Shatha Nasr y sus cinco hermanos se han visto desplazados varias veces desde que comenzó la devastadora ofensiva israelí contra la Franja de Gaza. Primero, de la localidad de Yabalia al barrio de Al Zeitoun, en el este de Ciudad de Gaza; luego, de Al Zeitoun al puerto de Gaza, que asoma al mar Mediterráneo; y ahora se preparan para marcharse hacia el sur cumpliendo con las órdenes de evacuación que el Ejército de Israel emitió esta semana.
Con tan solo 17 años, la joven se hace cargo de sus cuatro hermanas y un hermano desde que su padre fue asesinado hace diez meses. Su muerte fue extremadamente impactante para ellos, sobre todo porque su madre había salido de Gaza en noviembre de 2024 para acompañar a su otra hija, de 9 años, que fue evacuada a Barcelona para recibir tratamiento para el cáncer cerebral que padece. Cada vez que han tenido que desplazarse, han sido bombardeados repetidamente y han tenido grandes dificultades para comunicarse con su madre debido a las malas conexiones con la Franja, cuenta Shatha a elDiario.es.
Los cinco hermanos llevan meses viviendo solos y hacinados en una tienda de campaña. “Pasamos días enteros sin comer, sufrimos desnutrición severa”, dice la adolescente con la voz entrecortada. La población de Ciudad de Gaza y su provincia es la que más padece el hambre en toda la Franja, donde el organismo sobre seguridad alimentaria respaldado por la ONU ha declarado oficialmente la hambruna (la primera en todo Oriente Medio). Shatha explica cómo cada desplazamiento aumenta el sufrimiento ante la ausencia de cualquier apoyo o protección: “No tenemos a nadie, solo a dios”.
El Ejército ha ordenado esta semana a los residentes y desplazados que viven en la mayor urbe de la Franja que se marchen hacia los campamentos del sur, mientras ha intensificado los bombardeos contra los edificios que siguen en pie en Ciudad de Gaza y el avance de las tropas por tierra. El Ejército ha advertido a los civiles de que deben marcharse por “su seguridad” y que no permanezcan en las “zonas consideradas peligrosas”, esto es, la totalidad de Ciudad de Gaza, donde reside o se ha reubicado alrededor de un millón de personas.
“Un árbol arrancado” de su tierra
Subhi Abu Warda, de 22 años, ha permanecido en Yabalia, en el norte de la Franja, casi todo el tiempo. Él y su familia de 11 miembros se han desplazado tres veces. En los dos primeros desplazamientos se marcharon bajo el fuego de artillería tras la entrada de vehículos blindados en Yabalia –blanco de varias ofensivas terrestres de Israel–; en el tercer caso, pudieron llevarse algunas pertenencias. La familia nunca ha acatado las órdenes de evacuación hasta el último momento.
El joven explica a elDiario.es que cada desplazamiento forzado ha sido “un proceso muy costoso psicológica, física y económicamente (por el transporte o el precio de la tienda de campaña o el alquiler de una casa)”. “El mayor desafío fue el camino. Concretamente enfrentarse a los soldados en los puestos de control; los niños no entienden por qué los soldados les apuntan con sus rifles”, dice Abu Warda.
Ahora, afirma que trasladarse del norte de la Franja a una tienda de campaña en el sur, tal y como ha ordenado Israel, podría costar hasta 5.000 dólares, por un camino repleto de peligros y bajo los bombardeos. La familia aún no ha tomado una decisión porque, tal y como señala el joven, marcharse significa “quedarse sin hogar”. Para muchas familias gazatíes no es la primera vez que lo pierden todo y tienen que volver a empezar desde cero.
Asegura que siempre se han desplazado ha sido en contra de su voluntad. “El ejército no nos da otra opción: o nos vamos o nos enfrentamos a la muerte”. Añade que cada vez se ha sentido como “un árbol arrancado y abandonado a su suerte”.
Algunos deciden quedarse
Para no pasar de nuevo por esa experiencia, el doctor Dawood Al Alwan ha decidido quedarse en Ciudad de Gaza, donde vive con su esposa y sus dos hijas, de 6 y 7 años, en un edificio de apartamentos que sigue en pie.
Su casa de Ciudad de Gaza fue destruida al comienzo de la guerra, hace casi dos años. En total, se han visto desplazados cuatro veces en este periodo. Hace cinco meses, la familia tuvo que mudarse de un lugar a otro de la ciudad debido a los bombardeos y, en ese caso como ahora, fue una decisión que tomó junto a sus vecinos: “El desplazamiento se convirtió en una decisión colectiva con nuestros vecinos y familias. Nos llevamos la comida, la ropa y las mantas que pudimos”.
Los niños son los más afectados, sufrieron trauma psicológico, miedo constante, enfermedades contagiosas como sarna y diarrea, además de desnutrición severa
Al Alwan dice que él y su familia no se irán de nuevo, ya que no soporta la idea de no regresar a su ciudad y a su hogar. Durante la guerra ha perdido a su padre y a muchos amigos y dice sentir “un dolor insoportable”.
Explica que, en los desplazamientos, “los niños son los más afectados, sufrieron trauma psicológico, miedo constante, enfermedades contagiosas como sarna y diarrea, además de desnutrición severa”.
Como médico, denuncia el colapso del sistema sanitario en Gaza: “Los hospitales han sido destruidos, el personal médico se ha trasladado del norte al sur [de la Franja] y la falta de suministros ha causado un aumento de las muertes entre los pacientes con cáncer y enfermedades crónicas, así como un aumento de las tasas de infección entre los heridos”. Además, cita “los ataques directos” contra los trabajadores sanitarios y de emergencias, el bloqueo de la ayuda humanitaria y la escasez de combustible para que los hospitales funcionen.
Ahora, con la ofensiva israelí sobre Ciudad de Gaza, la situación puede deteriorarse aún más. La organización Médicos Sin Fronteras ha alertado de que “la escalada de violencia en Ciudad de Gaza amenaza con cerrar 11 de los 18 hospitales que funcionan parcialmente en la Franja, así como otras instalaciones sanitarias”.
Dejarlo todo atrás
La familia Al Qazzaz se ha marchado esta semana de Ciudad de Gaza, uniéndose a las más de 122.000 personas que se han desplazado de la urbe y el norte de la Franja hacia el sur desde mediados de agosto, según cifras de la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA).
Hani Al Qazzaz, su esposa, su hijo de 6 años y su hija de 3 se han trasladado, una vez más, y han dejado casi todo atrás. El padre explica a elDiario.es que fue una decisión muy difícil: “Dejar la casa en la que sanamos temporalmente nuestras heridas anteriores o ir al sur, de donde no sé cuándo podré regresar”. Para muchos, el viaje hacia el sur puede ser sólo de ida, porque temen que no se les permitirá regresar a Ciudad de Gaza o lo que quede de ella después de la conquista israelí.
“Nos dijeron que la orden de evacuación y desplazamiento tenía como objetivo trasladarnos a zonas seguras y humanitarias, pero en realidad estamos bajo fuego y bombardeos constantes; no hay ningún lugar en el que estemos protegidos”, dice Al Qazzaz, que tiene dos hijas mayores que viven fuera de Gaza.
Nos dijeron que la orden de evacuación y desplazamiento tenía como objetivo trasladarnos a zonas seguras y humanitarias, pero en realidad estamos bajo fuego y bombardeos constantes
La familia abandonó Ciudad de Gaza por primera vez hace un año y medio debido a los violentos ataques israelíes. “Tuvimos que abandonar nuestra casa después de que la de al lado fuera bombardeada a medianoche. Mi esposa y yo bajamos corriendo las escaleras con nuestros hijos en brazos, vestidos solo con el pijama”, relata. Durante la huida, la metralla le alcanzó un pie y no pudo ir a ningún hospital, sino a casa de una vecina que es enfermera. “Me dio 13 puntos sin anestesia en el pie, mientras nos dirigíamos a la zona de Al Mawasi”, designada como humanitaria por el Ejército.
“Vivimos durante un año y medio en una tienda de campaña en Al Mawasi que no nos protegía del calor en verano ni del frío en invierno”, afirma Al Qazzaz. Después, regresaron a Ciudad de Gaza tras la entrada en vigor del alto el fuego a finales de enero de 2025, que Israel rompió de forma unilateral dos meses después. “No hay ningún lugar seguro ni humanitario en Gaza. El Ejército considera a todo ser humano un enemigo, incluso a un recién nacido”, concluye el hombre, de 50 años.
Nuestros hijos lo entienden todo y hacen preguntas que no podemos responder: '¿Por qué nos matan?'
El padre lamenta el impacto de los desplazamientos y la guerra sobre los más pequeños. “Nuestros hijos lo entienden todo y hacen preguntas que no podemos responder: '¿Por qué nos matan?'”. Dice que no desea nada sino una “vida decente” para sus hijos y que puedan salir de Gaza para no morir. “Somos un pueblo que ama la vida como todos y esperamos que nuestros hijos vivan una vida decente, civilizada y pacífica”.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia ha alertado de que “la intensificación de la ofensiva militar en Ciudad de Gaza ha tenido consecuencias devastadoras para más de 450.000 niños y niñas, ya traumatizados y exhaustos tras casi dos años de guerra incesante. Están al borde de la supervivencia mientras el hambre y la violencia mortal se extienden”.