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Crisis política e institucional el Brasil
Un aliado político de Bolsonaro se resistió a un arresto por ir contra el orden democrático con ametralladora y granadas

Roberto Jefferson había sido detenido en 2021 por orden del Supremo Tribunal Federal acusado de participar de una red que promovía actos contra la democracia, como el uso de las redes sociales y estaba con prisión domiciliaria donde siguió con su campaña de fakenews. Hoy el Tribunal Supremo ordenó llevarlo a la cárcel y se atrincheró en su casa.

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El ex diputado federal Roberto Jefferson, un aliado muy próximo del presidente Jair Bolsonaro, creó este domingo una crisis política e institucional en Brasil, capaz de gatillar un desenlace muy negativo en esta semana previa al balotaje del 30 de octubre. El político se destacó, en su momento, por sus denuncias sobre presunta corrupción  del gobierno de Lula da Silva y del Partido de los Trabajadores en el caso conocido como “mensalao”. Pero esta tarde el ex parlamentario, con 69 años de edad, decidió desacatar con disparos de ametralladora y granadas de mano a la orden de detención contra él emanada directamente del Supremo Tribunal Federal (STF).

El magistrado Alexandre de Moraes dio la orden de prisión, luego de acusar a Jefferson por perseguir “el objetivo de dificultar, frustrar o impedir, el proceso electoral”, a través de la difusión de videos en las redes sociales. En un posteo, el político insulta en forma muy agresiva a la jueza de la Corte, Carmen Lúcia, a quien trata de “prostituta”.  Los balazos y las granadas lanzadas por el ex congresista impactaron en dos vehículos de la Policía Federal, con el resultado de dos agentes heridos. El también ex presidente del Partido Laborista Brasileño (PTB), se entregó recién a las 19 horas. 

El presidente Bolsonaro, y su vice el general Hamilton Mourao, repudiaron “la acción armada” del aliado. Pero acto seguido cuestionaron al Supremo Tribunal Federal por haber instruido un proceso, “sin ningún respaldo en la Constitución y sin actuación del Ministerio Público”. El jefe de Estado indicó, a través de un Twitter en su página oficial que había determinado “la ida del ministro de Justicia a Río de Janeiro para acompañar el desarrollo de este lamentable episodio”. 

Desde enero último, Jefferson cumplía prisión domiciliaria por un proceso en que se lo acusa de ser miembro de una “organización delictiva contra el Estado Democrático de Derecho”. Por estar bajo esa condición, el ex congresista no podía recibir a dirigentes de su partido, tampoco a visitas ni conceder entrevistas. Al mismo tiempo, las normas penales le prohíben compartir “fake news” sobre la Corte y sus ministros. El incumplimiento de la legislación fue lo que decidió a Moraes a enviar al político a una celda de la cárcel.

Al promediar la tarde, el ministro de Justicia Anderson Torres se presentó en la residencia para mediar en el conflicto de resistencia armada. Según se dijo, buscaba arreglar la rendición de Jefferson; para la Corte esa interferencia fue, sin embargo, ilegal. De acuerdo con expertos en derecho penal, el presidente cometió “un grave error” en colocar a un ministro de Estado en la conducción de las negociaciones. Según un analista citado por el diario O Globo, el jefe de Estado mostró de esta manera “que sus apoyadores tienen un tratamiento privilegiado cuando cometen delitos bajo su gobierno”. De acuerdo con el diario carioca, el sector de inteligencia de la Policía Federal había detectado, la última semana, informaciones de que Jefferson se apretaba a conturbar el proceso electoral. Señaló también que, entre las fuerzas policiales, “había certeza de que Jefferson coordinaría ataques para desestabilizar” los días previos a los comicios. De hecho, en el domicilio del político se encontró un auténtico arsenal.

El presidente del Senado de Brasil, Rodrigo Pacheco, declaró por la tarde de hoy que las actitudes del ex diputado fueron “repugnantes, al ofender a la ministra Carmen Lúcia y la diputada federal Marina Silva, dos valientes mujeres brasileñas”. Condenó la acción armada de Jefferson por entender que “no representan a nuestra sociedad, que busca el equilibrio, la serenidad y la igualdad”.

En el cuartel general de la campaña de Bolsonaro el hecho causó aprensión. Juzgan que puede ejercer un impacto “indeseado” en las ambiciones de reelección del presidente. No será un elemento precisamente positivo que el tema esté esta semana en los titulares de los diarios, en las radios y en los programas de TV. Puede poner fin a los vientos de renovación experimentado desde hace 15 días por el mandatario, que logró subir en forma significativa en las encuestas y acortar así su distancia con Lula da Silva.

EG

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