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La salida de dólares por compras de energía fue más del doble que el gasto de argentinos en el exterior

En los primeros cinco meses de 2022 la salida de dólares por turismo fue el 42,5% del gasto en importación de energía

Delfina Torres Cabreros

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Si bien en una de sus primeras apariciones públicas como ministra de Economía Silvina Batakis llamó la atención sobre la pérdida de reservas por los viajes de argentinos al exterior, en su primera conferencia de prensa dejó ese tópico de lado y apuntó en otra dirección. Además de celebrar la licitación del gasoducto Néstor Kirchner, incluyó dentro de la batería de medidas a impulsar la segmentación de tarifas para reducir los subsidios a la energía. El orden de prioridad en la acción tiene una explicación: en el período enero-mayo la salida de dólares para pagar importaciones de energía más que duplicó la del turismo en el extranjero.

Según datos del Banco Central, en los primeros cinco meses del año hubo una salida bruta de US$4.821 millones en concepto de importación de electricidad y combustibles fósiles. En el mismo período salieron de las reservas US$2.049 millones para respaldar compras de bienes y servicios en el exterior, un monto que representa el 42,5% del gasto en energía. 

Hasta la irrupción de la pandemia la cuenta era al revés; en el período enero-mayo las reservas del Central sufrían mucho más por el turismo que por la energía. En 2018, año en que se dio la mayor diferencia desde el inicio de la serie en 2016, los dólares usados para viajar y consumir en el exterior representaron 2,6 veces el monto destinado a electricidad y petróleo.

En 2020, con la irrupción de la pandemia, la tendencia se invirtió. Tanto en 2020 como en 2021 la cuenta de energía fue superior a la de turismo, lo que se explica sobre todo por la caída abrupta de los gastos en viajes internacionales, dado que la cuenta de energía se mantuvo relativamente estable. 

En 2022 el monto de dólares destinado a turismo dio un salto abrupto, creció 239% impulsada por la reactivación de la movilidad internacional y el fin de las restricciones sanitarias. Pero energía no se quedó atrás: escaló 144%, afectada en este caso por el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, lo que implicó una restricción de la oferta de petróleo y gas ruso y su consecuente encarecimiento. Además, la Argentina viene importando este año una mayor cantidad de energía. Es decir, la factura crece por precio y crece por volumen. 

En la conferencia del lunes Batakis no dijo nada sobre la posibilidad de desdoblar el tipo de cambio ni restringir divisas para el turismo, aunque no se descarta. Tal como se advierte en los datos del BCRA, no es un tema menor y demanda un gran flujo de divisas que tiene resonancia en las cuentas del Estado. Sin embargo, en la coyuntura actual, tiene sentido que la principal preocupación del Gobierno sea apuntar primero a ajustar el frente energético, para lo que es clave la construcción de gasoducto Néstor Kirchner, obra que le permitirá al país reducir sus importaciones e incluso, en un futuro, exportar más gas a países vecinos. También es determinante la segmentación tarifaria, al menos para tratar de amortizar parte del costo creciente que tiene la provisión interna. 

Acumular reservas es uno de los objetivos centrales del Gobierno. No solo porque es una de las metas comprometidas por el FMI, sino porque le da fortaleza al Estado para hacerle frente a las corridas cambiarias y permite sostener el nivel de importaciones que demanda el crecimiento de la actividad económica. 

El Gobierno prevé que en la segunda parte del año será más difícil acumular divisas que la primera. Hay una primera explicación que se vincula a la estacionalidad del sector agrícola:  el período fuerte de liquidación de exportaciones es entre marzo y julio, luego la curva declina notablemente. 

Por otro lado, hay reticencia de los exportadores a liberar sus mercaderías ante las dudas sobre lo que pueda suceder con el tipo de cambio. Siempre que se huele la posibilidad de una devaluación, quienes venden sus productos en dólares retrasan esas ventas para esperar el evento y obtener así mayores ingresos. “A esta altura del año se ha vendido el 45,3% de la cosecha, el año pasado a la misma altura 53,2%”, precisó David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). 

DT

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