Las cosas que no se tocan en el año de la pandemia

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- ¿Por qué creés que hay tantas madres en el tango?

-¿Y dónde querés que estén las madres?

Respondió Troilo en la última nota que dió.

Argentina buscó esa madre todo el año como consuelo de lo puntual.

Y no la encontró.

Una invitación a jugar a lo que no se puede ganar, pero sin Maradona: el año arrancó con diez rugbiers asesinando a un pibe en el piso por negro de mierda y terminó sin Diego, la revancha de Fiorito  para los Fernando que aún quedan en pie.

Los ricos que desde un helicóptero tiraban chanchos a una pileta de Punta del Este no sabian que de la misma altura también iban a caer sus excepciones a la paranoia general.

Las estrellas de los noticieros graban su saludo de Fin de Año diciendo que lo peor ya pasó, pero se miran desencajados. El virus, ese pariente molesto que pensamos que no volvería, está tocando el timbre y trae ataúdes vacíos para llevarse las historias que pueda.

La tapa de la revista GENTE llega antes que la vacuna en un país en donde los carteles aparecen más rápido que las consecuencias. 

TN hace 9 puntos de rating mostrando el eclipse y Crónica la mitad con un vecino desquiciado que agarra una moladora y corta una reja para que una abuela recupere la casa: Las dos pantallas se saben mover donde no hay luz.

La remera “Te salva el Estado, no el mercado” se destiñó con la lavandina que toman en el prime time. La oficina de Vito Corleone a oscuras concediendo favores y validando el lujo del casamiento de su hija (porque todo es posible cuando hay un poder interno) no existe más: lo que es adentro ya no sostiene el afuera.

El Padrino necesita IFE.

El malhumor social no encuentra eco en ningún líder y se deja sobornar por el prestigio de la bronca. Un 2001 con fallo dividido. Un saqueo individual sin videos de chinos estallando arriba de un país que no entienden. Un Gobierno con demasiados camellos pero sin ningún Caín que refunde un país con personas de arena, condenadas a no poder tocar.