“Será una carnicería”: por qué la guerra cultural en EE.UU. le puede salir mal a la actriz Sydney Sweeney

Uno de los dudosos “beneficios” de la estrategia de comunicación de Donald Trump —ese “muro de sonido” que consiste en inundar el espacio mediático con mensajes incesantes, altisonantes y simultáneos para acaparar la atención— es que el momento, un tanto incómodo, en que el universo MAGA y una de las estrellas jóvenes más cotizadas de Hollywood se cruzaron, quedó retransmitido en directo y sin cortes.
Cuando el presidente de Estados Unidos subía al Air Force One, una periodista le preguntó si tenía alguna opinión sobre Sydney Sweeney, una “actriz muy sexy en este momento”, que es republicana registrada. Por supuesto que la tenía.
“¿Es republicana? Oh, ahora me encanta su anuncio. ¿Es eso cierto? ¿Sydney Sweeney...? Te sorprendería saber cuánta gente es republicana. Eso es algo que yo no sabía, pero me alegro de que me lo hayas dicho. Si Sydney Sweeney es republicana, creo que su anuncio es fantástico”.
Sweeney, para los que no la conozcan, y no pueden ser muchos, es una actriz de 27 años que saltó a la fama por sus papeles en Euphoria y The White Lotus, de HBO, y más recientemente ha coprotagonizado el thriller Echo Valley junto a Julianne Moore.
Sweeney y su impacto publicitario
Sin embargo, ha sido su estrategia de “cuantas más, mejor” en relación con sus colaboraciones con marcas y la tendencia de los algoritmos de las redes sociales a promocionarla lo que ha hecho que sea omnipresente. Está en todas partes, sonriendo con un poco de crema rejuvenecedora en la cara, esforzándose por dar un toque moderno a unos mocasines negros con forma de zueco o haciéndose selfies con un perro para promocionar los teléfonos plegables de Samsung.
Incluso puedes “encontrártela” en tu bañera gracias a una colaboración con una marca de productos de cuidado personal masculino que lanzó un jabón llamado Sydney’s Bathwater Bliss. El producto contiene —según la propia empresa— una pequeña cantidad del agua en la que la actriz se ha bañado.
Su última campaña publicitaria la ha llevado a aguas más peligrosas; ha protagonizado un anuncio que juega con el hecho de que genes (gens en inglés) y jeans se pronuncian igual. “Los genes se transmiten de padres a hijos y a menudo determinan rasgos como el color del pelo, la personalidad e incluso el color de los ojos”, afirma con voz melosa en un anuncio de jeans American Eagle. “Mis jeans son azules”, dice mientras la cámara se detiene en sus ojos. El eslogan: Sydney Sweeney tiene unos jeans fantásticos (Sydney Sweeney has great jeans).
La chispa de la polémica no tardó en saltar, con acusaciones de que el anuncio ensalzaba a los blancos, rubios y de ojos azules, y se alineaba con el supremacismo blanco. Un vídeo de reacción en TikTok que recibió cientos de miles de “me gusta” comentaba: “Es literalmente propaganda nazi”. El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, que nunca pierde una oportunidad, criticó a los demócratas por su reacción y elogió a una “mujer hermosa que es totalmente estadounidense”. “Gran parte de lo que representan los demócratas está orientado a mostrar hostilidad hacia la esencia del estilo de vida estadounidense”, añadió.
Luego, en medio del escrutinio adicional de la actriz tras la polémica, se supo que Sweeney se había registrado como votante republicana en Florida unos meses antes de que Trump ganara su segunda presidencia en Estados Unidos.
David Cracknell, exeditor político del Sunday Times de Rupert Murdoch, que ahora dirige su propia empresa de relaciones públicas, señala que el apoyo de la actriz beneficia a Trump, como quedó de manifiesto con su reacción en el Air Force One.
Ventajas políticas del apoyo de celebrities
Son muchos los políticos que han buscado el respaldo de los famosos. De hecho, Kennedy fue uno de los primeros en darse cuenta de las ventajas de tener a Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr. de su lado.
El verano pasado, el Centro Ash para la Gobernanza Democrática y la Innovación de la Universidad de Harvard publicó un estudio que sugería que las voces de los famosos podían ser “increíblemente poderosas” para promover la participación ciudadana y alterar los resultados de las encuestas. Constataron que el registro de votantes en línea y el número de voluntarios en las urnas aumentaban cuando un famoso los promocionaba.
El respaldo de celebridades como Taylor Swift y Oprah Winfrey no ayudó a la campaña de Kamala Harris en las últimas elecciones, pero el respaldo tácito de una mujer joven podría ser especialmente útil en un momento en que Trump está bajo presión por su relación con Jeffrey Epstein, que falleció en su celda de la cárcel mientras esperaba un juicio por tráfico sexual de menores y que años antes había sido condenado por un delito sexual.
Famosos que salen mal parados
Cracknell señala, sin embargo, que las ventajas para la famosa no están tan claras. “Normalmente, cuando una persona famosa se involucra en política, la cosa acaba mal. Basta con ver a Kanye West y cómo su apoyo a Trump se mezcló con la caída de su reputación”, indica Cracknell. “Más tarde llegó a afirmar que se había sentido utilizado por Trump. Más tonto tú por involucrarte, porque los políticos son mucho mejores manipulando a los medios de comunicación, lo hacen segundo a segundo, Trump literalmente”.
Mark Borkowski, un experto en relaciones públicas que ha tenido como clientes a Michael Jackson, Joan Rivers y Van Morrison, señala que (para los famosos) es muy importante evitar posicionarse políticamente y muy especialmente en los inicios de una carrera, cuando los aspirantes dependen de agradar a personas de todo el espectro político“.
Cuando en 2018 Taylor Swift elogió a dos candidatos demócratas en su estado natal, Tennessee, provocó una reacción violenta, pero se mantuvo firme y siguió apoyando a Joe Biden y Kamala Harris para la presidencia.
Borkowski indica que, si bien no se puede afirmar que su carrera se haya visto afectada, Swift ya estaba en la cima cuando se posicionó, al igual que otras celebridades, como John Wayne y Charlton Heston, que se lanzaron a causas políticas, el primero con el Partido Republicano y el segundo con el movimiento por los derechos civiles y luego con la Asociación Nacional del Rifle.
“Me fascina Sydney Sweeney”, afirma Borkowski: “Se ha convertido en una especie de encantadora sirena de los medios de comunicación de la generación Z. Tiene todos los ecos de Jayne Mansfield o Marilyn Monroe, pero está completamente sobrevalorada”. “Es un cebo para los clics y declarar una afiliación política es la peor idea, especialmente en el infierno que es el discurso estadounidense. Es un riesgo enorme para las relaciones públicas porque aún no ha triunfado. No es Margot Robbie, no tiene Oscars a sus espaldas”, sostiene el experto.
Como para ilustrar el peligro que corren las celebridades que se sumergen en las aguas de la política estadounidense, Trump hizo todavía más hincapié en su plataforma Truth Social, elogiando el instinto de Sweeney y arremetiendo contra Swift.
“Desde que alerté al mundo sobre lo que era diciendo en TRUTH que no la soporto (¡LA ODIO!), fue abucheada en la Super Bowl y dejó de estar de moda”, escribió el presidente. “La marea ha cambiado seriamente: ser WOKE es para los perdedores, ser republicano es lo que hay que ser. ¡Gracias por su atención en este asunto!”.
Sweeney aún no ha hecho ningún comentario sobre su ideología política, pero, más allá de Trump, muchos otros tendrán algo que decir, apunta Borkowski: “Hoy en día, guardar silencio en política es muy importante, porque si no guardas silencio, te expones a enfrentarte con todo el peso de la oposición en las redes sociales”, advierte: “Será una carnicería. Es una estrella en potencia, pero todavía no es un valor seguro en la taquilla”.
Traducción de Emma Reverter
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