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Lula apura un acuerdo con un exgobernador de centroderecha y va por una “tercera vía” en Brasil

Lula da Silva. Plasticidad para volver al Planalto.

Eleonora Gosman

San Pablo —

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El ex presidente y candidato a volver al Palacio del Planalto, Luiz Inácio Lula da Silva, estará el viernes en Buenos Aires, para acompañar al presidente Alberto Fernández en los festejos por el Día de la Democracia. Ambos se respetan y el líder brasileño no se cansa de agradecer al argentino que lo haya visitado cuando estaba detenido en una dependencia policial de Curitiba. Y Fernández presume que, en Argentina, Lula es un auténtico pop star de la política. Pero hay más que eso: las chances del Lula de volver al Palacio del Planalto van en aumento en proporción a las alianzas tejidas por el ex mandatario para constituirse, él mismo, en la tercera vía que tanto reclama el establishment.

De hecho, el más importante de los acuerdos que trama es su unión con el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, un histórico del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB). Lula lo ha buscado y ha encontrado, en este político, una alta receptividad para secundarlo en una fórmula para las elecciones presidenciales de octubre de 2022. La búsqueda de socios en la centroderecha no es una novedad en la estrategia política del líder petista. Ensayó esa vía ya en 2002, cuando le ofreció el puesto de segundo en la fórmula presidencial al empresario José Alencar, fallecido en 2011. Quizá lo inédito es que la amalgama que hoy procura Lula incluya un político, Alckmin, que compitió y perdió con él en las presidenciales de 2006.

Por lo demás, esa sociedad tendría consecuencias en San Pablo, donde el ex intendente Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT), aspira ahora a comandar el gobierno estadual. También están en esa carrera dos íntimos del futuro vice: el ex gobernador Marcio França, socialista, y el actual vicegobernador Rodrigo García, socialdemócrata. Otro impacto en San Pablo es que Lula podría ganar cinco puntos en las intenciones de voto en el interior de ese distrito electoral, el mayor de Brasil y un reducto de la socialdemocracia. 

Quién también hace ruido en la escena política brasileña es el ex juez del Lava Jato Sergio Moro, que actuó también como ministro de Justicia Jair Bolsonaro hasta que una disputa los distanció. Dispuesto a llevarse consigo a la derecha bolsonarista, el ex magistrado acaba de publicar un libro: “Contra el sistema de corrupción”, donde se presenta a sí mismo como el héroe capaz de “terminar” con las “mafias” en el poder.

Desde ese lugar irrumpe con una comparación: “El gobierno de Bolsonaro y el de Lula hoy son muy parecidos en la parte ética”. Y en su texto autobiográfico afirma: “Este libro es mi historia enfocada en el combate al sistema de la corrupción. Un grupo de policías, procuradores, abogados y jueces, consiguió victoria importantes”. Con ese discurso, quiere salir indemne del rechazo masivo que general un gobierno que integró, desde el 1º de enero de 2019, y del que tuvo que irse en abril del año pasado. Hoy apuesta a desplazar a Bolsonaro en las preferencias de la ultraderecha, del centro y de un amplio sector del generalato brasileño.

En lo cotidiano, a Moro le falta mucho para perfilarse como el hombre que le tocará competir y eventualmente ganar a Lula en una segunda vuelta. Está, en las encuestas, atrás del propio presidente brasileño que el ex juez se empeña en denostar.  Pero igual su figura representa una fuerte molestia para Bolsonaro, que aspira a su reelección. El jefe de Estado no vacila en utilizar todos los medios lingüísticos posibles para desacreditar a su ex ministro. El jueves usó su tradicional “live” por Facebook, para acusarlo de “mentir descaradamente. En vez de mostrar lo que hizo, apunta su dedo contra otros mintiendo”. Para Bolsonaro, Moro “hace el papel de payaso” y “no tiene carácter. Salió del gobierno por la puerta del fondo, traicionándonos. Usted Moro aprendió rápido de la vieja política, ¿no?”.

Quién acaba de ser elegido por su partido, el PSDB, como el postulante presidencial de la agrupación, es el actual gobernador paulista Joao Doria. Solo que las encuestas no lo muestran, aun, como un posible ganador. Ocupa el cuarto lugar, lejos inclusive del ex juez Moro, que le puede quitar una porción de votos. Con todo, es bueno recordar que Doria ganó, de buenas a primeras, la intendencia de San Pablo. Y dos años después, arrasaba en la elección como gobernador. Fue esa experiencia la que de nuevo lo indujo a buscar el Poder Ejecutivo en Brasilia. Pero es cierto que el desafío es mucho mayor: las fuerzas que enfrenta ahora tienen un perfil abarcador de todo el país, algo que al político paulista todavía le falta conquistar.

Como sea, falta aún un largo año por delante. Todo indica que en 2022, al igual que 2021 deberá soportar el fantasma del Covid-19 y las consecuencias económicas peligrosas que representa la pandemia.

WC

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