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Presidente liberal contra reloj Análisis

Daniel Noboa: la joven casta de la dolarización llega al poder en Ecuador

Daniel Noboa, 35 años, hijo del hombre más rico de Ecuador, hizo campaña como outsider de centro izquierda, fue votado presidente por la derecha, y en diciembre asume como sucesor del renunciante derechista Guillermo Lasso.

Susana Santos

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El empresario liberal elegido presidente de Ecuador, Daniel Noboa inicia una carrera contra reloj de menos de 18 meses para completar el período 2021-2025 del mandatario saliente de centro derecha Guillermo Lasso y probar su capacidad de llevar a cabo el cambio prometido para aspirar con ventaja a la reelección en 2025 en unas presidenciales muy cercanas.

Hijo del magnate bananero que es el hombre más rico de Ecuadorganador de la segunda vuelta de la elección presidencial extraordinaria del 15 de octubre, Daniel Noboa se convertirá en el presidente más joven de la historia de Ecuador a los 35 años. A mediados de diciembre reemplazará el actual presidente.

Guillermo Lasso también es empresario, también es millonario, también es de derecha, también es de la costa, de Guayaquil, la ciudad que es puerto de Ecuador sobre el Pacífico y líder nacional del comercio sobre este Océano que conecta directamente por las aguas con China. Pero Lasso es un conservador católico de derecha en temas societales, y se ha enriquecido en el sector financiero. Acusado de presunta malversación de dinero público y ante la inminencia de  una posible destitución por el Congreso, Lasso, por medio del mecanismo constitucional denominado “muerte cruzada”, disolvió la Asamblea (Congreso) unicameral, acortó a la mitad su mandato y adelantó las elecciones impotente ante la protesta social e indígena, las cárceles desbordadas y amotinadas, y el auge indetenible del homicidio y el sicariato criminal.

Con dos décadas de dolarización y dos presidencias de derecha post Rafael Correa, la libertad del mercado de un mercado de capitales donde nada se pierde en la traducción a una moneda local imantó la inversión exranjera del narco y el crimen organizado.

“Aunque el propio Noboa definió su orientación política en la campaña electoral como de centro-izquierda, él defiende políticas pro-empresariales y conservadoras de valores y puede ser asignado al campo de la derecha”, destaca Constantin Groll, director de la oficina de la Fundación Friedrich-Ebert (cercana al partido socialdemócrata alemán) en Quito. Y señala que la vicepresidenta Verónica Abad, representa “abiertamente posiciones libertarias extremas y reaccionarias conservadoras”.

Los demandas más fuertes para un presidente débil en política

La profunda crisis económica y social,  marcada por la parecer imparable ola de violencia criminal  que desataron y sostienen las poderosas fuerzas del narcotráfico, ha sido el  telón de fondo de estas elecciones realizadas el domingo 15 de octubre en el país andino donde gran mayoría de sus 18 millones habitantes padece las severas medidas de ajuste dictadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) profundizadas durante la gestión de Lasso, pero que se habían anticipado en el gobierno Lenín Moreno (2017-2021), el delfín de Correa a quien el mismo Lenín traicionó. Lasso representó el regreso de la derecha al poder estatal y la radicalización de las políticas de ajuste; un coctel explosivo. Ante el descontento y las continuas protestas en el país, una de las razones y poderosa razón por la que  Lasso consiguió mantenerse por más tiempo en el gobierno, fue el acuerdo logrado con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), liderada por Leónidas Iza, quien con otros dirigentes acordaron un “Acta por la Paz”, en junio de 2022, mediado por el Episcopado.  

En el previsible escenario de que Noboa  llegara a seguir el mismo programa de gestión del ex  banquero Lasso,  el voto que  lo ha llevado al gobierno pronto podría erosionarse. Por paradójico que parezca, el alba de su presidencia está enmarcada  en condiciones de debilidad política, por la poca base parlamentaria que lo obligará a ampliar su gobierno con más factores de poder.

Noboa, candidato de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN), integrada por los movimientos Pueblo, Igualdad y Democracia (PID), de Arturo Moreno, primo del ex mandatario Lenin Moreno, y Mover, la ex Alianza PAIS,  dispondrá de un mandato de menos de 18 meses antes de que el país vuelva a las urnas para unas nuevas elecciones generales. En este corto tiempo tendrá que buscar mecanismos de gobernabilidad obligado por su débil representación parlamentaria.  En el Parlamento recién elegido solo contará con 14 diputados. La primera fuerza de la oposición será el partido de izquierdas Revolución Ciudadana (RC), liderado por el ex presidente Rafael Correa, cuya candidata, la abogada y militante Luisa González alcanzó más del 47% de los sufragios emitidos en el balotaje, con acerca de 50 escaños de un total de 137, además de estar al frente de las alcaldías de Quito y de Guayaquil. Si bien es el  mayor número de curules en  la Asamblea queda  lejos de la mitad que le otorgaría la capacidad de veto.

Queda por ver cómo funcionen movimientos de última hora antes de la jura parlamentaria de diciembre. El Partido Social Cristiano (PSC), que apoya a Noboa, cuenta con 17 miembros, y Construye, que acompañó al asesinado Fernando Villavicencio y su reemplazante, Christian Zurita, roza los 30. Fuerzas cercanas, como los diputados del ex vicepresidente Otto Sonnenholzner, también parecen dispuestos a reforzar al bloque gubernamental. De cómo negocie Noboa estos acuerdos dependerán las relativas fortaleza o fragilidad presidenciales. .

Seguridad y economía, ¿legislar o plebiscitar?

En este escenario, el mayor desafío de Noboa para obtener una mayoría en el Parlamento ecuatoriano seguramente se encuentra en la urgente definición de cuáles serán sus proyectos de ley en materia de seguridad y de economía. Sólo esto y no es nada menor le habilitaría el diálogo con aquellas fuerzas políticas con las que tiene coincidencias. “Esas coincidencias son básicas para construir la agenda nacional que permita a la Asamblea construir el marco jurídico necesario para que el presidente pueda agilizar aquellos proyectos necesarios para que el país salga adelante”, vaticinó el congresista Jorge Acaiturri, una de las nuevas “estrellas” del PSC.

Sin mayoría propia ni de una coalición en el Congreso unicameral, una vez en el cargo el presidente electo Daniel Noboa buscará compensar la falta de apoyos en el Legislativo con el que le dé el electorado en un plebiscito sobre seguridad y economía

Entre las propuestas de Noboa, se encuentra la idea de convocar plebiscito usando el mismo formato que Lenin Moreno. A igual que el ex presidente tan pronto se posesione, con la intención de consultar algunos temas relacionados con seguridad y reformas legales. Si Noboa plantea y gana la consulta, tendría una posibilidad, similar a la de Moreno en 2018, de empujar algunos temas de su agenda con mayor rapidez que si pretendiera plantearlos por medio de la Asamblea Nacional, donde planea  conformar mayorías móviles, en las que está dispuesto a contar con todas las fuerzas políticas que quieran apoyarlo.

La eventual consulta popular que propondría Noboa es un error. Al menos, eso sostiene el consultor político Jacobo García dado que estaría siguiendo un esquema similar al que planteó Lasso, sin contar con acuerdos mínimos en el Legislativo.  No solo esto, sino que la consulta para ser exitosa requiere un nivel de apoyo mínimo por parte de la ciudadanía que no existir o ser muy bajo, como ocurrió con Lasso, fracasaría.  

¿Mano dura o patas cortas?

La brevedad del mandato limita mucho el margen de maniobra del nuevo presidente, según Jorge Vicente Paladines, experto en derecho penal y profesor de la Universidad Central del Ecuador en Quito: “Un periodo de 18 meses es, de hecho, demasiado corto para cumplir la promesa de campaña de reducir fundamentalmente la tasa de homicidios y abordar mínimamente el problema básico de la inseguridad”. Estas condiciones  permiten aventurar que habrá pocos cambios en la situación de seguridad a corto plazo.

Entre las propuestas que prometió en campaña para aplicar mano dura al crimen organizado, Noboa ofreció militarizar los puertos, aeropuertos y las principales vías del Ecuador y retomar el control en las cárceles del país. Su “Plan Fénix” —como llama a la eventual creación de un sistema centralizado de inteligencia y prevención del delito— se ha convertido en su bandera y contempla más dotación y más moderna para la fuerza pública, como uniformes de alta resistencia balística, armas, drones, cámaras de reconocimiento facial. No ha especificado con qué recursos pondrá en marcha este plan.

En cuanto a las acuciantes cuestiones de materia económica, de entrada, Noboa defiende mantener la dolarización del país: una medida adoptada hace 23 añosque ha conseguido estabilizar el nivel de precios interno y que cuenta con el respaldo del 90% de la población. Para reforzar la dolarización, el nuevo presidente aboga por consolidar el equilibrio presupuestario e incrementar las reservas del Banco Central.

Con la dolarización y la libertad, avanza el crimen organizado

De por sí, la dolarización no ha sido garantía de crecimiento, algo ausente en Ecuador durante los últimos años. Ante esta apremiante realidad, Noboa apuesta, de manera genérica, por una amplia agenda reformista que atraiga importantes flujos de inversión extranjera y permita incrementar la productividad y el empleo dentro de la economía ecuatoriana. En esa amplia agenda se encuentra como prioridad aumentar la seguridad y la previsibilidad jurídica para que los inversores extranjeros no tengan miedo de colocar sus capitales en Ecuador. Segundo, en reducir la burocracia de las empresas. Tercero, en bajar los impuestos para incentivar la atracción de capital extranjero. En cuarto lugar, en el fomento del crédito. Y por último, en ampliar y mejorar, con capital público y privado, las infraestructuras.

Aun antes de discutir la matriz ideológica de sus medidas, el plan se se encuentra en jaque por la enorme y creciente delincuencia de Ecuador: si no se le pone freno, será difícil atraer inversiones. Y otro problema que enfrenta es su duración temporal, a la gestión Noboa apenas le queda año y para que sus reformas tengan un impacto perceptible deberían transcurrir como poco entre 10 y 15 años.

En tan solo menos de dos años, el correísmo seguirá preparándose hacia  el 2025, en su esperanza de volver al Palacio de Candorelet, con su sostenida  hegemonía en toda la región costera y el norte de la Amazonía, gracias al  buen resultado en las anteriores elecciones regionales, y se mantiene como primera bancada en el Parlamento. Queda en manos de Noboa la tan poca popular tarea de aplicar  los ajustes que exige el FMI en función de los préstamos por 6.500 millones de dólares desembolsados entre 2020 y 2022.

AGB

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