que los otros dos tercios (US$1.666 millones) deberán destinarse a los US$3.000 millones de nuevo gasto en importación de GNL. Aracre sostiene si el Estado pone algo de las retenciones, los grandes exportadores aportan lo suyo y los productores agrícolas -los más reacios a estas concesiones- también, se podría armar un fondo para subvencionar a las empresas más eficientes de la industria, como Molinos y otras grandes, para asegurar precios rebajados de aceite, harina o fideos a los beneficiarios de la tarjeta Alimentar.

Por Expoagro circularon infinidad de políticos, desde los opositores Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Javier Milei, una vez más recibido como rock star, hasta los oficialistas Axel Kicillof, Eduardo “Wado” de Pedro y Julián Domínguez, a diferencia de otros tiempos en que el kirchnerismo boicoteaba la feria. Entre los visitantes apareció Ricardo López Murphy, que profesó su fe ultraliberal ante la pregunta de elDiarioAR sobre el impacto de la guerra en el campo argentino: “Yo liberaría todas las exportaciones para que la fuerza productiva alcance la mayor fuerza posible. Las exportaciones son las cantimploras de agua en el desierto”. ¿Y qué hacer ante la suba local de alimentos? “Yo dejaría subir el precio. Si hay menos trigo y maíz en el mundo, sube el precio. Si suben los precios, el campo va a invertir y producir más”, respondió el diputado de Juntos por el Cambio. Así de tajante. Claro que el cultivo y la cosecha no ocurren de un día para el otro. 

Yo liberaría todas las exportaciones para que la fuerza productiva alcance la mayor fuerza posible. Las exportaciones son las cantimploras de agua en el desierto

Ricardo López Murphy Diputado nacional JXC

“En el medio, la mitad de la gente se muere de hambre”, comentó Jorge Solmi, productor agropecuario y secretario de Relaciones Institucionales del Ministerio de Agricultura, sobre la opinión de López Murphy. “Hay que analizar los costos de la cadena porque en los panificados la incidencia del trigo es como mucho un 14% y hay quienes usan la guerra como excusa para subir los precios”, agregó Solmi, que también advirtió que los cereales no sólo suben por la guerra sino por especulaciones en la bolsa de Chicago.

El secretario además destacó que bajo este gobierno “el campo invierte más que nunca”. Y puso como ejemplo que las dos últimas cosechas fueron récord -en coincidencia con altos precios de las materias primas, cabe aclarar-, en 2021 las ventas de maquinaria agrícola crecieron 37% y las de pick ups, un 25%, mientras se expandió el financiamiento, con el Banco Nación acumulando 1 billón de pesos prestados al campo en dos años. “Hoy hay más gente sembrando y en las fotos de las protestas son cada vez menos”, disparó Solmi.

El secretario mencionó que por la guerra la Argentina podría vender a la UE trigo, maíz y girasol, sin descuidar el abastecimiento interno. “Las exportaciones están en manos de empresas multinacionales que podrían redireccionar ventas de Asia o Medio Oriente a Europa, que tiene un consumidor de más ingresos”, comentó Solmi. Lo que sí aclaró que primero hay que “sostener mercados tradicionales como Brasil”, donde la Argentina siempre batalló por asegurarse sus ventas en ventaja respecto de países de fuera del Mercosur. 

Solmi apuntó a otros impactos del conflicto bélico: embarques de peras y manzanas que han quedado en el mar sin destino y que no pueden redireccionarse a otros mercados porque imponen otros requisitos; y dudas sobre futuros envíos de carne vacuna y pescados a Rusia. Además, la Argentina le compra urea y fósforo a Rusia para los cultivos de trigo y maíz. El secretario abogó por buscar proveedores alternativos.

Oportunidades

El director ejecutivo de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), Alfredo Paseyro, aclaró que “no hay manera de sustituir el fertilizante de Rusia, lo que será un limitante para la producción”. También señaló que por ahora la UE tiene asegurado el trigo, pero necesita maíz para alimentar a su ganado. Si el conflicto se extendiese, entonces sí requeriría también importaciones trigueras. “Hoy hay cosecha suficiente para el mercado interno y la exportación, hoy la cosecha de maíz se está levantando y aún no fue vendida, lo que es una oportunidad para vender a Europa”, añadió Paseyro. Pronto vendrá el tiempo del cultivo de trigo: “Si hay una decisión política de sembrar más, también habría una posibilidad, pero se necesita esa decisión y consiste en generar certidumbre de que no subirán las retenciones. No estoy diciendo que no se atiendan los precios internos, pero acá hay un problema de poder adquisitivo, inflación y precios internacionales”. El también integrante del CAA sostiene que debe analizarse la incidencia del trigo y el maíz en el producto final, aumentar la producción para asegurar el abastecimiento y crear un instrumento que mejore la capacidad de compra de los más vulnerables, por ejemplo, a través de la tarjeta Alimentar. El presidente de ASA abogó además por que el Gobierno sustituya gas importado con biodiesel, derivado de la soja, y etanol, que proviene del maíz. 

Laucirica, de CRA y también miembro del CAA, advirtió de de que “si bien el productor tiene mejores precios, también le aumentan los fertilizantes, el petróleo ya impacta en el transporte internacional, por lo que el bolsillo termina en una situación parecida a antes de la guerra”. También se refirió a la oportunidad de producir más biocombustibles y de exportar trigo a la UE porque, según él, existen saldos que la molinería no utilizaría. En cambio, pone en duda la oportunidad de enviar maíz en el corto plazo. La falta de urea y fósforo rusos le preocupa, pero espera encontrarle la vuelta: “Podemos tener prácticas agrícolas que permitan achicar el uso de fertilizantes. La desventaja es que podrían reemplazarse cultivos de trigo y maíz por otros de soja, sin reponer los nutrientes en el suelo”. 

Mientras los dirigentes del campo elaboraban sus análisis, los productos agropecuarios seguían paseando por una edición de Expoagro que demostró el buen momento del campo argentino. En el stand de la maquinaria agrícola Ombú, de Las Parejas (Santa Fe), su empleado comercial Diego Falconi contaba que había tanta demanda que los productos se entregaban con tres meses de demora, aunque alertaba sobre dudas de si la inversión continuaría al buen ritmo de los últimos dos años porque muchos clientes ya estaban sobreequipados.  

“Esta es la que usamos nosotros, Adventa”, comentaba un marido a su esposa, mientras circulaban frente a un stand lleno de plantas de maíz, girasol y sorgo de esa fabricante india de semillas transgénicas con centros de investigación en Venado Tuerto y Balcarce. “Los precios de los commodities hacen que los productores estén muy entusiasmados, pero siempre hay desconfianza de qué hacen los políticos en estos casos”, observaba Alejandro Yost, empleado comercial de Adventa.

Pero además de tractores, semillas y pick ups, también había stands de empresas tecnológicas que ofrecían manejo de datos, inteligencia artificial y almacenamiento en la nube, todo el rubro que viene en llamarse AgTech (Agriculture Technology). “No venía con mucho optimismo, no veía que el público era muy inclinado a lo AgTech, pero nos vamos con bastantes contactos”, celebró Santiago Arias, responsable comercial de Sima, que ofrece una app para monitorear los lotes. “Antes te preguntaban las empresas, pero ahora vienen asesores y productores más chicos”, celebra Pablo Lafluf, un uruguayo experto en datos que se vino a trabajar a Rosario porque quería aprender de la avanzada agrotecnológica argentina. Un inmigrante a contramano de los millonarios argentinos que se fueron a su país. No todo está perdido.

AR

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