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En Expoagro, la sequía se siente en carne propia y amenaza con tensar el dólar

Expoagro, ayer, en su apertura.

Alejandro Rebossio

San Nicolás —

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En Expoagro, la sequía se siente en carne propia. En las 150 hectáreas con más de 600 stands de la mayor feria agrícola de la Argentina, no hay árboles, como tampoco los hay más en los campos sembrados de soja y maíz. En su cielo flotan 20 zeppelines inflables que promocionan marcas proveedoras del agro. Expoagro se organiza desde hace años en el autódromo de San Nicolás, pero nunca ha habido un marzo tan caluroso en el país como el actual. Entonces se tornaba insoportable el sol ayer en la apertura de esta feria, que dura cuatro días. No encontraban dónde guarecerse los visitantes, que suelen superar los 100.000 al año y son productores, no familias como en la Exposición Rural en Palermo. Algunos de boina, varios con sus materas al hombro, entre el aroma a costillares y choripanes -sí, no es un invento peronista- en puestos donde sonaba rock nacional, entre tractores gigantes y promotoras a la vieja usanza, con calzas y escotes, desde grandes terratenientes hasta chacareros, la mayoría varones, cada vez más jóvenes en bermudas, recorrían lo que se suponía debía ser la fiesta anual del campo argentino pero en el que resonaban los lamentos, ya no tanto los tradicionales contra los impuestos, sino por la sequía. Las gargantas pedían agua como los cultivos de este norte de la provincia de Buenos Aires o como en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco o Formosa.

“Está complicado para todo”, comentaba Enzo Ruatgs, un joven de 22 años que vino con dos amigos desde Rojas, a 114 kilómetros de San Nicolás, para pasar el día recorriendo stands de maquinaria y agroquímicos. Los tres terminaron la secundaria y se dedicaron a los campos de sus familias y a trabajar también en pymes contratistas que se encargan de la producción en tierras de terceros. Cultivan trigo, soja, maíz y pasturas y crían vacas. “No hay comida para los animales, ni soja. El gasoil está caro”, continúa Enzo, que les pasa el mate a Nicolás Zagula y Juan Pablo Baldomir. A fines de marzo y principios de abril comienza la cosecha gruesa, la de maíz y soja, de la que depende la Argentina para acumular sus escasos dólares. “Tenemos el riesgo de cosechar para nada”, advierte Enzo, entre la caída del rinde y los costos. “También falta fruta y verdura para consumo humano”, agrega Nicolás, aunque ellos no las producen. “Por lo que dicen los viejos, nunca se vio algo así, de que vengan mal la cosecha de trigo (en diciembre) y ahora la de soja”, comenta Enzo. Tiene decidido votar a la oposición porque recuerda que este gobierno subió las retenciones y limitó exportaciones de carne vacuna, pero no sabe a qué candidato. “A (Javier) Milei lo sigo, pero tiene ataques de loco, no se puede cerrar el Banco Central, así que buscaré otro”, confiesa. Este año no vendrá el candidato presidencial libertario, que crece en las encuestas y que en 2022 fue el más convocante de público en Expoagro.

La feria es un desfile de políticos. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se la boicoteaba: los organismos del Estado no ponían stands, ni venían funcionarios. Todo eso cambió. La edición 2023 se llama YPF Agro, la división que atiende al campo en la petrolera estatal que preside el cristinista Pablo González. En el stand de la empresa terminó ayer su recorrida el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que llamó a reconciliar al peronismo con el sector agrícola y no descartó ser precandidato presidencial. En la habitual cena previa a la inauguración, el lunes pasado, De Pedro admitió diferencias en el pasado, pero recordó, como siempre lo hace, que él es productor en Mercedes y reconoció el impacto de la sequía allí y en el resto del país. Compartió mesa con uno de los dueños del Grupo Clarín, José Aranda, y con su CEO, Jorge Rendo, uno de los involucrados en el escandaloso viaje de jueces, fiscales y opositores a Lago Escondido. Clarín y el grupo de medios La Nación son los organizadores de la feria.

De Pedro fue uno de los funcionarios nacionales y bonaerenses que asistieron al corte de cintas inaugural. Los opositores llegaron después: ayer estuvieron por la tarde la aspirante presidencial María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo, que sueña con ser gobernador. Hoy vendrán otros presidenciables: Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta, junto con Diego Santilli, el aspirante a jefe bonaerense que llenó de carteles los alambrados de los campos cercanos con la leyenda “Falta menos”. Mañana será el turno de Patricia Bullrich, que también puso su nombre en los cercos, como Facundo Manes, ambos anotados para la carrera a la Casa Rosada. La presidenta del PRO arribará con otros tres aspirantes a pelearle la reelección a Axel Kicillof: Néstor Grindetti, Javier Iguacel y Joaquín de la Torre. A este último no le bastó con pagar un costoso cartel en el Acceso Norte para colocar la frase “Basta de Todes”. Camino a Expogro invirtió en otra valla publicitaria en la autopista 9 para negar lo que la ciencia internacional sobre el cambio climático ya ha demostrado: “Las vacas no contaminan”, dice él. Por más que lo proclame De la Torre, está probado que estos animales, por su sistema digestivo, generan dióxido de carbono que contribuye al calentamiento global, ese mismo que se siente al recorrer Expoagro estos días. Lo mismo que la deforestación para plantar soja o criar ganado. Pero también hay experiencias que crecen de a poco para capturar esas emisiones de las vacas e incluso más, con un impacto positivo en el clima, como lo hace la Alianza del Pastizal, que nuclea a ganaderos de la Argentina (unos 126), Brasil, Bolivia, Colombia, Paraguay y Uruguay para alimentarlas no con soja y maíz como en los feed lots sino con la tradicional pastura, que tiene un similar efecto a los bosques a la hora de atrapar carbono.

En la inauguración dijo presente sí la Mesa de Enlace, con sus cuatro presidentes. Uno de ellos, Jorge Chemes, de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la entidad con más socios, advirtió que la pérdida por la sequía “es casi seguro 18.000 millones de dólares, con su impacto fiscal” , remarcó. “Falta lluvia día a día y se profundizan las pérdidas. Si en los próximos 15 días no llueve, vamos a llegar a 20.000 millones” , le contó a elDiarioAR después de buscar la sombra de un stand para conversar sin sudor. El lunes próximo, Chemes y sus tres colegas de la mesa evaluarán si vuelven a protestar como la semana pasada en Villa Constitución, Santa Fe, a 16 kilómetros de San Nicolás, para reclamar compensaciones por la seca. “Todavía no están aceitadas medidas, entre lo que decide el Gobierno y los que hacen las oficinas del interior de la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) y el Banco Nación”, comentó Chemes. En concreto, las medidas tienen que ven con aliviar pagos de impuestos, posponer embargos por deudas y otorgar nuevos créditos.

El presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Elbio Laucirica, se muestra más cauto, como su entidad. En la misma sombra que buscó Chemes, este productor de Rauch, provincia de Buenos Aires, se ciñe a la previsión de principios de mes de la Bolsa de Cereales de Rosario, que pronosticó una pérdida de US$ 14.000 millones. En sus pagos vivió una seca peor en 2009, cuando cosechó el 15% de la soja prevista, pero esta vez se sumaron los impactos en trigo y en la oleaginosa y además reconoce que hay provincias que están peor. “Venimos hablando con el Gobierno, que respondió con anuncios, pero no se han efectivizado. Los productores necesitan esto ya”, pidió Laucirica. “Nosotros venimos cada año con ilusión a Expoagro a ver los avances tecnológicos, la genética, la maquinaria. Hoy venimos con preocupación”, resumió, mientras miles de productores visitaban stands de semilleras, tractores, neumáticos gigantes, camionetas, motos, bicis eléctricas, petroleras o empresas de AgTech (agriculture technology), que ofrecen inteligencia artificial (IA) para reducir costos y mejorar rendimientos.

Quien prefiere evitar cálculos sobre pérdidas es el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, que con su par de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, y la presidenta del Banco Nación, Silvina Batakis, anunciaron créditos para maquinaria agrícola por $ 28.000 millones. Se suman a los $ 40.000 millones de ayudas al campo desde que Sergio Massa llegó al Ministerio de Economía en agosto pasado, e incluye compensaciones por sequía, pero también heladas, granizos, tornados y gripe aviar, calamidades que tocaron al unísono en todo el país, y otros beneficios para sectores como la soja y la carne vacuna. “Elijo la prudencia para manejar números de pérdidas”, respondió Bahillo a elDiarioAR. “Entendemos que el mercado de granos, con sus ingresos para la economía, tiene mucha relación con el mercado cambiario”, admitió. Si hay más seca, habrá menos dólares para importar, más tensión en las plazas oficial y paralela. Bahillo prefirió evitar proyecciones e ir a los hechos consumados: “La cosecha de trigo fue 42% menor. La de maíz temprana sufrió el efecto. La de maíz y soja tardía venía aceptable, pero en los últimos días por las altas temperaturas vamos a ver qué pasa”.

“Entendemos el desánimo del productor”, sostuvo Bahillo en una rueda de prensa que ofreció en la calurosa carpa que la Secretaría de Agricultura pone cada año en Expoagro. En cuanto a las ayudas por la seca, admitió que no reemplazarán las ganancias esperadas con la cosecha, sino que “el objetivo es que no se resienta la capacidad productiva” a futuro. “¿Pueden ser más rápidas?” Seguro que sí“, reconoció y atribuyó los retrasos a que lleguen los procedimientos a las oficinas de AFIP y el Banco Nación. Prometió mejoras.

Mendiguren también habló en la conferencia de prensa y dejó las definiciones más políticas. “Muchos creen que el mercado debe resolver todo y arréglense como puedan. Nosotros, todo lo contrario”, sostuvo. Explicó que los préstamos para maquinaria son “para que cuando pase la seca, nos podamos recuperar lo antes posible, sabemos que la Argentina sale produciendo”. A diferencia de Bahillo, que pregona a largo plazo la eliminación de las retenciones a cambio de un sistema tributario más progresivo que tenga en cuenta el tamaño del agricultor, Mendiguren aclaró que tiene otra visión y opinó que lo más importante es la estabilidad macroeconómica. Recordó que en la convertibilidad o en la era de Mauricio Macri los productores no pagaban retenciones pero tenían un tipo de cambio bajo. “Me gustaría sacar retenciones, pero no es posible fiscalmente. La solución es producir más”, finalizó el secretario de Industria, que reconoció el valor agregado de la agricultura, pero pidió industrializar más sus productos: “El 80% del poroto de soja se exporta a granel y no como pasta o galletitas”.

Antes y después de la charla, Mendiguren fue a visitar empresas de maquinaria que reciben créditos subsidiados. Subía y bajaba de un colectivo a GNC (gas natural comprimido) y con aire acondicionado de la fabricante Agrale, que también hace tractores. El bondi recorría toda la feria, llevando visitantes cansados. En el stand de Metalfor, con fábricas en Marcos Juárez y Noetinger, provincia de Córdoba, el secretario se subió a una pulverizadora. Lo acompañaba el director general y accionista de la firma, José Luis Dassie. “En el último trimestre de 2022 ya se nos cayó la venta 30 o 40% por la seca. Si no se revierte, vamos camino a una caída del 50% anual”, lamentó Dassie, de camisa blanca y sombrero, en diálogo con este cronista. “Mirá la seca que hay que el pasto de este autódromo está amarillo, no verde, como siempre”, observó. Este primer trimestre de 2023 se define en Expoagro, donde se cierra el 20% de las ventas anuales de Metalfor. Al menos por ahora no cayó su producción ni hubo suspensiones entre sus mil empleados. Lo que no venden acá lo envían a una pequeña planta en Brasil, donde terminan los equipamientos y los reenvían a Europa del Este. Admite que el peso oficial está “atrasado” para los exportadores. No sólo los sojeros y los bodegueros quieren un dólar especial.

Uno de los stands más visitados era el único con aire acondicionado: el de Microsoft, que por segundo año consecutivo dijo presente y trajo a pymes argentinas de AgTech. Pero no solo se detenían los visitantes agobiados por el calor para tomar fresco sino aquellos interesados en meter inteligencia artificial al agro. El líder latinoamericano para el campo de Microsoft, el uruguayo Herbert Lewy, comentaba que el 70% de los herbicidas se echa de más. Que también se puede ahorrar agua. Empresas como la de Bill Gates ofrecen combinar bases de datos, algoritmos y computación en la nube para que el productor mejore sus decisiones para elevar rendimientos, usar menos recursos naturales y artificiales y de paso ser más sustentables en un planeta que arde. Este viernes, Microsfot organiza un hackathon (encuentro de programadores, hackers o no, para desarrollar software en conjunto) con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para trabajar sobre la sensorización del campo, de modo de tomar datos del suelo que ayuden a a sobreponerse de fenómenos climáticos como la sequía. “Pese a la seca, la inversión en AgTech se ha mantenido. No podemos controlar la seca, pero podemos tomar mejores decisiones con más data en menos tiempo”, se ofrece Lewy. Pero todavía falta para que se masifique la IA en el agro. Los fierros siguen predominando en Expoagro. Fierros calientes, por el sol de marzo.

AR

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