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Análisis

Milei, entre un diagnóstico de medias verdades y un presupuesto para un 2026 que es una incógnita

Milei presenta el presupuesto 2026.

Alejandro Rebossio

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Lo usual es que los gobiernos envíen cada 15 de septiembre por mesa de entrada sus proyectos de presupuesto para el año siguiente y que en las semanas posteriores los ministros de Economía los vayan a defender. Pero Javier Milei, el primer presidente que logró equilibrio fiscal sin default en más de 120 años, quiso el año pasado ser la voz cantante de la iniciativa oficial de la ley que establece cuáles serán los ingresos y cuáles los gastos. Fue al Congreso a presentarlo. Este lunes, en cambio, tras la derrota bonaerense, que se suma a otras tantas en el Palacio Legislativo, prefirió evitar ese escenario y presentar el proyecto desde la Casa Rosada, por cadena nacional, sólo custodiado en la imagen por dos granaderos.

Pese a su mala coyuntura política y económica, el presidente quiso ratificar su receta: su “compromiso inquebrantable” y su “principio no negociable” con el equilibrio fiscal, (mientras el Congreso ratificó la ley de discapacidad) y que intentará voltear los vetos a las normas sobre universidades y emergencia pediátrica.

“Ningún país pueden funcionar correctamente sin presupuesto equilibrado”, planteó erróneamente, pues, como después señaló, sólo en el mundo algunos tienen superávit fiscal mientras la inmensa mayoría tiene déficit pero lo puede financiar en general emitiendo deuda sin sobreendeudarse. Milei lamentó que la Argentina sea de los pocos países con equilibrio de las cuentas públicas, pero “los mercados nos castigan”. Lo atribuyó al pasado. La realidad es que el riesgo país está subiendo, porque él no acumuló reservas cuando podía y porque los inversores dudan sobre cómo continuará gobernando los próximos dos años tras la derrota bonaerense.

El presupuesto que Milei presentó para un 2026 es un pantano de dudas. Después de que sólo lo apoyara un tercio de la provincia de Buenos Aires (donde vota el 37% de los argentinos), crece la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones que el 26 de octubre renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Es difícil que este Congreso, que no le aprobó el presupuesto 2025, convalide el del año próximo.

El Poder Legislativo que asuma el 10 de diciembre difícilmente lo acompañará en forma masiva. La peor elección legislativa de medio término de un gobierno desde 1983 fue la de la Alianza de Fernando de la Rúa en 2001, cuando sacó 22,7% y, a los dos meses, cayó. La segunda peor fue la del peronismo de Cristina Fernández de Kirchner en 2009, con el 28,6%: dos años después logró la reelección con el 54%. Pero hay empresarios que advierten que si La Libertad Avanza (LLA) saca el 30% es “game over”, no porque prevean un derrocamiento, sino porque resultarían impracticables las reformas laboral, tributaria y jubilatoria a las que aspiran.

Milei, que siempre ofendió a la oposición, aunque pactó con ella la ley Bases y el paquete fiscal el año pasado, habló este lunes de “consenso para sancionar la ley de leyes”. Insistió en que el equilibrio fiscal “puede parecer un capricho, pero no”, es la base de sus autoproclamados “éxitos”. “Son el primer paso para desarrollar la obra. Sin estos cimientos, el edificio colapsa”, dramatizó.

“Celebramos la baja inflación, la pobreza, los impuestos y el cepo”, describió los presuntos logros. La merma de la inflación, del 160% en noviembre de 2023 al 33% en agosto último, es una realidad, pero aún puede rebrotar algo, sin volver a los niveles del pasado, por el impacto del tipo de cambio. En cuanto a la pobreza, también es cierto que bajó, aunque mucho menos de lo que él calcula: era del 38% al finalizar el anterior gobierno, subió al 54% pero al inicio de la gestión libertaria y ahora bajó al 31%, menor que la heredada, pero medida de una manera que sobreestima ingresos y subestima el gasto en servicios -no por manipulación estadística, como en la era kirchnerista, sino por metodología-.

Algunos impuestos bajaron, pero no el IVA (que pagan todos). Redujo el tributo a los bienes personales, que abonan los más ricos, y las retenciones al agro. Eliminó el impuesto PAIS y los aranceles a la importación, lo que favorece a los consumidores, aunque también perjudica a los trabajadores de áreas afectadas por la competencia extranjera. Además, subió el monotributo y el impuesto a las ganancias de los empleados que más cobran.

Tampoco es del todo veraz que levantó el cepo. Sí lo hizo para los individuos. No para las empresas, los bancos, los agentes bursátiles, a los que ahora les reforzó las restricciones para controlar el dólar. Si lo liberara en serio, la divisa se dispararía.

“Entendemos que mucho no lo perciben (al éxito) en su realidad material”, concedió Milei, que por primera vez lo reconoce. La evidencia de las urnas, que tiraron abajo el relato del apoyo masivo. “Los años mas duros fueron los primeros”, prometió sobre su plan económico. “Lo peor ya pasó”, dijo una vez más, algo que ya había dicho el año pasado. Pero el prometido crecimiento como “pedo de buzo” se circunscribió a algunos pocos sectores con poca creación de empleo, como finanzas, minería e hidrocarburos, a la vez que la actividad entera se comenzó a amesetar a mediados de 2025.

“Quiero agradecer el enorme apoyo en este primer periodo, el temple de los argentinos es heroico”, elogió que se banquen la motosierra. “No hay otro camino que el orden fiscal, monetario y cambiario”, proclamó, pero los mercados destacan el primero, pero critican el segundo, por las elevadas tasas de interés, y el tercero, por atrasar el tipo de cambio hasta que ahora, bajo presión, saltó. “Todos los demas caminos ya fracasaron rotundamente”, dijo, con razón.

“No es a través del deficit fiscal que vamos a atender a los más vulnerables”, se defendió frente a las leyes que ha impulsado la oposición a favor de jubilados, personas con discapacidad o niños pacientes del hospital Garrahan. “Financiar el déficit con emisión y deuda ya se probó”, descartó con acierto. Es verdad que la Argentina hoy no tiene margen para ser deficitaria, como la mayoría de los países, pero el equilibrio de las cuentas puede financiarse sin bajar impuestos a los que más tienen o recortando los gastos que más suben, como los de las secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) o general de la Presidencia, a cargo de Karina Milei.

“El nivel de gasto de la Nación está por debajo del de las provincias por primera vez desde los 90”, se jactó como si fuera algo deseable. “Si los ingresos caen, se ajustarán partidas”, repitió la regla fiscal del fallido presupuesto 2025. Prometió que subirá los gastos de salud, educación, jubilados y a las personas con discapacidad, aunque aclaró que primero las seguirá sometiendo a auditorías a ver si son truchos. Continuará las colas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), la misma desde donde provenían las supuestas coimas a Karina Milei. El problema es que el gasto se puede recuperar respecto de 2025, pero sigue hundiido en relación a 2023.

También insistió con su idea de dejar de perseguir a pequeños evasores fiscales. El problema es que nunca se persigue a los grandes. “Si al equilibrio fiscal, le agregamos las reformas, llegaríamos a un crecimiento del 7% anual y en diez años nos pareceríamos a los países de altos ingresos”, elucubró. Pero esas reformas están en veremos por el eventual resultado electoral de octubre.

Por las dudas, prometió “trabajar codo a codo con gobernadores, diputados y senadores”, en un intento de mensaje conciliatorio. Además, anticipó que usará el superávit fiscal “para que haya financiamiento para el sector privado en obras fundamentales”. Es decir, en vez de financiar el Estado sus obras contratando a empresas, ahora les prestará a ellas para que construyan. Habrá que ver si así suplen la falta de financiamiento privado que ya se nota para las futuras concesiones de rutas, pero también para proyectos en teoría atractivos como los de Vaca Muerta. El riesgo país alto los ha paralizado.

“Si decidimos abandonar el equilibrio fiscal, volveremos al estancamiento”, dijo Milei, pero la economía ya se estancó desde que se salió del cepo y se intentó controlar el dólar con elevadas tasas. “Menor tasa no se logra emisión sino bajando el riesgo país”, proclamó. Claro que el riesgo país está lejos de descender. Sube.

AR

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