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DATOS DE LA UCA

La crisis tuvo un impacto desigual en la población y los pobres son cada vez más pobres

La crisis golpea más a los sectores más bajos y aumenta la brecha social.

Natalí Risso

5 de diciembre de 2024 06:56 h

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El 49,9% de los y las argentinas son pobres en Argentina. La indigencia, que mide a quienes no llegan a cubrir los gastos de alimentación, alcanzó al 12,3% de la población urbana en el tercer trimestre del año. Ambos indicadores muestran una suba de 5,2 y 2,7 puntos porcentuales en comparación con 2023, respectivamente. Como viene sucediendo desde hace más de dos décadas, el fenómeno concentra sus efectos entre los niños, pero el impacto particular de esta crisis se registra en los sectores de nivel socioeconómico muy bajo, en los que el aumento de la indigencia se profundizó sobre el resto, y son los que más recortes realizaron en atención médica y medicamentos, así como en la imposibilidad de pagar servicios públicos o impuestos, ampliando la desigualdad social. 

“Por más que la indigencia no creció tanto como se esperaba dados estos niveles de ajuste, el 50% de la población con menores ingresos son los que más profundamente experimentaron el crecimiento de pobreza extrema”, alerta Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, al presentar los resultados del informe que el instituto mide hace más de veinte años

Es que al hacer doble click, la indigencia pasó de representar el 12,5% al 14,9% de las personas de nivel socioeconómico “bajo” entre 2023 y 2024, y se duplicó hasta alcanzar al 26,9% de la población con un nivel socioeconómico “muy bajo”. En tanto, ese indicador se mantuvo estable o incluso disminuyó para los sectores medio-bajo y medio-alto. “Eso aumenta la brecha social”, insiste Salvia. 

Más pobres y más golpeados

Este fenómeno se observa en múltiples aspectos estudiados por el ODSA-UCA: si bien todos los hogares tuvieron que realizar recortes en atención médica u odontológica –del 29 al 31% entre 2023 y 2024–, el crecimiento fue mayor entre aquellos de nivel socioeconómico muy bajo, en los que el 55,5% tuvo que realizar recortes respecto al 50,3% del 2023. 

Este hecho se repitió en el aumento de la cantidad de hogares que dejó de pagar, al menos, un servicio público –gas, luz y agua–, alcanzando a 3 de cada 10 en el tercer trimestre del año. La tendencia al alza se intensificó en los hogares con menores ingresos, aunque el informe “destaca en particular el aumento experimentado por los hogares de los sectores medio bajo”, que pasó de 17,9% a 22,1%.

Las brechas de desigualdad en el malestar psicológico también son notorias entre las personas adultas según su condición de pobreza. Entre 2023-2024 el impacto negativo en la salud mental fue mayor entre los pobres: 45% de la población en situación de indigencia registra síntomas altos de ansiedad y depresión, y casi el 37% entre los pobres no indigentes. Las personas que no cayeron en la pobreza mantienen tasas de malestar psicológico en niveles entre 20-23% en los últimos tres años.

La pobreza está sobrerrepresentada en niños de hasta 17 años. El 65,5% son pobres, porcentaje que aumentó con respecto al 62,9% del 2023. Para el caso de la indigencia, el porcentaje aumentó de 16,2 a 19,2 en un año. De nuevo: se observa una concentración de la indigencia en los estratos más bajos de la estructura social, donde llega al 40 por ciento del cuartil de menores ingresos. 

Además de la pobreza e indigencia medida por el nivel de ingreso, la UCA calcula la pobreza multidimensional, que hace referencia a las personas que son pobres por ingresos y a la vez tienen al menos una privación no monetaria, relacionada a déficits en alimentación, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente, educación o empleo. La pobreza multidimensional aumentó en el último año del 39,8 al 41,6% de la población en el tercer trimestre de 2024. 

Las tres argentinas

Dada la repetición de este fenómeno de pobres empobrecidos, el informe de la UCA elaboró una pirámide de la fragmentación social con tres argentinas. En la punta la del 3% de la elite y del 27% de la clase media integrada, a los que la crisis no les afecta, y no perdieron su trabajo.

En el medio, el 40% de los hogares de clase media tradicional, con un sector en riesgo de empobrecimiento y otro aspiracional, al que Salvia los señala como “los que explican los votos que definen presidentes, porque son los que apuestan por algo que supuestamente le va a permitir superarse”. 

En la base, la argentina del 30% que enfrenta pobreza estructural o extrema.

Efecto estadístico

“Acabamos de bajar la pobreza en 8 puntos porcentuales”, intentó instalar la narrativa Milei primero durante un acto por el aniversario de la Fundación Mediterránea y luego por redes sociales a fines de octubre, citando un documento que arrojaba una baja del indicador para ese mes. La afirmación, sin embargo, es engañosa. 

Es que el dato efectivamente muestra un empeoramiento en el primer trimestre del año en el marco de los efectos de la devaluación y las políticas de ajuste aplicadas a partir de diciembre de 2023, con una caída (es decir, una mejora) de ambas tasas para el segundo trimestre. 

Pero la UCA realizó un estimado del INDEC a partir de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH): “Las estimaciones dan cuenta de la continuidad de esta tendencia durante el tercer trimestre 2024, incluso durante octubre 2024”, aseguran, y observan que “esa reducción aún no alcanza a los niveles del tercer trimestre del 2023 con los que comenzó el gobierno, y se debe a un efecto estadístico por la desaceleración de la inflación, más que a una mejora real en los ingresos de las personas”. 

“No se siente en los bolsillos de las personas que salieron de la pobreza este último trimestre, por el aumento del peso en los gastos fijos de los hogares: gas, luz, alquiler, que no están lo suficientemente representantes en las canastas. El cambio de composición explica que la caída de los niveles de pobreza no se verifica en más consumo”, agrega.

Estado presente

El paquete de ayuda social que el Estado destinó para transferir ingresos y/o alimentos a los hogares evitó que la cantidad de indigentes fuera 23,2% –en vez del 12,3% registrado– de la población argentina. Este efecto inmediato de las transferencias de ingreso sobre la pobreza es menor que el registrado sobre la indigencia, que hubiese alcanzado al 55,4% en vez del 49,9% de acuerdo a estimaciones de la UCA.

La asistencia pública tuvo un papel activo en contener las situaciones de deterioro. Durante 2024, el 36,3 por ciento de los hogares recibió alguna asistencia social. “Este indicador es la fiebre del termómetro, la manifestación de los problemas estructurales y un indicador claro de la mayor necesidad que tuvo la Argentina de recibir asistencia directa del Estado”, explica Salvia. 

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