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En las cárceles de EEUU prohíben libros en español por subversivos

Un centenar de personas, en su mayoría de origen hispano, se maniestan y protestan en las calles de Manhattan contra el aumento de los alquileres en Nueva York, los mayores en diez años. PIden que se prolongue una moratoria contra los desalojos antes de que expire el actual periodo legislativo en EEUU.

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Siete libros en español y swahili fueron prohibidos en las prisiones del estado de Michigan en el último año, según una lista obtenida a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información (FOIA).

Entre el material escrito condenado por el  Departamento Correccional de Michigan se encuentran los diccionarios en español –el segundo idioma hablado en EEUU-  y swahili - una lengua africana hablada principalmente en Tanzania y Kenia-  bajo el presupuesto de que el contenido de estos representa  una amenaza para las penitenciarías del estado.

“Si todos los presos decidieran aprender un idioma incomprensible para nosotros,  podrían hablar libremente con otros frente al personal  e introducir contrabando o agredir al personal o agredir a otro preso”, dijo Chris Gautz, portavoz del Departamento de Estado de Michigan.

Gautz sostiene que permitir a los presos el libre acceso a libros escritos en idiomas distintos al inglés podría alentarlos a organizarse sin el conocimiento del personal. “Cuando los libros están escritos  en un idioma que nosotros mismos no tenemos capacidad de leerlos y entender exactamente qué es lo dicen, no podemos permitirlo”, agregó.

Durante las últimas dos décadas, Paul Wright, director del Centro de Defensa de los Derechos Humanos y ex recluso en un centro correccional en el estado de Washington, lidió con la censura en las cárceles de EEUU.  Mientras estuvo encarcelado, Wright fundó Prison Legal News, un periódico publicado en línea desde mayo de 1990 que informa sobre asuntos de justicia penal y litigios civiles relacionados con prisiones y cárceles, principalmente en EEUU.

“A los funcionarios de prisiones les gusta censurar todo lo que sea crítico a ellos mismos, y también les gusta censurar todo lo que tenga que ver con las minorías”, declaró Wright.

Un fallo de la Corte Suprema de 1989 permite que las prisiones prohíban cualquier libro, siempre que sea en aras de la seguridad.

No se trata de un caso aislado en EEUU sino que  forma parte de la oleada de prohibiciones de acceso a los libros iniciada en 2021.

La American Library Association (ALA), la asociación de bibliotecas  más antigua y más grandes del mundo, redacta cada año un informe anual que monitoriza los esfuerzos de diferentes grupos políticos y de presión por prohibir libros en bibliotecas y colegios de todo el país.

Su directora, Deborah Caldwell-Stone, que lleva trabajando más de 20 años en la redacción de estos informes,  sostuvo: “Lo que estamos observando ahora es un volumen sin precedentes de informes de censura que parecen estar relacionados con una campaña organizada para eliminar ciertos libros”.

En el estado de Pensilvania, en una larga lista de libros prohibidos se encuentran los que tratan sobre la comunidad negra de los escritores Jacqueline Woodson, Ijeoma Oluo e Ibram X Kendi. El veto alcanzó  también a títulos como la autobiografía de Malala Yousafzai y libros infantiles sobre Rosa Parks y Martin Luther King Jr, así como artículos y videos, incluido un documental sobre la escritura de James Baldwin

 En el estado de Kansas se retiró de bibliotecas y librerías Fun Home: Una tragicomedia familiar, el libro de memorias basado en las experiencias de su autora, Alison Bechdel que fue seleccionado como uno de los cien mejores libros del año por The New York Times,

En el estado de Utah, el libro de Toni Morrison Ojos Azules fue retirado de las bibliotecas escolares por contener “contenido explícito”. Con la misma justificación, otro título del autor ganador del premio Nobel, Beloved, fue retirado en Virginia. Ambas historias abordan temas relacionados con la esclavitud y la comunidad negra en EEUU.

Para Caldwell-Stone, las principales organizaciones de base detrás de este movimiento son Heritage ActionHeritage Foundation Family Policy Alliance. “Que estas organizaciones inciten a los padres a desafiar la educación que reciben en el colegio supone un desafío a nuestros valores democráticos de libertad de expresión, libertad de pensamiento y libertad de creencias”, declaró. 

La alarma por la  prohibición de libros en escuelas y bibliotecas de EEUU llevó a la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL) a lanzar la campaña nacional “Libros para todos” para que los ciudadanos puedan acceder a los textos impugnados, especialmente en los estados gobernados por el Partido Republicano, como Florida, lo que afectó el acceso a obras que abordan temas de género, segregación racial, religión e historia.

Sin embargo, en las unidades penitenciarias no hay aún campaña parecida.

Kwesi Osundar, de la ciudad de Detroit , la más grande del estado de Michigan,  que cumple su condena en el Centro Correccional de Chippewa (URF) en el norte de Michigan solicitó libros en swahili desde 2009 para conocer más sobre la diáspora africana. “Así que el swahili, siendo uno de los idiomas africanos más hablados, fue el primer obstáculo para mí”, reconoció Oseundar quien asegura que presentó quejas ante las autoridades de la  prisión, pero estas nunca llegaron a ninguna parte.

“Las autoridades están ahí  porque tienen que darnos algún tipo de procedimiento  para buscar soluciones  administrativas, pero muy rara vez alguien obtiene alguna solución”, explicó Osundar.

AGB con información de diarios, agencias, y fuentes

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