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Navidad en el País Vasco
Olentzero, el carbonero vasco que con regalos y algunos golpes frenó la expansión de Papá Noel

Olentzero, leyendo cartas en el Ayuntamiento de Bilbao

Iker Rioja Andueza

Euskadi —

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En 2018, en las tierras vascas al otro lado de la frontera de Francia, una persona disfrazada del tradicional Père Noël (Papá Noel o Santa Claus) se enfrentó en un combate real con otra, vestida de Olentzero. Aunque 'El Diario Vasco' recogió la fotografía del singular evento, ninguna crónica aclara si el carbonero vasco se impuso con las manos al viejo hombre de Laponia. Pero, peleas aparte, la realidad es que en Álava, Bizkaia, Gipuzkoa o Navarra -en menor medida en Iparralde- no se ha producido la paulatina conquista del hombre con el traje del color de la marca de refrescos, que ya se ha convertido en un personaje más en la Navidad en España. Olentzero -y desde hace unos años también su acompañante, Mari Domingi- tiene aquí las competencias casi exclusivas para traer regalos el 25 de diciembre y algunas ciudades le organizan desfiles equiparables en participantes y asistentes a las cabalgatas de los Reyes Magos.

En el pesebre monumental que ocupa todo el parque de La Florida en Vitoria, Olentzero y Mari Domingi son dos más junto a Herodes, los pastores o Melchor, Gaspar y Baltasar. Y en el del Ayuntamiento de Pamplona, de hecho, el hombre de la txapela está sentado justo al lado de sus majestades de Oriente. En los eventos callejeros y coros, los villancicos dedicados al carbonero suenan en bucle. Hasta en el partido de Euroliga del Baskonia se le cantaron dos canciones. En las ventanas y hogares aparecen representaciones de este personaje por doquier. Algunos comercios, desde los bazares hasta las grandes superficies, llenan baldas con figurillas o las venden de chocolate.

Los orígenes de esta tradición son dispares, aunque encuentran su punto en común en la coincidencia de su llegada con el solsticio de invierno. Aunque hay incluso discrepancias con el nombre (hay formas como Olentzaro u Onentzaro, entre otras), se apunta a su vinculación con una época nueva y buena, es decir, al alargamiento progresivo de los días con más luz. Eso sí, el etnógrafo y antropólogo José María Satrústegui, en una publicación de 1988, recordaba también que algunos estudiosos no descartaban que la parte 'Olen' pudiese ser una adaptación de 'Noel' en otro orden. En cuanto a Mari Domingi, es un constructo más moderno para lograr también una representación femenina, aunque ha ido evolucionando de una pareja del carbonero a una compañía que emerge en la Navidad en pie de igualdad.

Navarra, y en particular el norte más euskaldun, fue un reducto para mantener y extender esa tradición. “Olentzero es una fiesta ancestral, la celebración del solsticio de invierno. Unos muchachos se juntaban, hacían un muñeco, cantaban y recogían dinero para una merienda. En Navarra ha permanecido siempre en la zona de Lesaka, pero también en Sara (Iparralde) u Oiartzun (Gipuzkoa). Incluso en la época de Francisco Franco”, señala Xabier Martínez de Álava, presidente de la Asociación Olentzero de Pamplona, la que organiza en la pasacalles en Nochebuena, una tradición que se retoma en 2022 después de dos años de parón por la COVID-19. Fue en 1956 cuando Olentzero llegó a Pamplona. “Ahora ya casi todos los pueblos de Navarra lo celebran. Es una tradición. ¿Papá Noel? Pues muy bien. Es anglosajón. La realidad es que aquí, como en todos los pueblos con bosques, hay un personaje de Navidad, sea en Alemania, en Asturias o en Catalunya. Lo que anuncia es que viene la luz, que hay días más largos. Además, ahora, trae juguetes, pero eso ya no era la tradición”, abunda.

Escuchamos la palabra regalo y nos vamos a lo material, pero el regalo de Olentzero era la luz, el carbón para calentar la casa

Coincide en el análisis Mikel Epalza, que encarna al Olentzero de Vitoria: “Decimos 'Eguberri on!' para desear feliz Navidad en euskera y quiere decir 'buenos días nuevos'. Hace alusión al solsticio de invierno, a que ha pasado el día más corto y la noche más larga. Ane Pedruzo, la mujer bajo los ropajes de Mari Domingi, recuerda que originalmente Olentzero no era una hombre, ni un carbonero ni un personaje. ”Era el último tronco que se echaba al fuego“, explica, vinculándolo a la costumbre catalana del Tió. ”Escuchamos la palabra 'regalo' y nos vamos a lo material, pero el regalo de Olentzero era la luz, el carbón para calentar la casa“, asegura esta pareja antes de subirse este sábado a sus carrozas con 400 acompañantes -más séquito que el de los Reyes Magos- y que ofrecerán al término del desfile unas palabras a los más pequeños de la capital vasca desde la balconada de San Miguel, en la plaza de la Virgen Blanca, el mismo lugar donde se inician las fiestas de Vitoria o celebran sus éxitos los clubes deportivos.

“En Pamplona, 70.000 ó 75.000 personas salen a la calle a nuestro paso”, explica Martínez de Álava, que matiza que el formato del recorrido es diferente porque lo que se hace es portar un muñeco y no encarnar a los personajes, como en las cabalgatas de los Reyes Magos. “Tomamos un pote, vemos pasar a Olentzero y, luego, a cenar. Estos dos años que no ha habido y se veía esa tristeza en la plaza del Castillo. Hay que recuperar este año esa tradición de vestirse de caseros”, apunta la cabeza visible de la asociación que promueve esta festividad.

En Donostia, 551 personas conforman la comitiva de esta cabalgata. En Bilbao ya este viernes se ha realizado el desfile por calles como la Gran Vía de Don Diego López de Haro y hasta el Teatro Arriaga. Este sábado Olentzero y Mari Domingi harán una recepción oficial para recoger las cartas de los pequeños. Porque, sí, como a los Reyes Magos es tradicional también expresar por cauces epistolares las peticiones. En Vitoria, en el belén monumental, ha aparecido un cesto lleno de misivas. Incluso en el dolmen de La Hechicera, en la Rioja Alavesa, hay un buzón en el medio de la nada con bastante correspondencia.

Aludir a un personaje que viene del monte... Desde un punto de vista antropológico, vivir en la liminalidad no creas que estaba bien visto. Era gente poco recomendable para estar con niños

Pero la tradición pervive también en pueblos más pequeños. En Mungia se puede visitar la casa del Olentzero. Es recordada la visita oficial que le giró en 2021 por estas fechas el lehendakari, Iñigo Urkullu, quien mantuvo un encuentro con el carbonero. Eso sí, ambos portaban mascarillas. Le pidió “salud, bienestar y felicidad” para toda la población. En Sangüesa conmemoran ahora medio siglo desde el primer Olentzero y el primero en Iparralde tuvo lugar dos años después, en 1974.

En Ordizia, en Gipuzkoa, “todos los niños y niñas menores de nueve años reciben una carta personalizada de Olentzero y Mari Domingi”, explican desde el Ayuntamiento. “Para escribir las cartas personalizadas se convoca a los voluntarios de los centros escolares, que durante una tarde se reúnen junto con los responsables del Ayuntamiento para realizar la tarea de escribir a mano cada nombre. Por supuesto, anteriomente se hace el trabajo de recabar información para que lleguen de manera correcta”, indican en esta localidad del Goierri de unos 10.000 habitantes. “El 24 suele ser un día muy especial, sin duda”, añaden. Los niños hacen de galtzagorri o duende tradicional vasco y los hay que aprovechan para confirmar su crecimiento haciendo entrega a los personajes de sus chupetes ya innecesarios. Decenas de colegios, hospitales o residencias organizan visitas y entregas de regalos. “Puedes llegar a dar mucha satisfacción a mucha gente”, confirman desde la asociación pamplonesa.

Ahora ya casi todos los pueblos de Navarra lo celebran. Es una tradición. ¿Papá Noel? Pues muy bien. Es anglosajón

Casi como cualquier tradición, el tiempo la ha ido perfeccionando. La canción más cantada sobre Olentzero define su fisonomía más clásica de hombre gordo o al menos glotón y vincula su aparición desde las montañas al nacimiento de Jesús. Admite Epalza, el carbonero en Vitoria, que viste como a finales del siglo XIX o principios del XX. Ello casa poco con los atuendos que porta Mari Domingi. Hay un cuadro de 1607 llamado 'Boda en Begoña' de Francisco de Mendieta en el que aparecen varias mujeres con ropajes muy similares, particularmente con su mismo tocado blanco de forma cónica y curva. “A Joxe Miel Barandiaran [uno de los referentes del estudio de las tradiciones vascas] le agradaba que se hubiese recuperado el cuento del carbonero. Pero aludir a un personaje que viene del monte... Desde un punto de vista antropológico, vivir en la liminalidad no creas que estaba bien visto. Era gente poco recomendable para estar con niños. Toda la imaginería europea es de cuentos en ese sentido, como Hansel y Gretel. En cuanto a Mari Domingi, me parece que ese tocado, que era usado para identificar el estado de una mujer, quién era soltera o pura, por ejemplo, es lesivo para los intereses feministas. Es del siglo XVII y no casa para nada con esa txapela de Olentzero del siglo XIX”, indica el profesor de Deusto Jesús Prieto Mendaza, que ha hecho del análisis de fiestas locales y tradiciones, particularmente en Vitoria, una de sus especialidades.

Pedruzo, la Mari Domingi vitoriana, explica que esta figura fue impulsada desde el movimiento feminista de Donostia para mostrar referentes femeninos también en tanto en cuanto un personaje sin adscripción como Olentzero había sido representado como varón. Ella forma parte de una suerte de red de Mari Domingis que buscan unificar el sentido del personaje, que surge de una referencia en otra canción popular. La define como “sabia”, que tiene un papel “digno” y en pie de igualdad con el de su acompañante, que no pareja o subordinada. “Tiene que estar presente también la parte femenina”, abunda.

En Pamplona, en 1976, los 'grises' cargaron contra el desfile de Nochebuena y, en 2005, el norte navarro, la Guardia Civil 'secuestró' una figura del carbonero

En Pamplona, en cambio, no forma parte del desfile. “Hay una canción en la que se hablaba de la mujer. Pero Olentzero no es un personaje, es una entelequia. No es una persona concreta. Es una festividad. Es el tiempo de lo bueno. También hubo un momento en el que se hablaba de un pájaro que daba vueltas alrededor de las casas para ver cómo se portaban los niños. ¿De dónde salía? El Olentzero de Pamplona no saca a Mari Domingi. No lo hemos hecho nunca. No me parece mal que se haga en otros lugares, la sociedad va por ahí, pero la tradición no era así”, indica Martínez de Álava.

Prieto Mendaza añade que no se puede ocultar el “sentido político” que, en ocasiones, ha adquirido esta tradición. En la edición de 2022 de la revista 'Olentzero' se alude a la celebración de 1976 en Pamplona. Aquel año, a la comitiva se le unieron unos obreros de la construcción en huelga que adaptaban los villancicos a sus reivindicaciones laborales. Y brotó una ikurriña, todavía ilegal solamente 13 meses después de la muerte del dictador. La Policía Armada, todavía de gris, cargó y buscó también llevarse al carbonero. Uno de los cuatro portadores, según narra la revista, lo ocultó con una tela y corrió a refugiarse al colegio de los Jesuitas, donde salvó la figura. Otros años se hacían coincidir reivindicaciones a favor de los presos de ETA. “Nos comprometían. Pero eso ya pasó”, cuenta Martínez de Álava. Más cerca en el tiempo, fue sonado cómo, a las dos de la madrugada de la Nochebuena de 2005, dos agentes de la Guardia Civil 'secuestraron' y montaron en un Nissan Patrol la figura del Olentzero de Areso, en el norte de Navarra. Fueron expedientados después de que los vecinos pudieran apuntar la matrícula del vehículo oficial.

Este 25 de diciembre, miles de niños despertarán con regalos con el sello de Olentzero y cada vez más de Mari Domingi. Su deseo para este año: “Juntarnos, estar en buena compañía. Y no estar tan enfrascados en los móviles. Dejadlo en el cajón un rato. Salid a conocer la madre tierra”.

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