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El artificio de la confusión en la campaña electoral mientras se omite lo importante: puede fallar

Claudia Carlotto (de espaldas), Ángel Santucho, Estela de Carlotto, Buscarita Roa y Horacio Pietragalla (sentados), durante el anuncio de la recuperación de la identidad del nieto 133, el 27 de julio de 2023.

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En días recientes, voces prominentes de Juntos por el Cambio (JxC) pusieron sobre la mesa temas que consideran cruciales para la Argentina que viene. Ninguno estuvo relacionado a la recuperación del nieto 133 por parte de Abuelas de Plaza de Mayo. La identidad del hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, del hermano de Camilo, Miguel y Florencia, del nieto de Nélida Navajas, del primo y sobrino de tantas víctimas de una misma familia, se mantuvo secuestrada durante 46 años, hasta horas atrás.

Por algún motivo que la historia juzgará, la coalición conservadora decide que los asuntos vinculados a los crímenes de lesa humanidad no son de su incumbencia —ni siquiera los esperanzadores, como una identidad recuperada— , mientras le dedica energía a personajes como Roberto García Moritán, o temas como los siguientes.

Uno: Varios de sus dirigentes se prendieron a la versión de que la ministra Carla Vizzotti autorizó que una conocida despidiera a su marido antes de morir de COVID-19, en agosto de 2020, cuando visitas de ese tipo, según la denuncia, estaban prohibidas. El caso transitó una ruta conocida. Los portales y diarios de mayor difusión dieron aire a la denuncia, los canales de noticias y las radios oficiaron de altavoz de la “polémica”, y líderes de JxC prometieron el fin de los privilegios inaceptables.

Dos: María Eugenia Vidal creyó ver “otro relato K” en el precario acuerdo con el FMI anunciado por Sergio Massa y arriesgó que “el peronismo” negoció más préstamos con el organismo multilateral que “los militares” y cualquier otro Gobierno. En el cómputo de la exgobernadora bonaerense, el mérito mayor se lo lleva Cambiemos, que solamente contrajo un único crédito con el Fondo, en 2018.

Tres: Uno de los precandidatos presidenciales de JxC, Horacio Rodríguez Larreta, hizo de la baja en los homicidios en la Ciudad de Buenos Aires uno de los ejes de su campaña. Atribuye el logro a su “gestión”. El lema “la capital más segura de América Latina” resuena decenas de veces por semana.

La conversación

Con intermitencias, cuando quedan estacionadas promesas de cárcel, combates a todo o nada contra las “mafias” y alegorías eliminatorias del adversario, el imaginario de JxC se ilusiona con un ágora pacífico y civilizado: “la conversación pública”. Una discusión en torno a datos, argumentaciones elaboradas y ejemplos de virtud. Es decir, una Argentina de debates cordiales en el MALBA, no ocupada en historias de desaparecidos, sin peronismo ni una izquierda más disruptiva que la corporizada en el Partido Socialista de Santa Fe.

No es objeto de esta nota abundar en los ejes mencionados (Vizzotti, FMI, homicidios en CABA), pero algunas aclaraciones básicas son ilustrativas para enmarcar la verdadera calidad de la “conversación pública”. 

La ilusión de una Argentina de debates cordiales en el MALBA, no ocupada en historias de desaparecidos, sin peronismo ni una izquierda más disruptiva que la corporizada en el Partido Socialista de Santa Fe

En el momento en que Vizzotti supuestamente habilitó el privilegio excepcional para su conocida (el marido de la mujer en cuestión murió el 24 de agosto de 2020), ya era pública la vigencia de protocolos para acompañar a pacientes graves de coronavirus. El dato es crucial, porque echa por tierra la intención de reeditar el justificado enojo colectivo ante el festejo del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos o la vacunación de algunas decenas de personalidades VIP cuando comenzó la inmunización.

Sobre la deuda externa, el macrismo dio muestras de una osadía difícil de medir. El 40% de los votos con el que se despidió Cambiemos de la Casa Rosada en 2019 permitía prever que continuaría dando batalla, pero cabía esperar que sus dirigentes evitaran hablar del endeudamiento, dado el traumático experimento de Macri. La intuición fue errónea. No bien dejaron el Ejecutivo, los dirigentes de JxC sacaron a relucir todo tipo de alquimias para denunciar que el verdadero “endeudador serial” era Alberto Fernández. ¿Mercados de deuda en pesos y dólares cerrados, con un default prácticamente consumado? ¿FMI con la cuota de endeudamiento excedida en 1.000% por el préstamo a Cambiemos? ¿Pandemia? ¿Guerra en Ucrania? Pequeños detalles.

La inercia llevó a Vidal a tuitear sobre acuerdos con el FMI sin considerar que el único que contrajo Macri, por US$ 57.000 millones (de los que se efectivizaron US$ 44.500 millones), fue el mayor de la historia del organismo y largamente superior a la suma de todos los préstamos otorgados al país hasta entonces, que además habían sido, en su mayoría, refinanciaciones de créditos anteriores.

La bandera sobre la baja en los homicidios dolosos en la ciudad de Buenos Aires es algo más sofisticada. El descenso es real. Los 89 asesinatos cometidos en la Capital Federal en 2022 fueron menos que los 96 de 2019 (-7%), o los 185 de 2014 (-50%). Ocurre que ese descenso es consistente con lo que viene ocurriendo en todo el país tras el máximo histórico de homicidios dolosos en 2002. Por caso, en la provincia de Buenos Aires, que es utilizada por Rodríguez Larreta para marcar el contraste con su “gestión”, hubo 740 homicidios en 2022, frente a 877 en 2019 (-15%) y 1.496 en 2014 (-50%). Son datos del Sistema Nacional de Información Criminal. ¿Se trata, entonces, de una excepcionalidad disparada por la eficiencia del precandidato presidencial, o es más bien un patrón nacional que merece explicaciones más detalladas?

La mentira, al galope

La antropóloga estadounidense Eugenie Scott, exdirectora del National Center for Science Education, confrontó durante buena parte de su carrera con el creacionismo, andamiaje que busca refutar con literalidad bíblica las teorías evolucionistas sobre el origen del universo y el ser humano. Preocupada más por el cómo que por el qué discutir con ese movimiento —le interesaba llegar a su público, no dar entidad a sus teorías—, Scott creó el concepto “Gish gallop”, o “galope de Gish”, que remite al bioquímico Duane Gish, mentor del creacionismo.

La prédica de Gish consistía en combatir a la ciencia tradicional con una metralleta de datos, algunos ciertos, muchos falsos, todos hilvanados de forma antojadiza en un loop infinito en el que la certeza pareciera imposible. Mediante el aprovechamiento de hitos inexplicados por el evolucionismo, deslegitimaciones personales (el enemigo tiene intereses ocultos o, directamente, no es persona) y falacias de composición, Gish encontró sus “verdades”.

Preocupada más por el cómo que por el qué discutir con ese movimiento —le interesaba llegar a su público, no daba entidad a sus teorías—, Scott creó el concepto “Gish gallop”, o “galope de Gish”, que remite al bioquímico Duane Gish, mentor del creacionismo

El secreto del galope de Gish radica en que su refutación requiere explicaciones áridas, o tal vez simples, pero que no están a mano en el momento del debate. Bajo el reino de las redes sociales y la comercialización de datos privados para hurgar en las preferencias personales más recónditas, los impulsores de las teorías conspirativas se hacen un festín.

Feijóo naufraga en la repregunta

Aunque la política es mucho menos nítida que la ciencia, el concepto Gish se trasladó de terreno y en las últimas semanas abrevó en España.

El conservador Alberto Núñez Feijóo (Partido Popular, PP) comenzó la campaña con viento a favor, seguro de su victoria. Así llegó al debate televisivo “cara a cara” con Pedro Sánchez. El gobernante socialista creía que tendría allí una oportunidad de revertir la ola, pero perdió. Según la opinión unánime, el conservador manejó mejor el tono, la actitud, golpeó de entrada y descolocó a su rival. “No es cierto”, “no es así”, atinó a defenderse Sánchez, desencajado, ante datos disparados a repetición por Núñez Feijóo.

El postulante conservador mintió. Maquilló o malversó cifras, citó documentos y fallos judiciales inexistentes, inventó pasados. Lo hizo con convicción; dio mejor en cámara. Fue el “galope de Gish”, identificó el escritor y periodista Guillem Martínez.

La mentira enseñoreada en política tiene un aliado fundamental en el periodismo, sea por complicidad, mala praxis, recursos insuficientes o la vocación equilibrista para dar lugar a las dos campanas. Ya lo dijo el poeta. Si nada es verdad porque a cada uno le cabe un poco de razón, terminamos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo, todos manoseaos.

Una periodista del canal público Televisión Española no dejó pasar una falsedad del candidato en cuanto a los aumentos jubilatorios durante los gobiernos del PP. Ante esa experiencia inédita (la repregunta), el galope de Gish-Feijóo tropezó. El candidato se ofuscó y las redes conservadoras pidieron la cabeza de la cronista.

A partir de allí se desencadenó una seguidilla de episodios que sacaron de libreto a Núñez Feijóo. Algunas voces sostienen que la victoria del conservador en el debate le terminó propinando una derrota. Que el KO a Sánchez haya sido tan notorio hizo que los argumentos del Núñez Feijóo quedaran demasiado expuestos y, con ellos, su falsedad. Por esa u otras causas, se produjo una oscilación en el voto de los españoles que permaneció imperceptible para las encuestas y alejó al opositor de derecha de un puesto para el que ya se había calzado el traje.

Se llama “galope de Gish” porque la antropóloga Scott no conoció a Jaime Durán Barba.

El manual del buen mentir

“Pobreza cero”, “un tercio de los argentinos son pobres” (2015), “la mitad de los argentinos son pobres” (2023), “catorce toneladas de piedras”, “se robaron un PBI”, “sus únicos aliados son Irán y Venezuela”, “hace cuarenta años que Argentina no crece”, “setenta años de populismo”, “sumamos 110 hectáreas de espacios verdes”, “cada vez viaja menos gente en subte, no tiene sentido construir más”, “rechazaron las vacunas de Pfizer, las mejores, por ideología”.  

Se llama 'galope de Gish' porque la antropóloga Scott no conoció a Jaime Durán Barba

Todas ellas son frases rectoras, de comprensión inmediata, algunas de las cuales parecen contener un dato. Allí hay una combinación de falsedades rotundas y aseveraciones que requerirían una explicación de método y contexto. Las definiciones sobre períodos largos (cuarenta años, setenta, un siglo) son un atajo útil para saltearse lustros virtuosos y otros lacerantes.

Federico Sturzenegger explicitó en una conferencia académica los cuatro consejos de Durán Barba a la hora de enfrentar un debate, que se pueden resumir en una palabra: mentir. .

Según se cansó de explicar el asesor ecuatoriano del PRO, el ciudadano vota de acuerdo a emociones, y la estrategia proselitista debe estar destinada a conmoverlas. No importa la verdad ni la razón. Llegado el punto, si el rival quiere debatir sobre pruebas y planes concretos, “hablá de tus hijos”, aconsejó Durán Barba a Sturzenegger.

Esa reducción de la política a un mero artificio es, además de nefasta, muy poco sólida. Probablemente el propio Durán Barba, un hombre con lecturas en su haber, difunda esos consejos, pero no los crea del todo. Por lo pronto, está demostrado que el galope de Gish puede ser efectivo un tiempo, hasta que se transforma en pólvora mojada. Durán Barba probó ser más efectivo para ayudar a ganar elecciones que para mantener a presidentes a salvo de crisis terminales o de derrotas categóricas cuando intentan la reelección. “Cuando seas Gobierno hacé lo que quieras, pero no lo digas” en la campaña, dijo el consejero en aquella memorable lección al inexperto candidato. Quizás allí hay un indicio de ciertas performances.

Para falsear, mejor el INDEC

Hacer frente a un galope de falsedades favorecidas por el sistema mediático dominante supone todo un desafío. El kirchnerismo tiene un largo recorrido en dar la batalla de manera poco lúcida, retirándose de los debates o enviando representantes poco prestigiados a lo que considera territorio hostil, mientras se recluye en sus propios ámbitos de discusión. Sopor endogámico autosatisfactorio.

Ninguna acción fue tan dañina y deslegitimadora para la voz kirchnerista como malversar la inflación medida por el INDEC, entre 2007 y 2015. Esa acción venal orquestada durante largos años por el actual candidato presidencial del sello Principios y Valores y continuada por otros no sólo causó un daño enorme al Estado, sino que restó al cristinismo capital simbólico para argumentar sobre el que había sido uno de sus principales logros: el descenso de la pobreza.

El creacionista Gish habría cruzado el Mar Rojo de rodillas si hubiera podido probar que Charles Darwin había inventado especies para construir la teoría de la evolución. Los Gish criollos tuvieron un regalo servido en bandeja que les da oxígeno hasta hoy.

Las huellas del Grupo Petersen

Esa forma vulgar de administrar el Estado tuvo un correlato que puede salir caro al país. En semanas se sabrá si la jueza estadounidense Loretta Preska condena a la Argentina a pagar US$ 4.920 millones o US$ 16.000 millones al fondo Burford Capital, que compró los derechos de litigar al Grupo Petersen, de la familia Eskenazi. La sentencia, obviamente, será apelable.

Que un juzgado federal de un distrito de Nueva York tenga la potestad de dictar una sentencia por un monto equivalente al presupuesto anual de varias provincias argentinas, en una causa originada en empresas fantasma creadas por los Eskenazi en España y vendida a un fondo radicado en Londres, dice mucho sobre la seguridad jurídica del caso. Ante la tendencia a admirar la seriedad de sistemas judiciales de países del norte, cabe consignar la opinión de Joseph Biden y los máximos dirigentes demócratas frente a la andanada de fallos cavernícolas dictados por la Corte Suprema estadounidense: un tribunal capturado por el trumpismo. Con esos bueyes hay que arar.

Un dato. Esta trama jurídica, por cuestionable que sea, existía en el momento de la expropiación del 51% de YPF, y la letra del estatuto de de la empresa aprobado con la privatización, en 1993, le dio las líneas suficientes a la jueza Preska para otorgar la razón al demandante.

Uno de los aspectos cruciales del caso no logra cobrar vuelo, pese a su enorme relevancia. Detrás o al lado de Burford están los Eskenazi, la familia introducida en el accionariado de YPF a instancias de Néstor Kirchner, con el supuesto objetivo de limitar los desmanes de Repsol.  

La trama jurídica de EE.UU., por cuestionable que sea, existía en el momento de la expropiación del 51% de YPF, en 2012, y la letra del estatuto de YPF le dio las líneas suficientes a la jueza Preska para otorgar la razón a Burford

Como informó la agencia estadounidense REDD Intelligence, la jueza Preska dio por probado que los empresarios argentinos mantuvieron múltiples reuniones con negociadores de Buford para discutir la estrategia legal. Documentos aportados a la causa demuestran que, en el convenio firmado el 4 de marzo de 2015 mediante el que Burford compró a la filial de los Eskenazi en España el derecho a litigar, por USD 15,1 millones, se estableció que el fondo radicado en Londres recibiría 70% de los eventuales beneficios y Petersen, 30%.

Será cuestión de investigar qué queda y dónde terminan los sellos creados por los Eskenazi en España, pero no parece haber muchos interesados. Al kirchnerismo, el asunto le resulta inabordable. Muestra su peor faceta por su concepción del capitalismo de amigos, cuando auspició el fraudulento ingreso de los empresarios santacruceños a YPF, y por la forma incorrecta en que llevó a cabo una estatización estratégica y positiva para el futuro de Argentina.

Un poco más llamativo es el poco énfasis de los aguerridos dirigentes de JxC en iluminar a los Eskenazi, al parecer, sus nuevos amigos.

El elemento sórdido es que la defensa legal del Estado argentino corre a cargo del procurador del Tesoro, Carlos Zannini, el mismo que ocupó la silla del Estado santacruceño en el directorio del Banco de Santa Cruz, de los Eskenazi, durante los años de Macri en la Casa Rosada.

SL

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