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Guerra en Ucrania
Comenzó la búsqueda de respuestas en las fosas de Izium tras la retirada rusa: “No sabemos dónde están los otros cadáveres”

Trabajadores de emergencias ucranianos durante las labores de exumación en las fosas encontradas en Izium

Isobel Koshiw / Lorenzo Tondo

Izium —

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Los hombres excavando en el suelo polvoriento parecían visiblemente incómodos por la espantosa tarea que les había tocado. Los cuerpos podridos estaban destrozados y el olor envenenaba el aire del bosque. Uno de los cadáveres tenía una cuerda alrededor del cuello.

La mayoría de los que descansaban estaban con sus palas y anteojos, mirando a sus colegas de los servicios de rescate estatales, sofocados por el duro trabajo de sacar los cuerpos de las fosas y transpirando por los trajes de plástico azules que llevaban puestos.

En los bosques situados a pocos kilómetros del centro de Izium, la ciudad del noreste de Ucrania recuperada por Kiev el pasado fin de semana, cientos de detectives de la policía, fiscales, médicos forenses y periodistas se congregaron en el lugar donde se han localizado centenares de cadáveres tras la retirada rusa.

“Encontramos 445 tumbas sólo en este lugar”, dice Oleksandr Filchakov, el fiscal jefe de la región de Járkov, que incluye Izium. “Luego, a pocos metros, encontramos una gran fosa con 17 soldados ucranianos enterrados juntos. La mayoría de los civiles fueron enterrados individualmente”.

Los lugareños dicen que los que están siendo exhumados en este lugar fueron asesinados por las fuerzas rusas, que ocuparon la estratégica ciudad durante seis meses, utilizándola como base para su asalto a la región de Donbás, en el este de Ucrania.

Los trabajadores que excavan en la tierra leen los detalles de sus hallazgos a la policía y a los fiscales, que toman notas y filman el proceso desde arriba. La gente que vive en los alrededores llega con las caras desencajadas para dar testimonio desde la distancia.

Las autoridades ucranianas afirman que podría haber más fosas y que su investigación sobre los hechos ocurridos en Izium bajo la ocupación rusa no ha hecho más que empezar.

La búsqueda de los nombres

Muchas de las tumbas estaban simplemente marcadas con números, no con nombres y fechas que pudieran servir para identificar a los fallecidos. Tamara Volodymyrovna, directora de una funeraria de Izium que no dejó de dar servicio durante estos meses, dice que las fuerzas de ocupación le ordenaron que escribiera números en lugar de nombres y que anotara ambos en un diario. Afirma que la nueva administración rusa no proporcionó los materiales necesarios para marcar las tumbas adecuadamente.

De las personas de las que se ocupó, Volodymyrovna cuenta que al menos 100 murieron en la primavera durante el asalto ruso a Izium, la mayoría por las bombas rusas durante las primeras semanas. También cuenta que entre ellos había al menos 20 niños, algunos de los cuales murieron por no haber llegado a tiempo a sus sótanos.

Pero Volodymyrovna sólo conservaba uno de los varios diarios con los nombres de los que murieron durante la ocupación rusa. “Teníamos un diario y los voluntarios [enterradores] tenían otro”, explica. Dice que la policía se llevó el suyo y que sabía que los agentes habían contactado también con los voluntarios.

“Fue una completa catástrofe”, cuenta Volodymyrovna, describiendo cómo la gente enterraba los cuerpos donde podía durante los intensos bombardeos y que luego había que volver a enterrarlos.

Varias personas, incluida Volodymyrovna, dicen que Moscú capturó la ciudad mediante un fuerte bombardeo que comenzó a principios de marzo. “Después siguió habiendo bombardeos, pero las muertes no eran tan habituales”.

Señales de torturas

The Guardian vio cómo desenterraban el cuerpo de un civil con una cuerda alrededor del cuello. La policía en el lugar de los hechos dice que tiene sospechas de tortura.

Volodymyrovna cuenta que no sabía de la existencia de víctimas de tortura, pero ella, como todas las personas con las que habló The Guardian en Izium, asegura que sabía de exmilitares y sus familias que fueron acorralados en la ciudad. Fueron llevados a lugares desconocidos. Su destino, hasta la fecha, sigue siendo un misterio.

“Sabía que en el edificio donde vivía había un hombre que luchó en el Donbás”, dice Serhiy Shtanko, de 33 años, que está presente en la exhumación. Vivía en el primer piso de un bloque de pisos que fue partido en dos por una bomba rusa, que al parecer mató a más de 40 personas, muchas de las cuales quedaron enterradas bajo los escombros.

“Pero al final, cuando vinieron a registrar los pisos, secuestraron a otros dos veteranos que habían luchado en el Donbás y que yo desconocía. Me sorprendió ver la cantidad de información que habían reunido”, dice.

Otros habitantes de la ciudad sospechosos de tener sentimientos proucranianos por parte de las fuerzas rusas se quitaron la vida tras severos interrogatorios, cuenta. “Quizás porque fueron torturados o golpeados y no pudieron procesarlo emocionalmente”, dice Volodymyrovna.

Volodymyrovna no gestionó todas las muertes en la ciudad. “Enterramos a las fuerzas de la defensa territorial y a algunos soldados. El resto de soldados [ucranianos] no los enterramos porque no nos lo permitieron. No sé a dónde fueron a parar sus cuerpos”.

Volodymyrovna dice que reza para que los rusos no vuelvan. Izium fue durante siglos la puerta de entrada a la región del Donbás, en el este de Ucrania, y desde allí al Mar Negro. Antes de la guerra tenía una población de 46.000 habitantes.

La localidad cayó en manos de las fuerzas rusas el 1 de abril y Moscú la convirtió en el principal punto de lanzamiento del asalto ruso contra las tropas ucranianas en el Donbás. Las autoridades locales consiguieron evacuar a parte de la población, pero, según los funcionarios, unas 10.000 personas seguían atrapadas.

Algunos de los que se reunieron para presenciar la exhumación acudieron porque sus familiares estaban enterrados en este lugar, junto a un cementerio existente. Hrehoriy Pryhodty, de 72 años, se echó a llorar al recordar a su mujer, Luba, que murió a causa de una bomba rusa en la primera semana de marzo. “No hubo ni habrá nadie como mi Lubochka”, dice.

IK/LT

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