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Massa inicia su gira china en busca de más yuanes para importar, pero el problema de fondo es el rojo comercial récord y persistente

El embajador de China en Buenos Aires, Zou Xiaoli, invitó el 10 de mayo a Massa a esta reunión del banco de los BRICS.

Alejandro Rebossio

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El ministro de Economía, Sergio Massa, está volando con el nuevo avión presidencial a Shanghai a pedir yuanes para importar productos chinos. También se encontrará con empresas energéticas chinas que quieren ganar contratos en la Argentina, con mineras que empezarán a extraer litio el noroeste para industrializarlo en su territorio y con funcionarios aduaneros para conseguir que eliminen barreras a alimentos criollos. Es que el gran problema comercial con el gigante asiático continúa siendo el mismo desde hace 16 años: las exportaciones argentinas hacia allí son menores que las importaciones desde aquellas tierras lejanas y, aunque mejoró un poco el valor agregado, ya no es sólo poroto de soja sino también carne vacuna, aún sigue siendo de desigual la relación con la potencia industrial.

En el primer cuatrimestre de 2023, la Argentina acumuló un déficit comercial de US$ 1.469 millones por la sequía, que redujo las ventas externas del agro. Aún falta el impacto de la seca en la cosecha de soja y maíz en mayo y junio. De ese rojo, China aporta la mayor parte: el desequilibrio comercial con el gigante asiático es de US$ 2.597 millones. Las exportaciones hacia allá cayeron 7%, pero más se derrumbaron las importaciones, un 27%, entre los controles que impuso Massa y la falta de dólares para financiarlas. Por eso, este año se ha recurrido a usar los yuanes para pagar compras desde China y ya la mitad de ellas se realiza en esa moneda. Esto fue posible porque se estableció que US$ 5.000 de los 20.000 millones del swap (canje de monedas) entre los bancos centrales de ambos países pasaran a libre disponibilidad, de modo de utilizarlos en el intercambio.

Con seca sólo a fin de año y pese a la buena cosecha sojera y maicera, en 2022 el déficit comercial con China batió en 2022 un récord de US$ 9.500 millones, según señala un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Se trató del décimo quinto año consecutivo de rojo en el intercambio comercial, desde 2008 en adelante. “China es el principal origen de importaciones argentinas, representando el 21,5% de las importaciones en 2022. Sumando importaciones y exportaciones, el 15% del comercio bilateral argentino se explica por China, muy cerca del 17% que representa Brasil, primer socio comercial de nuestro país”, señala la BCR en un reporte elaborado por Guido D’Angelo, Emilce Terré y Patricia Bergero. El socio mayor del Mercosur es el principal destino de los envíos argentinos al exterior y, a diferencia del gigante asiático, nos compra sobre todo bienes industriales.

En 2022, China fue destino del 9,1% de las exportaciones nacionales, sólo detrás del Brasil, que se llevó el 14,2%. Pero allá van materias primas agrícolas y sus derivados. “El año pasado, el 92% del poroto de soja argentino exportado se embarcó hacia China, al tiempo que este país fue destino del 57% de las exportaciones de carne argentina. Entre ambos complejos tenemos más del 66% de las exportaciones argentinas a este destino en 2022”, señala la BCR. Además, “China es el principal comprador de la cebada forrajera argentina y es destino de exportaciones de los complejos pesquero, de sorgo, avícola, de maní, lácteo, de uva, tabacalero, forestal, entre otros relativos al agro. Por otra parte, las exportaciones de carbonato de litio a China crecieron un 253% el año pasado”, añade la bolsa.

En cambio, del otro lado del mundo vienen manufacturas de alto y bajo valor agregado. “Las importaciones argentinas provenientes de China se distribuyen entre múltiples productos, mayoritariamente productos terminados e insumos de origen industrial. Maquinarias eléctricas y mecánicas explican la mitad de las importaciones con origen en el gigante asiático. Asimismo, desde China también se importan diversos productos químicos, plásticos, fertilizantes, entre otros”, resume el informe. En el reporte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) se detallaron algunos de esos bienes en 2022: partes para ensamblar los teléfonos y los televisores en Tierra del Fuego, vacunas, molinos eólicos, vehículos, aluminio, autopartes, químicos, neumáticos y turbinas de gas.

¿Cómo se puede solucionar el rojo comercial con China? “La ampliación y mejora de la oferta exportable”, propone la bolsa rosarina. “Por un lado, la elevada capacidad de procesamiento de soja del gigante asiático funciona como desincentivo para un firme acceso de la harina y el aceite de soja argentinos a China, a pesar de que existen algunos embarques de cantidades menores de estos productos, fundamentales para el comercio exterior argentino, hacia el gigante asiático. Por otra parte, profundizar el acceso al mercado chino para las carnes y otros cereales argentinos parece tener más espacio, en vista de la elevada y creciente demanda interna en el país oriental. Además, con muchos de los complejos agroindustriales que ya se insertan en el mercado chino puede potenciarse aún más la reducción del déficit comercial bilateral”, concluye la BCR.

El gigante asiático importa del mundo -principalmente- petróleo, circuitos integrados, mineral de hierro, gas, cobre, maquinaria y equipo eléctrico, computadoras, metales preciosos, aparatos óptimos, técnicos y médicos, vehículos, plásticos y semillas. La Argentina puede convertirse en proveedor de varios de estos productos, y no sólo los más básico.

Pero la agenda de Massa en China pasa por otro lado. Primero estará tres días en Shanghai, en paralelo con la reunión anual del Nuevo Banco de Desarrollo, de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Primero se reunirá este martes con ejecutivos de China Gezhouba Group Corporation (CGGC) para analizar la demorada ejecución de las polémicas represas del río Santa Cruz. La jornada continuará con representantes de Power China, con quienes conversará sobre proyectos de desarrollo energético, y con los de CET State Grid, para ampliar el sistema de transporte eléctrico. El miércoles, Massa se verá con ejecutivos de Tibet Summit Resources para hablar de minería, en especial de litio. Sobre lo mismo conversará con directivos de Ganfeng Lithium, una de las principales inversoras en el litio argentino, y de Tsingshan Holding Group, también con proyectos en el país. El jueves se reunirá con la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo, Dilma Rousseff. La idea que esta entidad garantice las exportaciones brasileñas a la Argentina en reales, de modo de no tener que recortarlas ante la falta de dólares. El mismo esquema que con los yuanes y China. Además, Massa tendrá encuentros con el ministro de Comercio de China, Wang Wentao, y representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores de este país.

El viernes viajará a Beijing. Allí será recibido por el viceministro de la Aduana china, Wang Lingjun, con quien se abordará la incorporación de nuevos productos al mercado chino. Luego firmará el Plan de Cooperación de la Franja y la Ruta con el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie. A continuación, se verá con el presidente del Banco Popular (central) de China, Yi Gang, con quien se abordará la renovación y ampliación del swap. El sábado, antes de partir, verá al ministro de Finanzas chino, Liu Kun, para referirse al financiamiento bilateral para obras de infraestructura en la Argentina, una cooperación de Estado a Estado que no ofrecen Estados Unidos ni los europeos. Junto a Massa viajaron Diego Giuliano, ministro de Transporte; Juan Manuel Olmos, vicejefe de gabinete; Cecilia Moreau, presidenta de la Cámara de Diputados; Flavia Royón, secretaria de Energía; Juan José Bahillo, su par de Agricultura; Marco Lavagna, que informalmente oficia como secretario de Asuntos Económicos y Financieros; Miguel Pesce, presidente del Banco Central; Agustín Gerez, presidente de Enarsa; Leandro Gorgal, subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales para el Desarrollo; Sabino Vaca Narvaja, embajador en Beijing; y los diputados Máximo Kirchner, Paula Penacca y Diego Sartori.

El mayor comercio con yuanes apunta a evitar que la actividad productiva se contraiga y que derive en una menor oferta que avive más el fuego de la inflación del 109% anual, un incendio que el ministro no ha podido apagar. “Es una medida que tiene que ver con la escasez de divisas que tiene la Argentina, el problema de la restricción externa, las bajas reservas del Banco Central”, explica Pedro Gaite, economista de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). “Los acuerdos de financiamiento bilateral son una herramienta para quitar presión sobre las reservas. Si podemos empezar a utilizar los yuanes, eso aliviaría la necesidad de usar dólares y, por lo tanto, la presión sobre las reservas internacionales del Banco Central, que hoy es estructuralmente el principal problema macroeconómico de la Argentina. La restricción de dólares se puede, en general, gestionar de dos maneras. La tradicional es la devaluación, lo cual en este escenario de la economía argentina sería algo nocivo, porque casi siempre tiene impactos regresivos sobre la distribución del ingreso, contractivos sobre la actividad económica y difícilmente se resolverían los problemas macroeconómicos del país con una devaluación. La otra alternativa es gestionarlo con controles a las importaciones, que es la vía que por ahora está eligiendo el Gobierno, de manera todavía insuficiente e ineficiente. Hay que hacer una sintonía fina mucho más importante en el control de las importaciones. Pero si no se llega a este tipo de acuerdos de financiamiento, la otra alternativa es directamente restringir importaciones, lo cual también tiene impacto sobre la actividad económica y la inflación”.

¿Qué riesgos supone este acuerdo con China? “Es una fuente de fortalecimiento de la influencia china en la Argentina y en Latinoamérica en general”, responde Gaite, y continúa: “Por eso también me parece importante replicar estos acuerdos con nuestros principales socios comerciales del Mercosur y de Latinoamérica, especialmente con Brasil, con el que también tenemos un déficit comercial importante. Si no, el riesgo es que se empiece a sustituir comercio bilateral con Brasil con comercio chino, que es algo que viene ocurriendo. O sea, la influencia china en el comercio con los países de Latinoamérica es algo que se viene dando ya en las últimas décadas y en particular con Argentina y Brasil está afectando muchísimo. Se reemplazan exportaciones e importaciones con Brasil por exportaciones e importaciones con China y el riesgo es que si se aplica un acuerdo de financiamiento con China y no con Brasil, esta tendencia se profundice”.

Otro economista, Julio Sevares, profesor de las universidades de Buenos Aires y La Plata y autor de los libros Choque de gigante. EE UU v China y la reglobalización y China. Un socio imperial para Argentina y América Latina, analiza por qué a Beijing le interesa expandir el uso del yuan: “China mantiene desde hace años una política de promover la internacionalización del yuan. Tener una moneda propia que se utiliza como divisa en el mundo tiene una serie de ventajas. Por ejemplo, no depender del dólar para cambiar lo que vende o lo que compra, se evita el costo del tipo de cambio. Después es una cuestión de prestigio. Las grandes potencias sienten prestigio, inclusive sus poblaciones, de que su moneda sea internacional. El otro tema es que, al tener una moneda de aceptación internacional, las empresas y el Estado del país pueden emitir deuda en moneda propia. También es parte del avance estratégico de China y su puja con Estados Unidos. De hecho, China promueve la idea de que el dólar está siendo desplazado, de que ahora efectivamente en el comercio con Rusia y países asiáticos con los cuales tiene una gran intercambio se están usando cada vez más yuanes. De todos modos, la presencia del yuan en el mundo en su conjunto es todavía muy baja. Se ve en las reservas de los bancos centrales en yuanes, en los intercambios internacionales. En los mercados financieros todavía es escasísima la participación de los yuanes porque China tiene un mercado de bonos muy chico, que está desarrollando todavía. Si yo quiero ahorrar en yuanes acá o en Estados Unidos, no puedo porque no puedo ir a comprar un bono denominado en yuanes. También hay empresas chinas que necesitan dólares. Pero la política de China de internacionalizar el yuan y convertirlo en una moneda internacional se hace a través de promover el comercio en yuanes a través de los acuerdos de swap que tiene con más de 30 bancos centrales. China les da swaps a cambio de sus monedas y esos bancos tienen los yuanes en sus reservas y, eventualmente, como sucede ahora en Argentina, si tienen necesidad, los pueden usar”.

Sevares descree que implique un riesgo para la Argentina: “En absoluto, y menos en el caso de nuestro país, que tiene casi las reservas disponibles del Banco Central en cero. Poder utilizar el yuan es una salida. De otra forma, no podría importar desde China pagando en dólares que no los hay. Entonces el yuan es un alivio. No implica nada. Los países comercian en dólares, pero también en euros y en algunas otras monedas como yenes japoneses, en libras esterlinas. Eso es un tema puramente económico. Por eso no se va a caer en ninguna dependencia ni ninguna subordinación estratégica por el hecho de usar la moneda china”, aclara.

Ya hay empresas como la fabricante de electrónica Newsan que está usando desde este año el yuan para abonar sus importaciones de componentes, tanto los que usan para ensamblar aires acondicionados y televisores Tierra del Fuego como las partes que utilizan en la planta de heladeras y lavarropas en Avellaneda. También importa bienes terminados como pequeños electrodomésticos. “Empezamos a trabajar con yuanes en el primer trimestre de este año”, cuenta Manuel Trigas, director financiero de la empresa de Rubén Cherñajovsky. “Fue creciendo. Hay todo un proceso atrás de esto. Hay que negociar con proveedores este nuevo esquema de trabajo en una nueva moneda. Hay plazos que se tienen que negociar. Hoy por hoy es un sistema mixto de yuanes y dólares. Es una nueva herramienta que el Banco Central puso a disposición de todos los importadores. El objetivo es resguardar un poco las reservas y darle previsibilidad a los proveedores en China. En 2022, con la serie de normativas que fueron saliendo del Banco Central, se fue generando volatilidad en el mercado y cierta incertidumbre en los proveedores. Este nuevo esquema de pagos viene a dar más previsibilidad a los chinos, de manera tal de asegurar el abastecimiento de nuestros productos y nuestros insumos. La alternativa que nos queda es adaptarnos rápidamente, asegurar todos los sistemas de la compañía para que toda esta transformación se haga lo más rápido y lo más confiable. Riesgo de desabastecimiento no veíamos, pero sí quizá alguna especie de ralentización en los pagos y renegociaciones con los proveedores. Con este nuevo esquema, se asegura el abastecimiento de las mercaderías. Empezás a trabajar con cierta previsibilidad que no tenías. En el pago con dólares tenías que refinanciar tus deudas a 180 días y la posibilidad que te da el pago con yuanes es acortar esto a 90 días. La contra principal es la adaptación de todos tus sistemas. Muy pocas empresas en la Argentina estaban adaptadas al yuan. Es algo que hemos trabajado fuertemente en todo el primer trimestre de 2023 y ya estamos listos para empezar a operar. Ahora tenemos cuentas en yuanes en el exterior y aquí”, finaliza Trigas.

AR

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